Ancelotti, un Pedro Sánchez a la italiana

Uno vuelve de vacaciones y parece haber regresado a otro planeta. Cómo cambia la vida en unos días. No sé si es cosa del calor. Lo que tengo claro es que LaLiga es la culpable. Conecto el televisor con la primera jornada y veo a entrenadores que comparecen juntos en las previas pese a la rivalidad (Imanol-Míchel, Setién-Pellegrini), observo padrenuestros en directo en las entrañas de los vestuarios y hasta disfruto de nuevo con las preguntas de nuestra Cristina Bea en los palcos. No hay nada más revolucionario en el deporte y en la vida que volver a los orígenes. Menos mal que los árbitros, Xavi y Ancelotti confirman con sus actos que cogí el billete de vuelta a los madriles y no rumbo a Marte.
Hay cosas que no cambian. El tema de los colegiados ya lo doy por imposible. Se ha viciado tanto el sistema que igual lo más honesto, puestos a innovar para eliminar tanta caspa del pasado, es copiar al mercado de fichajes que tienen los entrenadores y los futbolistas y empezar a abrir la mano a los árbitros de fuera. Basta con que sean capaces de aplicar la ley con la rectitud con la que yo ejecuto las recetas de mi madre. ¿Por qué aceptamos que España beba del extranjero en todos los órdenes para reforzar su capital económico y humano y esa regla no afecta, sin embargo, a los trencillas...? Si nuestros profesionales se sacan un extra en Arabia, que venga aquí todo el que quiera y sepa. Bienvenidos.
Con Xavi, segundo pilar que me ata a la tierra, era creyente pero ahora soy ateo, justo al revés de lo que pregona C. Tangana. Estaba tan abducido por su juego cuando vestía de corto que en su metamorfosis como entrenador he justificado lo injustificable para mantenerle en el altar. Y no. Me rindo. Es tan bueno como insoportable.
Pero aquí, el alma de este texto y lo que en definitiva es digno de estudio es cómo se comporta y maneja el bueno de Ancelotti. Y no hablo de los insondables movimientos de su ceja.
Mientras hay entrenadores que han comenzado el campeonato como Amaral, a pecho descubierto y diciendo lo que piensan sin filtros en cada instante -anteponiendo su liberación a la política del club-, corriendo la banda como posesos -con y sin razón-, encarándose con los asistentes -con tanta chulería y desprecio- o contradiciendo los planes a corto plazo de sus propios presidentes, 'Carletto' ha recordado que está hecho de otra pasta. Recorre el camino contrario a todos sus compañeros. Algo sabrá él que el resto no. Cosas de la experiencia. Lo que nadie puede asegurar es si lo hace por servilismo con el que le paga, por miedo al enfrentamiento al ser un amante del consenso o por mera sorna porque a su edad, y con Brasil esperando, todo se la pela. Con lo que no se admite discusión es con un hecho indisimulable: no actúa convencido ni orgulloso de sus palabras.
Si se pusiera en manos de un especialista, éste le diagnosticaría disonancia cognitiva. Y eso, en alguien tan cabal, tiene a más de uno confundido. Porque la ejemplar lealtad no va reñida con el sano debate. A no ser que tengas enfrente a Florentino Pérez o a un magnate, que si no es lo mismo es parecido. Recopilando sólo unos cuantos ejemplos podríamos comprobar sin extrañarnos que, de cerrarse tal y como está el mercado, el italiano sería capaz de decir que Odriozola es la mismísima reencarnación de Cafú, que Joselu será pichichi destacado y que Mbappé, en realidad, no inaugurará el nuevo Bernabéu porque no tiene hueco en este Madrid. Ver al míster en las ruedas de prensa diciendo todo lo contrario a lo que rumia, con esa frialdad, hace pensar que podría llegar a ser, sin ruborizarse, un infiel crónico sin divorcio o un asesino en serie sin condena. Ríanse, pero verbalizar sin agitarse que la confianza en Lunin es ciega y que no hace falta un nueve no lo hace cualquiera.
Sólo él, que ha hecho en los últimos tiempos de la media verdad un arte. Quizás impulsado por tantos años de aprendizaje y paciencia bajo el yugo de dirigentes como Agnelli, Berlusconi, Abramovich o De Laurentiis, y debido a haber estado inmerso en férreas gestorías como las del Bayern. Carlo se ha acostumbrado a obedecer. ¿O a alguien le sorprendió ver a Modric y Kroos como suplentes en San Mamés? Y, la verdad, mirando su currículum no le ha ido nada mal. Le da igual que en la reunión al final del curso pasado, en la que se cerró su continuidad, se hablara de Kane y no viniera; que caiga Militao y el club se abrace a la polivalencia de Mendy, al que querían vender; o que el 9 de Di Stéfano, Amancio (durante poco tiempo), Santillana, Hugo Sánchez, Suker, Zamorano, Morientes, Ronaldo, Cristiano y Benzema se pueda quedar en la percha. Todo por el club. (Léase en modo himno) "...Madrid, Madrid, ¡Hala Madrid!… y nada más".
Ancelotti es un superviviente. Si gana, perfecto. Con este centro del campo de cemento tiene muchas opciones de salir airoso. Pero como pierda... Debe ser duro caer con los principios de otro. Sea como fuere, para saber de verdad cómo de enfadado maldice en la clandestinidad por sus peticiones sin cumplir, habrá que esperar a leer unas memorias que resuman toda una exitosa carrera. Ésa en la que ha sabido mantenerse en pie, incluso levitando, sin un mal gesto ni una fea palabra. El título ya lo tiene, pese a que Pedro Sánchez se adelantó y le robó la idea original con aquello del 'Manual de Resistencia'. El del italiano, el contrapunto a la rebeldía del político, será tan corto como sugerente. A modo de recapitulación de su vida, si es que no da un espectacular giro de timón en su ocaso, con esa misma tendencia que el socialista a tragar para avanzar. El rótulo contendrá la guasa que siempre gasta el técnico y, además, evitará jaleos para la traducción de una expresión de una época pasada, de sumisión esclavista, que a veces sigue flotando en el aire: 'Sí, Bwana'. Veremos si con este equipo gana algo, pero lo que está cantado es que arrasará en ventas.