El productor de cine que compartió fama con Raúl en el Atlético de los récords: "Para Jesús Gil éramos como monos de feria"
José Esteban Alenda fue el mediocentro de aquel Atleti infantil que se convirtió en un fenómeno. "Nos llevaban a mítines", dice a Relevo. Sobre Raúl: "Fue víctima de una forma chusca de llevar la cantera".
La carrera de muchos futbolistas transcurre entre el "este llegará" y el "¿qué fue de...?". En medio conviven el esfuerzo, las lesiones, las expectativas, el hambre y la falta de ella, los bandazos, el éxito, los fantasmas pero, sobre todo, la suerte. Los trabajadores de cantera que peinan canas, con el ojo fino de tanto usarlo, son expertos en conocer los derrapes en las curvas. Una de esas leyendas fue Antonio Mezquita, hombre que tantos valores sacó de 'La Fábrica' del Real Madrid. Una tarde, reunió en la antigua Ciudad Deportiva a casi cien niños, entre los que se encontraba Iker Casillas, y acuñó una de esas frases que pasan a la historia sin pretenderlo: "Aquí sois muchos y, probablemente, de este grupo sólo llegue a la primera plantilla uno o ninguno". Sólo al portero le salió cara y tocó la gloria.
La cruz de la moneda cayó (y caerá) en la palma de millones de niños. La línea que separa la promesa en el césped del olvido es muy fina. Uno de tantos que la cruzó es José Esteban Alenda. Este madrileño de 47 años, uno de los grandes productores de cine en España, se mueve hoy entre cables, cámaras, guiones y estrellas. Hace más de tres décadas él optaba a ser un potencial protagonista de las portadas. Alenda era centrocampista en aquel Atlético de Madrid infantil que batió todos los récords de goles, del que presumió Jesús Gil en programas de televisión y que tenía a Raúl González Blanco como el gran capitán.
Ese equipo que arrasó en la temporada 1990-91, con 308 tantos a favor y sólo uno en contra, no existía. Fue Francisco de Paula, como la vieja gloria metida a ojeador que hipnotiza en las series de anime, quien se encargó de formarlo. "En Atleti no tenía plantilla en esa categoría. Paco empezó a cazar jugadores de distintos equipos de la capital. A mí me pilla en el Atlético Sport Madrid. También se lleva a varios compañeros míos, otros de AFE... Al llegar coincido por primera vez con Raúl, 'fichado' del San Cristóbal de los Ángeles. De Paula formó una plantilla a su medida", recuerda Alenda. Hoy se gana el jornal produciendo películas, aunque hubo un momento en que su vida llegó a tener los ingredientes para haber sido escrita. El magnetismo del balón y la seducción del triunfo suelen ser un buen material con el que hacer los sueños.
"De alguna manera fui criado para ser futbolista. A mi padre le encantaba el fútbol, era del Atleti a muerte y desde muy pequeño parecía que yo tenía cualidades. Mi padre me apuntó al Atlético Chopera, una especie de filial del Atleti, y luego estuve en la escuela AFE, cuando empezó con Juanito. Allí me formé durante tres años, después al Atlético Sport Madrid y a los 13 acabé en el Atlético. Hay una foto icónica de mi infancia que define la pasión que tenía: yo, haciendo una chilena el día de mi Primera Comunión", ríe.
Su región era la del mediocentro, aunque en ocasiones se trasladaba a la mediapunta. Dos posiciones que requieren control, visión y rapidez mental. De todo ello hace uso Alenda en su charla con Relevo. "En ese equipo había talento, claro, pero arrollábamos porque destacábamos mucho a nivel físico. Nuestra superioridad era exageradísima. Destrozábamos a todos los rivales. Hay que decir que no estábamos en la primera categoría infantil, pero luego, cuando viajábamos y jugábamos, por ejemplo, con la selección de Andalucía, esa superioridad se mantenía. Era una locura, para verlo".
Si aquel Atlético de Madrid gobernaba por físico, mataba por un ingrediente diferencial: el hambre. Y en ese territorio, han nacido pocos con el colmillo de Raúl González Blanco. El deseo vertebró desde el alba su carrera. "Aquel chaval se parece mucho al crack que luego jugó en Primera y marcó una época. Jugaba más atrasado, de interior izquierda, pero tenía algo que siempre nos llamó mucho la atención: la ambición. Si destacaba por encima del resto era por eso. Nunca fue el más rápido ni el que más técnica tenía, aunque era un superdotado. Esa falta de conformismo le diferenció del resto. Raúl era una locura. Y además muy atlético. El tipo no paraba. Marcaba y cogía el balón rápido para hacer otro". Acabó la temporada con 65 goles…
"Raúl era una locura, su hambre le diferenciaba, su ambición. No paraba. Marcaba y cogía el balón rápido para hacer otro"
El carácter que uno adopte ante el reto o la dificultad suele decantar la balanza hacia un lado u otro. El de Raúl era digno de brazalete. Se convirtió en el primer capitán del infantil rojiblanco. Francisco de Paula no dudó en concederle la autoridad. Alenda sostiene la misma teoría que Juan Villoro escribió en su libro Dios es redondo: la estrella sólo existe rodeada de cierto dramatismo y sed de compensación. "Ese hambre está un poco ligada a aquellos jugadores que adquieren una responsabilidad de pequeños que tiene que ver con que vienen de familias que depositan mucha ilusión, ellos son la esperanza de futuro para la familia. El hambre viene motivado por esa responsabilidad desde la infancia. En Raúl lo notabas. En cambio, en aquellos que tienen una situación más acomodada a nivel personal, a nivel familiar, percibes que hay en general menos ambición. En aquel Atlético, además, el propio entrenador motivaba los acelerones. De Paula era de los que si el equipo podía meterle 20 goles al rival, se los metía. No había descanso. Cuanto más duraba el encuentro, más goles marcábamos".
Tal era su superioridad, que ese grupo infantil se buscó otro aliciente para que el juego no se durmiera en la monotonía: "Hubo un momento en que nuestro mayor reto era que no nos metieran ningún gol. Ya no era ganar sino que no encajáramos. ¡Nos metieron uno! Fue el único partido que no jugó nuestro portero titular, Alejandro. Es el único guardameta que yo sepa que tiene goalaverage positivo en una temporada: metió un gol y no recibió ninguno".
La tournée de Jesús Gil con sus campeones: ¡hasta en los mítines!
El Atlético se proclamó campeón de España y se convirtió en una joya de la que Jesús Gil no tardó en presumir. El presidente rojiblanco, tan expansivo e hiperbólico como mediático, paseó a los niños por platós de televisión [poniendo el foco siempre en el huidizo Raúl], dio todas las facilidades para que ocuparan columnas en periódicos e incluso, como revela Alenda, los exhibió en algún acto político: "Recuerdo que era divertido, un juego para nosotros. No fuimos conscientes de que éramos como monos de feria para Gil. ¡Nos llegó a enviar a Marbella a sus mítines! Con 13 años. Teníamos partidos con alguna selección andaluza y nos llevaban allí. Una cosa loquísima. Ya ni recuerdo lo que hacíamos en el escenario, no sé qué carajo pasaba, lo he borrado de mi mente. Sí que recuerdo las fiestas y la libertad que teníamos, hacíamos lo que nos daba la gana. Ahora lo pienso con perspectiva y ojo. Unos niños, sólo con dos adultos que se encargaban de nosotros, yendo de noche por Puerto Banús. No era normal. Éramos un poco monos de feria dentro de ese espectáculo. Sí que es cierto que hay chavales que tienen más o menos madurez. Y tampoco con 13 años puedes exigir madurez. Pero había chicos que, a raíz de esa notoriedad, les costó entender que aquello era efímero, pasajero…". Cuando se le pregunta por algún nombre, se funde a negro...
Meses después de aquella tournée, que tuvo más el propósito de reforzar la imagen del presidente que otra cosa, Jesús Gil se desentendió de la cantera del Atlético. "Hemos retirado a todas las categorías y retiraremos a todas las que haga falta. Hay que seguir con arreglo a otros conceptos y presupuestos. Con esta decisión nos ahorramos 17 millones de pesetas. Además yo no puedo estar perdiendo dinero vendiendo pisos para hacer canteras. El Madrileño es el único que se va a mantener, y el balonmano acabará como una sociedad anónima paralela. Ya se lo he comunicado a la federación", anunció Jesús Gil en un tono muy distinto al que utilizó para presentar en sociedad a sus chavales mágicos. Después, los técnicos del club aclararon que permanecerían los Sub-19, el Cadete y el Infantil ya que era obligatorio por parte de la Federación Española de Fútbol [el artículo 105.2 del reglamento de la RFEF indicaba que todos los equipos de Primera y Segunda debían tener inscritos un equipo por cada una de las categorías, desde juveniles hasta benjamines, ambos inclusive].
"Sería muy interesante que se le preguntara a Raúl por qué se va del Atlético. No acceden a pagarle una 'mierda'. El Madrid le ofrece un poco más, el transporte público y algún tipo de salario mínimo. El Atleti no hace nada"
Ante esa despreocupación de Jesús Gil, quienes se hicieron cargo de la cantera fueron Rubén Lauría, responsable de fútbol base del barrio madrileño de La Chopera, y José Esteban Alenda, productor cinematográfico y padre del mediocentro del Atlético de los récords. "En ese periodo de impasse en la cantera es cuando se marcharon varios jugadores y Raúl estaba entre ellos", confirma el exfutbolista, que agrava sus declaraciones para poner de manifiesto el poco mimo que el Atleti ha dado a su fábrica: "Sería muy interesante que se le preguntara a Raúl por qué se va realmente del Atlético. Lo que pasa es que no acceden a pagarle una 'mierda', lo que él quería para seguir. El Madrid le ofrece un poco más, no recuerdo si era el transporte público y algún tipo de salario mínimo mensual. ¡Lo mínimo! El Atleti no hace nada. Incluso, años más tarde, se da la posibilidad de que vuelva y no ocurre: me cuentan que llegaron a pedirle al Madrid la carta de libertad de Raúl y se niegan, claro. El Atleti ha sido bastante chusco en esas situaciones y Raúl fue una víctima de eso. Poco después debutó con Valdano y se convirtió en la leyenda que es".
El próximo 29 de octubre se cumplirán 30 años de ese salto de Raúl al primer equipo del Real Madrid. Un suceso con dos trayectorias emocionales para Alenda. La primera la compartía con todo aficionado al fútbol en aquel momento, de expectativa por ver cómo un niño de 17 años encajaba en la élite. La segunda era singular, de asombro y un punto de emoción por presenciar cómo su compañero en los vestuarios de Cotorruelo triunfaba. Como sucede con los acontecimientos que nos tocan, él recuerda perfectamente cómo supo que 'su' capitán en los infantiles del Atleti iba a estrenarse en Primera División y vestido de blanco. "Me acuerdo del momento en que me enteré. Fue en una parada de autobús, a la altura del campo del Puerta Bonita. Yo cogía el bus 35 y justo se subía Alejandro, el portero de aquel equipo que tuvimos. Y lo comentamos. Lo veríamos en algún periódico o lo escucharíamos en alguna radio. Tampoco nos sorprendió. Desde que Raúl está en el Atleti va quemando etapas a toda hostia, aunque dejar en el banquillo a Butragueño era una locura. Lo vivimos con la ilusión y satisfacción de ver cómo gente de cantera tiene la oportunidad de brillar".
"Del debut de Raúl con Valdano me entero en una parada de autobús. Yo cogía el 35 y justo se subía Alejandro, el portero de aquel Infantil..."
El camino de Raúl está documentado, fue una autopista hacia el cielo. El del resto de compañeros de aquel infantil se desvió hacia otros destinos. Alenda se mantuvo unos años en la montaña rusa del fútbol. Jugó un año en el Rayo y deambuló por equipos de la Tercera División madrileña hasta que el hartazgo de la presión empujó lejos a la diversión. "Yo fui un poco raro", reconoce. "Estudiaba mucho, el cine siempre me gustó y el círculo del fútbol nunca me interesó. Incluso sentía rechazo. Cuando estás en equipos grandes ves lo que sucede. La competencia era feroz. Sostenerte en el equipo… Yo estuve hasta los 18 años en el Atlético y durante esos cinco o seis años que permanecí allí cada tres meses venían chavales de cualquier parte de España para intentar quitarte el puesto. Es una presión muy grande la que tienes desde muy pequeño. Y luego, digamos, que no eran los valores que me interesaban. Me cansé. Yo quería estudiar y tener mi carrera. Aunque luego jugué en El Pardo, en Preferente, tres años, los más felices de mi vida. Porque jugaba para pasármelo bien".
"El cine siempre me gustó y el círculo del fútbol nunca me interesó. Sentía rechazo. En el Atleti venían chavales de cualquier parte de España para intentar quitarte el puesto. Una presión..."
Sus estudios de Empresariales le llevaron a trabajar durante tres años en banca. Hasta que sintió una de esas punzadas que uno no puede describir, pero que reconoce: "Tuve el impulso de querer contar historias. Estaba enamorado del cine y mi hermano empezaba a escribir. Así que me dije: 'Me voy a formar y dedicarme a esto'. Aparte que lo he vivido en casa desde pequeño". Su padre fue productor y distribuidor de cine. Entre otros premios, ganó el Oscar en 1983 con Volver a empezar, de José Luis Garci. Por lo tanto, tenía cerca las huellas por las que pisar.
Creó junto a su hermano la productora Solita Films, con la que está conociendo el éxito. En 2009, ganó el premio Goya a Mejor cortometraje de animación por La increíble historia del hombre sin sombra y ha estado nominado a estos prestigiosos galardones otras cinco ediciones más: "Tenemos entre manos proyectos muy bonitos, el año que viene rodaremos varias películas. No me imagino en otro lugar". El propósito de vida se reconoce así, encajar y sentir que se encaja. Raúl nació para ser estrella. Alenda, para grabarla.