Cómo encaja Mbappé en un nuevo Real Madrid obligado a reinventarse sin Kroos
El francés cambia drásticamente al Real Madrid campeón de Europa.
En su apuesta por emanciparse del resto, el Real Madrid ha ido labrando un camino ajeno, muy singular, en el que su gran deseo no ha sido tanto el identificar una necesidad concreta para luego solucionarla, sino ver su marca como una oportunidad gigante para atraer y fidelizar el talento exterior, abduciendo así algunos de los mejores proyectos del mundo. De Vinícius y Rodrygo a Güler y Endrick terminando, como lo hacen las catedrales, con una cúpula que busca coronar el trabajo hecho. Kylian Mbappé es la sublimación del plan y la apuesta del Real Madrid por el talento y el potencial como principales verdades competitivas. Y su fichaje abre, de par en par, las opciones para vislumbrar a un equipo nuevo.
Carlo Ancelotti es un druida que ha ido perfeccionando su liderazgo tranquilo y su magnífico ojo para detectar, desarrollar y exprimir a los mejores jugadores. El crecimiento sideral de Bellingham y Vinícius Jr o el auge lento, pero seguro de Fede Valverde o Camavinga llevan su sello, de mano blanda y experiencia generosa. Mientras el Real Madrid de Florentino ha ido fichando más que por necesidades (se obvió la figura del 9 sin Karim Benzema o la del central tras las caídas de Alaba y Militao) por oportunidades de mercado, el italiano siempre ha sabido encontrar acomodo a sus mejores futbolistas sin que renuncien a su fútbol, sin desnaturalizar ni perder la esencia que es por lo que su club los fichó. Con él nació el Fede Valverde todocampista tras sobrevivir en la banda para dar espacio a Rodrygo y Vinícius en la doble punta, mimó a Güler para que pasase su lesión en silencio y retó a Camavinga, poniendo a prueba su versatilidad. ¿Y Mbappé?
Un vacío y una voz: el reto de Ancelotti
Para situar la llegada del francés, hay que poner antes en el mapa la marcha de Kroos. No se entiende lo primero sin lo segundo, pues la ausencia de Kroos y la llegada de Kylian Mbappé llevan un mensaje tejido que une los puntos y que susurra, todavía muy flojo, que este Real Madrid será otra cosa, que vivirá un cambio drástico en sus cimientos y que deberá aprender a correr, quizás antes que a andar. Conjugar los verbos en futuro antes que en presente.
Los blancos pasarán, de entrada, a jugar con un delantero más que la pasada temporada. Con la llegada de Jude Bellingham, Ancelotti pudo prescindir de un atacante (Benzema) sin renunciar a él, una trampa que el inglés permitió con su despliegue y atino para rellenar el área. El Real Madrid fue un equipo con cuatro centrocampistas y tres delanteros a la vez, lo que le dio una ventaja competitiva real en muchos escenarios. Aún con Vinícius a un nivel estelar, los de Carlo Ancelotti seguían moviéndose y sintiendo el ritmo del partido al ritmo de Toni Kroos. El alemán marcaba el tempo y su última temporada fue la mejor en los últimos años en términos de volumen pasador: 13,13 progresiones al último tercio desde el pase, la tercera mejor cifra de un jugador en Europa en las últimas 5 temporadas. Mbappé posee tres de las mejores siete marcas en cuanto a xG y xA sumados en ese mismo lapso. Es el único jugador que aparece tres veces desde la 19/20. Más rock and roll.
Mbappé es un delantero autosuficiente que llenará muchos espacios, prolongando el estar siempre en tensión, un ataque sostenido aún cuando su equipo esté defendiendo. Si bien es cierto que esta máxima ya estaba presente las últimas temporadas, la presencia del atacante francés redobla la sensación de asfixia aún cuando te ves con el partido controlado, y es en ese juego mental donde los blancos deberán hacerse fuertes. Si con Kroos la clave estaba en la capacidad para tomar siempre la mejor decisión, aún pareciendo contraproducente, con Mbappé el tema es el de que el Real Madrid tomará muchas más decisiones que el rival, un volumen infinitamente superior y eso debe llevar a mayor acierto, aunque por el camino se falle más.
Vinícius es el Rey... y Güler puede ser el mensajero
Con Vinícius Jr siendo el macho dominante en el vestuario, por status, nivel y ascendencia colectiva, la duda será la de qué rutras trazará Ancelotti para hacer que sus dos mejores futbolistas se relacionen sin pisarse ni desvirtuarse. A Mbappé le viene de fábula que Vinícius haya jugado un año fantástico como delantero, alejado de la banda, porque eso multiplica los recorridos de ambos jugadores, en un intercambio que necesitará de otra pieza para que fluya sin freno. Con Rodrygo partiendo de titular, está por ver si Arda Güler termina usurpando el espacio que por talento y rol le corresponde. El turco tiene la sensibilidad técnica y la creatividad para unir a los dos atacantes sin que su equipo pierda un punto de pausa, que va a necesitar conforme el Real Madrid busque acelerar el juego sin freno. El contrapunto a las embestidas deberán ser los trucos de Arda.
Hasta que esto no suceda, probablemente el Real Madrid sea un equipo extraño. Inconexo, como tratando de encontrar su voz en un torrente bestial de ruido y motor. La papeleta para Fede Valverde, ya sin Toni Kroos y tras un gran año siendo centrocampista y no falso extremo, será de aúpa, porque deberá asumir parte del vacío del alemán sin renunciar a su juego gregario, de ciudadano para todo. Ser y dejar ser, todo mientras Mbappé va encontrando sus mejores zonas sin que Vinícius abandone las suyas, con un Rodrygo que se juega su espacio y rango en el Real Madrid, lo que puede llevar al brasileño a buscar mejores cifras que mejor juego, algo que ha sido precisamente lo que siempre le ha diferenciado. El reto es mayúsculo y sitúa al Real Madrid, previo al debut oficial, en un universo distinto. El sitio donde se conjugan las estrellas. Ancelotti y su tour estelar empiezan con un vacío.