El trágico final de Hope Solo en su selección comenzó en China: "Recuerdo entrar en la piscina y que muchas jugadoras se salieran"
La mejor portera del mundo, para muchas, se abre en canal en el documental de Netflix 'Hope Solo contra la Federación de Estados Unidos'.
"¿Crees que hubieras parado esos goles?", pregunta el periodista. "Fue una mala decisión, cualquiera con una mínima idea sobre este deporte lo sabe. No tengo la más mínima duda de que los habría parado", respondió Solo. Ese instante condicionaría, de por vida, el camino de Hope Solo en el fútbol.
A Hope Solo —30 de julio de 1981, Richland, Washington, Estados Unidos— la amas o la odias. 'Hope Solo contra la Federación de Estados Unidos', su documental en Netflix, es un reflejo de sí misma. La cinta, de 74 minutos de duración, trata de encontrar respuesta al porqué del carácter de Solo, para muchos, la mejor portera del mundo.
Por momentos, el documental se asemeja a una película, con historias inverosímiles. Muchas ya están contadas. Su denuncia por violencia doméstica por agredir a su hermanastra y a su hijo —"Hope Solo se ha vuelto loca, está pegándonos. Necesitamos ayuda"—, cómo la federación estadounidense trató de borrarla del mapa tras liderar la lucha por la igualdad salarial, cuando encontró a su padre, que vivía como un vagabundo, en medio del bosque y le dio de comer o sus coqueteos con Hollywood.
Hubo una época en la que Solo fue la jugadora más famosa sobre la faz de la tierra: "Esto dejó de ser sólo fútbol. Fue una de las primeras deportistas fuera del tenis en ser algo más allá de su deporte". Y acabó con "ansiedad social". "Siendo sincera, me sentía fuera de lugar y tenía la necesidad de rebajar tensiones con champán o vino. Así que no todo eran luces y glamour. Era agotador, superagotador. Y algunas veces, solitario", llega a confesar en la cinta.
Sin embargo, hay un capítulo de su vida que no ha trascendido del mismo modo que el resto y que marca —de forma decisiva— su carácter y su devenir en la selección estadounidense: el Mundial de China de 2007.
La generación de 1999: «Afloraban los celos, las emociones estaban a flor de piel»
Hope Solo era delantera y batió todos los récords goleadores. Las universidades se peleaban por hacerse son sus servicios. Pero Solo eligió Washington, Seattle. Su padre vivía en las calles de Seatlle y quería quedarse a su lado.
Allí, sus dos primeras entrenadoras, Lesli Gallimore y Amy Griffin, la convencieron para convertirse en guardameta. "Nunca había visto a una portera hacer las cosas que hacía ella", dicen. Volvió a ser la mejor y llamó la atención de la selección estadounidense. Era 1999 y las futbolistas norteamericanas eran auténticas celebrities. Habían conquistado el Mundial de 1991 y el de Estados Unidos (1999), que marcó un punto de inflexión en la historia del fútbol femenino.
"El equipo de 1999 nos dejó aquel legado de victorias. Deberían sentirse orgullosas de ello, pero es lo único de lo que deberían de estar orgullosas"
Exportera de la selección de Estados UnidosSin embargo, esa generación despertaba otros sentimientos en Hope: "El equipo de 1999 nos dejó aquel legado de victorias. Deberían sentirse orgullosas de ello, pero es lo único de lo que deberían de estar orgullosas", desvela en Netflix. Cuatro meses después de ganar el Mundial, la selección llamó a filas a Solo. "Afloraban los celos, las emociones estaban a flor de piel. Era agotador, era una competición constante, incluso fuera del campo", recuerda. Solo no fue convocada ni para los Juegos Olímpicos del 2000 ni para el Mundial del 2003. Fue la tercera portera para la cita olímpica de 2004. En 2007, por fin, formó parte del combinado nacional como la primera opción, por delante de Briana Scurry, la mítica portera del histórico equipo de 1999.
Justo antes de partir hacia China, Solo recibió una noticia: su padre había fallecido. En el documental, a Solo le preguntan sobre si dudó en ir al Mundial. Se ríe y no acaba diciéndolo, pero se lee en su mirada y en sus gestos: "Ni de coña".
La dejaron sola en China y se convirtió en «una paria»
Solo fue la sensación del comienzo del Mundial. Sumó cuatro porterías a cero y la selección estadounidense se plantó en las semifinales, en gran parte, gracias a ella. Pero Greg Ryan la mandó al banquillo. Briana Scurry, que no había jugado ningún minuto, fue titular ante Brasil, en las semifinales del torneo.
El partido acabó con derrota de las norteamericanas por 0-4 y con Solo renegando en el banquillo. "Durante el partido, me dieron un codazo en el banquillo y me dijeron: 'Hope, Hope, estás teniendo muy mala actitud. ¿Qué cojones quieres que haga, que me ría?'", cuenta en la cinta.
"Hizo (Greg Ryan) que cada jugadora dijera todo lo que no le gustaba de mí. Algunas me decían: 'Hope, has usado la muerte de tu padre como excusa'"
Exportera de la selección de Estados UnidosLa elección de enviar a Solo al banquillo "acabó siendo la peor decisión en la historia del fútbol femenino de Estados Unidos en perjucio propio", describe Roger Bennet, periodista especializado en fútbol. Tras el partido, un compañero le preguntó a la portera: "¿Crees que hubieras parado esos goles?". "Fue una mala decisión, cualquiera con una mínima idea sobre este deporte lo sabe. No tengo la más mínima duda de que los habría parado", respondió Solo. En aquel momento, la mejor portera del mundo enterró su futuro en la selección estadounidense.
Sus declaraciones corrieron como la pólvora y Hope se convirtió en enemigo público. "Me convertí en una paria. Al volver al hotel, recuerdo entrar en una piscina para una sesión de recuperación y que muchas jugadoras se salieran, no podían ni estar en la misma piscina que yo", confiesa.
Ese día, Greg Ryan reunió a todas las futbolistas en una habitación: "Hizo que cada jugadora dijera todo lo que no le gustaba de mí. Algunas me decían: 'Hope, has usado la muerte de tu padre como excusa'. Era cruel aquello que me estaban haciendo".
"En el encuentro por la medalla de bronce, el entrenador me soltó que el equipo no me quería en el partido. Les había ayudado a ganar una medalla de bronce... ¿y, ahora, no me dejaban estar en el estadio? No podía ir de vuelta a casa con mi equipo. Me habían dejado sola en China", narra. "Alguien podría haber venido a decirme: 'Hope, eso ha estado mal de tu parte, esta entrevista ha sido de mal gusto, pero ¿sabes qué? Sigues siendo nuestra compañera. Deja que te eche una mano. Nadie lo hizo. Son malas personas", sentencia.
Años más tarde, Solo descubrió que la decisión de dejarla en el banquillo había nacido de Kristien Lilly y Abby Wambach, las capitanas del equipo: "Fueron a pedirle a Greg Ryan que jugara Scurry. Era su último torneo y había sido un icono, una leyenda y las jugadoras del 99 querían darle un final de cuento".
Las tres rechazaron salir en el documental. Al igual que Alex Morgan, Megan Rapinoe o Carli Lloyd.