MUNDIAL DE CATAR

El repartidor de pizzas que hará olvidar a Pogba

Youssouf Fofana apenas ha jugado un par de partidos con la selección

Fofana debutó con Francia en la última Nations League. /GETTY
Fofana debutó con Francia en la última Nations League. GETTY
Jordi Cardero

Jordi Cardero

Las primeras dos grandes decisiones que tiene que tomar cualquier persona llegan demasiado pronto. Son dos cargas de responsabilidad que acompañan a uno -casi siempre- durante toda la vida. La primera es elegir equipo, aunque a veces la herencia familiar es la que decanta la balanza. La segunda, decidir qué estudiar. Youssouf Fofana tenía muy clara una cosa: dejaría el fútbol y se centraría en los estudios. Y cuando parecía que ya no había vuelta atrás, el Estrasburgo le volvió a coser al balón.

Fofana, centrocampista del Mónaco, quiso dar un paso al lado. Eligió que el fútbol sería un pasatiempos, que los partidos los vería desde el sofá y no en el verde. Poco importaba que los amigos que la pelota le entregó, Moussa Diaby y Amine Harit, acabaran de firmar su primeros contratos. Unos años más tarde, serán sus amigos quienes vean desde sus casas a Fofana disputar un Mundial.

El cocinero personal del francés le estaba preparando a él y a su mujer cuando saltó la sorpresa: estaría en Catar. Las bajas de Kanté y Pogba le llevaron a debutar con la selección unos meses atrás. Apenas había jugado partido y medio en setiembre, duelos de la Nations League. Estará en la Copa del Mundo y llega con opciones de disponer de minutos.

Repartir pizzas como salvavidas

Cuando cumplió 15 años, Fofana no tenía equipo. Un par de años después, se planteó dejar el fútbol para dedicarse plenamente al bachillerato. El fútbol le regaló la amistad de Diaby, del Bayer Leverkusen, y Harit, del Olympique de Marsella. El primero no entró en la lista de Deschamps, mientras que al segundo una lesión en los últimos días le arrebató el billete a Catar. Cuando Fofana dejó de lado la pelota, Diaby y Harit empezaron a cobrar los primeros sueldos. Youssouf vio que el nivel de vida de sus amigos comenzaba a elevarse, así que se puso a trabajar para no quedarse atrás. Durante varios meses, se dedicó a repartir pizzas. "Me hizo poner los pies en el suelo", recordó en una entrevista.

A los 17, cuando ya había puesto los estudios en el centro de su vida, el Estrasburgo acudió para volver a atarle a la pelota. Una cuarentena de partidos con el primer equipo después, el Mónaco, siempre atento al talento francés que se cultiva en cualquier rincón del país, invirtió en él. Llegó en el mercado de invierno de 2020. Al mismo tiempo, Tchouameni también comenzaba a presentarse en el Principado. Con el fichaje de Aurelien por el Madrid, Fofana empezó a tener más protagonismo en el centro del campo monegasco. Es un mediocentro físicamente contundente, con un tronco inferior poderoso y un primer control, con giro incluido, determinante.

Cuando Fofana fichó por el Estrasburgo, el club le facilitó billetes de tren para que su familia pudiera visitarle. Lo rechazó. "Vendrán cuando firme mi primer contrato profesional", respondió convencido. Unos años después, el billete le lleva a Catar. Un Mundial en el que, además, tendrá que ocuparse de que las figuras de Pogba y Kanté caigan en el olvido. Las pizzas le pusieron los pies en el suelo, el fútbol le puso en su lugar.