OPINIÓN

¡Menudo paripé!

Víctor Francos, presidente del CSD, y Pedro Rocha, presidente de la Junta Gestora de la RFEF, posan en una imagen con las jugadoras tras firmar el acuerdo de la Comisión Mixta. /Relevo
Víctor Francos, presidente del CSD, y Pedro Rocha, presidente de la Junta Gestora de la RFEF, posan en una imagen con las jugadoras tras firmar el acuerdo de la Comisión Mixta. Relevo

A menudo escucho que, pase lo que pase, ponerse la elástica de la Selección es el máximo orgullo que puede sentir una deportista. Desde luego es el gran objetivo deportivo que todas persiguen, pero antes de eso, el máximo orgullo de un país ha de ser que sus deportistas se sientan seguras para poder acudir a la llamada de una Federación. Y que las traten como lo que son: una profesionales, campeonas del mundo, que han sido consideradas hasta la fecha como unas niñas con una pataleta. Imagino que con el paso del tiempo y lavados de cara como el de hoy estarán esperando a que se les pase el berrinche.

"La Federación Española de Fútbol tiene otra forma de ver las cosas, tenemos que tender puentes, abrir la Federación, trabajar en esta estabilidad porque tenemos el reto de 2030 con el campeonato del mundo y la imagen del fútbol español ha de ser totalmente de unidad". Rocha lo tiene claro: lo importante es el mundial masculino que acogerá España y el reflejo, a nivel público, de la unión. Atrás queda el sufrimiento de la Selección femenina y si hay realmente ese respaldo, esa voluntad real de cambio, que volvería a hacer que ellas se sintieran orgullosas de la Real Federación Española de Fútbol. Queda tiempo y mucha valentía para eso, porque... ¡menudo paripé!

Después de las vueltas que ha dado el convenio profesional de fútbol femenino, en la RFEF y el CSD hoy mismo han decidido usar esa misma palabra para reflejar el consenso inicial que hay entre las dos instituciones y las jugadoras de una Selección que va recuperando la normalidad poco a poco. De hecho, el tiempo suele ser un gran aliado para calmar las aguas, aunque también acostumbra a ser el mejor cómplice para olvidar. Postergar las decisiones, a veces, evita tener que tomarlas.

Los medios convocados hemos asistido a una firma simbólica del acuerdo que las instituciones y jugadoras sellaron en Oliva y que dio lugar a la Comisión Mixta formada por las tres partes. Unos acuerdos mínimos que se alcanzaron tras una convocatoria a la que las jugadoras fueron obligadas después de una estrategia lamentable de la Federación. Y avalada por el temor que Víctor Francos instauró desde las ondas asegurando que serían sancionadas si no acudían.

Al tensar la cuerda hasta ese punto seguramente no esperaban que las jugadoras respondieran al órdago. Era la gota que colmó el vaso y al Secretario de Estado para el Deporte no le quedó otra que tratar de mediar. Como si hasta entonces no fuera con él un asunto -dijo en varias veces públicamente que la relación era entre jugadoras y RFEF- que, no sólo vio todo el planeta por televisión, sino que vivió de primera mano en el avión que trajo a la Selección de vuelta de Sídney. El problema no era sólo Rubiales, sino el trato que ellas recibieron desde entonces en la Federación, y que venía de mucho antes. Pero nadie quiso enterarse hasta que la cuerda se rompió.

A un comportamiento bochornoso del entonces presidente de la RFEF, Luis Rubiales, y el beso en los labios a Jenni Hermoso durante la entrega de medallas, se unieron grandes presiones por parte de algunos empleados de la RFEF a la futbolista -algunos siguen en la estructura federativa-; el comportamiento de todo menos intachable del departamento de Integridad buscando testimonios que exculparan al presidente; el envío de un comunicado sin la aprobación de la jugadoras; y un escaqueo constante de los cargos de responsabilidad para evitar cambios profundos como consecuencia de lo sucedido. Necesitaban tiempo, decían.

Todo ello ocurrió tras años de desprecio por el fútbol femenino en una Selección que pasó de Ignacio Quereda a las manos de Jorge Vilda. Una RFEF que las ninguneó cuando, hace algo más de un año, plantearon con naturalidad cambios que acompañaran a su potencial. Circunstancia que la RFEF transformó en una guerra sin precedentes poniendo a las jugadoras en el foco mediático y cuestionando sus intenciones. Parece una burla después de la conducta que unos y otros eligieron ante el mundo entero. Las jugadoras han asistido una y otra vez a una Federación que celebró como un gran éxito la presencia, por primera vez, de un nutricionista con el equipo femenino en el Mundial, o la decisión pocos años atrás de que las jugadoras llevaran el nombre en su camiseta. Hubo dudas por el alto coste, pero al final, parece que ganó el sentido común. Al fin y al cabo, era publicidad y una nueva imagen con las jugadoras.

Con la foto, como la de hoy, es con lo que se conformaban y, parece se conforman, desde las altas esferas de la Federación y del deporte español. ¿De verdad era necesaria hoy una foto con las jugadoras firmando unos cambios mínimos que la Federación debía haber ejecutado de inmediato? ¿Era inevitable un discurso institucional de Víctor Francos y Pedro Rocha después del bochorno institucional que llevó a las jugadoras a Oliva ante una situación insostenible? ¿Era necesario ese paternalismo de pedir un aplauso para Jenni porque está sufriendo mucho? Ambos estaban en el avión de vuelta de la Selección tras el Mundial y los dos debieron ver y poner en valor lo que presenció todo el pasaje, como algunos medios de comunicación despistados que también viajaban en el chárter.

Hoy, incluso, he leído algún titular que decía: "Una sonriente Jenni Hermoso vuelve a la selección española de fútbol". Nada más lejos de la realidad. Más allá de una instantánea puntual, las jugadoras estaban serias, distantes y, me atrevería a decir, incómodas. Han preferido situarse en medio arco detrás de Víctor Francos y Pedro Rocha que hacer algo más cercano, a pesar de las peticiones de los miembros de protocolo del CSD. Paredes, Putellas y Carmona, las nuevas capitanas, se han acercado para firmar y poco más. No, Jenni no ha estado sonriente. Para Jenni, que acude con profesionalidad a esta convocatoria, esta situación no es fácil. Sabe que se encuentra en una Federación donde aún, en su estructura, permanecen en el cargo dos imputados y algunos responsables de lo sucedido. El primero, Pedro Rocha. No sólo está ahí por ser elegido por el propio Luis Rubiales, sino que fue el presidente que permitió el chantaje a las jugadoras en la concentración anterior con la convocatoria de Montse Tomé. Aunque el tiempo calma, aunque las fotos ayudan, los hechos son los que pasarán a la historia. Y esta no está siendo la mejor de nuestro fútbol.

Jenni Hermoso, junto a Misa Rodríguez, durante el acto de la firma del convenio de la Comisión Mixta entre CSD, RFEF y jugadoras.  Relevo
Jenni Hermoso, junto a Misa Rodríguez, durante el acto de la firma del convenio de la Comisión Mixta entre CSD, RFEF y jugadoras. Relevo

Las jugadoras respondieron al órdago y firmaron un nuevo comunicado: "Lamentamos una vez más que nuestra Federación nos sitúe en una situación que nunca hubiéramos deseado". Rubricaron el texto 21 de las 23 campeonas del mundo, apoyadas por un sinfín de futbolistas que en su día vistieron la camiseta de España. No volverían si no había cambios. Y aunque las decisiones han sido contadas hasta la fecha, al menos parece que con esta Comisión, habrá un seguimiento sobre lo que reclaman. Es algo que no deberían haber pedido las jugadoras. Quien manda en el deporte español debía de haber tomado decisiones sin titubeos porque sucedió lo que "no tenía que haber producido nunca", haciendo mías las palabras del propio presidente del CSD.