REAL ZARAGOZA

La redención de Gaetan Poussin: defenestrado y puesto a la venta dos veces por sus errores... ahora es titular y la grada lo aclama

El francés fue declarado transferible en los últimos mercados, pero las lesiones de Femenías y Cristian, junto a la imposibilidad de fichar a Edgar Badía, lo han devuelto a la portería.

Gaetan Poussin. /GETTY
Gaetan Poussin. GETTY
Mario Ornat

Mario Ornat

La de Gaëtan Poussin en el Real Zaragoza califica como titularidad por carambola múltiple. Esta consideración no pretende ser peyorativa, ni restarle méritos deportivos y emocionales a la recuperación protagonizada por el meta francés: sobreponiéndose a cualquier prejuicio, ha defendido en las últimas semanas el puesto con solvencia y algunas paradas notables. Lo de la carambola múltiple tiene que ver, más bien, con la concatenación de circunstancias que han coincidido para que el portero llegado del Girondins el año pasado haya protagonizado una redención impensable hasta hace sólo dos meses: tras fichar por tres temporadas hace un año para ser el relevo del gran Cristian Álvarez, una serie de errores estrepitosos lo precipitaron enseguida al ostracismo. El Zaragoza lo mandó al fondo del banquillo, fichó a otros porteros e intentó encontrarle salida en dos mercados consecutivos. Pero, cuando nadie se lo esperaba ya, Poussin se ha convertido en el titular en este arranque de temporada. Todo por una imprevisible alineación de los astros.

Poussin vivía medio defenestrado en el Zaragoza desde el pasado otoño. Desde que Fran Escribá se vio obligado a recurrir a Rebollo, portero del filial, ante la insistencia del francés en cometer fallos críticos cuando apareció como titular por la lesión de Cristian Álvarez. Había razones para la desesperación en el entrenador, sus compañeros y una afición con fama de abrasar guardametas de toda condición. Poussin parecía empeñado en cumplir el peor miedo de Di Stéfano con los porteros: meter dentro las que iban fuera. A la altura del pasado mes de diciembre, nadie en su sano juicio crítico pensaba que Poussin tuviera alguna posibilidad de futuro en el Real Zaragoza, pese a haber firmado contrato hasta 2026. Pero ahora es el que juega. No sólo eso: ha acabado con el mito de la grada que masticaba vivos a los porteros. La gente le ha entregado a Poussin un cariño incondicional y confía en sus cualidades. En el partido contra el Elche, su nombre fue de los más aclamados.

¿Qué ha cambiado? Podríamos decir que todo, si lo miramos desde el punto de vista de su actual titularidad y de la progresiva convicción alcanzada este verano por Víctor Fernández para contar con él en la plantilla. Pero también podríamos decir que nada ha variado porque, en realidad y más allá de las circunstancias actuales, hace pocas semanas Poussin estaba en venta, había llegado Joan Femenías para ser este año el competidor de Cristian Álvarez y el proceso de recuperación del argentino limitaba al francés a un papel de tercer guardameta, con poca previsión de minutos. A día de hoy, la realidad se ha burlado de todas las previsiones: Poussin ya ha actuado en cuatro partidos, tantos como en la campaña pasada en la Liga. De hecho, ha jugado más minutos que entonces (sin contar el que disputó de Copa): apareció en el 34' del primer encuentro de la temporada 2024/25 en el Nuevo Mirandilla, en la goleada frente al Cádiz, después de que Femenías dejase el campo por una lesión muscular en el aductor. Y en los tres siguientes (Cartagena, Mirandés y Elche), ha sido el titular.

En esas jornadas ya estaba en el banquillo Cristian Álvarez, en la última fase de su puesta a punto tras las varias lesiones musculares que lo apartaron durante meses el año pasado. Y junto al argentino, Guillermo Acín, meta del Real Zaragoza B que también viaja con el primer equipo. Pero Cristian ha vuelto a quedarse fuera esta semana por culpa de un balonazo en el entrenamiento del miércoles, una lesión ocular que obliga a la cautela. Así que el escalafón de guardametas ha sufrido otra sacudida y Poussin volverá a ser titular en El Plantío. Es la única opción para Víctor en la portería. Pero esta historia viene de lejos. Rebobinemos.

El pelotazo a Cristian es el último de una fila de incidentes y casualidades que han convertido a Poussin en protagonista de un guion impensable. La historia comienza cuando el año pasado, después de debutar ocho minutos como recambio en Andorra, Poussin participó en la comisión colectiva e individual de cuatro goles estrambóticos: gruesas equivocaciones del meta francés frente al Alcorcón, coronadas con un despiste monumental en Gijón y con el epílogo de otra torpeza fatal con los pies en la derrota en la Copa frente al Atzeneta.

En los últimos tiempos, las cosas que han pasado alrededor de la meta del Real Zaragoza dan para un culebrón o una serie de enredo: salidas frustradas, llegadas anuladas, fichajes rotos, opciones perdidas... Sin embargo, todo lo solucionaba la fiabilidad a menudo milagrosa de Cristian Álvarez: el rosarino había vuelto de una jubilación anticipada en estado de gracia, para convertirse en ídolo de La Romareda en sus tiempos más sombríos. Cuando su infalibilidad comenzó a resquebrajarse y se hicieron frecuentes sus ausencias por lesiones musculares, asomó el problema latente.

Álvaro Ratón había sido durante años el suplente del argentino, pero siempre con una situación ambivalente: entre la afición no acababa de convencer como relevo y la sombra de Cristian se hacía demasiado alargada. Él mismo intentó progresar saliendo del Zaragoza, pero unas veces el club lo impidió; y en alguna más la marcha de Ratón a otro club se vio frustrada en el último momento: en 2021 estaba comprometida su cesión al Nàstic y René Román iba a ser su relevo. Pero éste no pasó la revisión médica, se cayó el fichaje y Ratón volvió al Zaragoza. Finalmente se marcharía a jugar al Wisla Cracovia en 2023. Este verano ha pasado al PAS Lamia 1964 de Grecia.

En 2022, la incorporación de Gaizka Campos se vino abajo por aquellas cosas de la huella digital y el imposible olvido: unos posts ofensivos del meta, entonces de 16 años, contra el Zaragoza, forzaron al club a rechazar su contratación en el último momento. Rubén Yáñez, mientras, le dijo no al Zaragoza y se fue al Sporting de Gijón para evitar la competencia directa con Cristian Álvarez. Dani Rebollo llegó en 2022 para ocupar la portería del filial y ser, de facto, tercer portero del primer equipo. Era un fichaje pero no una solución, porque su presencia no aseguraba un recambio de futuro para Cristian Álvarez. Así que el pasado verano Cordero incorporó a Gaëtan Poussin, meta de 24 años formado y con un buen rendimiento en Burdeos, en la segunda división francesa. Había sido internacional en todas las categorías inferiores con Francia y llegó a estar nominado para el premio a los mejores porteros de la temporada en la categoría.

Tras debutar por la lesión de Cristian, la aparición de Poussin resultó desastrosa: errores con los pies contra el Alcorcón y el Atzeneta y el despiste fatal ante el Sporting lo condenaron

Poussin asumió la suplencia de Cristian... hasta que el rosarino sufrió en el Principado la primera de sus lesiones musculares de la campaña. El meta francés saltó al campo en el minuto 8 y completó un encuentro ganado por el Zaragoza con gol de Mollejo (0-1). Sería el titular en La Romareda a la semana siguiente, contra el Alcorcón. Cristian llegó a estar ausente hasta en 23 partidos, por culpa de sus problemas físicos.

Pero la presentación ante su afición no pudo ser peor. El francés cometió algunas de las equivocaciones que, por impacto, frecuencia y continuidad más han marcado a un portero en la historia moderna del Real Zaragoza. Primero, en la derrota frente al Alcorcón en La Romareda, patrocinó con sus decisiones los dos goles del triunfo madrileño. En el primero, Poussin le dio una pelota muy comprometida a Grau al borde del área, en la salida desde el fondo. Presionado a la espalda por Juanma Bravo, el medio valenciano perdió el balón, Juanma entró al área solo y ejecutó a Poussin con un disparo potente a bocajarro. En el minuto 82 la escena dio la vuelta. Marc Aguado le entregó una cesión desde el costado derecho del área y la indecisión del portero con los pies le permitió a Álvaro Bustos arrebatarle el balón. El rebote en la disputa le llegó a Yeteki, quien puso el 0-2. La Romareda se incendió de frustración por una derrota facilitada por las equivocaciones del francés con los pies.

La ruina, sin embargo, quedaría perfeccionada la semana siguiente en Gijón. Con el Zaragoza ganando por 1-2 en El Molinón, en el minuto 96 Poussin demoró un saque desde su meta para agotar el tiempo. En un momento dado echó el balón a rodar al suelo y se dispuso a golpear hacia delante. Pero no había advertido la presencia a su espalda de Pablo Ínsua, quien aguardaba la peregrina ocasión de un despiste del meta. Cuando Poussin dejó el balón en el césped, Ínsua apareció a su derecha, se quedó con la pelota y metió el empate definitivo: como resumió Fran Escribá, el francés había mezclado un partido seguro y bien compuesto con un instante de fatal equivocación. Era una definición precisa de las contradictorias señales que dejaban sus actuaciones.

El técnico lo protegió en sus declaraciones post partido. A la semana siguiente, contra el Eibar, Cristian Álvarez regresó... pero demasiado pronto. La precipitación le costó una recaída. Y, de nuevo, en el minuto 71 Poussin saltó al campo en medio de la aprensión generalizada de La Romareda. El partido acabaría 2-3, con un disparo maravilloso de falta marca de la casa de Aketxe, hoy por cierto compañero en el vestuario del Real Zaragoza. El balón entró por la escuadra y una mirada neutral diría que Poussin no tuvo responsabilidad, pero el ruido a su alrededor era ya insoportable: al siguiente partido, Escribá optó por prescindir de él e hizo titular a Dani Rebollo.

El entrenador aún ofreció una última oportunidad al guardameta francés en la Copa del Rey, contra el Atzeneta. También salió mal. Poussin volvió a cometer con los pies un error absurdo, cuando perdió el balón ante la presión de un rival tras una cesión. Mario Uclés aprovechó las dudas del portero con la pelota en los pies y le dio la victoria al modesto equipo valenciano de Tercera Federación. Poussin había quedado condenado: lo que se repite tantas veces no suele ser casual.

El cuarto portero

Ante la gravedad estructural de la situación, en el mercado de invierno el club buscó incorporar a otro meta para apuntalar el puesto. Edgar Badía cerró la vía de agua con su experiencia y sus paradas. Por segunda vez a lo largo de su historia, el Zaragoza alineaba a cuatro guardametas distintos en la misma temporada. Entretanto, la salida de Poussin en la ventana de enero se hizo imposible, como era de prever. El francés continuó en la plantilla, aunque ya no disputaría un solo minuto más. Y como el Zaragoza tenía otros problemas más urgentes, el caso del meta francés quedó en suspenso. Julio Álvarez había relevado a Escribá en noviembre, el equipo siguió cayendo peligrosamente hacia los puestos más bajos, en marzo regresó Víctor Fernández al banquillo y el equipo alcanzó la orilla de la salvación, con pena y sin gloria, a sólo un par de jornadas del final.

Todo el mundo miró al futuro, como suele ocurrir, fiado a la "reconstrucción masiva" pedida por Víctor para armar un proyecto solvente. En ese escenario, Poussin se daba por amortizado: pese a tener aún dos años firmados, el francés no iba a jugar este año en el Zaragoza. También rescindió contrato Dani Rebollo, quien ahora juega en el Nàstic. Con Joan Femenías fichado y Cristian en la última fase de su recuperación, el objetivo se centró en intentar el regreso de Edgar Badía, que había convencido por su personalidad y rendimiento en los meses de cesión desde el Elche. Pero aunque el portero había manifestado su disposición a volver a La Romareda, había que esperar a ver la postura de Eder Sarabia, recién llegado al Martínez Valero.

El Zaragoza tanteó alternativas conforme su incorporación se iba complicando. Esperó, pero no hubo manera de que Badía solucionara su salida de Elche en libertad. Y en medio de ese escenario, el Cordero y Víctor empezaron a contemplar una opción hasta entonces impensada: ¿Y si seguía Poussin? Sí, había cometido errores muy graves, pero aún lo consideraban un portero con condiciones. Y total, pensaban los más escépticos, su papel no iría más allá de cumplir como tercer meta de la plantilla, por detrás de Femenías y Cristian. Víctor lo vio factible y al club le evitaba forzar una ruptura de contrato gravosa y acometer la llegada de otro portero que no convenciera plenamente. Así que, contra todo pronóstico, Poussin se quedó.

En el último encuentro de pretemporada en Tarragona se produjo otro episodio que recordaba lo del año pasado: una imprudencia más del meta con los pies terminó en penalti. Como si protagonizara una síntesis acelerada de la mejor y la peor de las posibilidades, el francés detuvo el lanzamiento. El fallo levantó algunos fantasmas, pero en general la afición y desde luego el club ya se habían sujetado a la tesis de que Poussin estaba recuperado de aquella depresión colectiva generada por sus errores y que el Zaragoza tenía un portero digno de estar en la plantilla. Así que lo de Tarragona se consideró un caso aislado y tampoco se le dio mucho énfasis.

Lo demás ya se ha contado. La lesión de Femenías en el debut del campeonato en Cádiz -un problema muscular en el aductor provocado por sus golpeos en largo desde portería- devolvió bajo los palos a Poussin, cerca de seis meses después. El francés reapareció en el centro del escenario compuesto y dispuesto. Una mano abajo a la derecha a un latigazo raso de Isaac Carcelén elevó su consideración entre los aficionados y la crítica. Repitió una parada semejante en Miranda de Ebro, mientras el paso de los minutos constataba las intuiciones de su perfil como guardameta: atento y de buena reacción bajo los palos, en respuestas inmediatas alimentadas de reflejos; algo más dubitativo a la hora de salir a buscar balones altos y cruzados. Y una cierta heterodoxia en el modo de blocar algunos balones, particularmente los elevados.

Aun así, la afición le ha mostrado repetidas veces su cariño, en una respuesta que insiste en preservar la intuición de sus buenas condiciones como portero, a pesar de las irregularidades ocasionales. Pusín, Pausín, Pousín, Pusán... La fonética francesa de su apellido no resulta precisamente amigable para quienes no frecuenten el idioma de Molière, pero los aficionados adaptan su nombre sin problema en las canciones de idolatría habituales. En el entrenamiento a puerta abierta celebrado justo antes del encuentro frente al Elche, el meta francés fue de los más coreados. Lo mismo en la presentación del equipo a la hora de recitar las alineaciones el día del partido.

La seguridad defensiva del Zaragoza, un equipo que concede pocas oportunidades al rival, ha ayudado a Poussin a completar una muy buena tarjeta en su retorno: 304 minutos jugados; un solo gol encajado; tres porterías a cero. Lo que parecía un desahucio precipitado e irrevocable de su carrera en el Zaragoza se ha convertido en una historia de redención. Como dijo el propio Fran Escribá después de aquel gol "incomprensible" en Gijón: "Lo que no te mata, te hace más fuerte". Parecía ser sólo un refrán, pero ha acabado por convertirse en profecía.