OPINIÓN

Lo único que le faltaba a la Federación era la 'Regencia de Yaye' y otro feo a la mujer

Ángeles García Chaves y la Reina Letizia, en el palco de La Romareda en la última final de la Copa de la Reina. /EP
Ángeles García Chaves y la Reina Letizia, en el palco de La Romareda en la última final de la Copa de la Reina. EP

Si de algo España va sobrada es de papelitos institucionales. A nivel político, nuestro país ha tenido de todo, con sus guerras, dictaduras, Golpes de Estado, terrorismo, referéndums, tamayazos y repeticiones electorales como hobby. Pero a mí, de todos los capítulos de nuestra historia, siempre me fascinó una, por enrocada, corrupta y dramática: la Regencia de María Cristina. Un periodo iniciado en 1833 y que se alargó siete años en el que la Reina madre gobernó hasta que la Reina hija (Isabel II) fuera mayor de edad. Me atrae tanto este pasaje protector que, estos días, me ha dado por extrapolar aquello a la actualidad. Puestos a utilizar al personal con tal de mantener el poder -como tanto les gusta a los Borbones-, María de los Ángeles García Chaves, alias Yaye, es otro trapo de cocina más en la colección. Aunque lo suyo vayan a ser sólo siete días.

Para quienes no la conozcan aún -yo sigo sin hacerlo pese a pedir a diario audiencia a sus protectores-, Yaye fue elegida vicepresidenta primera de la nueva Junta Directiva de Pedro Rocha para urgencias como ésta. Pasó a ser luego la actual líder de la Comisión Gestora de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) tras arrancar el proceso electoral por la inhabilitación de su presidente y padrino (para enfado del navarro Rafael del Amo). Y ahora ha sido elegida como candidata de paja, títere de la casa y de consenso para participar en los próximos comicios presidenciales, que no serán más que un protocolario paso hacia las elecciones completas de unos meses.

Hasta aquí todo podría haber sido la emotiva confirmación de que las mujeres, de una vez por todas, tienen el peso que se han ganado en los puestos de mando y son reconocidas. Incluso el inicio de una nueva forma de gestión que se avecina y exige desde hace tiempo el Gobierno. O hasta la culminación de un plan paritario que quiso iniciar, con poco éxito, Luis Rubiales nada más llegar a Las Rozas haciéndole la cama a Villar y que saltó pronto por los aires por diversos motivos. Entre ellos, por su querencia a las purgas, a las imposiciones y a la pérdida de confianza de quien le llevaba la contraria mucho antes de lanzarse a las piscinas de Salobreña y a los picos de Sídney con la testosterona que siempre le sobró.

Pero los sueños, sueños son, y lo que pudo ser no es más que un trampantojo. Estamos ante otro acto de trileros con el que no se engaña a nadie y que, al menos, conviene denunciar. Yaye, a sus 37 años y con el anonimato y el cariño del fútbol amateur, es al mismo tiempo el hazmerreír estos días dentro de la Federación. Y si no lo sabe, alguien se lo tendría que decir con honestidad. Desde fuera, escuece. Si supiera que el cartel de florero ya se le ha quedado corto en los corrillos, igual se plantaría por decoro e impediría que se pidan en su nombre a los asambleístas el 15% de los avales necesarios con un único objetivo: hacer de puente hasta el regreso triunfal de Rocha (con una cautelar caída del cielo) o, en su defecto, para la elevación futura de uno de los barones que le rezan a él y la utilizan a ella. Si de verdad Yaye es su candidata, que la presenten como candidata hoy, mañana y siempre.

Ningún presidente territorial de los que les va la vida en este proceso -con Rafael Louzán (Galicia) a la cabeza- se ha atrevido a dar el paso con decoro de presentarse a estas primeras elecciones de las que unos 15 de 23 barones -con Valencia, los norteños y las dos Castillas como abanderados- ya sólo quieren que su fin para acabar cuanto con el bochorno. Cualquiera de los interesados tendría que haber dimitido de sus respectivos cargos para postularse y eso es muy arriesgado con tantos galones y años encima. Ellos, ávidos de poder, sólo se atreverán cuando les garanticen que habrá una alfombra roja y que entrarán en la Ciudad del Fútbol bajo palio con una victoria indiscutible. Así que mientras sacan la calculadora, su plan es que vaya dando la cara la "chiquita". Pese a que el lunes, en una comida a siete en la Residencia de Las Rozas, Mansito (Canarias), Del Amo (Navarra), Jacinto Alonso (La Rioja) y hasta Monje Carrillo (Murcia) se dejaron querer, y a que alguno propuso a Álvaro de Miguel (secretario general) para dar este paso, otra comida el pasado jueves en Madrid entre los barones (siempre mejor que una reunión de trabajo) acabó por desencallar la situación. Yaye no se juega nada, así que fue la elegida para echarla a los leones. Cómo de feo se ha puesto el patio que el sector vasco con voz y voto ha decidido no avalar e históricos presidentes como Marcelino Maté prefirieron ausentarse de la última cumbre para no calentarse.

Sin unanimidad, con varias reticencias de los más celosos, aclaraciones de los más sensatos (que los hay) y buenas formas, Yaye ha sido la elegida sin que al menos estuviera presente o se le consultara la medida. Piensan que es "lo más razonable", porque lo único que hará la nueva presidenta al ser elegida para agotar protocolariamente este mandato 2020-2024 es convocar las elecciones para el cuatrienio siguiente. Que se va a limitar a ese trámite burocrático y no va a hacer ni una declaración institucional. Pasar a la historia del fútbol como un kleneex debe ser apasionante. Ella sabrá. Sobre todo, cuando su pareja y fiel escudero de Rocha desde hace años, Alberto Montes, ha intentado por activa y por pasiva, y con la ayuda de varios intermediarios y abogados, que le den de alta en la Seguridad Social para heredar el salario del presidente inhabilitado (el actual de 368.000 euros y no el de más de 700.000 que disfruto durante meses tras suceder a Rubiales) y sus compañeros de Junta (ahora Gestora) se lo han negado. Las razones, por tanto, para que la futbolista y licenciada en Ciencias del Deporte se preste a este sainete sólo las sabe ella y nadie le deja verbalizarlas. Está más custodiada que Mbappé y seguramente será por algo. O no tiene nada que decir o tiene mucho que callar. Mientras no se explique es igual de culpable que el resto o incluso más.

Hay presidentes que no saben aún ni cómo habla y ponen en el centro del debate si la verían preparada para ser presidenta de verdad y si esta decisión de exponerla, apoyada por una mayoría pero no por una totalidad, hace un flaco favor a la imagen de las mujeres y de la RFEF. Hace unas semanas, en mitad de una reunión de suma importancia, interrumpió las acaloradas disertaciones para decir que se tenía que marchar con urgencia porque debía coger un vuelo e irse de viaje. Y que ya, si eso, alguien le informara al día siguiente de los acuerdos y desacuerdos alcanzados. Así que los unos y los otros se miraron perplejos, en silencio y hasta con bromas, confirmando que no sólo no pinta nada, sino que además a ella misma no le importa lo más mínimo el rol asignado. Rocha, desde Cáceres, contempla la escena con orgullo. La puso ahí justo para esto. Lo peor es que hay varias mujeres alrededor de este cuadro que lo ven fenomenal.

Esta es la imagen en la RFEF a estas horas. Mientras en lo deportivo, todo es gloria. En lo institucional aún prima la podredumbre, con un desprestigio del sistema democrático de por medio y la connivencia de aquellos asambleístas que entregarán su aval a una desconocida a la que no hará falta ni votar porque no habrá ni elecciones. Y esto no ha hecho nada más que empezar. En unos días puede llegar el OK a la impugnación de Miguel Galán. La obligación de que se retrotraiga todo el proceso y haya que volver a empezar. Puede que una nueva entrega del manual de resistencia de Rocha en los tribunales. Y hasta una lucha fratricida por sucederle (ánimo Lozano), si el extremeño no puede presentarse, al estilo de las Guerras Carlistas en aquella regencia tan curiosa del siglo pasado. Siendo fin de semana, y con la que se avecina en entre tanto tedio y sonrojo, lo mejor es encender el tocadiscos, bailar y tomárselo a risa mientras Rocha y sus fieles, como Isabel II, maduran. Denle al play. "María de los Ángeles me quiere gobernar, y yo le sigo le sigo la corriente…".