ELECCIONES RFEF

Miguel Galán: así es el 'querellator' que empuja los procesos de destitución en la RFEF

El presidente de CENAFE no siempre es tomado en serio por las élites del fútbol español, pero a lo largo de los años ha demostrado que es capaz de levantar alfombras.

Miguel Galán, en una entrevista reciente./EFE
Miguel Galán, en una entrevista reciente. EFE
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

El viernes es más que agitado en la Federación, Pedro Rocha entra en el juzgado como testigo y sale como imputado. Desde unas horas antes es el único candidato para la RFEF, pero su posición legal está en jaque. En medio de toda esa catarata de información aparece un tuit de Miguel Galán.

Es un fotomontaje, casi un meme. Él aparece en el centro, sonriente, alrededor, en más pequeño, las fotografías de Rocha, Villar y Rubiales. La escena cumple una función similar a esas cornamentas que se ven expuestas en las casas de algunos cazadores, un recordatorio de que la desgracia de los tres últimos dirigentes de la Federación lleva su firma.

Galán lleva media vida poniendo reclamaciones, pero ha costado mucho que le tomen en serio. Poco importaba que los resultados fuesen saliendo, que muchas de sus reclamaciones —no todas, quizá no la mayoría, pero suficientes para ser relevantes— encontrasen tracción en la vía legal. Se le seguía considerando poco menos que un bufón, alguien con afán de notoriedad. Un outsider sin relevancia.

Outsider es, al menos si se entiende el concepto como alguien de fuera del poder, que no pertenece a la rueda. Nacido en Getafe, en una familia trabajadora, él no es abogado, es electricista, no ha pasado la vida en los juzgados ni ha vivido de la Federación. Es un apasionado del fútbol que en algún momento decidió dejarlo todo y montar una escuela de entrenadores, lo que es hoy CENAFE, y ahí empezó su historia.

Él mismo lo define como una obsesión, primero por validar los cursos de entrenadores que se hacen fuera de las federaciones, ahora por conseguir que los títulos que salen de sus escuelas sean homologados para que puedan ejercer en el extranjero del mismo modo que los oficiales. Eso, que puede parecer una cosa menor, se convirtió en su cruzada y, de paso arrasó parte del fútbol español. Dice que si se resuelve eso él se marcha, que no está en todos estos líos para nada que no sea esto. Pero el tema no se resuelve nunca y él sigue ahí, como el martillo en el yunque.

Dice que le han intentado comprar, que le han puesto mil obstáculos para que caiga. Lo que ni siquiera los más reticentes a su figura niegan es su voluntad. En cada proceso electoral de la Federación busca las cosquillas, y el meme del principio demuestra que con bastante éxito. Ese éxito solo se entiende si se tiene en cuenta que esas reclamaciones consiguen ponerse en pie porque algo hay.

Las muescas de su revolver

De su mano cayó Villar, por un defecto administrativo, falta de neutralidad cuando todavía no había metido. Con Rubiales denunció por todo lo referido a Arabia Saudí, tanto en los tribunales ordinarios como en el TAD, y ahora los frentes judiciales acorralan al expresidente. Con Rocha ha abierto dos vías distintas, por un lado una reclamación electoral al entender que los asambleístas que van a votar en las elecciones no son válidos; por otra, una petición de inhabilitación por considerar que la gestora se extralimitó de sus funciones.

Galán es el único que se mete en estos avisperos. El runrún en los lugares del poder es que en el deporte hay corrupción, que las federaciones deportivas son agujeros negros y que si no estallan cada cierto tiempo es porque a nadie le interesa meterles mano. Galán es ese que le mete mano a la RFEF y, de vez en cuando, muestra sus irregularidades.

Querellator le llamaban, un mote con el que él ahora juega orgulloso. De algún modo le define, empezó solo con un abogado, Ismael Merino, y con el tiempo ha ido cambiando de asesores. Se ha profesionalizado a golpe de victorias legales, en la Federación han aprendido a tomarle en serio. Algunos trabajadores lo dicen casi con sorpresa: parece que es un friki, pero… Tampoco esa palabra, friki, la rechaza, más bien la toma con humor.

Es indudable que le gustan los medios. Después de su penúltima victoria se paseó por las televisiones y las radios, llegó a enseñar un tatuaje de Raphael que le acompaña. Esa manera de ser, esa manera de hablar, y el hecho cierto de no formar parte de la élites a las que ataca le han fraguado una imagen concreta y difícil de quitar.

No muchos se lo creen para un cargo importante en el que hubiese que ganar unas elecciones y lograr el apoyo de estamentos tradicionales. Se presentó en su momento a la territorial madrileña, sin éxito, también ha amagado para la española. Lo que sí hace con frecuencia es respaldar y dar cobertura a algunos opositores en las territoriales, buscar un cambio en unas estructuras que se resisten siempre a ser cambiadas.

Mientras tanto va tomando cuerpo dentro del fútbol español, igual no siempre logra sus objetivos, pero este viernes negro para Rocha demuestra una vez más que los que perseveran, cuando se basan en hechos reales, consiguen más de lo que parecen por sus formas.