El apagón de Trigueros antes de volver a ver la luz: "Pensaba en ser un 'one club man' en el Villarreal, pero perdí un poco la ilusión"
La leyenda del Submarino recupera la sonrisa en el Granada. En lo que va de curso ha jugado casi tanto como en toda la 2023-24: "Marcelino y yo nos apreciamos mucho; me evadí con el golf".
En cualquier texto en el que se mencione a Manuel Trigueros Muñoz (Talavera, 33 años) no caben medias tintas. En Vila-real su nombre se escribe en mayúsculas: es el jugador con más partidos de la historia del club (477), pasó de sobrevivir en un piso de estudiantes de la ciudad con su amigo Joselu Moreno a levantar el primer título europeo y ejemplificó cómo debe comportarse un deportista durante sus 14 temporadas consecutivas en el Submarino. En las dos últimas, desde la salida de su admirado Unai Emery, el guion de su historia de amor con el club se torció. Setién le restó protagonismo, con Pacheta no lo recuperó y Marcelino acabó por condenarle al ostracismo que favoreció su salida por la puerta grande este verano. Hacia el asturiano, pese a todo, no guarda ni un reproche: "Mi marcha fue muy amistosa, entre los dos. Siempre diré que es un magnífico entrenador".
El centrocampista perdió "un poco la ilusión" en esos meses finales en La Cerámica y la ha recuperado en el Granada, el equipo que más apostó por él y que le fichó para comandar el proyecto que debe acabar con los nazaríes de regreso en Primera. La ciudad, que acogió a sus padres entre 1986 y 1988, le ha recibido de maravilla. Ayuda tener a su lado a su casi hermano Diego Mariño (comparte vacaciones de verano cada año con él, el propio Joselu o Mario Gaspar) y haberse reencontrado con Fran Escribá, su técnico durante tres campañas maravillosas en Vila-real. Sin pelos en la lengua, Trigueros no deja asunto sin tocar en su conversación por videollamada con Relevo. Y, además de su nuevo rol en Los Cármenes y pese a la derrota de este sábado en Zaragoza, celebra la mejor de las noticias: en marzo espera a su cuarto hijo. Dicen que el segundo, Manolito, de sólo tres años, no toca mal el balón…
Desde fuera pareces un futbolista diferente o, al menos, de los que habla sin demasiados tapujos y no suele caer en tópicos. Por confirmar que eres distinto: ¿te gusta dar entrevistas?
Lo justo y necesario. Yo siempre digo que lo poco agrada y lo mucho cansa. Si me lo piden accedo a hablar, pero tampoco es una cosa que me apasione, aunque siempre intente ser educado con quien quiera mantener una charla conmigo.
Intentaremos que esta sea amena: ¿qué nota le pones a tus primeros meses en Granada?
Bastante buena. Estoy muy feliz y contento por la adaptación; vengo de un equipo como el Villarreal, que es uno de los grandes de España en todos los aspectos, y la diferencia con respecto al Granada en cuanto a instalaciones y trabajadores es poca. La Ciudad Deportiva y la gente que trabaja en el club me parecen espectaculares. Nos tratan genial. Y la ciudad también me encanta. ¡Todo está cerca! Mi mujer y mis hijos se encuentran supercómodos. Mis padres me habían hablado fenomenal de su experiencia y se alegraron un montón de que firmase aquí.
Me imagino que este verano, cuando acordaste tu salida con el Villarreal, recibirías un montón de ofertas. ¿Por qué elegiste al Granada?
Bueno… En esos meses de mercado te llega mucho ruido. Algún equipo de Primera me decía que sí, que no, que sí, que no. Y entonces apareció el Granada. Primero me llamó el director deportivo (Matteo Tognozzi) y después hablé con el entrenador que estaba antes, Guille (Abascal). Me dijeron que querían hacer un gran proyecto que mezclase juventud y veteranía. Todo fue rodado, sencillo. Me quedaba un año de contrato en Vila-real, pero el Villarreal es y será mi casa y me lo puso muy fácil para salir.
Con Abascal lo jugaste casi todo (cuatro de cinco titularidades) y con Fran Escribá (cuatro de nueve), al que ya conocías, has tenido más tramos de suplencia. ¿Qué crees que te falta para terminar de convertirte en un indiscutible en los onces?
Con Fran tuve una experiencia increíble en el Villarreal. De los tres mejores años de mi carrera deportiva los hice con él. A veces me ha utilizado para la última media hora y le he respondido: en Burgos metí gol, en Miranda estuve bien, contra el Córdoba asistí… Siempre he dicho que he venido aquí para disfrutar del fútbol, para ayudar en todo lo que pueda en el campo y fuera de él y, luego, para tratar de disputar los máximos minutos. Apoyaré igual al equipo si juego los 90' o si me dan 10'.
Te pregunto por Abascal, destituido en la jornada 5. A un vestuario casi siempre le duele un cese, pero lo suyo, por ser tan joven y afrontar su primera experiencia profesional en España, no sé si os produjo todavía más lástima.
Está claro que cuando cesan a un entrenador no es sólo culpa suya. Los cinco primeros partidos fueron muy raros. La balanza siempre caía a favor del rival, llegaban los contrarios y nos castigaban con poco, nosotros generábamos ocasiones y no metíamos gol… También pesó el ambiente que había en la grada con la directiva (pidieron la marcha de la cúpula y la propiedad). Yo, al llegar, no tenía ni idea de lo que sucedía. Era extraño. Decidieron hacer el cambio de técnico y me supo muy mal, la verdad. A Guille le va a ir genial. Tiene cosas superbuenas y gente alrededor más que válida. Me parece un entrenadorazo. Estoy al cien por cien seguro de que lo veremos en los banquillos de equipos grandes de Europa.
¿Habías mantenido el contacto con Fran Escribá desde que separasteis vuestros caminos en 2017?
En el fútbol, si no te ves con alguien, a no ser que sea un gran amigo o te vayas con él de vacaciones, vas perdiendo la relación. Eso me pasó. Si nos encontrábamos por los estadios, nos dábamos un abrazo y nos preguntábamos por las familias. Reencontrarme con él en Granada ha sido una alegría. Tiene dos hijas y estuvimos hablando de ellas; hace ocho años de la etapa en Vila-real y la vida avanza. En aquel momento yo no tenía hijos y ahora voy a por el cuarto. Estas semanas ya nos hemos puesto al día de todo (sonríe).
Llevabas 14 temporadas consecutivas en el Villarreal y eres, con diferencia, el jugador con más partidos oficiales de la historia del club (477). ¿Uno se siente un poco extraño cuando llega a otro vestuario y se pone otra camiseta?
Es raro, sí. Te cuento cosas que me pasan: entro al vestuario cuando vamos a jugar fuera de casa y siempre me voy al '14', mi número en el Villarreal. En un momento dado la cabeza me hace clic y me doy cuenta de que no, que ahora llevo el '23'. Me costó cuatro o cinco partidos hacerme a la idea. Resulta extraño ponerte una camiseta de otro color, jugar en otro estadio… pero también me parece muy bonito vivir otra experiencia, salir de tu zona de confort y probarte dos o tres añitos fuera de tu casa. Me gusta mucho ir a Talavera, y siempre que puedo me escapo, de hecho firmé con mi mujer en el contrato de la boda que hay que ir allí cuatro o cinco veces al año por lo menos cuando me retire, pero Vila-real es mi otro hogar y siempre lo será.
"Soy bastante frío y apenas lloro, pero en el vídeo de despedida del Villarreal se me cayeron las lágrimas. Cuando vamos a jugar fuera de casa siempre me voy al '14'"
Jugador del Granada CF¿Fue difícil asumir que tu etapa en el club de tu vida se había terminado?
Sí, sí. Yo soy una persona bastante fría en las despedidas y no muestro las emociones como otros a la hora de llorar, pero en el vídeo de agradecimiento del Villarreal se me cayeron las lágrimas. Es muy difícil que yo saque esa cara, ¿eh? La vida es así. Hay que hacerse a ella. Cuando vuelva a Vila-real experimentaré una nueva etapa. De momento, hay que disfrutar de cada momento y cada etapa que nos regala el fútbol.
¿Hace dos, tres o cuatro años tenías la idea de ser un 'one club man' y colgar las botas en el Villarreal?
Sí lo tenía en la cabeza, sí, pero pasé de jugar muchísimo en la etapa de Emery a jugar prácticamente nada. Eso fue un gran cambio. Con 30 o 31 años pensaba en retirarme en el Villarreal. Entonces tenía minutos y contaba para Unai. Luego empezaron los cambios de entrenadores (Setién, Pacheta y Marcelino), sufrí un par de lesiones y me costó volver. En el día a día me sentía muy bien, pero en los partidos no tuve la confianza de los entrenadores ni para jugar un ratito. Ahí ya es cuando te planteas salir y volver a ilusionarte. Había perdido un poco la ilusión en el Villarreal. En Granada he generado una nueva junto a mi familia y mis amigos.
¿Te sentías y te sientes vigente como para haber seguido siendo importante en las últimas dos temporadas en el Villarreal?
Bueno… Han aparecido jugadores muy importantes que lo están haciendo fenomenal. El fútbol no tiene memoria; hay que adaptarse. Me tocaba un cambio de ciclo, después de tantas temporadas seguidas en un mismo club, y busqué otra ilusión. La estoy encontrando.
¿En las últimas semanas en Vila-real mantuviste alguna conversación con Marcelino que te hiciese tener claro que debías salir?
Entre Marcelino y yo nos apreciamos mucho. Lo tuve con 20 años, hasta los 23 y medio, y me convirtió en un gran jugador. Cuando subimos a Primera en 2013 me cogió y me dijo que, si ascendíamos, yo iba a ser uno de sus cuatro mediocentros. Pasamos temporadas muy buenas. Siempre le agradeceré la confianza que me dio y que luego le devolví en el campo. Su segunda etapa (desde noviembre de 2023) me pilló más mayor y él consideró que yo no podía darle lo que le daba antes. Me ubicó en otra posición, en banda, y ahí tenía a otros futbolistas que lo hacen muy bien, como Baena, que es un avión. Se está saliendo. El míster priorizó a otros jugadores, vino de cara y habló conmigo. La salida fue muy amistosa, entre los dos. Siempre diré que es un magnífico entrenador.
Volviendo al vestuario del Submarino, donde dejaste grandes amigos… ¿Te costó despedirte de alguien en especial?
Muchos se fueron antes que yo. Formé un buen grupo con Pepe (Reina), Alberto Moreno, Dani (Parejo)... Éramos de la misma onda, en el campo y fuera de él. A los delegados, fisios, trabajadores y camareros de la Ciudad Deportiva siempre cuesta decirles adiós. Mi mujer es de la zona y ya habíamos hecho un grupito de amigos. Si te empiezo a decir nombres, no paro. Y me dejaría sin mencionar a alguno. Echo de menos a mucha gente. Ya volveré y disfrutaremos el tiempo.
Entiendo. Regreso al Granada: en esta plantilla hay muchos jóvenes (Diao, Corbeanu, Reinier…) y tú eres el tercero más veterano. La temporada pasada jugaste 866' y en esta llevas 701'. ¿Te sientes ya un líder? ¿Asumes ese papel?
Algunos chavales me preguntan por partidos, si jugué contra este, si jugué aquí y allá… Vienen con muchas ganas y a lo mejor ven que vengo de un Villarreal, que soy campeón de la Europa League y que he jugado la Champions. Sólo intento ayudar y dar los consejos que creo que les pueden ir mejor. En esa etapa estoy ahora. Quiero hacer algo grande con los compañeros que tengo, que son unas maravillosas personas, y con esta enorme afición. Ojalá podamos conseguir el objetivo y que sea un año bonito.
La plantilla es más de Primera que de Segunda.
Es buenísima. El míster se tiene que comer la cabeza para hacer las alineaciones. A veces miro al banquillo, veo la gente que hay y… uf. Eso quiere decir que ninguno se puede relajar y que existe una competencia interna que mejorará al equipo. Si uno tiene una tarjeta o una lesión, los compañeros que salgan desde el banquillo aportarán lo mismo o incluso más.
El Granada está a punto de completar la segunda fase de su Ciudad Deportiva, otro paso importante para el club. Entiendo que eso, pese a jugar en Segunda, también ayuda a sentirse de Primera…
Sí, sí. Ya he comentado que vengo de una gran ciudad deportiva, la del Villarreal, y aquí lo tienen todo genial organizado. Es muy cómoda. Para los jugadores supone un verdadero lujo disponer de estas instalaciones.
¿Se nota la diferencia de presión entre Vila-real, una afición con fama de tranquila y animosa, y Granada, que os exige sí o sí el ascenso?
Aquí la gente es bastante respetuosa. Noto muchísimo cariño por las calles. La afición del Villarreal es muy fiel, llena siempre el campo, en los desplazamientos importantes está ahí, lo cerrado del estadio ayuda a que se sienta más a la hinchada… Aquí, siendo diferente, noto algo similar. En los primeros partidos sí ha habido esas críticas a la directiva. Yo desconocía en qué consistían. Ahora me he enterado de algo. No de mucho, porque cada uno te dice una cosa, pero en el partido contra el Córdoba pusieron la grada de animación y eso, para el futbolista, es un plus. Se nota bastante.
¿Con quién has hecho migas en el vestuario?
Al final uno se relaciona con la gente de su edad (risas). Los jóvenes se juntan entre ellos. Lo que hace un chaval de 20 no es lo mismo que lo que hace uno de 32 y con hijos. Estamos en otra onda. Aquí tengo a un gran amigo, Diego Mariño, con el que comparto vacaciones todos los veranos. Que firmase aquí me dio muchísima alegría. Suelo hacer más planes con los veteranos, con los que tienen familia y que pueden quedar por el día; para irme a cenar o a jugar a los bolos yo ya no estoy. Aprovecho el mediodía y, cuando llegan las 16:30 y viene la jauría de niños, ya me dedico a hacer puzles, jugar al balón y estar con ellos hasta que se duerman. Luego veo alguna serie hasta caer rendido. A las 23:00 estoy dormido.
¿Eres de los que tiene claro que quiere retirarse joven, como Kroos, o todavía te queda cuerda para rato?
No lo sé, no lo sé… Aquí tengo dos años de contrato y quiero cumplirlos con muchísimas ganas. Después, ya veremos. Lo que me pida el cuerpo. Dependerá de cómo me vea. Quizá el club me pida más o a mí las piernas me pidan menos. Lo iremos viendo.
"Hago planes con los veteranos; para ir a cenar o a jugar a los bolos yo ya no estoy"
Jugador del Granada CF¿Luego tienes claro si quieres ser entrenador, director deportivo, alejarte del fútbol…?
No. Cuando termine ya veré qué hago. Eso sí, soy más director deportivo que entrenador. Creo que tengo mejor ojo para ver. Tampoco me disgustaría ser segundo, alguien que vaya por detrás del míster principal y le aconseje. No quiero ser la cara visible. Me gusta la cantera, ayudar a que los chicos se enderecen… De primer entrenador no me veo. No me apetece.
¿De qué entrenador de los que has tenido te gustaría ser segundo, entonces?
Uf… Emery era muy gracioso en las charlas, no sé cómo sería ser su segundo… Marcelino también es un entrenador exigente y que en el día a día aprieta al jugador. Fran (Escribá) dice las cosas claras y sabe lo que quiere. No sabría quién decirte.
¿Cómo eran esas charlas de Emery?
A lo mejor teníamos una hora de vídeo, estábamos viendo al Celta de Vigo… y en Balaídos suele haber gaviotas por ahí. Entonces empezaba: '¡Mira las gaviotas, mira qué curioso!'. Eso hace que el grupo se active y vuelva a escucharle. Luego iba uno a uno y decía: 'Mirad a Trigueros, es que le casaría con mi hija'. Eso hace gracia. Son pequeñas bromas que logran que el equipo esté atento a su vídeo. Le dijimos mil veces que eran largos (risas), pero esas desconexiones te reconectan. Ya estamos viendo cómo le va en el Aston Villa.
De la infinidad de compañeros con los que has compartido vestuario en tus años de profesional… ¿Quién es el más 'personaje'?
Muchos, muchos… Cani era muy gracioso. Igual había una mesa con ocho compañeros, estábamos una hora sentados y él llenaba la hora entera. Te contaba la misma gracia que ya te había contado siete veces, pero a la octava también te reías. Con Alberto Moreno, el primer año, no hablaba. No porque nos llevásemos mal, sino porque no encontramos el momento para irnos a comer juntos. Luego, un compañero nos invitó a los dos y ahí empezamos a congeniar. Este verano me he ido de vacaciones con él. Es otro personaje, la alegría en persona. Pepe (Reina) es un fenómeno, un campeón del mundo humilde como él solo. En esta última etapa con Dani (Parejo) también nos hemos reído mucho. Le conocía de enfrentarme a él cuando estaba en el Valencia y me llevé una gran impresión cuando le pude conocer. Pensamos en todos los aspectos de la misma forma, nos gusta lo mismo y hasta compartimos afición por el golf. No somos profesionales, pero cuando teníamos un día libre jugábamos con Pepe y Alberto. Eso hizo que mi último año en Vila-real, fuera del fútbol, fuese muy bueno. Eso para la mente fue muy importante. Te da alegría.
En Villarreal habéis vivido años extraordinarios: ascensos, semifinales de Champions, campeones de la Europa League… ¿De qué temporada guardas un mejor recuerdo?
Yo creo que de la de la Europa League. Fue la primera final, la ganamos… y, personalmente, jugué 40 y pico partidos de titular y 50 en total. Me quedo con esa.
¿Y la peor?
Quitando este año y medio en el que he jugado muy poquito, te diría que la 2018-19. Ese verano me operé del pubis, me costó mucho recuperarme, echaron a Calleja y a Luis García Plaza y luego volvió Javi. Nos salvamos in extremis.
La última: sabes que hace un par de años se hizo superviral una foto tuya, en camiseta de manga sisa en la terraza de casa, con una botella de vino y un cocido. Puro costumbrismo. ¿Podrías contarme la intrahistoria de aquella imagen que revolucionó las redes?
Yo no soy mucho de Instagram, pero la pandemia hizo mucho daño (risas). Me lo abrí y empecé a sacar alguna foto curiosa. Antes de esa del cocido, si bajas, hay alguna graciosita. Ese día estaba en mi casa y llevaba la camiseta de tirantes que nos dan en el Villarreal para ir al gimnasio y estas cosas. Me estaba bebiendo un vino de mi hermana, que es enóloga y trabaja en una pequeña bodega, y creo que me sacaron la foto ella o mi madre. Antes de publicarla, le mandé un mensaje al delegado Xisco Nadal: 'Mira la foto que voy a subir, que va a dar que hablar'. La publiqué… y no me esperaba ese revuelo. No había ni Mundial ni Eurocopa y los medios queréis noticias de estas cosas. Me reí bastante. Todavía hay gente a día de hoy que me lo recuerda.
No es para menos. Muchas gracias por la conversación, Manu, y suerte para el partido del sábado en casa contra el Eldense.
Muchas gracias a vosotros. ¡Hay que ganar!