MUNDIAL FEMENINO

Los partidos con una "pelota de plata" que forjaron a una Aitana Bonmatí que mira al Balón de Oro

Su madre, Rosa, nos habla de sus primeros recuerdos con la pelota: "Al principio ganaba su padre... pero ella le dio la vuelta".

Aitana Bonmatí, jugadora del Barça y de la Selección, durante la sesión de fotos de la FIFA. /FIFA
Aitana Bonmatí, jugadora del Barça y de la Selección, durante la sesión de fotos de la FIFA. FIFA
Mayca Jiménez

Mayca Jiménez

Wellington.- "Fem un partit". El grito de guerra paraba el tiempo en casa de los Bonmatí Conca. La pelota de "papel de plata", que dormía encima de un mueble del salón, caía al suelo. Y el juego más puro se iniciaba entre sillas y muebles. En la sala, Aitana Bonmatí, que en aquel momento acababa de cumplir ocho años, y su padre, Vicent, se regateaban y buscaban cualquier forma de hacerle gol el uno al otro. "Se oía: 'Esto no vale. Estás haciendo trampas. Y goooool. Y va, otra vez, ya verás qué golazo te meto'", nos cuenta Rosa, madre de la jugadora del Barça y de la Selección.

Aquellos "partidos del pasillo" después de las extraescolares o cuando tenía "tiempo y energía" marcaron la infancia de Aitana Bonmatí. Fueron su mejor escuela para convertirse en una "experta del regateo". Los primeros pasos de una jugadora que ha reinventado esa línea delgada entre pasión, trabajo y obsesión. Ha hecho que el fútbol sea su todo para aspirar a lo más alto. Sería imposible si no asistir a su colección de MVP. Lleva años deslumbrando en finales y partidos. Desde la Champions hasta la Supercopa de España, la Liga o en la Selección, donde fue distinguida como mejor jugadora del partido en el debut de España ante Costa Rica. Y con el Balón de Oro esperando a la vuelta de la esquina...

Un camino en el que, desde niña, ya apuntaba maneras. Ni su madre, Rosa Bonmatí, recuerda un día en el que no buscara ser mejor jugadora. En el que no fuera competitiva. En el que no mostrara el carácter que hoy la convierte en una futbolista sin techo. "Al principio ganaba su padre pero, a partir de los 9 o 10 años, ella le dio la vuelta al tema. Le metía 3 o 4 goles y gritaba gooooll", asegura Rosa.

Aitana y su madre, Rosa.  FAMILIA DE AITANA
Aitana y su madre, Rosa. FAMILIA DE AITANA

La madre de la futbolista catalana no puede evitar sonreír al recordar a la pequeña Aitana retando a su padre: "'Te voy a dejar KO', decía ella. Su padre le respondía: 'ya lo veremos'". Eran como "el gato y el ratón detrás de la pelota", pero acababan los dos riendo y luego cada uno a lo suyo.

La imagen se repitió una y otra vez durante mañanas, tardes o noches. Daba igual el momento. El fútbol era la mayor evasión para Vicent y Aitana. La costumbre nunca se apagó. Con más o menos frecuencia, padre e hija se refugiaban en sus partidillos improvisados. "Así fue hasta los 17 años, más o menos", afirma Rosa Bonmatí.

Sus palabras dibujan a la Aitana más personal. A los comienzos de una futbolista para la que nunca nada es suficiente. "Hoy en día, si hay alguna bola de ese tipo por la sala, ya sea de papel de plata, pelota de tenis o de goma pequeña, que no te extrañe que lo vuelvan a repetir. El placer de jugar con su padre sigue estando vigente", desvela sobre la centrocampista, que lleva primero su apellido materno después de que sus padres lucharan para que así fuera.

Aitana y su padre, Vicent.  FAMILIA AITANA
Aitana y su padre, Vicent. FAMILIA AITANA

De hecho, el asunto llegó al Parlamento después de recibir la ayuda de Ca La Dona, un espacio de acción feminista, y de Inma Mayol, política y excandidata a la alcaldía de Barcelona. Pese a esto, la espera no fue corta y Aitana llevó los dos apellidos de su madre (Bonmatí Guidonet) durante dos años. Hasta que se aprobó el 21 de octubre de 1999 la nueva normativa para que los apellidos se pudieran cambiar de orden siempre y cuando ambos miembros de la pareja estuvieran de acuerdo. De este modo, Aitana y su familia fueron pioneros sin quererlo.

Todo ello da sentido a la personalidad de Aitana Bonmatí, que nunca se conforma con nada. La canterana del Barça, al que llegó con 13 años, es una futbolista metódica. Una profesional nata. Cuya autocrítica le hace que cada día tenga tareas pendientes para seguir mejorando. Al igual que hacía durante aquellos partidos con su padre, Aitana sabe que puede seguir creciendo. Que lo mejor está por venir. "De todos los años que viene, seguramente sea uno de mis mejores años desde que llevo jugando a fútbol", confesaba la propia jugadora estos días.

Lo hacía tras ganar el MVP en su primer partido en este Mundial. Una cita a la que llega como una de las estrellas tras su gran temporada en el equipo culé, con triplete (Liga, Supercopa y Champions) y sus mejores registros personales en el bolsillo. En la que ya ha resonado con fuerza. Su carta de presentación no pudo ser mejor. Desde su pase de tacón a Esther en el primer tanto de España hasta su golazo para hacer el 2-0. Con la zurda y regate incluido. En una baldosa. Como cuando tenía ocho años en los partidos con su padre. Como cuando soñaba con ser una de las mejores jugadoras del mundo. Pero ahora sin soñarlo. Vicent y Rosa... La pequeña Aitana ya es una de ellas y puede convertir la pelota de plata en oro.