REAL MADRID

Los vendedores de los puestos del Bernabéu dicen basta: "Tenemos miedo; esto nos está causando problemas psicológicos"

Reclaman volver a la calle Rafael Salgado, de la que han sido apartados, según ellos, "sin motivos de peso". El Ayuntamiento alegó problemas burocráticos y de orden.

Manuel Amor
Salvador Fenoll

Manuel Amor y Salvador Fenoll

Ramona tiene 65 años. Se le nota en las bolsas, alguna arruga y el carácter: "Ahora soy más combativa; si me tengo que quejar de algo, lo hago". Sus padres instalaron un puesto de venta ambulante en los alrededores del Bernabéu cuando ella tenía 17 y a lo largo de cinco décadas ha visto de todo: un coche bomba, dos infartos, peleas de ultras y amenazas de atentados. Nada, dice, le había preocupado tanto como lo de ahora: los comerciantes están en pie de guerra contra el Ayuntamiento ante la imposibilidad de regresar a su lugar habitual en la calle Rafael Salgado, la que pega con el Fondo Norte del estadio.

Un comerciante prepara su puesto en la avenida de Concha Espina.  RELEVO / SALVADOR FENOLL
Un comerciante prepara su puesto en la avenida de Concha Espina. RELEVO / SALVADOR FENOLL

Las asociaciones se quejan y dicen basta. Conviene explicar, antes de nada, que los espacios que dispensan pipas o bufandas se extienden por tres calles: el paseo de La Castellana, la avenida de Concha Espina y Rafael Salgado. En Padre Damián no se trabaja desde hace años por seguridad y para liberar la bajada a la Policía. Las obras afectaron a los vendedores. Los de La Castellana, situados antes donde ahora se prevé la construcción de un parking, fueron desplazados al norte y al sur del paseo, mucho más lejos del estadio. Las ventas han bajado tanto que algunos ya deciden ni montar "porque sale a pérdidas". En Concha Espina se mantiene la actividad. Las preocupaciones, por lo tanto, se centran en Rafael Salgado. Por lo que supone de inmediato (no poder trabajar y dejar de ganar dinero) y por el temor que sobrevuela entre decenas de comerciantes, aunque ninguno lo reconozca ante la cámara: que el Madrid trate de conseguir que esos espacios los explote un gigante y fulmine de alguna forma a los mayoristas.

"Si en Rafael Salgado no se vuelve… ¿quién me dice que yo volveré si me desplazan de aquí?", se pregunta Rubén García, con puesto en Concha Espina. Javier Herrero, representante del colectivo, explica así por qué hasta el momento no han podido regresar a su ubicación de siempre junto al Fondo Norte.

"En abril recibimos un decreto que nos obligó a trasladarnos durante dos meses, finalizando el 30 de junio, de la calle Rafael Salgado. El 1 de julio, cuando empezaron los conciertos, los compañeros de pipas y agua pudieron montar sin ningún problema. Así seguimos… hasta que el viernes previo al primer partido de Liga, a las 13:45 y sin dejarnos margen de reacción, recibimos otro decreto ampliado que nos denegaba la posibilidad de colocarnos donde habíamos trabajado durante todo el verano. Las formas no fueron las mejores. Podían habernos llamado". El Ayuntamiento alegó "un asunto burocrático, de que no tienen recepcionada la calle", como si no hubiesen finalizado las obras, y añadió la existencia de "un problema de orden, pero sin especificar cuál", aunque sí les han transmitido que se trata de "una medida para favorecer a los vecinos". Los vendedores no le encuentran sentido.

"El Ayuntamiento nos ha transmitido que es una medida para favorecer a los vecinos, pero ellos nos dicen que no tienen nada que ver"

Javier Herrero Representante de la Asociación de Vendedores

"Las asociaciones vecinales dicen que ellos no tienen nada que ver y que su problema no somos nosotros, sino el ruido. Preguntamos a la Policía Nacional y Municipal y a los Bomberos si existía algún informe negativo que impida que curremos y nos han dicho que de ninguna de las maneras somos una molestia, que llevamos 50 años y que es absurdo. La medida del Ayuntamiento nos descuadró bastante y nos genera mucha inquietud". Más de 20 familias no pudieron establecerse en la calle durante los duelos contra Valladolid, Betis, Stuttgart, Espanyol y Alavés y tampoco saben cuándo se acabará su calvario.

Uno de los puestos desplazados a la zona sur del paseo de La Castellana.  RELEVO / SALVADOR FENOLL
Uno de los puestos desplazados a la zona sur del paseo de La Castellana. RELEVO / SALVADOR FENOLL

"Hemos ido a un pleno, solicitamos una pregunta y nos han dicho que nos van a responder por escrito en un plazo de 20 días (el período finaliza el 1 de octubre). La calle está terminada y tiene espacio suficiente. Hasta ahora han sido ambiguos. Y empieza el nerviosismo. Si nos dicen: 'Oye, es que la calle aún no se ha recepcionado', pues vale, lo comprendo. Pero necesitamos una respuesta". Rubén suma un factor "discriminatorio": "La calle está teniendo actividad con bares, casetas de helados, todos menos nosotros. Es un poco discriminatorio: o podemos todos o no podrá nadie. La incertidumbre es lo que queremos eliminar. Si no nos dejan volver, a la siguiente calle a la que no nos permitirán regresar será Concha Espina".

Fuentes municipales, por su parte, insisten en que el distrito se ha reunido en varias ocasiones con representantes de los comerciantes y que "se les han ido explicando los motivos de la reubicación" a lo largo del año. Apuntan a que el último encuentro se produjo el 29 de agosto (tras el debut del Madrid en casa ante el Pucela) y que ahí la concejala Yolanda Estrada volvió a aclarar el asunto. Ahora se aferran a que contestarán "por escrito en un plazo de 20 días" a las últimas reclamaciones.

El fantasma

Lo insólito de la situación, que afecta a sus bolsillos y su estabilidad, lleva a algunos a ver fantasmas. Un puñado de comerciantes que prefiere no revelar su identidad recela de una "mano negra" que pretende llevárselos por delante para que "empresas extranjeras instalen 'foodtrucks', como en el Metropolitano"; Javier Herrero, que admite la "preocupación" de los vendedores ambulantes por esa sombra, invita a mantener la calma y despeja las teorías.

"A ver… Vemos la televisión y lo que pasa en el mundo y sabemos que el Madrid es un monstruo económico, pero no creo que vayan a tener nada en contra nuestra, al contrario. Vendemos su producto, somos distribuidores, trabajamos para ellos. No pienso que alguien desee eliminarnos por detrás. El Madrid, en el espacio que tienen cedido por el Ayuntamiento, puede hacerlo; pero que el Ayuntamiento vaya a cederle parcelas públicas al Madrid para colocar a una multinacional… no lo veo. Me parecería una locura", asegura. Sus licencias, como todas las de la Comunidad, se renuevan año a año. Y aunque no sólo se instalan en el Bernabéu (también en el Cívitas, Vallecas, el Coliseum o Las Ventas), los partidos del Madrid suponen su principal fuente de ingresos.

"Hay 80 familias que comen del Madrid. Tienen que entender que deben darnos una explicación. Hay varias teorías, si nos ponemos a pensar: una, un simple descuido del Ayuntamiento por no haber recepcionado la calle; otra, que tienen un conflicto con los vecinos y nosotros somos una especie de chivo expiatorio para contentarles: 'Mire, les quitamos a los vendedores para que estén más cómodos'. Podría ser, pero prefiero pensar que la razón es un despiste. Rafael Salgado es ahora un mundo vacío. No tiene ni alma ni personalidad ni color. Faltamos nosotros". De hecho, se han ofrecido a no vender bocinas ni artilugios que suban los decibelios, como expone Rubén: "Nos hemos propuesto autoregularnos. Si somos un problema para los vecinos el día de los conciertos, no montaremos. Algunos nos dijeron que no querían las bocinas y que podíamos funcionar con baterías en lugar de con motores. Estamos tratando de hacerlo y mejorar".

Así estaban los puestos en La Castellana antes del inicio de la reforma.  GETTY
Así estaban los puestos en La Castellana antes del inicio de la reforma. GETTY

El comercio ambulante es su forma de subsistir y los puestos han ido pasando de padres a hijos. Rubén García recuerda "dormir en las cajas de abajo" cuando su familia empezó a regentar la carpa hace ya 60 años: "Fue su trabajo, es el mío y ojalá sea el de mis hijos". Él dice tener "miedo" por lo que está ocurriendo: "No me sirve de nada mantenerme en Concha Espina si mis compañeros han perdido su puesto de trabajo. Lo peor es que no encontramos una respuesta. Siempre hemos tenido una relación muy fluida con los concejales anteriores (no es así con la actual, Yolanda Estrada); si te dicen sí o no, ya puedes tomar un camino. No contemplamos el no, pero tampoco tenemos el sí. Y eso nos alarma".

Un drama

Este episodio es el último puntapié a su calvario. La reforma, y luego la COVID, han hecho descender sus ingresos de manera notable… hasta el punto de que algunos deciden ni montar en el Bernabéu. Las obras han modificado el comportamiento del aficionado ("antes venían a pasear; ahora llegan a última hora") y les han forzado a trasladar sus puestos a localizaciones menos transitadas y alejadas de las puertas.

"Varias familias ya ni vienen. Entre la Seguridad Social, el permiso anual, el seguro de responsabilidad civil… tenemos más gastos que beneficios". Ramona calcula que su puesto en La Castellana vendía unos 450 euros antes de la remodelación y que ahora, regentado por descendientes, se queda en unos 50: "No merece la pena". Paco lleva 58 años en el paseo y sitúa el porcentaje en un "90%": "Es una exageración. Donde antes despachaba 10, ahora despacho uno. O menos". María va en la misma línea: "Los ingresos han caído en picado. Vendemos menos de la mitad de la mitad. Y con esto mantenemos a la familia".

Todos hacen memoria para desempolvar sus primeros recuerdos. "Mis padres venían con una mesa chiquitita, cuatro caramelos de menta, bolsas de pipas y bufandas fabricadas a mano", dice Ramona, que apunta que el escenario actual les "está causando problemas psicológicos y económicos"; María rescata que su abuela le enseñó la dureza de la calle y a "ser amable con la gente, a desenvolverte con el mundo".

Su prioridad ahora es reinstalar sus puestos en Rafael Salgado y alejar cualquier especulación que les sitúe lejos del espectáculo. La cuenta de X @Puestosbernabeu, con 5.000 seguidores en apenas tres días, amplía su altavoz. "Llevamos 60 años dando brillo y alegrías a todo el madridismo. Esto es más que un trabajo; nos encanta el Madrid. Somos el último eslabón del club, pero nos sentimos parte. Y venimos contentos a currar. Sólo queremos trabajar". El Ayuntamiento tiene hasta el día 1 para dar una contestación a sus demandas.