El Real Madrid de siempre castiga al Valencia como nunca

Si estás jodido. Si todo te sale mal. Si vas último. Llama al Real Madrid. Es lo que se pensó justo al terminar la primera parte. Las doce uvas. La cuesta de enero. Las tradiciones. La primera siesta del año del equipo merengue. El caos. Las injusticias. Lo inverosímil. Otra remontada imposible de narrar para los blancos. Es lo que se chilló al final. Así ganaron los de Ancelotti en Mestalla, una victoria de campeón en el primer compromiso del calendario, tras remontar un gol en contra, un tanto anulado, la expulsión de Vinicius Júnior y un penalti errado que se tuvo que repetir. Con los goles de Luka Modric y Jude Bellingham, y un disparo a la cruceta de Luis Rioja en el último segundo del encuentro.

El 2025 inició con un infarto. Y con el viejo truco madridista: hacerse el dormido hasta que restan quince minutos. Es como si el Madrid empezase los partidos por el final. De esta manera se explica la estructura y el contraste de la mayoría de sus partidos. Enfrente lo sufrió el Valencia del debutante Corberán (otro Valencia), que se creyó de vuelta con el gol de Hugo Duro y tan sólo le esperaba la última sorpresa, con el error calamitoso de Foulquier y Guillamón y un británico con la venganza entre los dientes. El curso anterior a Jude le anularon un tanto pitando el final mientras marcaba, y en este se repuso de una pena máxima fallada sellando el gol del triunfo en el añadido.

En el estadio de Mestalla se pudo apreciar la pancarta de una mujer agradeciendo al Real Madrid su ayuda a Valencia tras la DANA. Fue la excepción. El escenario volvió a ser el más hostil para los blancos, pese al homenaje inicial. Los aficionados del cuadro che hasta llevaron un balón de playa con el que jugar desde la grada, y no dejaron de insultar al futbolista brasileño del equipo merengue.

Los gritos de la hinchada dieron sus frutos: no brilló ningún delantero del Real Madrid. Rodrygo apenas apareció, Mbappé, el mejor, sólo pudo decidir en fuera de juego. Y Vinicius, qué decir de Vinicius. Jugó demasiado agitado, volvió a caer en las continuas trampas que le tendieron sus rivales y terminó expulsado, prácticamente evacuado del campo por Rüdiger, para que la herida no acabara en males mayores.

En la lista de propósitos para 2025 de cualquier valencianista sólo hubo uno, escrito en mayúsculas: resurgir. Salvarse. Con el equipo colista y una plantilla maltrecha, quisieron ir con todo ya en el primer compromiso del año. No pudieron juntar más ingredientes: un nuevo entrenador, una protesta, un enfrentamiento contra el Real Madrid. Ni por esas.

Aunque hubo brotes verdes. Yarek, Mosquera y Tárrega, la tripleta de centrales del Valencia en la que se tendrá que sostener Corberán, logró frenar en su feudo a la constelación de estrellas merengues hasta que el caos se apoderó del destino. Arriba volvió a anotar Hugo Duro, y Javi Guerra jugó más suelto, más ligero, hasta que la gasolina le llegó. Foulquier cumplió en su carril (aunque le condenó el fallo final) y la afición se volcó. Pero el chut al larguero de Rioja en el último segundo y la expulsión y la renta desaprovechada escuecen al equipo che más que nunca.

Si el Real Madrid vivió un nuevo milagro, Jude Bellingham fue el héroe al que ya se están acostumbrando. El futbolista inglés, que anduvo desatinadísimo la mayor parte del duelo contra el Valencia, renació cuando el panorama pintaba más oscuro. Justo tras fallar un penalti, agarró el encuentro por el pescuezo.

Le regaló una asistencia fantástica a Mbappé, que también anularon, y luego otra a Luka Modric, que sí tradujo en el marcador. Después, la obra final. Recogió los errores de Guillamón y Foulquier y no perdonó ante Dimitrievski, para que el cuadro blanco estallase de júbilo por la victoria y algo superior: otra remontada de campeón.