MUNDIAL FEMENINO

Irene Paredes, según su mujer: "Cuando la paran por la calle piensa que la van a reñir por hacer algo mal como aparcar el coche"

Lucia Ybarra, con quien tiene un hijo, habla sobre la central del Barça: "Sabe dejar el fútbol de lado, pero le ha costado mucho".

Irene Paredes, por Lucía Ybarra. /RELEVO
Irene Paredes, por Lucía Ybarra. RELEVO
Nagore Domínguez
Samuel Subiela

Nagore Domínguez y Samuel Subiela

Lucía Ybarra siente debilidad por Irene Paredes. Es su mujer y tienen un hijo juntas, Mateo. Irene acaba de perder a su padre y ella -mejor que nadie- sabe el momento por el que está pasando. Por eso, nada más descolgar el teléfono nos pide: "Por favor, tened mucho cuidado y tratadlo con mucho cariño". Ella, que se deshace en elogios hacia su mujer y su "referente", nos marca el camino. Tan sólo hay que seguirlo.

Irene Paredes según su mujer, Lucia Ybarra. SAMUEL SUBIELA

Irene Paredes siempre ha sido el ejemplo de capitana perfecta. Con carácter, humildad y la madurez de saber portar un brazalete. Una "tía seria" dentro del campo, pero que cuando suena el pitido final y se apagan los focos pasa a ser Irene, la madre de Mateo y mujer de Lucía Ybarra, exjugadora de hockey hierba. En casa se quita el brazalete de capitana referente –futbolísticamente hablando, porque referente sigue siendo- y pasa a ser ella misma, una persona relajada, tranquila y "despistada muchas veces", o eso dice Lucía, su compañera de vida con la que ha formado el equipo más leal: su familia. "Es un ancla, un pie de apoyo, la que nos sostiene y la que nos empuja", explica su mujer cuando piensa en ellos. Necesitan ese balance de tenerse la una a la otra, con sus maneras de ser y de "pensar diferente para muchas cosas".

El PSG y una reflexión: «Se había dejado llevar...»

Pero para llegar a ser la Irene Paredes que todos conocen ahora y que genera "mucho orgullo y muchísima satisfacción" entre los suyos, ha tenido que pasar por muchos momentos complicados. Ha conocido de primera mano la cara amarga del fútbol. En muchas ocasiones ha tenido que bajarse al barro para abrir camino a las generaciones más jóvenes y luchar por lo que es justo.

Tras dejar el Athletic Club, Irene emprendió un largo viaje hasta París para continuar con su carrera. Cuando se marchó llevaba ocho meses conociendo a Lucía y también a su familia, que en muchas ocasiones la confundió con una persona inglesa. "Las primeras veces coincidió con algunos que la hablaron en inglés al verla tan rubia, tan alta y con los ojos tan azules. Es una cosa que le pasa habitualmente, en la calle también le pasa", detalla, entre risas, Lucía. Desde entonces han crecido juntas. Fue "una apuesta que salió bien" y las unió para siempre, con anillo incluido: "Nos dimos cuenta de que era el camino que queríamos seguir".

La llegada de Irene a París no fue fácil. Nueva ciudad, lejos de su familia, un equipo nuevo con un estilo de juego totalmente diferente al del Athletic Club… Lucía llegó a París un mes más tarde, cuando regresó tras las Olimpiadas Río de Janeiro (2016), donde había estado acompañando a su hermana, y se encontró con una Irene decaída: "Se había dejado llevar por estar las 24 horas del día pensando en fútbol, en sus entrenamientos y en que todo tenía que salir perfecto. Entonces le dije que para ser deportista de élite y llegar a ese nivel, lo importante era disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, porque creo que el balance es súper importante".

La importancia de su familia y de la ayuda psicológica

Lucía e Irene se conocieron compitiendo, cada una en su especialidad, en la Real Sociedad. Gente en común, un mensaje de ánimo cuando Irene se iba a ir a jugar su primer Mundial -Canadá 2015- y una conversación fueron el comienzo de una relación de ocho años que se ha convertido "en todo" para la central. Ahora, a sus 32 años y con la experiencia que le ha aportado el fútbol, se ha dado cuenta de la importancia de saber compaginar lo profesional con lo personal, aunque a veces el balance se desmorone.

El reciente fallecimiento de su aita –padre en euskera- ha hecho que las mariposas en el estómago y la ilusión con la que hizo las maletas para viajar a Canadá se queden lejos, eclipsando el que puede ser su último Mundial. Ahora, lo personal y lo profesional estarán más unidos que nunca: todo lo bueno que pase estará dedicado para él. "A veces, la vida golpea duro, muy, muy duro. Inevitablemente, esta sigue, aunque la nuestra se haya parado. No sé de qué manera, pero seguiremos hacia delante. Por ti, Aita", rezaba una reciente publicación en su Instagram.

Tras pasar cinco años en el PSG, convertirse en la central titular del Barça, casarse y tener un hijo con su mujer, disfruta de tener una vida 'sencilla' fuera del fútbol, donde la familia tiene un peso muy grande y de la que disfrutan al aire libre. Su manera de entender la calidad es con ellos, estando en la calle, comiendo rico y haciendo escapadas cada vez que su carrera se lo permite: "La furgoneta ha sido uno de nuestros sueños de toda la vida e intentamos salir todo lo que podemos. Sol, furgoneta, perro, niño y todo lo que podemos ir a ver a la familia", cuenta Lucía.

Lucía Ybarra e Irene Paredes con su furgoneta.
Lucía Ybarra e Irene Paredes con su furgoneta.

Su núcleo más cercano ha sido el que ha estado con ella en los momentos más difíciles. Las conversaciones tranquilas en casa la han ayudado a "coger un poquito de aire", aunque también cuenta con la ayuda de un psicólogo profesional que le ayuda a seguir compitiendo en la élite. Además, "hace mucho entrenamiento propio" para mantener el ritmo. "Es una tía súper profesional. Sabe dejar de lado el fútbol, pero le ha costado mucho", explica.

Una furgoneta y «todo lo que venga»

La distancia, el cambio de horarios, estar al otro lado del mundo… nada puede con el amor de una madre. Hace algo más de una semana, Irene Paredes emprendió uno de los viajes más difíciles de su vida hacia Nueva Zelanda, donde disputará su tercer mundial. Cuando el balón eche a rodar, Lucía y Mateo –además del resto de familiares- serán, una vez más, su apoyo incondicional desde las gradas y podrán compartir todos los momentos que no han podido durante esta última semana: "Incluso por videollamada es difícil".

No hay distancia que se le resista. Durante la Eurocopa 2022, cogieron la furgoneta y se fueron hasta Inglaterra para estar cerca de ella. Ahora, Mateo y Lucía tendrán que hacer un viaje algo más largo hasta las antípodas de España, pero sin furgoneta. "Estuve mirando para ir en barco, pero no había manera, sobre todo para llevar a la perra, que tampoco se va a poder", cuenta entre carcajadas. "Son aventuras que hay que hacer y un aprendizaje para Mateo, porque la vida nos va a ir moviendo por diferentes lugares y tenemos que adaptarnos a las situaciones".

Irene, Mateo y Lucía en la playa.
Irene, Mateo y Lucía en la playa.

El día a día es mucho más sencillo. Irene se encarga de llevar a Mateo a la guardería mientras Lucía está trabajando, y viceversa. Encuentran momentos donde puedan coincidir para disfrutar en familia: "Cuando estamos en Barcelona somos una familia normal, todo el mundo se apaña". Lucía Ybarra terminó su carrera como atleta profesional, lo que le permite tener más disponibilidad. Irene ha pasado por todo. Cuando estaba en el Athletic, tenía una vida muy tranquila. Durante los tiempos de Selección se veían muy poco, pero desde que decidieron vivir una vida juntas, pasando por París, Barcelona "y lo que venga", han aprendido a hacer frente a todo tipo de situaciones. Aún más desde la llegada de Mateo.

La Champions, lo que el fútbol le debía a Irene

A veces, el fútbol es justo con las personas y te regala momentos únicos. El trabajo y sacrificio han llevado a Irene Paredes a convertirse en la futbolista de referencia para todas las niñas –también los niños- que vienen por detrás. Incluso su mujer se arrepiente de no haber tenido a alguien como ella cuando competía: "Me encanta. Como deportista de élite, me hubiese encantado tener a alguien como ella. Quiero que se la conozca porque es una tía que trabaja de manera excepcional y para que se vea que la gente que llega tan alto no es por suerte, no le ha tocado una varita".

De hecho, son muchos los niños y niñas que la paran por la calle para pedirle una foto o un autógrafo, aunque sus despistes le jueguen malas pasadas: "Cuando hay alguien que la para por la calle, ella siempre piensa que ha hecho algo mal, que la van a reñir porque ha hecho algo mal como aparcar mal el coche".

El 3 de junio será una fecha señalada en el calendario para ellas, cuando Irene levantó al cielo de Eindhoven la Champions, la primera en sus 16 años de carrera. El fútbol, el destino, la vida. Algo quiso que ese momento llegara con su hijo y su mujer a su lado. La familia de Irene también se desplazó hasta los Países Bajos, como hacen siempre. "Es uno de los momentos más emotivos que hemos vivido juntas. Sabemos muy bien lo que ha costado llegar hasta ahí", cuenta Lucía. "Ha sido muy especial, sobre todo por lo que le debía el fútbol y que le ha devuelto con esta final", recuerda Lucía Ybarra de un día que quedará grabado como uno de los mejores de la vida de Irene Paredes.