OPINIÓN

Salvé a Florentino tras olvidar a Laporta

Florentino Pérez y Laporta en una imagen de archivo en un acto de la Superliga en Madrid./

El maldito calor -o la edad, quién sabe- me está haciendo afrontar las noches de agosto con una inquietud desconocida. Uno, que siempre ha sido capaz de dormir en cualquier lugar y condición tras criarse en una casa al lado de las vías, empieza a dar más vueltas que Neymar cuando se deja caer en el área. Los comportamientos del sueño se han convertido en mi única obsesión. Ya saben (explicado a las bravas), eso de que en la primera de las fases (la no-REM) llega el sueño ligero y luego el profundo con mayor movimiento corporal; y que en la segunda (REM) es cuando realmente dormimos, descansamos y aparece la gran actividad cerebral. Bueno, pues ayer, cuando más cómodo estaba e incluso empezaba a arroparme, salvé a Florentino Pérez de la muerte. Tan duro como vívido.

Hasta ahora, normalmente soñaba con la repetición de algún gol materializado de la adolescencia, con algún que otro deseado y no conseguido y, por qué ocultarlo, con más de una tensión no resuelta. Sin embargo, no sé si será por no haber orientado debidamente la cama según las normas de la filosofía Feng Shui en mi última mudanza, sólo veo cosas a ciegas que únicamente podrían pasar por la cabeza del maestro Juan José Millás. Esas chaladuras que uno no sabe muy bien de dónde salen, cómo se entrelazan y en qué lugar se almacenaban, hasta el punto de compartirlas sin parecer un loco y escribirlas con esa gracia que le iguala a Woody Allen.

Dicen los expertos que, en un adulto sano, el sueño no-REM ocupa aproximadamente el 75% del tiempo que permanece en la cama. Es decir, desde que sintonizas El Partidazo hasta que entra el barrendero por la calle con su manguera como si fuera Nacho Vidal tras una buena cuarentena. Y, por tanto, para el sueño REM queda el 25% restante, que es cuando uno fantasea. Lo que no sé muy bien es cuándo ubicar tantos ronquidos. Lo único que puedo aportar en mi último cabezazo es que el presidente, con su traje impoluto de siempre, mutó su sonrisa habitual y cayó a mis pies tras un acto sin mayor importancia ni tensión, y ante la indiferencia y estampida del madridismo allí presente.

Esa falta de solidaridad en un momento grave es justo en lo que estoy intentando reparar ahora. Porque los sueños o pesadillas, a diferencia de las rencillas que mantienen los jugadores, no se quedan en el campo. Tienen su continuidad en el rutinario día a día, más que nada para intentar darles sentido. Por eso existen miles de libros que intentan interpretar lo que soñamos. Del presidente más laureado no he encontrado bibliografía al respecto por el momento, así que tengo que conformarme con abastecerme de análisis menos sesudos de mi propia cosecha.

Y en ello estoy. Para mí, lo más duro de la escena fue el shock de ver a alguien de tal calado desvanecerse y perder la verticalidad sin síntomas previos. De golpe y porrazo. No dejo de pensar que todo puede cambiar en un segundo. Al entrar en contacto con él, noté sus manos extremadamente frías y pude comprobar que, de súbito, estaba empapado en sudor. Me sorprendió que tuviera tan buen core para su edad y que, además, mantuviera tan buen peso. Pese a la costalada, ni una arruga. No sé dónde lo aprendí, pero le mantuve tendido en el parqué, le puse de lado apoyado en el costado derecho, para evitar males mayores, y comencé una reanimación que únicamente había visto en las películas y que, a la postre, le iba a permitir estar intacto en el palco de Almería. Así soy yo. Así es él. A lo que estoy intentando dar sentido, con mucha más dificultad, es a todo lo que ocurrió alrededor. Al hecho concreto de por qué en ese sueño nadie más que yo le socorrió.

He pensado que quizás la salida por patas general fuera por miedo. El pánico atenaza y justifica los comportamientos más irracionales. Me ha dado por suponer también que la falta de tacto se debió a que Florentino se ha podido distanciar algo de la masa social. Y hasta he elucubrado con la posibilidad de que la gente, molesta por la resolución y hartazgo del caso Mbappé, haya escenificado una revancha porque necesita detectar culpables. Qué sé yo. Pero no, creo que los tiros pueden ir más porque, como Butragueño, le ven como un ser superior -que deportivamente al menos no lo puede estar haciendo mejor-, inmortal y autosuficiente. Si no necesitó ayuda para fichar a Zidane o a Figo, si ha sido capaz de ganar Champions sin Cristiano y no se inmuta por tener el dorsal 9 sin nombre serigrafiado, qué supone para él un tabardillo, una bajada de tensión o una crisis que le iguala a los humanos.

Al despertarme y enfilar la ducha reconozco que me sentí especialmente satisfecho. Pudiendo haber protagonizado una pesadilla, por su trágico final, fue un canto a la vida. En muchas cosas estoy en las antípodas de Florentino, quizás porque pertenecemos a clases demasiado distanciadas, pero salvar vidas es una profesión que no valoraba tanto y que, desde ahora, contará con mi lucha porque debería estar mejor pagada y cuidada. ¡Que menudas sombrillas y refugios de mierda tiene el sector en nuestras playas...!. Por un momento me dieron ganas de escribirle un 'presi, ¿cómo va la cosa?', pero no lo hice por dos razones. La primera es que pronto reparé en que no tengo su número, puesto que sólo he hablado con él un par de veces en los corrillos en los que le gusta disparar mil chascarrillos. Y la segunda es que él no iba a entender nada sin una previa explicación, así que pensaría que le estaría preguntando por lo que todo ciudadano te interroga a estas horas pese a airear que no importa el asunto. El dichoso Kylian. De contestarme, porque esta gente no regala whatsapps, FP me pondría: "Ya dije que hasta 2024 nada y eso no ha cambiado".

Así que en estas raras condiciones me enfrentaré hoy de nuevo a la oscuridad de la noche. Con la incertidumbre de qué cosas me esperarán. Y con la realidad de que, desde hace tiempo, sueño más con el Real Madrid, cuando en mis años de mejor hibernación fabulaba con Romario, De la Peña, Ronaldinho y Messi. Puestos a buscar explicaciones, creo que la culpa de este giro la tiene en parte Laporta. Y me da cosa decirlo, ya que me hace cierta gracia. Si algo hay de sobra en mis sueños son superpoderes. Y mientras que de blanco visten y vuelan Camavinga, Bellingham y Vinicius, en el Barça hay excedente de mal rollo con Gavi en el banquillo, Pedri cabizbajo, Dembélé en Disneyland, Xavi y Raphinha desquiciados, Alemany fuera tras entrar Deco y Ansu en la rampa de salida.

Me da que el rumbo de mis sueños no cambiará hasta que Jan se deje de compadreos con mil intermediarios y agentes, y entienda algo vital. Que hay que cuidar y unir en el once desde ya, y todos los domingos pase lo que pase, a Balde, Fermín, Ansu, Lamal, Gavi y Pedri. Es el camino más corto para ganar la Champions cuanto antes. Es decir, en 2026.