Tote, un "rebelde" con mil batallas y rabonas, no se corta: "Hoy Valdebebas parece Rusia"
El madrileño repasa en Relevo su carrera antes de que Real Madrid y Valladolid, dos de sus equipos, se enfrenten en el Bernabéu. Y lo hace sin morderse la lengua: "Yo no era el clásico tonto que de la nada te lía una, pero si venías a por mí había problemas".
Para Jorge López Marco, Tote (45 años), hubo algo que era más importante que la lógica: la imaginación. Y la defendió con el temperamento que absorbió en el barrio madrileño de Aluche. Sobre el césped siempre buscó expresarse como las musas le susurraban, un dictado que chocaba con la tiranía de las pizarras y con el carácter de algún que otro entrenador. "En los primeros años era muy rebelde. No era el clásico tonto que de la nada te lía una, pero si venías a por mí había problemas porque no aguantaba las injusticias", dice a Relevo horas antes de que dos de sus exequipos, Real Madrid y Valladolid, se enfrenten en el Santiago Bernabéu (17:00 horas). Si en el área era amigo del quiebro o la rabona ("no era postureo, es que soy zurdo cerrado"), durante esta entrevista, dividida en dos partes, se muestra frontal, sin filigranas. Dispara contra muchos porque se siente despegado del nuevo fútbol: "Ves con voz y voto a gente que no tiene ni puta idea".
Fue en el Atlético donde comenzó a exhibir descaro hasta que Jesús Gil, en una de las peores decisiones de la historia del club, desmanteló la cantera. Voló al Real Madrid, cogido de la mano de joyas como Raúl, para convertirse en uno de los 'niños bonitos' de Del Bosque. Le guio con guante de seda pero también con duras lecciones. Esos valores que mamó en La Fábrica le sirvieron para enfrentarse al mundo: Benfica, Valladolid, Betis, Málaga y Hércules fueron las paradas de una carrera marcada por los goles, las lesiones, la mala fortuna y los encontronazos. En esta primera entrega, abordamos sus primeros años, aquellos en los que prometía espectáculo con actitud de James Dean, hasta que en 2003 dejó definitivamente el Real Madrid. Reconoce tantos errores como balas guarda en la recámara. Tiene para todos. Desde Toshack ("Era un déspota") a Florentino Pérez ("Son tiburones de negocio, gente con la que yo no me identifico absolutamente para nada"). Tote, en estado puro.
¿Desde cuándo te llaman Tote?
Por Jorge prácticamente no me conoce nadie, soy Tote para toda la gente. No tiene sentido, no sé por qué viene realmente. Desde muy pequeñito. Me imagino que es porque yo no sabría pronunciar bien Jorge. Esa es la lógica que le pongo pero no tiene una explicación.
Para quien no te siga la pista. ¿Qué es de tu vida?
Viviendo en Madrid con mi familia, tengo una niña pequeñita y todo el rato con mi hija, la verdad. No hago nada, no trabajo en ningún lado. Alguna cosa en la tele, en El Desmarque en Cuatro, también hablo en Radio Marca. Pero quitando eso no hago nada, me saqué el carné de entrenador, el de director deportivo cuando me retiré, pero no tengo pasión para eso. No me apetece.
¿Demasiadas minas que esquivar?
Yo he sido jugador y sé cómo somos los jugadores en algunos casos y no tengo paciencia. No me merece la pena. Creo que es una profesión muy vocacional, muy pasional para el que le gusta. Y yo esa pasión ahí no la encontraba. La tenía para jugar, pero no para entrenar.
Me da la impresión que el Tote entrenador aguantaría poco al Tote jugador.
Al de la primera etapa no, al de la última ya con la madurez, sí, al contrario. Me agarraría mucho a él para muchas cosas, pero en los primeros años era muy rebelde, era complicadillo siempre que me buscaras. No era el clásico tonto que de la nada te lía una, pero si venías a por mí había problemas porque no aguantaba las injusticias o las cosas que no tenían sentido. Ahí sí me rebelaba mucho.
Un carácter muy barrial. Tú creciste en Aluche (Madrid). ¿Cómo recuerdas aquellos años y aquellas calles?
Soy muy madrileño. Siempre suelo decir que tengo madriditis. Cuando yo salgo de esta ciudad y estoy unos días fuera ya estoy deseando venir. Tuve una infancia muy feliz, en Aluche, un barrio pegado a la Casa de Campo. Era un barrio muy agradable para estar. Lo que ya no hay ahora, te fiabas si ibas a comprar el pan, no todos nos conocíamos... ¿Que había gente jodida? Sí, pero nunca tuve ningún problema. Es un barrio al que le tengo un cariño enorme y suelo ir. Ahora ya es otra historia desgraciadamente, ya no hay nadie de mi época, hay gente de otras nacionalidades, mil locutorios y cosas de esas, pero ha sido un barrio espectacular.
¿En esos años el fútbol estaba presente en tu casa?
Mi padre era aficionado al fútbol, era del Sporting. Bueno, era un asturiano raro porque era del Sporting y del Oviedo, no era antinada. Era muy futbolero, le gustaba mucho, pero él nunca lo practicó.
¿En qué trabajaban tus padres?
Mi padre tenía una fábrica. Fabricaba máquinas de arreglar los zapatos, de marroquinería y también tenía máquinas de coser. Y mi madre trabajaba con él, era la secretaria.
¿Cómo comenzó, entonces, tu camino en el fútbol?
Empecé en un club que mi padre fundó con un amigo, que se llamaba el San Bruno. Comencé jugando desde pequeñito, en Aluche. Luego a ese club lo absorbió Los Yébenes y pasó a llamarse Los Yébenes-San Bruno. Seguí jugando ahí hasta que ya me fichó el Atlético de Madrid.
¿Quién te echó el ojo?
En Aluche, en el Parque Arias, abajo, hay dos campos de fútbol. Al lado de un auditorio. Ahí nosotros nos entrenábamos y compartíamos campo con el Atleti. Había veces que jugábamos contra ellos y su entrenador, Olimpas, se fijó y habló con mi padre. Dio un informe al club y me fichó al Atleti.
El primer gran paso de tu vida.
Fueron años muy bonitos, la verdad. Te dedicabas a disfrutar con el balón, a jugar, no pensabas en absolutamente nada más, nadie te conocía, nadie te juzgaba, nadie te criticaba (risas). Era una pasada. Fui a un campeonato internacional en Portugal, en Montijo, de donde era Futre. Fue mi primer partido con ellos, me salió bien y al año siguiente fiché por el Infantil A, con Marcelino, el exjugador. Y nada, ya entrenábamos en Cotorruelo, salí de Aluche y todo era mucho más profesional. Te daban botas de fútbol, que para mí eso era impensable, te daban calzoncillos, ropa para entrenar, toalla para ducharse. Sólo tenías que llevar un neceser y eso, para un niño que no había empatado con nadie, es otro mundo. Para mí es el paso más grande que di, mucho más que cuando llegué a Primera o cuando estuve en el Real Madrid. Ahí sí que aprecié lo que era. Era un sueño, era como los Reyes Magos, ¿no?
A lo mejor pocos te recuerdan con la camiseta del Atleti y sí más con la del Madrid, el Valladolid, el Betis o el Hércules. Sin embargo, la foto que tienes en tu WhatsApp eres tú, de niño, vestido de rojiblanco. ¿Eres más del Atleti que Vicente Calderón?
Sí, sí. A ver, mi tío, que era muy madridista, me llevaba mucho de pequeño al Bernabéu. Y mi abuelo también era del Madrid. Lo que pasa es que yo cuando empiezo con el Atleti me dan un pase al Calderón como jugador de la cantera. Y para acompañarme, mi padre se hizo socio y mi madre compraba la entrada. Iba todos los domingos a ver a Futre, que era mi ídolo en esa época, con Schuster, Manolo, Vizcaíno, toda esa gente. Ahí ya me hice muy del Atleti. Fue muy difícil salirme de ahí. Me enamoré, era una sensación muy bonita. Y bueno, no sé, esos son los sentimientos de mi equipo. La pena es que no he podido nunca jugar en el primer equipo del Atlético. Es la única espina que tengo.
¿No hubo ninguna opción de ir durante toda tu carrera?
Sí, en el 2003, al salir del Madrid, mi padre se reunió con Jesús Gil, pero por temas de representantes, que se metieron por medio, quitaron la operación… Los rollos que hay en el fútbol y la mierda que hay metida, que los que no tienen que ser protagonistas lo son más que los que tienen que serlo y así funciona este mundo. Al final me tuve que ir al Betis. Pero sí, estuve a puntito.
Te noto cierto desencanto.
No, no, desencantado no estoy. Ya conozco muy bien cómo funciona esto. Me da pena que los que no tienen que tener poder, lo tengan. Esto es muy parecido a la vida. Los que menos capacidad tienen para tomar decisiones son los que las toman. En el fútbol es lo mismo. Ves con voz y voto a esa gente que no tiene ni puta idea. Me da mucha rabia. Por eso digo que esos primeros años en la cantera del Atleti, de niño, antes de conocer todo esto, eran maravillosos.
"Estuve a punto de jugar en el Atlético, pero por temas de representantes... Los rollos y la mierda que hay metida en el fútbol"
¿Coincidiste con Raúl en el Atlético?
No. Yo estaba en el Infantil A y Raúl en el Cadete A. Pero lo veía mucho por allí. Coincidí con Miguel, el hermano de Alfredo Santaelena, con Maldonado, Cubillo… De Raúl se hablaba mucho ya. Porque, además, ese Cadete con De Paula fue un equipo campeón de España, que batió récord de goles y todo. Él jugaba con el 10 arriba y metía muchos goles. Cuando eres pequeño no conoces a los jugadores del primer equipo, pero sí al que está superior a ti, de ese sí que te llega mucho, porque a lo mejor ellos jugaban antes que nosotros, o al revés, y yo me quedaba a verles. De Rubén Rey, un mediocentro que era muy bueno, y de Raúl se hablaba mucho. Me dio mucha pena lo que pasó con la cantera del Atleti.
Jesús Gil cerró casi al completo la cantera y el tiempo demostró que fue una decisión desastrosa. Mucho talento acabó en el Real Madrid, por ejemplo. Raúl, tú...
Si no hubiese pasado eso nunca me habría ido del Atleti. En mi caso concreto pasó lo siguiente. El club cambió de nombre al equipo, pasó a llamarle Atlético Chopera. Me querían pagar estudios, muchas cosas, pero mi padre dijo que no era un problema de dinero, que él se quedaba si el equipo era Atlético de Madrid, si era Atlético Chopera ya no nos interesaba. Y a mí, a última hora, ya venía a verme a Cotorruelo Paco de Gracia, que trabajaba en el Madrid. Al final me fichó. Mi padre me habló y me dijo: 'Mira, es una oportunidad también muy buena, sigues estando en casa, es el Real Madrid y esto es el Atlético Chopera, no sabemos esta gente lo que va a hacer, si va a quitar la cantera... Me parece un riesgo'. Y decidimos irnos al Madrid. Fuimos varios, Raúl entre ellos.
¿La primera vez que te viste de blanco fue un shock?
Sí, el cambio del barrio al Atleti fue grande, pero del Atleti al Madrid fue mayor. Vas a la Ciudad Deportiva y hay doscientos niños, chicos que venían de todas las partes del mundo, con una ilusión enorme. Yo decía: 'Aquí no me voy a quedar, es imposible'. Además, por lo que pasó antes de llegar…
Cuenta.
Pues antes de ir al Madrid, en la Copa de la Federación, estaba jugando en mi barrio al fútbol. Porque yo, aún estando en el Castilla, jugaba con mi equipo y por las tardes tenía otro con los colegas, yo me jugaba otro partido de fútbol sala con los amigos. Ahora eso es impensable porque ya estás tocando pelo, estás en el Castilla… Pues yo me jugaba dos y tres partidos por las tardes después de estar a las 12:00 con el Madrid en la Ciudad Deportiva contra el Langreo, por ejemplo. Bueno, lo que te iba a contar. Antes de ir al Madrid, estaba jugando en el barrio, un amigo me hizo una zancadilla y me di con la rodilla en el bordillo. Al día siguiente jugaba con el Atlético. Con la rodilla inflamada. Al final tuve que parar seis o siete meses, imagínate.
Entonces, ¿fichas por el Madrid lesionado?
Exacto. Llego lesionado y veo lo que hay ahí y pienso: 'Me van a echar de aquí'. Pero apareció Del Bosque. Me dijo que tenía muchas referencias mías y que me iba a curar allí con el doctor Herrador. 'Te vamos a tratar aquí y cuando te cures y yo te vea, decido', me soltó. Estuve muchos meses parado, volví a jugar con el Cadete B y me dijo que le gusté. Gracias a él me quedé.
Desde aquel día, ¿cómo fue tu relación con él?
Me dijo que mientras él estuviera yo iba a hacer todos los pasos de la cantera, que no iba a saltarme categorías. Y así pasó: desde el Cadete B pisé todos los filiales. Vicente seguramente ha sido mi padre futbolístico. Es el que me ha tratado mejor. Me ha cuidado. A veces tuve algún encontronazo con él pero por lo que te decía, mi rebeldía, era joven.
¿Cometiste muchos errores?
Mira, yo me quise ir al Atlético estando en el Castilla porque tuve un problema con Miguel Ángel Portugal, que es otro tipazo. Esa fue una gran equivocación, no tenía que haberlo hecho. Pero era la rebeldía mal entendida, cuando eres un niñato… Quería irme porque hubo un partido que no me puso. Tonterías pero que tienes que pasar por ese proceso para aprender, y que te digan: 'Chico, por ahí no vas'. Lo entendí, ellos me enseñaron a ser profesional y a saber que el Real Madrid está por encima de ti. Pasa con todos los jugadores del mundo pero si encima tú no eres ninguna estrella mundial... Me lo dejaron claro y mira, pude disfrutar.
"Tuve un problema con Miguel Ángel Portugal. Me quise ir al Atlético estando en el Castilla y me equivoqué, pero cuando eres un niñato..."
¿Cómo llegas al primer equipo?
Pues coincidió todo en ese enfado en el Castilla. Me tiré como ocho jornadas sin convocar por lo que había hecho, por querer ir al Atleti. Antes, los jueves, el Castilla jugaba partidillos con el primer equipo. Ese mismo día no empecé de titular y me iba a ir al vestuario. Dije: 'Mira, me piro'. Entonces vi a mi padre en la grada y pensé: 'No, esto no lo puedo hacer porque es una falta de respeto hacia él'. Y me quedé. Ese partido, si no recuerdo mal, acabó con victoria nuestra por 1-5 con tres goles míos y dos asistencias. Me vio Toshack, esa semana me entrené con ellos y debuté en San Sebastián. Para que veas lo que es la vida, dónde está tu momento, si me llego a ir igual estaría jugando en Regional. Me quedé y jugué en el primer equipo.
¿Qué recuerdos tienes de ese debut?
Muy bonito. El tema es que Toshack había tenido problemas con Suker, se había peleado con medio equipo y Raúl en ese partido estaba lesionado. Entonces tiró de mí y muy bien. Me tocó en la habitación con Fernando Redondo, un tipazo al que admiro y que a día de hoy es mi amigo. Se portó conmigo increíble. Su figura impresiona porque tiene una personalidad muy marcada, un grande de verdad. Me fijaba en todo, yo no hacía ruido. Karanka, sobre todo, me quería acojonar: 'Vas a ver como te muevas'. Me la liaron (risas). Muy bonito, es el sueño de tu vida, Primera división. Yo sólo quería jugar un minuto para decirle a mis padres que todo el esfuerzo que habían hecho había merecido la pena. Jugué 20 minutos más o menos, salí sobre el 70' y lo disfruté mucho. Era un equipazo: Redondo, Raúl, Hierro, Panucci, Roberto Carlos…
Y Toshack, con el que no había buena sintonía, por decirlo de manera amable. ¿Qué opinión tienes de él?
Sueles tener un recuerdo increíble del entrenador que te hace debutar. Yo lo tengo muy malo. Me parece un déspota, no me gustó nada. Tengo que agradecer que me pusiera, sería muy mala persona si no le agradeciera eso. Pero como tipo no tengo buen recuerdo.
¿Tuviste algún problema personal con él?
En general. Luego, después de una pretemporada en Turquía estuvo muy mal para decirme que no contaba, que no iba a estar en el primer equipo. De muy malas formas. Le dije: 'Muy bien, tengo cuatro años firmados'. Me contestó: 'No, pero ya para no entrenar'. 'No, no, yo entrenaré cuando a mí me dé la gana. Tendré que buscarme equipo. Usted, ¿qué se cree? ¿Que soy una naranja que puedes dársela a uno y que se la coma? Soy persona, tengo mi familia, mis cosas…'. Nada, de muy malas formas para un chico de 19 años.
"Sueles tener un recuerdo increíble del que te hace debutar, pues yo de Toshack lo tengo muy malo. Un déspota, no me gustó nada"
¿Cómo acabas en el Benfica?
Yo en el Madrid C tuve un entrenador, Martín Delgado. Junto a Villa, que fue preparador físico mío, se fue con Heynckes al Benfica. Con Martín Delgado tuve un año espectacular. Me dijo que me marchara con él. Yo tenía ofertas del Valladolid y de algún otro equipo, pero me fui, me pagaron muchísimo dinero. A mí, que no había empatado con nadie. Significaba también jugar en un grande, hice la presentación con Eusebio, la Copa de la UEFA... Metían en el campo a 90.000 personas. Pasé de las 2.000 de la Ciudad Deportiva a 90.000, de no conocerte nadie a pararte por la calle en Lisboa. Pero no tuve suerte, no me terminé de adaptar. Llegué con la liga empezada, entré poco a poco y cuando me empecé a soltar, cuando mejor estaba funcionando, incluso de titular, en una acción tuve un esguince interno en la rodilla, me tuvieron que poner una rodillera con alambres y todo. Mala suerte. Estuve cerca de tres meses parado. Y me cortó, fue muy complicado para mí, pero la experiencia fue espectacular, su afición es increíble.
Vuelves al Real Madrid, pero ya es otro. Año 2000. Aterriza Florentino Pérez con Figo bajo el brazo. Un punto de inflexión.
Sí, todo cambia. Yo me he criado en un Madrid con Del Bosque, con Pirri, con Mezquita, con el doctor Herrador, con gente muy humana y gente que hacía Madrid y que era el Madrid. O sea, ibas a las ocho de la mañana a la Ciudad Deportiva y estaba Del Bosque en un banco, lloviendo, con un abrigo, viendo entrenarse a los alevines. Esos son el Real Madrid.
¿Florentino y los que aterrizaron con él no eran el Madrid? Ficharon a Figo, Zidane, Ronaldo, Cristiano, ahora a Mbappé…
Es otra historia. Son gente que no tienen contacto, gente con la que yo no me identifico absolutamente para nada.
¿Por qué?
Son gente de postureo, son gente que no son de fútbol, son gente de negocio, son tiburones de negocio, ¿no? El Madrid para ellos les importa lo que les importa, van a hacer negocio y a estar ahí. Luego esto ya es otra historia. Al entrenar tú compartías vestuario y gimnasio con el primer equipo. Tú veías a tus ídolos. Ellos te daban botas, gente como Hierro te preguntaba, muchos se quedaban a vernos jugar. Entonces, te conocían cuando llegabas al vestuario. Y tú te emocionas. Hoy Valdebebas parece Rusia. Los niños tienen que comer con los del primer equipo. Tienen que estar con ellos, tienen que relacionarse.
"¿La llegada de Florentino al Madrid en el 2000? Todo cambia. Son gente con la que yo no me identifico absolutamente para nada. Tiburones e negocio"
Ese año 2000, con Del Bosque en el banquillo, te quedas en el primer equipo.
Hubo un partido clave en pretemporada. Fuimos a jugar a Milán. Ganamos 1-5. En el segundo tiempo salimos Rivera, Etoo, Guti, yo… Lo hacemos espectacular, la verdad, les damos un baño. Riverita y yo nos quedamos en el primer equipo y muy bien, una experiencia increíble, el primer año de Figo, de todos estos monstruos, pero, claro, juegas muy poquito. Es lógico, no puedes estar al nivel de esta gente, tienes gente delante increíble. Juegas un partidito de Champions, cuando ya estás clasificado, en Liga a veces entras a falta de 10 minutos, la Copa sí la juego entera, pero no puedo hacer más, es normal. Yo lo sabía, pero me quedo porque te dicen que no te vayas, que estarás en el primer equipo. Y fue un año de aprendizaje. Además, quería probarme, ver si en un entrenamiento podía encarar e irme de Roberto Carlos o de Hierro, por ejemplo. Y estabas en Madrid, con tu familia. No me apetecía tampoco irme a otro lado, venía de Portugal, de esa experiencia que no salió bien. Al final ganamos la Liga y ya sí, volví a salir.
Al Valladolid.
Posiblemente sea el mejor año de mi carrera. Me junto con gente joven, con mucha hambre, muy buenos, que no de canteras, que no habían tenido oportunidad tampoco en los primeros equipos, estoy con Luis García, que era un pelotero; Fernando Sales; Fernando, el Boquerón, que con el que había estado en la cantera del Real Madrid; Caminero; Eusebio; Bizzarri; Ricardo… Teníamos un grupo espectacular, dentro y fuera del campo. Y hacemos una temporada… Porque no tuvimos ambición. Si la hubiéramos tenido habríamos jugado la UEFA porque estuvimos todo el año ahí, a tres, cuatro puntos.
¿Por qué faltó esa pizca de hambre?
Bueno, porque somos chicos jóvenes, muchos sabíamos que también era un año de paso, yo tenía que volver a Madrid porque estaba cedido. Muchas veces te falta experiencia y fue una pena, se nos fue. Ganamos en Mestalla al Valencia que conquistó la Liga, ganamos en San Mamés, al Madrid le ganamos en casa y empatamos en el Bernabéu… Éramos un equipo dentro y fuera.
El empate en el Bernabéu fue aquel del silbido de Harold Lozano que engañó a los jugadores del Madrid. Creyeron que el pitido era del árbitro y la jugada acabó en el gol de Fernando.
Eso es. Yo soy el que coge primero el balón y se la doy a Fernando cuando pita. Harold ya lo hacía en los entrenamientos. Lo hicimos en Asturias, en un partido de pretemporada con el Sporting. No hablamos de practicarlo en el Bernabéu, pero ya entendíamos que cuando pasara, nosotros íbamos a seguir. Y así fue. Cuando cojo el balón, Hierro me dice: 'Niño, para, que ha pitado'. Y le contesto: 'No, no ha pitado, no ha sido el árbitro'. El colegiado también decía que no había pitado, que había sido alguien del público. Y claro, fue gol legal porque él en ningún momento pitó. En ese momento fue el 1-1. El partido acabó 2-2. Empatar para ellos era jodido, pero por dentro nos descojonábamos, porque es una pillería.
Rompiendo pronósticos.
Mira. Tuvimos 14 aciertos en la quiniela, que siempre la hacían tres compañeros del equipo, y los que la hicieron pusieron que ganaba el Madrid, un '1'. Nosotros siempre que jugábamos poníamos que ganábamos o, como mucho, empatábamos. O '1X' o 'X2', nunca poníamos que ganaba el otro. Pero en ese momento dijeron estos: 'Con los Galácticos y todo, cómo vamos a ganar, no me jodas'. Y pusieron un '1'. Por culpa de eso nos quedamos sin 15 aciertos.
"Siempre poníamos en la quiniela que ganábamos o, como mucho empatábamos. Contra los Galácticos dijeron: 'Cómo vamos a ganar, no me jodas'. Pues al final empatamos... y teníamos 14 aciertos. Nos quedamos sin el pleno"
Has dicho antes que en el Valladolid sentías que erais un equipo dentro y fuera. ¿Serlo lejos del césped es sinónimo de muchas cenas y sobremesas?
(Risas) Éramos un grupo joven, solteritos, imagínate. Hacíamos cenas de equipo porque nos llevábamos muy bien, iba toda la plantilla. Salíamos todos y eso es muy difícil, que una plantilla de 25 futbolistas vayan todos a una cena un jueves. Nadie se lo perdía. Eso te dice mucho de cómo nos llevábamos. Teníamos a Pepe Moré de entrenador, también. Fue el primero que me dio una camiseta y me dijo 'gánatelo'. Jugué todos los partidos, me lesioné solo una vez. Muy bien, disfruté enormemente. Fue la primera vez en que me sentí realmente jugador.
Pucela resultó el lugar idóneo para sacar a relucir tu inspiración. La afición esperaba los partidos para ver tus rabonas.
Las rabonas las hice siempre, desde pequeño, lo que pasa es que en Valladolid adquirieron más relevancia.
¿Era un recurso más por necesidad o para alegrar al tendido?
Nada de postureo. Yo soy zurdo cerrado y tenía mucha más confianza en hacer eso que en darle de cualquier manera con la derecha. Con la diestra no me sentía cómodo. Me solía salir bien por eso. Recuerdo que di así una asistencia a Fernando ante el Mallorca e incluso marqué al Athletic.
"¿Mis rabonas? Nada de postureo. Soy zurdo cerrado y tenía mucha más confianza haciendo eso que en darle con la derecha de cualquier manera"
También te llevaste algún palo por eso. Recuerdo aquella rabona como jugador del Real Madrid la siguiente temporada, contra el Recre. Llevabas sólo 13 minutos, un gol podía cerrar la Liga y delante de la portería remataste con ese recurso y fallaste.
Sí, no tuve suerte, lo recuerdo perfectamente. Si llega a entrar el gol es otra historia, pero cuando no entra... Si tienes que evitar hacer cosas por lo que digan, no harías nada en la vida, ni saldríamos de casa.
Aquella temporada, en 2003, fue la de tu último regreso al Madrid después de ese gran año en Zorrilla.
Sí. Vuelvo porque me equivoco yo.
¿Cómo es eso?
A mí Valdano me llamaba mucho en Valladolid para felicitarme y me creo que voy a tener hueco en el Madrid, que voy a poder jugar. Me equivoco. Tenía que haber seguido en Valladolid dos o tres años más, jugar todos los años treinta y pico partidos. Fue una equivocación mía y ya está. Aquello me cambió mi carrera entera porque estuve un año prácticamente parado, jugué muy poquito, como diez o doce partidos. La Copa del Rey es verdad que la jugué entera hasta que nos eliminó el Mallorca, pero ese partido no lo juego porque querían que me fuera cedido. Yo dije que no me iba, que me iba a quedar hasta junio, pero ellos me sacaron de la convocatoria por si me lesionaba. Fue un tema de arriba y me sacaron. El Mallorca, con Etoo, nos eliminó. Este año me partió porque venía muy bien de Valladolid, con ritmo, haciéndome poco a poco. Otro año parado marca. Si yo sigo en Valladolid un par de años más soy otro jugador distinto. Porque empiezo a coger ya experiencia, me voy ya con dos años jugados, con veintipocos años. Y eso es otra historia. Pero al final, nada, yo no estaba hecho.
¿Tampoco mentalmente?
Para aguantar en Primera, en todo un Real Madrid, yo no estaba hecho. Venía de un equipo pues para no bajar, para disfrutar en Valladolid, que nos sale todo espectacular, pero no tenía esa madurez para poder coger otros retos. Si yo me hubiera quedado dos años más en Pucela, sí podía haber enfrentado cualquier reto, porque ya mi fútbol y mi físico ya hubieran estado mucho más formados.
"Me equivoco volviendo al Real Madrid. Tenía que haber seguido en el Valladolid. Aquello cambia mi carrera"
Dijiste antes que te creías que ibas a jugar en el Madrid. Pero ese equipo ya era el de los Galácticos, con Ronaldo arriba. Mucha tela.
Por eso, me equivoco. Cuando estuve en el primer equipo, el primer año, era imposible, ahora todavía más. Imagínate, pues otro año lo mismo. Muy complicado, muy complicado. Otra experiencia, porque entrenar con ellos es una experiencia. Entrenar con estos monstruos me encantaba. Pero ya no es como el primer año, yo ya quería empezar a jugar, ya quería ser protagonista. Ya no aguantaba solo entrenar y estar con ellos. Ya no me valía. Me valía el primer año, pero ya no me valía más. Y he de decir que los grandes siempre se portaron conmigo de forma espectacular. Si ellos iban a cenar, rápido me decían de ir a cenar con ellos. Ronaldo, por ejemplo, un tipo genial. Tenía una filosofía de vida muy bonita, disfrute y sonrisa. No se preocupaba por nada. Si no hubiese tenido aquella lesión en la rodilla no hubiera tenido techo. Vino al 40% y él e Iker Casillas ganaron prácticamente la Liga.
Una Liga, por cierto, que acabó en un incendio en el Txistu, con Hierro y Del Bosque despedidos. ¿Qué pasó ahí dentro?
Recuerdo que les habían engañado en algo a los jugadores, ¿no? Ya venía de atrás y no querían hacer depende de qué cosa porque les habían engañado. Al final pagó el que daba la cara, que era Hierro, que siempre daba la cara por todos. Y luego Vicente, que era otro tipo que no era pelota ni le hacía la rosca a nadie. Al final este mundo funciona así. Y a los dos les cortaron la cabeza.
Pasado el tiempo, ¿has hablado con ellos sobre el asunto?
No, algún día con Hierro lo comentamos en alguna reunión entre algunos veteranos, pero tampoco quiere sacar el tema. Él dijo que tenía una posición muy tranquila, hizo lo que tenía que hacer, sabiendo las consecuencias que había, porque no era tonto, sabía lo que iba a pasar y tuvo personalidad y huevos para, aun así, ir de frente.
¿Sientes que el fútbol ha cambiado?
Hay pocos jugadores de talento ahora, hay pocos futbolistas de barrio, ahora son más robots. Los entrenadores para mí hablan demasiado y mandan demasiado, y al jugador, sobre todo a los buenos, al 10, a los de talento, tienes que dejarles, no darles tantas órdenes porque esto es un juego, y los juegos también tienen una parte de azar, y una parte de genialidad, y una parte de inventar. Hoy los partidos no me divierten, hay muchos que me cuesta verlos.
Ancelotti, entonces, es de los que te gusta.
Claro, y Del Bosque era igual. ¿Qué vas a decir al final a Guti? ¿Qué vas a decir a ese tipo de jugadores como Mbappé? Hay que dejarles. Chico, diviértete, pide el balón, tenlo mucho y no te canses de jugar y divertirte. Venga, entrenar con alegría, porque qué vas a decir a estos jugadores. El fútbol va para otros derroteros y yo soy más nostálgico, me gusta más el fútbol de antes.
"Hay pocos jugadores de talento, ahora son más robots. Y los entrenadores hablan demasiado. Hoy los partidos no me divierten, algunos me cuesta verlos"
Yo, que tengo también un punto vintage, me animo viendo a jugadores como Mbappé, Vinicius y Rodrygo. Supongo que no apartas la mirada al verles juntos…
Hombre. Vamos a ver, lo lógico es que funcionen, tienen cualidades, muchas piernas, arriba te matan con el ritmo y el gol. Lo lógico es que por delante el Madrid tiene una gran época.
¿Crees que tanta estrella arriba construye un muro para los delanteros de La Fábrica?
Imagínate, en la cantera están como están, es imposible. El otro día, Carvajal era el único jugador español que había. Sólo falta cargarte a Carvajal, no puedes. España, en todas las categorías, están ganando. El jugador español es muy bueno, Lamine, Fermín… Fíjate, qué maravilla. Pero vale más irte fuera, gastarte 80 millones y lo que se quede por el camino… Esto funciona así.
Tampoco el Madrid tiene un Mbappé en la cantera.
No, pero sí tienen muy buenos. Me niego a pensar que no haya un Tchouameni o un Camavinga en la cantera, bien trabajados. Pero bueno, ya te dije que soy muy nostálgico.
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[En la segunda parte de esta entrevista, Tote repasa la línea de vida que siguió tras abandonar definitivamente el Real Madrid. Esa que le llevó a jugar en el Betis, el Málaga, una segunda etapa en el Valladolid y en el Hércules. En esa revisión histórica se hacen hueco "los piratas" del fútbol y varias miserias. Se revuelve cuando habla de Lopera, se enciende al recordar a Serra Ferrer, lamenta el pinchazo del proyecto del Hércules por culpa de los impagos y aclara aquel episodio en el que su nombre estuvo vinculado al amaño de partidos].