Walter Pico, de suplente de Maradona en Boca Juniors a fetiche canario: "Cuando marcaba, besaba la pancarta de una pizzería"
El carismático centrocampista de los noventa encuentra en la docencia su pasión, tanto como "los inolvidables" amarillo y azul de Boca Juniors y Las Palmas.

Los rulos de oro de Walter Reinaldo Pico (Argentina, 1969) son patrimonio cultural de LaLiga. Con pasado y presente en Boca Juniors, en Gran Canaria nadie se olvida del que fuese el centrocampista más canchero del Estadio Insular. Fichó en 1996 por 127 millones de pesetas, vino acompañado del Turu Flores -por aquel entonces en el Vélez- y estuvo a un sorbo de mate de ascender a Primera.
Dos años de amarillo transformados en 78 partidos, 13 goles, besos a la pancarta del mítico restaurante italiano 'O' Sole Mio' y miembro de un equipo destinado a soñar con artistas del balón como Orlando, Socorro o Juan Carlos Valerón. "Jugué en el Albacete, en el Extremadura, en el Cartagena, pero la isla es muy especial. Me toca volver dentro de poco, es mi segunda casa", enciende la conversación con Relevo.
Lleva desde enero de 2020 dirigiendo a las inferiores de Boca Juniors, la Sub18, equivalente a quinta división, y "no lo cambio por nada en el mundo, y eso que me han ofrecido dirigir incluso al primer equipo, que ya has visto que está Ander Herrera, jugón". Sin que sirva de precedente, casi que se centra más en hablar de su faceta humana como entrenador y formador, que en el fútbol. Es Walter, con otro pico "y mucho más pelado".
Cinco años dirigiendo en las inferiores de Boca Juniors, Walter. El tiempo pasa rápido y más si lo disfrutas. Te veo bien.
Disfruto en el equipo más grande de Argentina. Desde los 22 años puse mi propia escuela de fútbol, ya sabía que me iba a dedicar a la docencia de futbolistas, a su formación, a su crecimiento. Me alegra tu llamada tanto como la visita, en febrero de 2023, de Miguel Ángel Ramírez, Turu Flores y Carnevali. También estuvieron Brindisi, Morete, Riquelme, Wolff, todo leyendas argentinas. Conectarme con la isla es mágico.
¿Cómo llevas la convivencia con la camada de adolescentes argentinos? ¿Es difícil lidiar con tantos chicos?
Yo rescato muchos valores de vida, eso es tan importante como el fútbol. El deportista argentino es una persona que también tiene sus problemas familiares, de dinero, de distintas índoles. Muchas veces la vida diaria no es la ideal. El amor que uno siente por la profesión es lo más grande y a los chicos les digo que traten de jugar para disfrutar, que entiendan que en la vida también hay que hacer sacrificios para llegar a una meta. De todos los chicos que tengo, habrá un ínfimo porcentaje que llegue a la élite, que se quedarán por el camino. Yo igualmente trato de que sea un buen año para ellos, para tratar de aprender. Mi deseo, mi formación, mi pasión, es encontrar algo más que se lleven los chicos durante el año que estamos juntos, no solo en lo puramente futbolístico, que obviamente debe ser de alto nivel porque están en Boca Juniors.
No dejan de ser niños.
Sí. Pero considero que a nivel generacional, el respeto, el saludar, el interactuar, todo eso se está perdiendo con el tiempo. Hay chicos que son juveniles y los confunden muy rápido por tener muchos seguidores en redes sociales. Eso no es la vida, no es el fútbol. Te digo que son adolescentes y muchos afrontan el hecho de ser incluso padres. Y te digo más. Veo que hoy los chicos necesitan más un abrazo que el hecho de que les enseñe a jugar al fútbol. Pueden tener mucha calidad, pero ese talento debe ser apoyado, hay que mostrar empatía. Por fortuna me llevo bien con todos mis chicos. Con los que triunfan y con los que, con 15 años, están indefensos, con una familia indefensa, y tienen mucha presión por triunfar, luchan contra molinos de viento como diría Cervantes y pretenden sacar a toda su familia adelante. Para rematar, muchos representantes y agentes de futbolistas en Argentina solo quieren ganar dinero. Solo les interesa eso, no miran la parte humana, que es todo. Es complejo. Hago de entrenador, de consejero, de formador. El jugador sabe que está la figura del técnico y, en mi caso, quiero ayudarles en el día a día.
Escuchándote, me da la sensación de que actúas como padre. Y muchos padres grancanarios te recuerdan. Fueron dos temporadas con Las Palmas que te marcaron, y dejaste huella.
Amo Gran Canaria, estuve hace dos años y volveré pronto. Tengo muchas, muchas amistades. Ya sabrás mi historia de la pancarta en el Estadio Insular.
Refréscame esa vivencia.
Los fines de semana, en cada partido en el Estadio Insular, mi amigo Gero, dueño de una famosa pizzería de la isla, llevaba una pancarta al Insular. Cada vez que yo marcaba un gol, me dirigía a la pancarta y la besaba. Todo esto empezó como una tontería entre Gero y Turu Flores, y mira. Salí hasta en el programa "El Día Después". Marqué 13 goles, pues fueron unos cuantos besos. Fue muy popular. Conmigo siempre hubo un cariño muy especial desde el primer día. Estuvo lindo. Me quedé a vivir varios años cuando me retiré.
Los rulos de Walter Pico, mítica estampa de finales de los noventa.
Ya han pasado tres décadas, ahora estoy pelado. Cuando terminó el fútbol, me corté los rulos porque sentí que finalizaba una etapa y comenzaba otra. El cariño y el recuerdo por mi estética también me llegaron y solo tengo buenas palabras en mi etapa allá.
Ver ese pelazo en Primera, hubiese estado curioso, Walter.
Estuvimos a punto de ascender. Me acuerdo de Tito Pompei y Fernando Gamboa, eran chicos que jugaron en el Real Oviedo. Nos enfrentamos a ellos en la promoción por el ascenso a Primera. Pompei curiosamente trabaja conmigo en Boca. Él jugó en divisiones inferiores con el Cholo Simeone, en Vélez. El Cholo, cada año, suele hacer una cena en Argentina con todos esos compañeros de jóvenes, de los setenta. Y estábamos hablando de mi gol con Las Palmas en "La Peineta", donde está hoy el Metropolitano. Fue de media cancha contra el Rayo Vallecano y el linier no me lo cobró. Todavía está corriendo a ver si llega a verlo. Todavía.
Quien ha corrido por salvarse es la UD Las Palmas. Y sigue en ello.
Sí. Con Luis Carrión no empezaron nada bien. Las Palmas era un equipo aceitado con García Pimienta, más rodado, que jugaba lindo, que para mí no concretaba todas las oportunidades que tenía. Ocho meses sin ganar, lo pasaron mal, lo sé. Ahora tienen 23 puntos, y hay un repunte de resultados y de juego. Y de efectividad, de punch. Me parece que el equipo tiene algo para estar ahí, para no pasar apuros. Sé que la zona de abajo esta complicada, pero hay muchos equipos metidos ahí. Me acuerdo del partido de la remontada, la victoria de Diego Martínez en Mestalla. Me gustan Sandro, Fábio Silva, muchos juegan bien. Es verdad que la posesión se ha perdido respecto al año pasado, pero así es el nuevo equipo, las nuevas características. No te digo que van a acabar décimos, pero no 18º.
Kirian, recientemente, se quitó las redes sociales. Leo muchas críticas por su rendimiento. ¿Qué consejo le pueda dar Walter Pico al capitán amarillo?
Son personas, son momentos, a veces es una rachita así nos impide dar lo mejor, pero nos da más fuerzas. Mi consejo es que se centre y que confíe en lo que siempre le llevó a ser un gran jugador de fútbol, un capitán tan querido y un guerrero de la vida. Es tratar de estar centrado, de encontrar el eje nuevamente. Tiene gol, le pega bien a la pelota, tiene ascendencia natural sobre los compañeros, es un referente del club y de Canarias. No tiene que perder de vista todo esto. Tal vez se imponga ahora una presión y se limite por eso. Es un lindo momento para apoyarle más que nunca y que él encuentre tranquilidad en su juego.
Después de un tiempo, no hay argentinos en Las Palmas. Nunca viene mal esa garra albiceleste.
El gen competitivo lo tenemos en Argentina, es nuestro ADN. Somos guerreros, nunca nos damos por vencidos, sacamos lo mejor que tenemos de adentro nuestro. A veces es cuestión de encontrar el jugador que te hace falta para mejorar al equipo. Con la UD Las Palmas, con la historia, hay mucho de eso, sí. Muchos argentinos históricos. Y muchas veces, esa hambre contagia al resto del grupo. Nunca está mal contar con algún argentino.
¿Qué opinas de la gestión del club de Miguel Ángel Ramírez? Lleva 20 años en la entidad.
Hay cosas que uno no ve y sí se producen. Me acuerdo de una conversación con Turu Flores. Me comentaba que Ramírez tenía en la UD un pibe canario, un fenómeno jugando a la pelota. Fui a verle a Barranco Seco y resulta que era Pedri González. Oye, flipé con el chico y con la Ciudad Deportiva, a uno le dan ganas de entrenar ahí. Estas instalaciones son de Primera, como el club, que lo conocen en montón de sitios, sobre todo cuando te presentas en la élite del fútbol español. Eso posiciona a la isla, al equipo, a todo el staff. Hay que darle un valor importante a eso. La gestión del presidente es buena, muy buena.

Récord de abonados, con 25.000 fieles al equipo.
A la afición de Las Palmas, si le das cosas, te va a llenar el estadio. Es así. El club le está dando buenos jugadores y ellos están respondiendo. Representar esa camiseta es único.
Pero dirigir a la Unión Deportiva...
No, la verdad es que no me veo dirigiendo a Las Palmas. ¿Por qué? Yo no me dediqué al profesionalismo porque para mí las divisiones inferiores son un mundo, son mi mundo. Sé que el dinero es inferior, pero es lo que me gusta. Si fuese por dinero, yo no hubiese fichado por Las Palmas siendo jugador de Boca Juniors y teniendo ofertas donde me ofrecían el triple de dinero. Mi vida es donde quiero estar, y yo quiero formar a los jugadores. Para mí es importante los chicos que llegan, que se ven más, y los que no llegan.
¿Y a la primera plantilla de Boca Juniors?
Me lo han ofrecido, empezando por ser el segundo técnico. Pude estar con Cavani el año pasado, y tener a lo mejorcito del fútbol argentino. Es lindo, es un reto que hubiese estado bien, pero no es lo que más me apasiona.
¿Para cuándo un Boca Juniors-Las Palmas?
Estaría lindo, sé que últimamente han estrechado lazos. Hasta yo iría. Pero el calendario es complicado, ahora viene el Mundial de Clubes. Es abrumador para todos. La FIFA solo piensa en negocios, en generar dinero. Y ahí están las lesiones.
Cerramos con dos argentinos. Messi, de la old school, y un talento que apunta muy alto, Nico Paz, nacido en Tenerife.
Nico tiene una linda zurda. Pertenece al Real Madrid y eso significa máxima exigencia y dificultad. Sé además que su padre jugó en el Tenerife y que él nació allá. Honestamente no le sigo mucho porque en Argentina no se ve mucho al Como 1907 de Italia, pero creo que tiene muchas posibilidades de llegar alto. Fábregas de entrenador, es un plus para su trayectoria, y le va a posicionar como futbolista. A Messi… Uno no quiere que se retire. La continuidad en el fútbol al más alto nivel es lo verdaderamente difícil que hizo él. Se retroalimentó con Cristiano Ronaldo y ambos mejoraron a través de esa competencia entre ellos. Maradona, al que no le tengo ningún rencor, todo lo contrario, y Ronaldo Nazário, otro fenómeno, no duraron tantos años arriba. O como dicen mis chicos adolescentes, no aguantaron tanto en su prime.