RUBIALES DIMITE

Un beso y algo más: Rubiales ha perpetrado 64 meses de escándalos al frente de la RFEF

Llegó a Las Rozas en 2018 y ha sufrido más que disfrutado. Su comportamiento en Sídney y las denuncias le han derribado.

Rubiales felicita al seleccionador Jorge Vilda tras ganar el Mundial en Sídney./EFE
Rubiales felicita al seleccionador Jorge Vilda tras ganar el Mundial en Sídney. EFE
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

El primer día de Luis Rubiales al frente de la Federación ya fue un perfecto resumen de lo que han sido sus 64 meses de mandato en Las Rozas. Aquel 17 de mayo de 2018, en el que goleó en votos a Juan Luis Larrea en la lucha por la presidencia (80-56), lo arrancó por la mañana haciendo acto de presencia en los juzgados de Valencia como demandante por un caso de honor que le hirió. Horas después, tras un viaje exprés en AVE, se proclamó a sus 40 años jefe del fútbol español ante el orgullo de sus padres y tres hijas. "Hay que corregir errores del pasado; encargaré una auditoría enseguida", dijo en su intervención. Sin embargo, poco más de cinco años después, esos fallos no sólo se han mantenido, sino que bajo su dirección se han agudizado. Por eso, el que fuera futbolista y sindicalista se ha visto obligado a gritar hoy los que muchos y muchas le susurraron desde el pasado 20 de agosto: se acabó.

Rubiales besa en la boca a Jenni en la entrega de medallas.
Rubiales besa en la boca a Jenni en la entrega de medallas.

Desde su llegada a la RFEF, el ruido ha sido su rutina. Más que un diario de hitos deportivos ha ido recopilando un compendio de sucesos. El último, en el Mundial femenino a raíz de una celebración fuera de lugar que le ha pasado decisivamente factura y que, desgraciadamente, ha dejado aun hoy para muchos en un segundo lugar un hecho histórico. Basta con echar un ojo a este análisis a modo de radiografía para comprender tanta turbulencia en su camino. Denunciante o denunciado de día, directivo de tarde, protagonista habitual en las tertulias de la noche. Tan graves han sido los hechos, que ha tenido que viajar a Londres para anunciar su exilio.

Desde aquella calurosa jornada electoral, los hechos que ha protagonizado son tantos para resumir su periplo en la Federación que urge más ponerlos en orden que centrarse en un perfil que él mismo ya se ha ocupado de desvelar -para disfrute de los creadores de memes-. Ya saben: "Soy de Motril (...). Me partieron las piernas de pequeño (...). Voy sin gorra por la calle (…)". Unas frases para la historia que remató en una última Asamblea donde imitó a Tejero. Hoy, seguramente no hubiera elegido la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid como punto de inflexión para dar el primer paso al frente del fútbol español y anunciar que dejaba AFE, después de siete años, con la misión de sustituir a Villar. Algunos medios de comunicación son los que más le han complicado la vida con publicaciones muy comprometidas, con documentos y audios de por medio, o relatando sus torpezas en el viaje Sídney-Doha-Madrid que han derivado en investigaciones aún latentes en los tribunales que, según los eruditos, "tienen tantas posibilidades de prosperar como de ser archivadas". Aquel 20 de noviembre de 2017, en el que presentó a David Aganzo como su delfín, tampoco podía intuirse que éste sería ahora uno de sus grandes enemigos -con permiso de Yolanda Díaz-, ya que los juzgados aún dirimen si Rubiales le puso un detective, como denunció el exdelantero del Real Madrid, para vigilar sus relaciones y movimientos.

Luis Rubiales, escoltado por Péramos y Aganzo, el día que deja AFE para presentarse a la RFEF.
Luis Rubiales, escoltado por Péramos y Aganzo, el día que deja AFE para presentarse a la RFEF.

El discurso de Rubiales, en aquel cambio de rumbo, rebosaba seguridad. Mucha más que la mostrada en el vídeo que difundió la RFEF para retractarse -con la boca pequeña- de sus salidas de tono en Oceanía. Para ese momento ya se había recorrido España en el Volvo de su tío Juan, futuro director del gabinete presidencial y persona clave en su acorralamiento posterior una vez que fue cesado, dicen, por haber aglutinado demasiado poder. Rubiales quiso pulsar el sentir del fútbol nacional en una contrarreloj a pecho descubierto que le había inspirado Pedro Sánchez -hoy menos colega que ayer- en el momento en el que el PSOE empujó a éste al anonimato del que resurgió hasta llegar a Moncloa para quedarse.

El resultado de aquel tour dio alas al exfutbolista. Por eso, le gusta añadir un toque heroico a aquella experiencia repitiendo que no descansaba nunca y que se mantenía en pie, muchas veces, a base de bocatas de mortadela. Tenía clara su victoria: "La RFEF es un Miura, pero estoy convencido de que tengo el apoyo mayoritario. He dado este paso por responsabilidad y porque me lo han pedido. Sé que hay personas muy poderosas a las que no intereso, pero hay gente del fútbol que me quiere ver ahí. Yo confío en la nobleza y por eso seré presidente. No soy dudoso, en AFE limité los mandatos y no estaré en la RFEF 29 o 30 años". Así de tajante fue. Para esa presentación en sociedad también había dado ya otro paso clave al votar en la Comisión Directiva del CSD a favor de la suspensión de su amigo Villar, quien le había hecho de cicerone, por el Caso Soule. "Vendió a una persona que aún no ha sido condenado por nada de nada", coinciden los directivos con más memoria y colmillo.

Pesdro Sánchez posa con la Selección antes del Mundial de 2018.
Pesdro Sánchez posa con la Selección antes del Mundial de 2018.

Limpia y nueva era

Con aquel germen guerracivilista en el retrovisor, Rubiales se jactaba de que desde el principio había logrado un apoyo mayoritario. En aquellos primeros comicios, con un salón repleto con 137 de 139 asambleístas presentes, el fútbol español le puso una alfombra roja que hoy anda arrugada. Sólo faltaron Iago Aspas y Pedro León y hasta se pronunció el omnipresente Juan Padrón. Acabar con 29 años de Villarato le hizo acumular elogios desde todos los rincones excepto del de LaLiga. Javier Tebas ya las había tenido tiesas con él a cuento de una amenaza de huelga en 2015 cuando tripulaba el sindicato de futbolistas. Le felicitó a regañadientes. Esa jornada, Rubiales, para promocionar el aire nuevo en una institución anquilosada, habló en inglés en su investidura (de la misma manera que ahora se ha despedido) como guiño a UEFA y FIFA, allí presentes. Todo iba rodado.

Nombrar vicepresidente primero a Andreu Subies, de la Catalana, fue acogido como un gesto de inteligencia porque le había catapultado hacia el objetivo. Pese a que luego llegó a estar detenido, ratificado por fidelidad y empujado finalmente a marcharse por la puerta de atrás para poner ahí a Antonio Suárez (acusado también de desfalco). Tampoco hubo demasiadas objeciones por que incluyera en su equipo a más presidentes autonómicos investigados que aún hoy tiemblan por las curvas que puedan producir las causas que hay abiertas. Además, incluir a varias mujeres en cargos de responsabilidad se interiorizó también como una clara decisión de modernidad. "Un gran éxito sin cubrir cuotas para aparentar" que luego se fue al traste. Ana Muñoz, Lola Martelli, Marisa González, Elvira Andrés y algún fichaje más de tronío o están fuera o fueron relegadas en otras labores con más sombra hasta que la suspensión de Rubiales y la llegada de Pedro Rocha devolvió alguna pieza a su sitio. Ese camino de castigo siguieron el director financiero Ángel Álvarez y hasta el galáctico Velasco Carballo. Varios de ellos y ellas reconocen off the record que tras ayudar a poner la maquinaria en marcha, destacar, opinar y no obedecer se convirtió en algo peligroso.

En cuanto pudo, el 26º presidente de la historia de la Federación (ya vamos por el 27ª) renovó a Lopetegui hasta 2020, aireó la baja nota en transparencia que tenía la institución que heredaba, lamentó que se había despilfarrado hasta 1,5 millones para la concentración del inminente Mundial 2018 y fue aplaudido por jubilar a Sánchez Arminio (fallecido recientemente) de inmediato. De paso, se le vio como un adelantado por los cambios que pretendía en la Supercopa de España, Tebas incluido, algo que le dio tanta fuerza que se animó a tender la mano al dirigente de LaLiga pidiéndole una reunión inmediata, de la que salió tan conciliador como picante: "Hay discrepancias, pero hay ganas de colaborar. Ve el fútbol como un negocio; nosotros vamos más allá". Corrían buenos y más innovadores tiempos. El trabajo en cuanto a comunicación, protocolo y redes sociales empezó a ser visto como un claro ejemplo de que, por fin, había entrado aire fresco. Hasta que más de uno confundió el camino y empezó a cundir la mentira y la propaganda.

Sin embargo, la bula se acabó pronto. En cuanto el balón echó a rodar. La destitución fulminante de Lopetegui 72 horas antes del debut en Rusia, por haber vinculado su futuro al del Real Madrid, enfrentó al mandamás a una buena parte del vestuario (sobre todo a Sergio Ramos), a dirigentes como Florentino Pérez y a un buen sector de la opinión pública. Y eso que, como el propio técnico afectado contó, "había una cláusula liberatoria a iniciativa de la RFEF". Su impopularidad comenzó a crecer. Los apoyos de Xavi e Infantino y la supuesta complicidad del mismísimo Obama ("me dijo que fue correcto sacar a Julen", llegó a decir tiempo después Rubiales) no eran suficientes para frenar una ola de crispación que, por otros mil motivos, ha ido a más hasta hacerse insoportable.

De aquel Mundial en el que Fernando Hierro, director deportivo, hizo de apagafuegos, Luis salió con jirones. Así que como buen estratega se aferró a un escudo de garantías: pese a escuchar las propuestas de Setién, Valverde, Marcelino y Roberto Martínez, contrató a Luis Enrique para el banquillo y a Molina para los despachos. Con la presencia del nuevo seleccionador, la espantada de Heineken como patrocinador ("por razones comerciales") que luego empujaría a otros, la salida de Celades enfadado en la Sub-21 y la denuncia de que había pagado una obra en casa con dinero desviado de AFE (fue declarado inocente) quedaban en un segundo plano.

Ceferin, Rubiales e Infantino en Las Rozas.
Ceferin, Rubiales e Infantino en Las Rozas.

El fracaso en Rusia no le debilitó tanto como lo harían más tarde diversos escándalos por demostrar. El ruido generado y el sufrimiento ocasionado ya eran suficientes para hacer tambalear los cimientos. Por eso, su primera Asamblea no tuvo nada que ver con otras posteriores. En el bautizo estuvieron presentes Infantino (FIFA) y Ceferin (UEFA) y se aprobó que cobrase un sueldo de 160.000 euros fijos al año más variables del 0,15% de los ingresos totales anuales liquidados, excluidas las subvenciones públicas. Rubiales pasaba a percibir el 0,6% de los patrocinios que consiguiera para la Federación hasta el tope del 0,175% del presupuesto y, además, tendría derecho a una vivienda en Madrid, ya que su residencia estaba en principio en Valencia. Una contraprestación con más de 30 años de tradición que luego trajo mucha cola. En total, 106 asambleístas aprobaron su retribución, con cinco abstenciones y sin votos en contra. Se acordó que su presencia en FIFA y UEFA sería altruista de inicio. Las cosas cambiaron y se lleva, según El Confidencial, 250.000 euros por su presencia en el organismo europeo donde cada vez tenía más peso.

Los números: amigos y enemigos

Aquella Federación que heredó con una estructura tercermundista tenía unos 160 millones de presupuesto. En la actualidad, una vez consolidado un sistema financiero y de contabilidad y tras alzar varias alfombras, esa cifra se ha disparado a 382. Siendo el logro más notorio, no es por el que se muestra más radiante Rubiales. Él presume más de haber sacado 40 millones por una Supercopa con final four que se ve en 180 países del mundo y que los propios clubes pedían eliminar anteriormente porque era deficitaria. Lo que no esperaba es que esta iniciativa fuera su talón de Aquiles.

Los derechos de las mujeres -otra vez las mujeres-, fueron un arma arrojadiza tanto en el inicio de su legislatura como en su inmolación final: "No somos la ONU y hemos creado la liga femenina...", se justificaba mientras hasta 20 eurodiputados españoles pidieron cancelar el acuerdo. Lo peor para él fue que se desvelase la letra pequeña de algunas cláusulas. Es lo que más ha calado y le ha desestabilizado. De ese contrato con Arabia que se extenderá hasta 2029, la Federación prefiere quedarse con que aporta 20 millones al fútbol no profesional, que da entre 60.000 y 70.000 euros a cada club de Tercera Federación, 190.000 a los de Segunda Federación y 350.000 euros a los clubes de Primera Federación porque han tenido que compensar los derechos de televisión que se cayeron. Se ha pasado de dar 8 millones en ayudas a 112, evitando que se destruyan entre 300.000 y 400.000 licencias.

Aun así, ni con tantas cosas positivas hay consenso. Víctor Martín, jefe de gabinete de presidencia de LaLiga, resumía así en Relevo el malestar general de los clubes profesionales antes de que saltara este último escándalo con Jenni Hermoso (sin quererlo ella) como co-protagonista: "La presidencia de Rubiales no ha supuesto el cambio que necesitaba nuestro deporte. No ha sido capaz de trabajar para dotar de un modelo a la Primera RFEF que garantice que un club que desciende de la categoría profesional no vea condenada su viabilidad. Muy al contrario, es muy deficitaria con unas pérdidas estimadas de 40 millones para esta temporada. Está más pendiente de dinamitar las medidas de crecimiento profesional que de cumplir con sus responsabilidades. Estos cinco años suponen un periodo de deterioro progresivo. No ha sabido estar a la altura de la institución, tratando de mantener un control férreo y castigando de manera evidente a quien desafíe ese control. Pero sin duda, los llamados Supercopa Files, el pago de espionajes a terceros, las grabaciones a distintas personalidades o su nula gestión del Caso Negreira, entre otros, hacen difícilmente justificable su trayectoria y su continuidad". Qué diría hoy en día...

"La presidencia de Rubiales no ha supuesto el cambio que necesitaba nuestro deporte. No ha sabido estar a la altura de la institución"

Víctor Martín Jeje de gabinete de presidencia de LaLiga

Esta opinión era bastante compartida entre la oposición dentro de la propia Federación en los primeros años del mandato de Rubiales. De hecho, siete de las 19 federaciones autonómicas no le apoyaron en las urnas: País Vasco, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía, Galicia, Madrid y Aragón. Últimamente el grupo opositor había aumentado hasta 11. Sin embargo, el presidente había ido limando asperezas de manera estratégica con más de un crítico hasta que pidieran su dimisión. La primera Territorial a la que visitó fue a la Manchega, a la que se llegó a ganar, y puso a su presidente Pablo Burillo al frente del comité nacional de fútbol sala y como responsable de la Tercera Federación. Hay un ejemplo por encima del resto que confirma la nueva sintonía. Paco Díez, presidente de la Madrileña, fue -ya no, y luego volvió a serlo- uno de sus más combativos enemigos al inicio. Llegaron a expulsarle en pandemia de alguna conferencia telemática. "Hay siete territoriales marginadas", criticó entonces. Al mismo tiempo que mandaron realizar una auditoría a su federación, que Rubiales denunciara corrupción interna y que además éste apoyara a Jesús Péramos, colaborador suyo en AFE, en las elecciones que pusieron a Díez en el alambre. Esto ya es papel mojado.

100.000 euros para la profesionalización

La RFEF cambió su forma de actuar por completo con las Territoriales. Antes sólo algún que otro presidente tenía un sueldo, como Vicente Muñoz, de la Valenciana (unos 70.000 euros), y el resto cobraba dietas y gastos de viajes. Una jugosa compensación que podía dispararse hasta los 4.000 euros mensuales y que empujaba a los directivos a apalancarse en Madrid. Rubiales acabó con esa deriva y dotó a cada federación regional con 100.000 euros para su profesionalización. Unos utilizaron ese dinero para asignarse una nómina fija y otros, para hacer reformas en su institución. Lo que es evidente es que con el cambio todos se entienden mejor. Paco Díez lo resumía así antes de que saltara a la palestra el últimos de los líos: "Al principio no le apoyé. Estaba muy intoxicado de algunas cosas. Conocerle personalmente me ha ayudado y me ha convencido de la relación que ha tenido con el fútbol modesto. Ahora vamos de la mano en todo. Nunca ningún presidente ha estado tan apoyado. Lo del tema de los 100.000 euros lo veo muy bien para profesionalizar todo. Yo lo hago y no cobro mi pensión. Estoy 24 horas en exclusividad, hemos contratado a un profesional jurídico, a un director de Recursos Humanos…".

"Al principio no le apoyé. Estaba muy intoxicado de algunas cosas. Conocerle personalmente me ha ayudado mucho"

Paco Díez Presidente de la Federación Madrileña

Óscar Fle, histórico presidente de la Aragonesa, que siempre estuvo enfrente de Villar y de Rubiales en su estreno, también es de los que reconoció siempre cierta metamorfosis: "Lo que ha hecho es dar un giro copernicano. Ha puesto una institución del siglo XIX en el siglo XXI. Se ha visto con la Primera, Segunda y Tercera RFEF. Ha logrado una Supercopa con muchos más ingresos que van destinados al fútbol no profesional. Ha modificado la estructura de la Copa y ha sido clave para el crecimiento del fútbol femenino. Su labor es magnífica y quiero reconocerlo porque yo no estuve en su mismo bando de primeras. Tiene fuerza e ilusión pero también se formó mientras era futbolista, de ahí su capacidad. Otro no hubiera aguantado el injusto acoso al que está siendo sometido. Hoy por hoy no tiene rival y ganaría por muchísima más ventajas. En cuanto a la dotación de fondos, hay federaciones con presidentes con salarios y otras que no. Yo, por ejemplo, no cobro. Cada uno lo aplica como quiere".

"Lo que ha hecho es dar un giro copernicano. Ha puesto una institución del siglo XIX en el siglo XXI"

Óscar Fle Presidente de la Federación Aragonesa

Frialdad y Guerra Fría

Quizás el mayor acierto de Rubiales fue ése: ir ganándose al personal. Por eso, ya sin apoyo, se ha echado a un lado para centrarse en su defensa. A veces con esos dejes futboleros que pueden llegar a comprometerle decisivamente y dejarle en muy mal lugar a ojos del mundo entero. Estos últimos días están siendo los peores de su vida. Y eso que los ha tenido duros. Si antes era él quien rendía visita buscando cariño, ahora es el que recibía a sus fieles en un amplio despacho del que aún deberá recoger sus cosas. Durante este tiempo ha tenido muchos detalles con aquellos que siempre han sido leales. Por ejemplo, fichó nada más llegar a Ettien, su compañero con necesidades en el Levante, para hacer de chófer y lo que surgiera. A Chema Timón pasó de confiarle las redes sociales como becario en AFE, y tenerle como su jefe de prensa en la campaña rumbo a la RFEF, a nombrarle director del gabinete de presidencia -en sustitución de su tío carnal Juan y con un sueldo de crack-. Ahora, la nueva dirección también le ha apartado y recolocado. Albert Luque y Antonio Gómez-Reino eran sus acompañantes. Gestos así ha tenido cientos.

"No se olvida de la gente que ha estado en los peores momentos, como cuando le acusaron de agredir a una arquitecta, caso del que le absolvieron", asegura su Guardia de Corps. O cuando se empezaron a librar las peores guerras institucionales. Sorprendió al contratar a Alfredo Lorenzo, exresponsable de Integridad y Seguridad en LaLiga. Ha fichado a Tito Blanco, su apoyo sindical. Ha ascendido, tras apartarle, a Miguel García Caba (referente jurídico que grabó a Tebas) y ha dado peso internacional a Fernando Sanz, que era embajador de embajadores de la patronal hasta que unos mensajes le dejaron en fuera de juego al insinuar que era, supuestamente, un agente doble. Hasta Víctor Sánchez del Amo contó con su aliento cuando un vídeo comprometió su intimidad y futuro. "Si se queda sin trabajo le ofreceré venir". Y cumplió. Le propuso un puesto en la estructura técnica.

Con Tebas es de los pocos que no han servido de nada algunos guiños. La Guerra Fría que viven LaLiga y la Federación ha tenido mucho que ver en el actual estado de tirantez. Todo empezó a torcerse con el famoso partido del campeonato nacional que la patronal quiso celebrar en Miami. Primero un Girona-Barcelona y, más tarde, tras la espantada culé por la judicialización del caso, un Villarreal-Atlético. AFE se posicionó en contra, como la Federación, hasta que empezó a haber acuerdos entre LaLiga y el sindicato que no gustaron nada a Rubiales. No es casual que Aganzo acabase saliendo en 2021 de una Junta de la RFEF en la que habían entrado, momentáneamente, Florentino, Bartomeu y Cerezo.

Después llegaron los careos entre bandos por el naming, el balón y los horarios, la batalla ganada que mayor sonrisa ha sacado a Rubiales. Hasta que Tebas le echó en cara que "no estaba capacitado" y empezaron a saltar chispas que sólo se atrevieron a aplacar los jueces. Rubiales, que tomó la decisión de acudir a alguna Asamblea de LaLiga, acabó por no ir a ninguna más. Los clubes estaban de uñas. Incluso con el Real Madrid volvió a encararse una vez superado el lío con Lopetegui. Primero con el VAR (Florentino Pérez le llamó para quejarse), luego por el Caso Negreira y el amago de huelga arbitral liderado por Medina Cantalejo por tal persecución y, recientemente, hasta con el horario de la última final de Copa en vísperas del Manchester City. El presidente blanco se lo afeó delante de varios testigos en la cena de gala previa. Ni sus mayores socios estaban ya de su lado.

Luis Rubiales y Javier Tebas, en una reunión de hace casi cinco años.
Luis Rubiales y Javier Tebas, en una reunión de hace casi cinco años.

Cualquier noticia que se produjera en el mundo del fútbol en un clima tan caldeado era y sigue siendo una buena excusa para avivar el conflicto. Si Rubiales sacaba su Decálogo de Valores, la oposición se lo tomaba a broma. Si Miguel Cardenal, antiguo secretario de Estado para el Deporte, fichaba por Mediapro, en Las Rozas se llevaban las manos a la cabeza por ligar ese movimiento a su influencia en 2015 en el histórico Real Decreto audiovisual que Tebas y Roures abanderaron ("es un escándalo"). Mientras, Rubiales, con fama de duro negociador e inquieto delegando, gobernaba con mano de hierro de puertas para adentro con los que seguían sin unirse a su causa. Llegó a aprovechar una reunión con las Territoriales para exigirle al de la Vasca, Luis Mari Elustondo, la dimisión por pedir a la UEFA su independencia de la Española. Y retiró las competencias al presidente castellano-leonés Marcelino Maté al estallar el Caso Burgos. Un hombre que en un periodo de interinidad llegó a presidir desde la Gestora la final de Copa del Rey entre el Barça y el Sevilla en el Metropolitano; aquélla de la despedida de Iniesta.

Los títulos, Lucho, dimisiones y... ¡Casillas!

La actualidad deportiva muchas veces fue el clavo ardiendo al que agarrarse ante tanto sobresalto. Y ni aun así pudo ser plenamente feliz. Estos cinco años son, con algún disgusto por el camino, para sacar pecho: la Absoluta viene de ganar la Nations League, de la que ya fue finalista en la edición anterior, y de ser semifinalista en la Euro de 2021; la Olímpica se colgó la plata en Tokio; la Sub-21 ganó el Europeo en 2019; y la Sub-19 hizo lo propio dos años antes. Además, las selecciones femeninas han sido campeonas del mundo en este periodo en categoría Absoluta -con el gol de Olga Carmona el mes pasado- y Sub-20, se ganó dos veces el Mundial Sub-17 más un Europeo, y en otras dos ocasiones se reinó en Europa con la Sub-19.

Pero también hubo palos duros. Luis Enrique, de la noche a la mañana, se vio obligado a desligarse en junio de 2019 por un problema familiar, así que Rubiales le dio el timón a su segundo, Robert Moreno. Sería su cuarto seleccionador. Los resultados fueron magníficos, hasta que año y medio después el asturiano ya se vio con fuerzas para regresar tras el luto y Rubiales no dudó: repuso al hoy entrenador del PSG y prescindió del interino, acabando su relación de malas maneras. La ambición por ganar siempre le ha importado más que ser políticamente correcto.

Entre dimes y diretes, mezclando el día a día de la gestión con la intermitencia de los campeonatos, fue pasando el tiempo. Pero la vicepresidenta Ana Muñoz le dio otro disgusto. Anunció que dejaba su cargo y la Federación nombró a Elvira Andrés -responsable de Compliance- como sustituta, creando el Observatorio de Igualdad. Ahora no están ni una ni la otra al frente. Y después de los últimos acontecimientos, se alegran mucho de ello desde la distancia. Muñoz, que fue nombrada en 2018 para asuntos de Integridad avalada tras su paso por el CSD, había sido el único miembro de la Junta que votó por apartar a Andreu Subies y, desde que se fraguó todo el contrato, no veía claridad en el acuerdo de la Supercopa con Arabia. Algo olía mal. Los medios, a su vez, ya se estaban haciendo eco de que Piqué, a través de su empresa Kosmos, hizo de intermediario. Lo que se conoció después fue el precio que la RFEF supuestamente pagó por ello. El CSD, con José Manuel Franco en su día a la cabeza, se puso de perfil ante los líos federativos, como ha hecho hasta ahora. Si no llega a ser por FIFA, Rubiales aún seguiría al mando. Un "no me parece ni ético ni estético", alguna carta protocolaria a modo de aviso y poco más. Mientras, tanto la Anticorrupción como un juzgado de Majadahonda siguen investigando desde hace un año con una parte de sus pesquisas bajo secreto de sumario.

Y como en todo circo, crecen los enanos. Así que Casillas entró en escena en su segunda juventud. No le bastaba con ser imagen de LaLiga (Icon), así que anunció paralelamente que se presentaría a la Federación. En el bando opositor a Rubiales algunos conocían las investigaciones que había en marcha contra la RFEF y se movilizaron para tener un candidato de peso por si caía. Costó convencerle. Juan Luis Larrea, que guarda silencio ahora, fue contundente en su momento: "Casillas lo tiene muy difícil". Sabe bien cómo se maneja el aparato. Cuando perdió las elecciones, su entorno denunció en privado cierto manejo de voluntades con los árbitros. Sea como fuere, dio en la diana con el futuro de Iker. Al campeón del mundo le obligaron a echarse a un lado en la cuneta y Rubiales fue reelegido por amplia mayoría.

A su vez, el fútbol femenino también comenzaba a agitarse. Lo de ahora sólo es la gota que colma el vaso. Otra vez un título le hubiera venido como anillo al dedo para desviar algo la atención y coger aire. Pero ni en las victorias se libró de las críticas. La RFEF de Rubiales, que llegó a emitir el 5 de noviembre de 2020 un informe negativo en el CSD para que no fuera profesional, algo que no evitó siete meses después, tuvo que ir cambiando el paso hasta anunciar que destinaría 20 millones de euros para su impulso. Era su respuesta a la amenaza de huelga en la Primera Iberdrola. Con Iñaki Mikeo ya fuera de la dirección, ni el nombramiento de María Tato ni el posterior de Ana Álvarez aportaron la estabilidad deseada. Para colmo, saltó a la palestra la crisis de Las 15 frente a Jorge Vilda, resuelta gracias al reconocimiento de muchos fallos que se negaban, a la ejecución de diversas mejoras plasmadas en la última concentración y también debido a la denuncia de las que se quedaron en casa por defender unos ideales que sirvieron de catapulta aunque no tuvieran medalla. 

En cada sección federativa, fuera la que fuera, había ruido de sables, así que el presidente se vio obligado a multiplicarse y a tomar también el control del fútbol sala tras años y años de intercambio de dardos. Mientras -y por contradictorio que parezca-, la institución se preparaba y se sigue preparando para aparentar unión y presentar la candidatura conjunta, con el beneplácito político, para albergar el Mundial 2030. El fabuloso éxito de Australia y Nueva Zelanda servirá para empujar. Pero el mayor espaldarazo será, según los que saben, la dimisión de hoy de Rubiales.

Con el sindicato en mente

El Gobierno siempre ha suplicado unión, pero el panorama general se parecía más a Aquí no hay quién viva, la versión española de El camarote de los hermanos Marx. La Federación pasó a arengar a la parte más crítica con Aganzo y, desde algún sector, a animar a Morientes a presentarse a las elecciones de AFE. Algo que sólo fue un amago y que más tarde acabó aceptando Gaizka Toquero en 2021. Atrás quedó enterrada por completo la buena amistad que había entre Rubiales y Aganzo, compañeros de vestuario, e incluso cayeron en el olvido los días de vino y rosas, como cuando firmaron el fondo de garantía salarial para Tercera. El choque de trenes llevó a la RFEF a quitar el partido a beneficio del sindicato que se llevaba disputando desde 1983, por el que los futbolistas sacaban un millón de euros para diversos proyectos. Desde AFE siempre han mantenido el mismo mensaje: "La independencia es intocable. No vamos a permitir que nadie maneje una asociación que sólo es de los y las futbolistas". Lamentan que el sindicato no esté representado en la Junta de la RFEF porque "AFE, como representante del colectivo más importante del mundo del fútbol, debe estar siempre en todos los órganos en los que se adoptan decisiones importantes para ellos/as, algo que no está sucediendo en estos momentos".

"La independencia es intocable. No vamos a permitir que nadie maneje una asociación que sólo es de los y las futbolistas".

Asociación de Futbolistas Españoles

Futbolistas ON, otro de los sindicatos en la trinchera, salió beneficiado de este cambio drástico en el tablero deportivo. Si AFE, con casi 14.000 afiliados, recibe 360.000 euros de la RFEF, el sindicato presidido por Juanjo Martínez ingresa 215.000 con poco más de 2.000 socios. Fufpro, de nueva creación, cuenta con 125.000. El responsable de Futbolistas ON pasó de sintonizar con Tebas a tejer nuevos puentes con el que fue su enemigo: "La RFEF ha dado un cambio radical a la Copa y a la Supercopa. Un éxito que ha canalizado muchos millones para mejorar el fútbol no profesional. Algo que antes era impensable. Tardaron en reconocer la legitimidad que Futbolistas ON reclamaba desde su constitución. También han sabido reconocer la falta de un convenio colectivo en categorías no profesionales masculino y femenino".

La pandemia no hizo más que radicalizar los extremos. Ya fuera por los test del COVID, por el Caso Fuenlabrada e incluso por reuniones que se grabaron y después fueron filtradas. Unos movimientos por los que la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) sancionó a Rubiales con 200.000 euros por entregar unos audios privados de Aganzo a los medios de comunicación. El Pacto de Viana, propuesto en abril de 2020 por la expresidenta del CSD Irene Lozano, pareció devolver la normalidad en este juego de tronos. Pero fue un trampantojo. Pese a que en el acuerdo la Federación arrancó 200 millones a LaLiga para distribuir en cuatro años entre el deporte nacional, para satisfacción de Alejandro Blanco (COE), y a cambio de que se reiniciaran las competiciones y se salvaran los contratos televisivos, Rubiales quiso más. Al final de las nueve horas de reunión pidió que Tebas retirara todas las demandas contra él. Lo que parecía un día de paz en mitad de un drama nacional, acabó con más roces y cruce de comunicados. El acuerdo de LaLiga con CVC para crear LaLiga Impulso fue otro motivo para enfrentarse a tumba abierta.

Rubiales, horas después de que salieran los 'Supercopa Files'.
Rubiales, horas después de que salieran los 'Supercopa Files'.

Los audios de la discordia

Pero todos estos acontecimientos han sido simples anécdotas en comparación con lo que empezó a gestarse a partir del republicano 14 de abril de 2022. Justo después de que se hiciera oficial que Rubiales cobraba hasta entonces 634.518,19 euros anuales, la Federación sorprendió con una nota oficial en el que denunciaba que había sido "víctima de un robo de documentación y audios". El presidente ya había sido alertado de que El Confidencial poseía información comprometida que quería contrastar con la intención de publicarla de forma inminente. Así quema una exclusiva. La Supercopa Files, como se llamó al serial, dio la vuelta al mundo. Rubiales salió raudo para arrojar algo de luz en un asunto por el que Piqué, presuntamente, ganó 24 millones como comisionista por intermediar con la Supercopa: "Es una campaña de acoso. No puedo garantizar que no me vayan a meter un saco de cocaína en el maletero".

Las filtraciones pusieron contra las cuerdas a Rubiales, ya que hasta tres sentencias diferentes defendieron que no se estaban vulnerando sus derechos. Eso sí, pocos respetaron la presunción de inocencia. Pesaban más los detalles que se iban conociendo y los roces generados. Por ejemplo, con el Atleti y el Valencia tras difundirse unos mensajes socarrones con su padre. Si un día se daban pelos y señales de una fiesta privada y mixta en Salobreña sufragada, según Juan Rubiales, "con fondos federativos", al siguiente se conocía que hubo personalidades del Gobierno que fueron grabadas o que existió el pago ilegal de un ático de lujo en la calle Ferraz… El bombazo fue tal que Iceta y Franco Pardo tuvieron que comparecer. Los dardos del ministro no son nuevos.

El panorama se puso tan feo que hasta la peña del Levante que llevaba el nombre de Rubi (Piqué dixit), Pundonor Rubiales 17, cambió de denominación. Es más, a la siguiente Asamblea de la RFEF el 30 de mayo de 2022 ya ni fue Ceferin. Ni Infantino, que sí acudió el mismo día y a la misma hora a la Asamblea de AFE en Madrid. Pedro Sánchez, perplejo al ver sus whatsapps en las pantallas, ya se había ausentado antes del palco en la siguiente final de Copa. Rubiales anunció en esos días que eliminaría el variable de su salario. Pero ya daba igual. Anticorrupción no entiende de rectificaciones ni detalles y entró en escena para estudiar el caso a fondo. "Archivarán todo", insisten desde las Territoriales.

Cada detalle desvelado era peor que el anterior. El Confidencial anunció que la RFEF desechó un acuerdo con Qatar de 33 millones fijos y sin los 24 millones para Piqué. Ana Muñoz, en una de sus escasas valoraciones, aseguró que la "RFEF no se apoyó en ningún informe por la Supercopa". Atendiendo a las audiencias, estaba claro que el pueblo quería chicha de esos supuestos trapicheos. Ángels Barceló, Ana Rosa Quintana, Alsina, Ferreras y tantos otros recortaron sus tertulias políticas para centrarse en un asunto de interés general, así que Rubiales volvió a tirar de nuevos y profesionales escudos. Decidió reforzar a conciencia su departamento de comunicación y explorar los caminos del branded content que algunas fuentes ligan a cierto blanqueamiento. Intentó pescar en Marca sin éxito hasta que reclutó a Javier Gómez Matallanas como perfil ideal: un portavoz que tuviera por encima de todo una estrecha y cordial relación con la mayoría de periodistas y que le ayudara con su tacto y sus intervenciones a equilibrar las fuerzas que tenía enfrente. Sus careos en directo con el periodista José María Olmo fueron duros. Mientras Tebas aseguraba "no ser feliz viendo sufrir a Rubiales", Aganzo le denunciaba ante la Guardia Civil tras confirmar su espionaje y Pepe Castro (presidente del Sevilla) dimitía de la RFEF "por la falta de respeto". Sólo el balón podía restaurar cierto orden entre tanto caos y dar algo de tregua a Tomás González Cueto, fiel consejero de Rubiales salido del TAD, para gestionar el numeroso papeleo judicial con el que defenderse y con el que también poder atacar. Mientras, desde comunicación alguno con alma de Goebbels le daba cobertura.

Luis Enrique, el día de su presentación como seleccionador.
Luis Enrique, el día de su presentación como seleccionador.

Pero llegó el Mundial de Qatar y todo fue a peor: Luis Enrique dio mejor nota en Twitch que en el verde y acabó fuera, cediendo el testigo a Luis de la Fuente. El quinto seleccionador de una era convulsa dio la talla en la Nations League de junio y pudo calmar las aguas desde mayo hasta ahora, donde su celebración con la selección femenina puso de nuevo a Rubiales en el foco internacional, ya que para colmo circuló un vídeo suyo en el palco saltándose el protocolo (y algo más) junto a la Reina Letizia y la infanta Doña Sofía. Lo que sucedió después no fue más que una huida hacia adelante para intentar, sin éxito, morir matando.

Sus formas 'campechanas' servirán ahora para que el personal vuelva a mirar con más atención qué dicen los tribunales con las causas pendientes, sin olvidar que el empacho electoral también tendrá su impacto en el fútbol como en cualquier otro orden de la sociedad. De hecho, en plena negociación por la investidura, y pese a que Pedro Sánchez le recibió junto a las campeonas orgulloso, muchos políticos que tienen que negociar con los candidatables a la presidencia pidieron la cabeza de Rubiales a estas horas. Luis Arroyo, nuevo asesor de imagen del de Motril que llegó a trabajar para el PSOE, para Aganzo e incluso para Casillas en su sueño federativo frustrado, ha tenido mucho trabajo. Tras su flojo vídeo del perdón, se esperaba un plan B y hasta C. Pero lo ocurrido en la Asamblea y su dimisión han superado todas las expectativas.

Rubiales se disculpa por el beso a Jenni y los insultos. EP

Tras animar a su presidente a sentarse en el cómodo Chester de Risto este mismo año y a atender a todos los programas que lo requirieran para explicar cada entuerto -modus operandi que repitió en este Mundial femenino con casi todos los medios de comunicación excepto con Relevo-, el objetivo final ha sido calmar como sea de nuevo las aguas, ahora que el Gobierno le había exigido que se marche y ha tenido que claudicar. La ola feminista se lo ha llevado por delante. 

Más allá de no querer empañar un logro histórico, necesitaba una bala extra más. El TAD se la dio, pero FIFA no está para bromas y Rubiales sabía la que se le avecinaba. Los 90 días de suspensión sólo era un aperitivo. No hay quien frene la catarata de reacciones a una forma de dirigir que no hacía más que acentuar su impopularidad. La Fiscalía había entrado de lleno en un asunto que ya transita por la vía penal. Por eso, Rubiales ha decidido echarse a un lado y preparar su defensa. Ya es historia. El presente de la RFEF es Pedro Rocha, hombre que él mismo puso a dedo. Y el futuro, queda en toda una incógnita. Los barones propondrán que Salvador Gomar (Valencia) o Pablo Lozano (Andalucía) den el paso en las elecciones de 2024. Y desde fuera ya se busca un hombre de consenso. Mejorar los logros deportivos de Rubiales en tan poco tiempo no será sencillo. Pisar menos charcos, se da por hecho.