El Madrid se transforma en un equipo: marcan los jugones y trabajan los peones
Gracias, Retegui. En la vida hay que ser agradecido. El Real Madrid estuvo a punto de tirar por la borda en el último minuto todo lo que se había trabajado en los noventa y tantos anteriores. No era una noche para arabescos, pero tampoco para especular. Había mucho en juego y enfrente un rival que te podía destrozar por su particular manera de entender el juego. Ancelotti lo sabía y en lugar de encerrarse en su campo a esperar acontecimientos intentó ocupar el campo contrario y buscar esa defensa de tres centrales atacando con cuatro jugadores.
A la espera del alcance de la lesión de Kylian, casi todo fueron buenas noticias para los blancos en Bérgamo. Marcaron por primera vez en un mismo encuentro sus tres estrellas más rutilantes: Mbappé, Vinicius y Bellingham. Se asentaron en el once futbolistas que, por una u otra razón, no eran habituales, caso de Tchouameni, Ceballos, Fran García, incluso Brahim, más intermitente pero comprometido con el trabajo que tenía que realizar en esta ocasión y que obligaba a un despliegue físico al que no está acostumbrado. Al Tchouameni central no se le debería echar en cara ni la acción del penalti... porque fue más casual que intencionado. Ceballos dio otro paso adelante y mostró haber buenas migas con Valverde y Fran García completó su mejor actuación de todo lo que va de curso. Inmenso en defensa y generoso en ataque. Y siguiendo con las buenas noticias, Courtois volvió a ser el hombre de las paradas que valen puntos y Valverde se asienta en una posición vertebral en la que cada vez se siente más seguro.
Partido de muchas batallas individuales. Todas las que planteó una Atalanta que no pudo correr como le gusta sencillamente porque el Real Madrid se lo impidió. No creo que ningún aficionado blanco se vea repetido el encuentro, pero hasta los más exigentes se fueron a la cama satisfechos porque su equipo fue más bloque que muchos de los duelos de esta temporada y no se escondió en ningún momento. Y cuando dio 20 pasos atrás en los últimos diez minutos fue porque el físico no le daba para más a media docena larga de jugadores.
Era una de esas noches en las que un entrenador hubiera deseado tener 10 cambios para sustituir a todos los jugadores que denunciaban su cansancio sin vergüenza. No podían más porque no podían más y porque lo habían dado todo. Y, además, casi todos con acierto. Lucas Vázquez fue quien más sufrió porque él tuvo enfrente al mejor jugador sobre el césped: Lookman. ¡Vaya delantero! No es ni un nueve ni un extremo, es un delantero total que supo buscar el espacio donde más daño podía hacer. Lucas, de lateral, por más que acumule partidos siempre sufrirá en los unos contra uno y a la hora de posicionarse. Su cualidad más loable es que nunca se esconde y nunca deja a su equipo tirado.