MUNDIAL DE CATAR

Mbappé se lleva los focos mientras Griezmann ordena la sala

El futbolista del Atlético de Madrid vuelve a cuajar un partido sobresaliente y oposita a ser el jugador del torneo.

Griezmann durante el partido ante Polonia /Getty
Griezmann durante el partido ante Polonia Getty
Albert Blaya

Albert Blaya

Antoine Griezmann entiende el estrellato de forma distinta al resto. No hay glamour en un fútbol que destila generosidad, sacrificio y, claro, talento. Mientras Mbappé representa a la perfección todo aquello que se proyecta de lo que debe ser una estrella, Griezmann le da la vuelta y atiende a su labor con la convicción de que el fútbol, al final, es un deporte en el que prima por encima de todo la generosidad.

El resumen del partido

 

Francia es una selección de excesos. Física, técnica, cargada de un talento que hasta los hace parecer que, a ratos, no quieren el partido. Griezmann es un tipo normal en una selección de extraños superdotados. Un atacante sin regate, un delantero sin desborde. Aparenta normalidad... hasta que la toca. En el equipo de Deschamps, Antoine es el equilibrio perfecto en todo. En un cuerpo demasiado musculado, el francés es ese puntito de maldad; la pizza de los viernes. Desde la posición de interior diestro, Griezmann ordena, manda y contemporiza cada ataque. Mbappé es el mejor, pero Griezmann le ayuda a que eso todavía se note más.

Ante Polonia, Griezmann volvió a estar en el ajo de todas las secuencias francesas. En un equipo que prioriza el orden colectivo y acelerar cuando es necesario, Antoine es el Google Maps de Deschamps: da sentido y dice por dónde avanzar, por muy estrecho que sea el camino. Su capacidad para jugar al primer toque permite encontrar espacios liberados para que su equipo progrese y a eso le suma su sentido colectivo que hace que no tome decisiones pensando en él. No hay un atisbo de egolatría en su fútbol generoso.

Jugando de interior, Francia gana muchas cosas. La primera es que su juego interior coge otra dimensión y eso provoca que fuera haya más espacios. Dembéle y Mbappé gozan de más metros porque Griezmann tiene algo que pocos tiene: aceleran y no dan toques de más. Sus pases son cortes limpios. Todos mejoran a su alrededor y Francia goza de un aspecto mucho más saludable si es el del Atlético quien se encarga de comandar las secuencias. Su inteligencia le permite saber cuándo ceder el foco. Y Mbappé sabe cómo rellenarlo.

El francés está siendo el centrocampista del Mundial. Porque además de todo lo comentado, defensivamente es un jugador con un compromiso y una lectura impresionantes, algo extraño en un futbolista de naturaleza ofensiva. Ya lo dijo Deschamps: "Antoine disfruta igual de un pase de gol que de una entrada." Para él es lo mismo una asistencia sin mirar que una entrada in extremis, porque Griezmann es, en esencia, futbolista en su totalidad. No delantero, no centrocampista: jugador de fútbol. Y su sentido es ser valioso en todas las alturas y tareas posibles.

Ya fue el mejor jugador del Mundial de Rusia y en Catar está volviendo a ser el faro sobre el que se guía una selección repleta de talento, tan excesiva que necesita del fútbol equilibrado de Griezmann. La pregunta es para el resto, porque Francia, con Griezmann y Mbapé a la cabeza, ya se sabe todas las respuestas.