La tormenta perfecta que aleja a los candidatos de la presidencia del Real Madrid: avales, estatutos y la popularidad de Florentino Pérez
El Madrid tiene los estatutos más restrictivos dentro de los clubes de su naturaleza en la liga española, lo que, ligado al crecimiento del club en los últimos 20 años, hace que casi nadie pueda y quiera presentarse contra el mandatario blanco.
El Real Madrid se enfrenta a un nuevo proceso electoral, aunque muy pocos piensan que se vayan a ver las urnas en el Santiago Bernabéu. Como viene pasando en los últimos 16 años, el club convoca el proceso pero solo se encuentra un candidato, Florentino Pérez, que puede terminar este nuevo ciclo presidencial con 82 años. Esta falta de alternativas, o calma social, según se mire, contrasta en buena medida con lo que ocurre en el Barcelona y el Athletic, que también son clubes deportivos y, normalmente, sí tienen comicios completos con votación final cada cuatro años.
La explicación de este fenómeno es multifactorial, aunque en la raíz de todo están los estatutos del Real Madrid, que son los que regulan la vida social del club y, consecuentemente, también los requisitos que se imponen a los candidatos a la presidencia.
La mayor parte de ellos son bastante estándar (ser español, mayor de edad, no tener sanción que inhabilite, estar al corriente de pago, no tener cargo directivo en otro club ni ser profesional en activo) pero los dos restantes son en el Real Madrid más duros que en el resto de los clubes deportivos.
El primero tiene que ver con la antigüedad. El Real Madrid, tras un cambio estatutario que se llevó a cabo en 2012, aumentó a 20 años de socio los necesarios para optar al cargo más importante del club, dejando en 15 los que quieran ser vicepresidentes y 10 el resto de los candidatos a la Junta Directiva. Este requisito dobla los 10 años que se necesitan para ser presidente del Barcelona, mientras que en el Athletic y Osasuna solo se exige uno.
En su momento, Florentino Pérez argumentó la necesidad de cambiar aquella normativa para proteger al club de, por ejemplo, jeques árabes que pudiesen llegar con poco tiempo a la presidencia y convertirlo en algo diferente a lo que es, un club deportivo. Las malas lenguas, sin embargo, señalaban a que con ese procedimiento fue capaz de sacar de la carrera a algún posible adversario para las siguientes elecciones.
El siguiente punto importante para entender todo esto es sobre el que dan vueltas y vueltas todos aquellos que alguna vez se han propuesto la difícil tarea de aspirar a la presidencia: el aval. Lo primero que dice sobre eso es que el candidato debe "aportar, en su momento, aval bancario en los términos, condiciones y cuantía que se establece estos Estatutos y conforme a los requisitos exigidos en los números 3, 4 y 5 del apartado C del presente artículo".
En esos tres puntos se establecen las condiciones del aval. Se habla de "un pre-aval bancario de cualquier Entidad de Crédito, Banco o Caja de Ahorros registrada en el Registro de Entidades del Banco de España, garantizando como mínimo un 15% del presupuesto general de gastos del club en cuyo texto se hará constar que este se convertirá automáticamente en aval definitivo en caso de que dentro del procedimiento electoral resultase elegida dicha candidatura". El presupuesto actual del Real Madrid es de alrededor de 1.100 millones de euros, por lo que habría que avalar 165 millones de euros.
En el siguiente punto se especifica que debe ser avalado con el patrimonio personal de los candidatos; es decir, no pueden tener un avalista externo o algún patrocinador para esa cifra.
Estos dos matices son muy importantes para entender los motivos por los que el proceso es más duro, y consecuentemente restringe mucho las opciones, en el Real Madrid que, por ejemplo, en el Barcelona. En la entidad azulgrana los avales que se exigían no necesitaban de un preaval; es decir, los candidatos se presentaban sin más y se comprometían a tener el aval cuando fuesen elegidos, no tenían que suscribirlo con anterioridad. Por eso Laporta fue elegido y luego sufrió hasta conseguir recaudar el aval. Todos los conocedores de estos procesos cuentan que es mucho más fácil encontrar avalistas cuando se es presidente electo que cuando uno es un mero candidato. Es el atractivo del poder.
Durante muchos años se atribuyó este articulado a la Ley del Deporte, pero en la actualidad el requisito del club blanco está desligado del texto legal. Es cierto que en la antigua ley, la de 1990, se hablaba de un 15% del presupuesto como aval, pero en el último texto, de 2022, se quitaron las mismas argumentando que los procesos de control económico han hecho "innecesaria la garantía del aval" apuntando que la supresión del requisito ayuda a que se "democraticen las estructuras y facilitan el acceso de candidaturas a la presidencia de los clubes". De hecho, en los últimos Estatutos del Real Madrid, publicados en su web, ya no se cita el requisito legal, aunque el aval sigue existiendo para ser candidato a presidente o miembro de la Junta Directiva.
La supresión del aval en la ley llegó incluso antes del último texto, pues ya fue modificada en 2021 para quitarlo. En aquel momento se llevó a cabo a propuesta del PNV, en un acto que benefició a Joan Laporta, a quien los avales le habían puesto las cosas muy difíciles. Porque los avales buscaban sufragar las posibles pérdidas económicas del club, y claro, después de la pandemia los directivos se veían abocados a que los avales fueren ejecutados para responder con su patrimonio los números rojos de sus entidades.
Es perfectamente válido y legal que el Real Madrid imponga ese aval. Primero, porque el artículo 74 de la ley vigente, la de 2022, remarca que "los clubes que hayan decidido no constituirse en sociedad anónima deportiva, deberán establecer en sus estatutos libremente los requisitos para ser miembro de sus juntas directivas, tales como avales o antigüedad". Es, por lo tanto, prerrogativa de los clubes imponer sus propias normas. Por si esto fuera poco, una sentencia del Tribunal Supremo en 2018 avaló los estatutos del club tras un proceso legal impulsado por algunos socios.
El problema del aval... y la popularidad de Pérez
Los que han soñado con ser presidente del Real Madrid, como explicó Eugenio Martínez Bravo en una entrevista reciente con Relevo, saben, sin embargo, que este requisito es una cuesta demasiado escarpada para la abrumadora mayoría. La ley del 90, la que establecía ese 15%, estaba pensada para un tiempo en el que los clubes eran empresas pequeñas, con muy pocos trabajadores y presupuestos modestos. En los últimos 25 años, y en buena parte por la gestión del propio Florentino Pérez, el presupuesto del Real Madrid se ha disparado, haciendo cada vez más difícil llegar a lo que pide el aval. Son pocos, cada vez menos, porque el club sigue creciendo, los que pueden acceder a esa cifra.
Eso es parte de la explicación, pero no toda. Hay un motivo más que tiene que ver con el aval que lleva a muchos a pensárselo dos veces: formalizar uno por esas cifras no es barato y ese gasto será siempre a fondo perdido. Es decir, un potencial candidato, aunque tenga el patrimonio necesario para presentarse, deberá acudir a un banco —a una entidad radicada en España, de hecho— para llevar a cabo ese aval. Y eso, solo eso, cuesta dinero, incluso bastante dinero. La mayoría en este punto piensan que es un gasto un poco absurdo, porque formalizar la candidatura tiene como desenlace más probable una estruendosa derrota electoral pocas semanas más tarde.
Porque esa es la otra cara de esta historia: Florentino Pérez es un presidente tremendamente popular dentro del Real Madrid. El mandatario, desde sus primeras candidaturas, siempre ha encargado encuestas entre los socios para conocer sus inquietudes y valorar los distintos ámbitos del club. Normalmente los resultados han sido muy favorables a su gestión.
Tiene cierta lógica. El club presume de una economía saneada, incluso en pandemia, un estadio nuevo —más allá de los problemas que está teniendo la obra—, una modernísima ciudad deportiva y, por encima de todo lo demás, un pasado reciente lleno de fichajes de campanillas y títulos de relumbrón. Florentino, que no es por naturaleza la persona más carismática del mundo, ha logrado unir a una parte amplísima del madridismo alrededor de su figura a golpe de años de gestión.
Eso hace que pedir ese aval, y pagar por la formalización del mismo, algo que ya de por sí solo pueden hacer unos pocos, sea un gasto que ninguno parezca dispuesto a realizar. Es posible que las cosas fuesen diferentes si Florentino Pérez no fuese el candidato, incluso si hubiese alguno apadrinado por él. Unos comicios abiertos, con otros nombres, harían pensarse dos veces la cosa a los que sueñen con ser presidente blanco. Con Florentino en la ecuación todo eso es mucho más improbable.
Por esa mezcla de candidato imbatible y reglamento restrictivo, el proceso electoral del Madrid puede resultar algo aburrido. El 7 de enero, en la Junta Directiva, se abrirán las elecciones. En unos días, si todo sale como se espera, se llegará la conclusión de que solo un ser humano en el mundo puede y quiere presentarse. Florentino Pérez será, por cuatro años más, presidente del Real Madrid.