Adelardo Rodríguez reflexiona sobre su salto político: "Me gusta estar a la retranca"
La leyenda rojiblanca entra en la lista del PP por Majadahonda.
"No soy político. No entiendo mucho de política, pero sí entiendo de la gente donde vivo", advierte a Relevo con una sonrisa y mirando a los ojos antes de empezar Adelardo Rodríguez, que vistió la camiseta del Atlético de Madrid 553 partidos y marcó 110 goles entre 1959 y 1976. Camina lento, pero con paso firme pese a los dolores de rodilla y en la cadera que arrastra. Recibió muchos palos sobre el césped durante sus 17 años de rojiblanco: fue un todocampista que no dudaba en poner la cara, ir al choque o meter la pierna en cualquier balón dividido, como en la actualidad ejerce Gavi. Con 83 años no le asusta el reto ni el qué dirán: es el fichaje estrella en la lista de la candidatura por el Partido Popular de Majadahonda, que encabeza Lola Moreno.
"Nunca me ha gustado que me dijeran ilustre. Prefiero estar en la parte de atrás, calladito. Lola me ha metido en el puesto 22 de la lista, digamos que para completar la convocatoria", matiza. Puede que en política exista más juego subterráneo que en el fútbol. "Tienes que adaptarte y ser un poco listo. Estoy aquí simplemente porque tengo muchos amigos y a ver si podemos organizar algo que suene. Lo que te gusta es ganar. Vamos a hacer lo imposible por ello", añade la leyenda colchonera, que por culpa de Schwarzenbeck, en Bruselas en 1974, se quedó sin la Copa de Europa en su palmarés, que luce con una Eurocopa (1964) tres Ligas (1965-66, 1969-70 y 1972-73), cinco Copas (1960, 1961, 1965, 1972 y 1976), una Recopa de Europa (1962) y una Copa Intercontinental (1974).
Su trayectoria deportiva podía haber cambiado de alguna manera si en el Mundial del 62, en Chile, no le hubieran anulado uno de los dos goles que marcó ante Brasil. "Tal vez habría sonado más mi nombre, quién sabe. Sí es verdad que el Barça, a través de Kubala, vino a por mí. Pero por aquel entonces la sartén por el mango la tenían los clubes, no los jugadores y representantes como ahora. Si me hubiera fichado, ahora tendría más dinerito", explica. En su caso, además, resultaba un poco más difícil salir del equipo porque el presidente, el difunto Vicente Calderón, era su suegro. Adelardo representa el legado de aquel Atlético del fútbol de antaño, más familiar, noble y bravo.
En un futuro a corto plazo resulta más factible que al equipo del Cholo le piten un penalti en LaLiga ("es una rareza que a mí en mi carrera no me pasó en mi vida, eso de que no te pitaran un penalti en toda la temporada", observa) que Adelardo entre en el próximo Pleno Municipal del municipio, formado por 25 concejales, donde lleva viviendo más de 45 años. "En Majadahonda (71.785 habitantes) hay mucho del Madrid y del Atleti, pero yo soy amigo de todos. No hago distinciones", sostiene el exfutbolista, que no perderá en cualquier caso, independientemente de sus colores políticos, el respeto y admiración de toda la hinchada rojiblanca.
"Estudiaba Perito Industrial, pero lo dejé por el fútbol. A día de hoy me sigo arrepintiendo de aquella decisión"
Segundo futbolista en la historia del Atlético con más partidos, con 553¿Cuál era el día a día de Adelardo antes de meterse en esta aventura política?
Vine en el año 59 al Atlético y sigo hoy ligado al club. Con la edad que tengo, debo tener cositas para que me siga funcionando bien la cabeza.
¿A usted no le llamó eso de entrenar?
El fútbol me llamó la atención y cuando me retiré pensé que podía haberme sacado el título de entrenador. Pero no me veía. Después de 17 años en el Atleti y la cantidad de entrenadores que tuve, veía que me faltaba algo. Luchar cada día con 21 ó 22 jugadores, cada uno de su padre y de su madre, es muy difícil. Por eso me acuerdo de Luis: le decíamos que tenía un carácter ideal para ser entrenador.
De un día para otro se convirtió de compañero a entrenador…
Él llegó en el 64 y estuvo conmigo 12 años. Habíamos jugado la Copa de Europa y, de la noche a la mañana, le nombraron entrenador. Nosotros le llamábamos Luisón. Cuando nos reunió a Gárate, Ufarte y a mí, que éramos los que estábamos siempre juntos, le dimos la enhorabuena y le dijimos que estábamos para ayudarle. Al día siguiente, nos trataba de usted. Nos quedábamos los demás mirándonos extrañados, pero dijimos: "Lo que diga usted, entrenador". Son cosas que vas viendo y te ocurren en la vida. Mi experiencia como entrenador se limita hace muchos años a los niños cadetes del Majadahonda y me gustó, porque no eran tan rabiosos como éramos nosotros. Luego me metí en otras cosas de negocios y gracias a eso estamos descansando y pasando los días como buenamente podemos.
¿A su edad sigue echando de menos su época de jugador?
Eso no se te puede olvidar, lo de jugar al fútbol. Había días que cogía el coche y salía de casa y estaba en las puertas del Calderón sin darme cuenta. ¿Qué hacía ahí? Del 30 del junio al 1 de julio ya no eres jugador. Lo sigo recordando y no se me olvidará en la vida.
¿Fue un shock eso de retirarse?
Me retiré en el año 76 y por aquel entonces vivíamos en Madrid. Con 40 ó 41 años me puse a jugar al Fútbol Sala porque José María García llevaba un equipo. A mi amigo Amancio, que en paz descanse, y a mí nos llamó. Así tenía un par de días a la semana que nos entrenábamos y luego jugábamos los partidos. Estuvimos cuatro o cinco años. Fuimos de los pioneros. Cuando lo dejamos, empezaron ya a cobrar dinero, porque nosotros no cobramos un duro.
¿Cuánto dinero habría ganado Adelardo de haber jugado en el fútbol actual?
Si yo cumplía con mi deber, como me dijo mi padre, estaría muy bien remunerado a estas alturas.
¿Cuál es su mejor recuerdo de futbolista?
Pues jugar 17 años en el Atleti, en Primera. Mi padre me dijo que si me iba a dedicar al fútbol tendría que echar raíces en un equipo. Yo estaba estudiando Perito Industrial, pero lo dejé: fue una tontería y la verdad es que a día de hoy lo sigo sintiendo. Me arrepiento. Es malo que cuando acabas un trabajo, el mío de futbolista por ejemplo, de la noche a la mañana no sabes qué hacer con tu vida. En mi época, los jugadores se iban de una ciudad a otra con la familia y eso a mi padre no le gustaba. "Me gustaría que te quedaras en un equipo toda la vida", me decía. Eso es lo mejor que le he podido dar a mi padre.
Majadahonda es una ciudad especial para usted, porque allí, por ejemplo, acudía con frecuencia a la casa de la familia Santisteban.
Yo viví mis primeros años en Madrid en casa de mis tíos porque me costó mucho adaptarme y lo pasé mal, puesto que venía de vivir con mis padres en Badajoz. Una hermana de mi padre vivía en la colonia Virgen de Begoña (Fuencarral) y me fui con ellos, lo que me ayudó a ir adaptándome mejor. Luego, los Santisteban, atléticos perdidos, me acogieron como si fuera un hijo suyo. Muchas veces, en vez de ir a comer donde mis tíos, me iba con ellos o venía a misa a Majadahonda. Me acuerdo, por supuesto, de su chalet y las paellas que nos hacían. Siempre tenían gente en casa, muchas veces sonados como Lola Flores o Pelé. Chuzo, un excompañero mío, se casó con un sobrino de ella.
¿Cuándo se vino a vivir a esta ciudad?
Nosotros vivíamos en Madrid, cerca de la estación del Norte, por Plaza Castilla, pero cogíamos mucho el coche y no podíamos vivir así. Mi mujer decía que era mucho follón y como también iba mucho a la casa de los Santiesteban, un día me dijo: "Ya tengo casa". A mí no me consultó (sonríe). Yo tenía tres hijas y vio un colegio enfrente de la casa, así que nos asomábamos al balcón y veíamos a las niñas, no como en Madrid, que siempre tenías que coger el coche. Majadahonda era un pueblo donde estábamos muy tranquilos y hasta me compré una moto.
¿Le reconocían los vecinos de la localidad en su día a día?
Pues no te creas, antes era otra cosa. Si entrabas en un bar y había atléticos, pues sí te reconocían. Comíamos y jugábamos al mus. Luego, años más tarde, el Atleti se vino a la Ciudad Deportiva de Majadahonda y Gil me dijo que si me podía hacer cargo del Cerro del Espino y yo encantado (fue el responsable del centro de entrenamiento rojiblanco hasta 2011).
¿Por qué accede a entrar a una lista política?
Yo lo que quiero es ayudar a una ciudad que me acogió en su día. Gracias a los amigos. Si puedo ayudar en algo y hacer lo mejor para el pueblo y la ciudad, es lo que quiero hacer. No quiero aparecer mucho. Me gusta estar a la retranca.
¿Y en qué cree que puede ayudar?
Asesorar un poquito en el deporte, cosas que la gente disfruta como la piscina, los campos de tenis, de fútbol… Todo eso puedo ayudar y aconsejar. Tampoco me gusta dar consejos. Veo algunas cosas que se podrían hacer y hablarlo.
De equipo de fútbol no se puede cambiar, pero de partido político sí. ¿Cree que va a poder convencer a los que no comparten sus colores?
Yo no voy a hablar de lo que no sé y, además, no me explico muy bien. Los políticos hablan de todo y saben hacerlo. Yo hablaré de lo que entiendo y de lo que sé.
¿Qué le dice su entorno sobre la decisión que ha tomado?
A todos los tengo que parar. No soy político. La vida cambia y te tienes que adaptar. No me gusta aparentar ni ser primer actor, simplemente ayudar a esta ciudad y a mis amigos.