Un gran paso adelante y un tropezón donde más duele

Derbi canario, duelo entre aspirantes y derbi aragonés. En ese orden y con sentimientos que marcan más allá de los puntos, la jornada nos ha dejado tres partidos trascendentes. Para dedicárselo a Jorge Molina, el conjunto de Paco López demostró en tierras manchegas que llega enchufado al momento de jugarse las habichuelas. Tensión que le faltó en el inicio del partido a Las Palmas y eso, de visitante en el Heliodoro, sale caro. Que no hubiera tanta necesidad por los puntos en el Alcoraz, no hizo que el duelo aragonés fuese relajado. Ambos terminaron con diez, aunque la expulsión de Zapater debió ser saldada con amarilla.

Por arriba, se intercambiaron posiciones, pero no hubo grandes sobresaltos en la lucha por el play-off. Por abajo, cuidado con la Ponferradina. En la pasada jornada, los de David Gallego no rompieron la imbatibilidad de Los Cármenes por segundos; en esta, se han cargado al Alavés. Los del Bierzo se resisten a que por abajo esté todo dicho, y miran de reojo al Sporting.

¿Se confió la UD antes del partido en el Heliodoro? Muchas discusiones habían girado en torno a si Las Palmas se jugaba todo y el Tenerife nada. El encuentro no significaba lo mismo en la clasificación, pero en un duelo así hay muchos más factores que la tabla. Da lo mismo dónde se encuentre cada uno: se juega un sentimiento. Lo dejó bien claro Enric Gallego, quien ya demostró en los pasados playoff haber tomado el gusto a esa rivalidad entre islas. Quince segundos tardó en marcar el gol más rápido en la historia del derbi. Hizo otro más y reflejó que salir a morder no es una frase hecha, sino una premisa imprescindible para ganar.

El partido del Carlos Belmonte podía marcar un punto de inflexión y el Granada no estaba dispuesto a consentirlo. Se encontró a un Albacete no tan brillante como en otras ocasiones, pero igual de bravo. De hecho, el empuje final ofreció a Olaetxea una oportunidad de lograr el empate que no se fraguó para los manchegos. A los rojiblancos, les tocó sufrir, pero con eso ya contaban. Tienen a Uzuni, el pichichi de las 20 dianas, y la recuperación de Ricard Sánchez supone mucho más que contar con otro defensa. La recta es muy larga, pero los andaluces trasmiten la sensación de llegar al final pisando a fondo.

Por favor, ayuden al árbitro de campo o retiren el VAR. Eso es lo primero que se me ocurre al presenciar lo que sucedió en el duelo del Toralín con la amarilla a Villalibre, que tenía toda la pinta de ser penalti por embestida al delantero del Alavés. Por mucho que se le apode el búfalo, no es él por definición quien arrasa al contrincante. Así que, como escribe Eder Sarabia, el Var debería estar para ayudar en estas cosas. Sabemos que es tema de protocolo y tal, pues cambien el dichoso protocolo porque no tiene sentido. Recuerda a la amarilla que le costó la expulsión a Maikel Mesa la pasada jornada y que Apelación rectificó.

Si el Málaga desciende, no será por los árbitros. Así que vamos a dejar a un lado las respetables, y en este caso entendibles, quejas. Las expresó primero el centrocampista y, después, el club de la Rosaleda. Dijo Febas que, si era sincero, le podían caer 10 partidos. Mejor contenerse. Así que vamos a analizar, las sensaciones sobre el césped: "Llevamos dos partidos muy buenos, pero tenemos que ganar. Todas las semanas es un castigo. Contra Las Palmas dijeron que nunca les habían jugado así, contra el Levante igual. Me voy jodido. No voy a dormir en toda la noche, si miro cuando juegan los demás, ya me vuelvo loco. Prefiero descansar la mente y volver el lunes a por todas". Acierta el diez blanquiazul. Ese es el único camino y hay que recorrerlo sin rendirse.

Tres partidos sin marcar y dos puntos de nueve han detenido el avance de los granotas. Veinte jornadas sin perder pusieron el listón tan alto para los de Calleja que su rendimiento parecía no tener límites. Pero en esta categoría nadie se sale de la tabla y todos sufren un par de bajones a lo largo de la temporada. Le está pasando a los de Orriols y también al Alavés. Cuatro choques sin marcar y dos puntos de doce han ralentizado el crecimiento babazorro. Entramos en el tramo decisivo, cada vez es más difícil.

Pasión, llegadas y tensión. Me gustó el duelo aragonés. Por varias cosas. La primera, porque lo honraron Huesca y Zaragoza haciendo que un partido en zona templada, no fuese un choque más. La segunda, porque ambos equipos fueron inteligentes para aprovechar su momento. Y la tercera, porque apareció el noble arte del disparo a puerta. Parece estar mal visto últimamente buscarlo sin asociarse de forma previa, y hasta cansina, para llegar a línea de fondo. Así que más allá del acierto, agradezco el ímpetu de Bebé y Timor por recordarnos el fútbol callejero. Un disparo del portugués y un rechace al lanzamiento de Ratiu, que transformó Obeng, agitaron el marcador. A cañonazo, también vale.