Touch Desliza para seguir leyendo
FÚTBOL

Los blancos y negros de Joselu Moreno, retirado por una bacteria a los 32: "Puedes pegarme un bocado, que no sentiré la pierna"

El delantero, que saboreó la Champions con el Villarreal, despuntó en Lugo y las vivió de todos los colores en Granada u Oviedo, cuelga las botas entre agradecimiento, espinas y dolores: "Mi única lástima es que mi hija no haya podido verme jugar".

Álex Corral
Manuel Amor

Álex Corral y Manuel Amor

Son las 11:00 en Cartaya, Huelva, y Joselu Moreno comparece puntual. Lleva jersey, vaqueros ajustados y una camisa que sobresale. Sabe que no es un día más; es el último, el de anunciar su retirada después de una trayectoria de 16 años como profesional y que debió estirarse más. Joselu no se retira, lo retira su cuerpo, y ese dolor marca un adiós feliz, plagado de agradecimientos y con recuerdos imborrables, como el debut en Champions contra el Manchester City, los partidos contra Bayern o Nápoles, el Pichichi en Lugo o el primer gol en el Villamarín. Se va, pese a todo, feliz. "He disfrutado y lo he dado todo. No puedo pedir más".

A sus 32 años, Joselu elige Relevo para comunicar públicamente su adiós al fútbol profesional, una decisión que venía mascando desde hace meses y que acabó de tomar en las últimas semanas. "Creo que no merece la pena intentarlo más, ni física ni mentalmente. Estoy cansado de no ver resultados". Su calvario con las lesiones empezó con una rotura de menisco en Oviedo y siguió con una serie de sucesos casi inverosímiles que han destrozado su rodilla. "Si me tocas aquí (señala), no noto la tibia. Puedes pegarme un bocado, que no sentiré la pierna". De muchos episodios casi ni se acuerda, pero sí del momento en el que el prestigioso doctor Ripoll, con palabras lapidarias, le dijo en agosto de 2023 lo que ningún deportista quiere escuchar: "Tú no puedes jugar más".

AUX STEP FOR JS

La culpable de todo es la bacteria staphylococcus caprae, que ingresó en su organismo durante una operación de cruzado cuando tenía 30 años y permaneció oculta demasiado tiempo. "Cuando me recuperé, la rodilla se me hinchaba cada dos por tres, me creaba líquido, me dolía… Nunca estuve tres días bien. Algo pasaba, no era normal. A la desesperada, pedimos un cultivo de líquido y descubrimos la verdad de la bacteria. Y esa verdad ha acabado con Joselu. Lo ha dañado todo". Con lágrimas en los ojos y desde la casa familiar de los Moreno, el onubense repasa el inicio para comprender su abrupto final y un camino que sólo le produce "orgullo": los récords en Vila-real, el sinsabor de Córdoba, sus vivencias en el Recreativo, el paso por Mallorca, el revivir en Lugo, los blancos y negros de Granada, Oviedo o Tenerife…

Calle en Cartaya y filetes con Trigueros

Joselu siempre ha sido un delantero de calle, un '9' de área, de buscarse la vida cerca del portero y de hacer que sus 170 centímetros no supusieran un hándicap, sino una ventaja. Todos los trucos los aprendió en su pueblo.

El bar que regentaban sus padres y sus abuelos fue su primer gran estadio. "A mí me gustaba jugar en la plazoleta, en el barrio. La gente se reía un poco de mí: alguien tan canijo haciendo malabares con una pelota…". Poco a poco, sin abandonar los libros, empezó a destacar: "No me gustaba la fiesta, los malos hábitos; todos mis amigos eran del equipo de fútbol del Cartaya, donde empecé a jugar". El Recre no tardó en reclutarle.

"Firmé con ellos en infantiles. Sólo jugué un año y me salí en el Campeonato de Andalucía: ganamos 5-3 en la final, metí un hat-trick y di dos asistencias". Su actuación contra el Algeciras le cambió la vida. "Yo era un chico tranquilo, de Cartaya. Entonces me empezaron a llamar los grandes equipos de España y se puso en contacto conmigo un representante, Emilio de la Riva. Era la primera vez que escuchaba hablar de un agente". A la postre ha sido su "padre futbolístico" y "el único" que ha tenido.

«El club que más se interesó fue el Villarreal. Después también hablaron conmigo el Real Madrid, el Barcelona o el Sevilla. Me pagaban mucho más, pero el Villarreal me daba seguridad».

AUX STEP FOR JS

Gerardo de Guzmán, ahora talent scout del Manchester United, guio sus primeros pasos: "Me invitó una semana a conocer la residencia. Fue todo muy bonito". A 850 kilómetros de su hogar, Joselu no necesitó adaptación: batió registros goleadores en sus etapas de cadete y juvenil y no tardó en saltar a los filiales. "Lloraba mucho en silencio, pero llegaba el fin de semana, jugaba, metía un par de golitos y se me pasaba todo".

Entre los recortes escondidos en el salón que desempolva para la ocasión, a Joselu le brillan los ojos cuando se detiene en un reportaje de El Periódico Mediterráneo que se titula así: "Joselu y Manu Trigueros, goles entre filetes empanados". "Compartimos piso tres años y nos tirábamos horas jugando a la Play. Manu me marcó, pero también Diego Jiménez, Mario Gaspar, Diego Mariño, Juanjo Gracia…", recuerda. Con todos ellos creció en una Ciudad Deportiva alejada de lo que es ahora: "Había un futbolín, una mesa de ping-pong y una tele pequeña para ver partidos. Y a las 22:30, todos acostados. Un día a la semana, con suerte, te dejaban comer fuera. Nos íbamos al Burger King o al McDonald's y era un momento de gloria".

Cerrada su brillante etapa formativa, Joselu comenzó a sobresalir en Segunda con el Villarreal B. "Primero, siendo juvenil, hice 19 goles con el Villarreal C. José Francisco Molina me subió". Al año siguiente marcó 10 tantos en 11 jornadas con el filial en Segunda, se consolidó como la perla de mayor brillo de la cantera y mediado el curso se convirtió en miembro de facto del primer equipo. Allí tocó el cielo y se desesperó.

"El día de mi debut en Champions contra el City fui al baño 16 veces contadas. Yo soy una persona que meo mucho, pero ese día fue abismal. Apenas pude dormir la siesta". Sabía de antemano que sería titular y le pudieron "los nervios". "Corrí 12 o 13 kilómetros, pero apenas toqué balón". Después también disfrutó del Allianz Arena de Múnich y de enfrentarse al Nápoles de Cavani y Hamsik. "Yo era muy vergonzoso, no quería pedir camisetas. Cuando terminó el partido contra el Bayern e iba para el vestuario, escuché un: "¡Joze, Joze!". Miré para atrás y era Tymoschuk: me la quería cambiar".

A pesar de alcanzar un nivel tan alto, Joselu perdió protagonismo y la paciencia.

AUX STEP FOR JS

"Estuve tres o cuatro meses jugando un minuto con el primer equipo y sin poder bajar con el filial. Me cabreé". El Villarreal terminó descendiendo a Segunda y el delantero, que participó en 11 partidos en Primera aquella temporada, pidió salir. "Ellos pretendían que hiciese la pretemporada con Marcelino y que, luego, ya veríamos si me quedaba o volvía al B. Yo no quería. Me cansé un poco del Villarreal. Necesitaba un cambio en mi vida; estaba aburrido. A lo mejor fue un error. En esa época Gerard Moreno estaba en el Villarreal C. Él hizo la pretemporada con el primer equipo y se quedó. Y mira dónde está Gerard Moreno y dónde estoy yo…". De entre un abanico casi infinito de destinos, Joselu eligió al Córdoba para salir cedido.

"También tenía al Elche, que terminó de primero por encima del Villarreal". El Córdoba acabó en mitad de tabla y sin ver al delantero estrella al que habían fichado. "Fui con un alto nivel de presión y las cosas no salieron bien. Vila-real es un pueblo. Allí apenas había afición, te pedían fotos tres o cuatro niños. En Córdoba, si perdías un partido y te veían cenando por ahí por la noche, cuidado. Había más masa social, los ultras, la gente… Mola, pero cuando las cosas no van bien no puedes salir a tomarte una copa, porque vas a dar de qué hablar a la afición. Se juntó todo. Soy una persona que se come bastante la cabeza y tampoco me dieron la confianza y la continuidad que necesitaba. Si en dos partidos no metía gol, al banquillo. Me vine un poco abajo".

Volver al lugar donde fue feliz

Después de ese pequeño bajón, Joselu tuvo claro cuál debía ser su siguiente parada. "Sergi Barjuan me llamó y el Recreativo estaba dispuesto a darme los mismos años de contrato que me quedaban en el Villarreal. Era la oportunidad de volver". Después de una 13-14 inolvidable, con goles y rozando el ascenso a Primera, todo se fue a pique la campaña siguiente. "Vinieron los impagos y aquello fue un desastre. Había jugadores que tenían que pedirle dinero a otros compañeros; el autobús estaba 'chambao', se estropeaba y nos pasábamos dos o tres horas en mitad de la carretera; no había agua caliente en los vestuarios… Yo me acababa de comprar una casa y me debían seis meses del año anterior y seis meses de esa temporada". En Navidades voló del Colombino. "El Mallorca me hizo una gran oferta: me respetaban el contrato y me daban dos años más. En Huelva no me ofrecían ninguna solución. Se me quedaron grabadas las palabras de Oltra: 'Como padre te diría que te fueras, pero como entrenador te pido que te quedes'. Entendió mi situación y me aconsejó marcharme. Perdoné bastante dinero al Recre para que me dejasen ir, pero es como si se lo perdonara a un amigo".

Su aventura en Palma resultó tan positiva como efímera. "De ir del Recreativo allí… Al terminar el entrenamiento tenías la fruta cortada, otras bermudas por si querías ir al fisio, hacíamos noche después de los partidos… ¡Un lujo! Rendí en esos seis meses, pero me fui porque en verano llegó el Chapi Ferrer y en pretemporada no contó conmigo". Y entonces llegó Lugo, su cúspide. "Fue a última hora. No tenía más ofertas. El Mallorca no quería que me marchase, pero necesitaba jugar. Entonces decía: '¿Lugo? Madre mía. Palma, una isla, buen clima, un club de Primera… y ahora me voy a Lugo, que acaba de subir de Segunda B, todo el día lloviendo, con frío'. A veces viene bien dar un paso atrás para pegar dos hacia delante. Fue la mejor decisión que tomé en mi vida".

Allí invirtió la tónica que ha marcado su carrera: un primer año "medio bien", un segundo extraordinario. Joselu se agarró a la supervivencia para sobrevivir y terminó la temporada con 23 goles, como Pichichi de Segunda por encima de Roger Martí, Jorge Molina o RDT y con una cotización que nunca antes había alcanzado. "Sabía que ese año era un punto de inflexión: o empezaba a meter goles o Joselu se iba para abajo. Y me salió todo. Encajaba como anillo al dedo: los compañeros, el estilo de juego, no tener tanta presión, encontrarte bien…". Alejarse de la exigencia de las grandes plazas le sentó bien. "Podías perder un partido e irte a tomar un par de cervezas, nadie te decía nada. La afición, en ese aspecto, es top. El vestuario era muy pequeño: nos cambiábamos todos superjustos, pegados, no había gimnasio… Era un club de Segunda B o de Tercera por instalaciones. Eso te hace valorar más lo que tienes fuera y centrarte en el fútbol. No tienes otra cosa que hacer: entrenarte, dar un paseo por la muralla y jugar. Me parece un club muy bueno para los jóvenes". También se topó con un grupo más sano… y plagado de futbolistas que no lo parecían.

"Mantengo muy buena relación con Carlos Pita, Fernando Seoane o Iriome González. Son gente muy campechana, humilde. No parecen futbolistas: visten normal y hacen cosas normales. No van con un cochazo, con ropa o con relojes. En los vestuarios siempre hay de todo. Algunos no valoran el dinero y se lo gastan en cualquier cosa; otros, como ellos, son todo lo contrario". Para lograr el Pichichi tuvo que rechazar una oferta astronómica de Kazajistán en invierno ("eran tres años y me hubiese solucionado la vida") y aprovechar al máximo los 10 minutos que le entregó Luis César en el partido decisivo ante el Levante: "Era la penúltima jornada, no nos jugábamos nada y Roger Martí, con el que estaba empatado a 22 goles, se lesionó y no le convocaron. Podía adelantarle. Pues Luis César va… ¡y no me pone de titular! Nadie lo entendió. Joder, era algo histórico para el club. Me metió en el 80' y en el 87' marqué. Nunca lo llegué a hablar con Luis ni a pedirle explicaciones. Si no, íbamos a acabar mal… Me resultó raro".

AUX STEP FOR JS

Granada, Oviedo y estar «como de vacaciones»

Joselu acabó contrato y, con 26 años, se convirtió en un caramelo. "Tenía el Leganés, que acababa de subir a Primera; el Getafe; el Málaga… Pero allí me la jugaron. Lo tenía atado con Francesc Arnau y el jeque echó la operación atrás. Entre las opciones que tenía, la del Granada era la que más me gustaba. La oferta era mejor y tenía ganas de volver al sur". Después de un inicio fulgurante, con un intervalo de seis goles en siete jornadas, volvió a caer. "Tuve un problema personal con mi mujer y la cabeza se me fue de mi trabajo. No estaba centrado en el fútbol. Iba a entrenar por entrenar, jugaba por jugar, apenas metí un gol. Joselu no estaba. Vivía en un adosado con piscina, y estaba más a gusto en casa que yendo a entrenar. No estaba centrado, no tenía motivación, no tenía ganas. Tiré por la borda la segunda parte de la temporada".

Terminó sin jugar y el Granada, pese a la insistencia de Diego Martínez por contar con él, le enseñó la puerta. "Había un problema con el límite salarial y yo era una de las fichas más altas. A Adrián Ramos no lo podían sacar, porque venía cedido del grupo chino; Rey Manaj estaba en su momento; llegó Rodri Ríos… El Oviedo me daba cuatro años y decidí irme". De Asturias guarda recuerdos de todo tipo. "Recuperé la ilusión: era un club con una afición increíble, con instalaciones brutales. El primer año fue bueno, el segundo no tanto. Me rompí el menisco y a raíz de ello empecé a arrastrar los problemas de rodilla". La dualidad que preside sus aventuras volvió a perseguirle: "Cuando van las cosas bien, en Oviedo se te ponen los pelos de punta. Cuando llegué allí eran todo el rato fotos, fotos y fotos. Parecía Cristiano Ronaldo. Cuando van mal y la toman con alguien… A mí me afectaba. En redes sociales te insultan. Son cuatro o cinco, no más, pero a uno le duele. Te comes la cabeza, te vas a casa mal… Aun así, el Oviedo, para mí, es uno de los clubes más grandes de España".

Cuando su estrella se apagó en la segunda temporada, se fue al Tenerife… y más de lo mismo.

AUX STEP FOR JS

"Llegué con una ilusión increíble y metí muchos goles en las primeras jornadas, pero ya venía arrastrando los problemas de rodilla. Joselu no tenía esa chispa, esa velocidad, perdía fuerza. Se me quitaron las ganas, estaba como todo el rato de vacaciones. Apenas jugaba y necesitaba un cambio en mi vida. Decidí volver a Lugo".

El final

En el Anxo Carro, donde vivió su mejor etapa, escribió su epitafio. Desde su rotura de menisco en Oviedo jamás volvió a sentirse igual. "En Tenerife pedía resonancias y salía que estaba todo bien. Decía: 'Será de la cabeza'". En Lugo ya se vio muy por detrás de sus compañeros y tomó medidas. "Yo recuerdo que en los partidillos la gente me pasaba por el lado como aviones. Yo notaba que algo tenía en la rodilla, que algo tenía… pero me hacían pruebas y no aparecía nada. Un día me cansé y le pedí permiso al club para visitar en Madrid al doctor Ripoll". Fue el principio del adiós.

"Cuando llegué, Ripoll me dijo que tenía el ligamento cruzado roto. Me quedé en shock. '¿Pero cómo voy a tener el cruzado roto si estoy entrenándome y jugando con total normalidad?'. Se apostó que, si él abría la rodilla, lo tenía roto seguro. Me volví y se lo comenté al Lugo. La semana siguiente fui al doctor Cota, en Vigo, y me dijo prácticamente lo mismo que Ripoll. En las resonancias el ligamento se veía entero, pero por dentro estaba deshilachado". A día de hoy, Joselu todavía no sabe concretar si su caso fue una negligencia por parte de los médicos del club gallego: "Puede ser…".

Lo peor todavía estaba por venir. "Me operé con Cota, pero la recuperación no avanzaba, no avanzaba. Desde que me operé, no he estado tres días bien. Me entrenaba dos, paraba uno, me entrenaba dos, paraba uno… Pensábamos que le estábamos metiendo demasiada carga a la rodilla. Cuando parecía que iba a volver con el grupo, se me hinchaba de nuevo. Aquello no era normal. La situación me estaba agotando y me hicieron un cultivo para ver qué pasaba. En uno de ellos salió que había cogido una bacteria en quirófano (staphylococcus caprae) al operarme del cruzado. Tuvieron que volver a intervenirme y estuve un mes ingresado en un hospital con antibióticos para eliminar la bacteria. Y se eliminó, pero me dejó secuelas: volví a entrenarme en Cartaya y la rodilla se me hinchaba, me bailaba, algo no estaba bien. La bacteria había dañado el ligamento, la rodilla y parte de la tibia".

Las consecuencias son visibles. "Si me tocas aquí (señala), no siento la tibia. Puedes pegarme un bocado, que no sentiré la pierna. Cogí y me fui a Ripoll a pedir una opinión. Me dijo que lo primero que tenía que hacer era dejar el fútbol. La bacteria se había comido un poco el cartílago y estaba empezando a desgastarlo. Si no quería ponerme una prótesis de rodilla con 35 años, tenía que retirarme, volver a operarme y ponerme todo nuevo, porque la bacteria se había comido la rodilla". Y en ello está, asimilando el golpe y rompiéndose al hablar de Martina. "Durante todo este proceso mi mujer y yo cumplimos el sueño de nuestra vida: tener un bebé, nuestra hija. Es lo más grande. Me da mucha pena que no me haya podido ver jugar. En un futuro le contaré anécdotas para que vea que su padre ha sido un buen futbolista".

Sus más de 100 goles y casi 400 partidos entre Primera, Segunda, Copa y Champions dan fe de ello. "Puyol, cuando me enfrenté con él en un Barça-Villarreal, me dijo: 'Para de correr ya, tío. No has parado en todo el partido'. Eso me lo llevo conmigo". Este 11 de febrero es el momento de despedirse de jugar, pero no del fútbol. "Quiero ser entrenador o director deportivo, tener la motivación de levantarme cada día con una nueva ilusión".

Con el ofrecimiento deslizado para regresar al Recre y trabajar con su cantera, Joselu Moreno cierra ya el mejor capítulo de su vida, y lo hace anteponiendo las risas a las espinas: «Con lo bueno y lo malo, he sido feliz. Con eso me quedo».

AUX STEP FOR JS