Jesucristian Superstar, cómo construir una leyenda durante los años más oscuros del Real Zaragoza

La trepidante última noche de mercado invernal se abrió para los aficionados del Real Zaragoza con un anuncio extemporáneo que no fue ni un fichaje ni una salida: Cristian Álvarez comunicó su retirada del fútbol en activo. Una noticia que ya flotaba en el ambiente durante la última semana, cuando algunos medios anticiparon las intenciones del meta argentino. Aun así, el impacto emocional del adiós ha resultado enorme.
A la vista de cómo se desarrolló este lunes el cierre de operaciones de compraventa en las oficinas del club aragonés, la resonante despedida del portero se antoja ahora un anticipo de la noche de desarraigo que venía: en pocas horas Cristian Álvarez, Iván Azón y Marc Aguado dejaron de pertenecer a la plantilla del Real Zaragoza. Aquí una constatación: la salida de los dos jugadores de la cantera (Azón al Como italiano, Marc al Elche en un intercambio con Guti, otro zaragozano/zaragocista) dividió opiniones. En el caso de Cristian Álvarez, la unanimidad del duelo (si algo así existe en el fútbol) resulta total.
El guardameta rosarino ha pasado ocho temporadas en el Real Zaragoza. En La Romareda ha vivido el largo epílogo de una carrera cambiante, desarrollada entre Argentina (San Lorenzo y Rosario Central), España (RCD Espanyol, Rayo y Real Zaragoza), más una breve estancia en Paraguay (Cerro Porteño). Su llegada se produjo en 2017, en circunstancias para nada convencionales: el portero había decidido retirarse del fútbol y vivía apartado en un pueblo de montaña en Cataluña, jugando ocasionales partidos entre amigos y vecinos, sin extrañar una vida profesional a la que dejó de verle sentido muy pronto.
Lalo Arantegui, entonces el director deportivo del Real Zaragoza, fue quien concibió la posibilidad de animar su regreso. Natxo González era el entrenador del equipo. Tuvo sus dudas, había que ver cómo asumía la vuelta a la actividad el meta argentino tras un largo parón. Y si el deseo recuperado por el fútbol lo respaldaba una puesta a punto física y competitiva suficiente. El tiempo les dio la razón a todos: Cristian dejó atrás sus dudas y disipó las que pudiera haber en el entorno. Nadie podía imaginar hasta qué punto.
4º portero con más partidos en el @RealZaragoza
— Los Números de David (@NumerosdeDavid) February 3, 2025
[361] Cedrún
[332] Yarza
[261] Juanmi
[236] Cristian Álvarez
En estos años, Cristian Álvarez ha hecho algo dificilísimo: construir una leyenda en los años más oscuros del Zaragoza en toda su historia. En un tiempo caracterizado por la acumulación de temporadas mediocres o directamente dramáticas, por el paso fugaz de futbolistas que entran y salen sin dejar huella, por la irrupción de chicos de casa que vuelan demasiado pronto, por el recuerdo de tiempos mucho mejores y jugadores infinitamente mejores... el número 1 argentino ha sido la única luz.
En ese entorno de descreimiento, decepción y hasta temor por la suerte del club, Cristian Álvarez se erigió en la figura referencial con una sucesión de temporadas repletas de paradas imposibles, actuaciones portentosas y pasajes para la memoria. Con él en la portería, lo sobrenatural se hizo costumbre. Por si todo eso hubiera sido poco, en Lugo metió un gol que salvó un empate vital para la permanencia del Zaragoza. La consagración absoluta. A él, hombre de verbo adusto, conciencia articulada y figura incómoda bajo los focos, le crecieron alrededor los apodos superlativos: El extraterrestre, El Santo y, desde luego, Jesucristian.
Sobre las razones de esta despedida a mitad de temporada no cabe la especulación. Cristian Álvarez no ha sido un futbolista convencional y en todas sus decisiones (la de irse, la de volver, la de dejarlo) existe un componente personal sobre el que no se pueden ensayar conjeturas. Este año ha sido evidente su condición de tercer portero, después de que en los dos últimos —sobre todo la temporada pasada— la acumulación de lesiones musculares lo relegase a un papel secundario: el 5 de octubre de 2023 fue sustituido en el minuto 82 de partido en Andorra, por una rotura. Reapareció tres semanas más tarde contra el Eibar... pero recayó. Ya no volvería a jugar como titular hasta mayo y sólo duró un par de encuentros más antes de romperse de nuevo. En retrospectiva, aquella tarde en el Principado abrió el largo capítulo final. El inexorable tiempo había hecho su trabajo.
ASÍ SE ENAMORÓ CRISTIAN ÁLVAREZ DEL REAL ZARAGOZA
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Una conexión inexplicable pic.twitter.com/gZhP72jPkK
Cristian acabó la campaña parado y así comenzó la actual. En estos últimos años el Zaragoza empezó a buscarle sustituto, pero el proceso de sucesión nunca cuajó del todo... hasta que fue inevitable: primero Álvaro Ratón, relevo ocasional durante años; después Dani Rebollo; más tarde Poussin, Edgar Badía y, desde el pasado verano, Joan Femenías.
Mientras el francés protagonizaba una historia de superación desde los errores más graves hasta erigirse en salvador ocasional bajo los palos este año, cristalizó por completo una evidencia múltiple: que ésta sería la última temporada de Cristian; que era muy complicado volver a verlo bajo los palos (en las últimas semanas han regresado los problemas musculares); y que va a resultar muy complicado encontrar un portero con su aura.
Por si acaso, en su retirada el Real Zaragoza ha elegido otorgarle un papel relevante como figura visible en las relaciones institucionales del club. En un momento en que la propiedad busca fórmulas para compensar el déficit de zaragocismo en las estructuras de gestión (y cada vez más en las deportivas), la ascendencia de Cristian Álvarez entre la afición supone un activo imposible de desechar. Le queda dentro la espina de no haber jugado un Mundial con Argentina. Y, en estos años, no lograr el ascenso con el Zaragoza. Nadie hizo tanto como él para rescatar al equipo de varios infiernos. A veces, las películas tiene un final desconcertante. Y este, aunque anticipado, deja la agridulce impresión de una hermosa historia incompleta. Se marcha una leyenda. Nace el mito.