Compartir habitación con una estrella del Real Madrid da para un libro: "Raúl y yo nos fuimos por la puerta de atrás del hotel el día que debutó"
Sandro desvela varios episodios que vivió en los hoteles de concentración del Madrid: del yoga de Butragueño de madrugada a la manía de Redondo con la oscuridad.
Lo que se nos oculta trabaja a modo de campo magnético de cuya atracción no podemos huir. Las cosas no las vemos como son. O al menos no en su totalidad. Esa parte que permanece en la sombra suele ser la más interesante. El cine encuadra a la perfección este instinto. Y ninguno supo hacerlo mejor que Alfred Hitchcock y su ventana indiscreta. El mundo del deporte tampoco es ajeno a tal fascinación. No en vano fue una de las claves del éxito televisivo de El Día Después y su sección Lo que el ojo no ve. Y si hay un punto que siempre ha despertado la curiosidad entre los aficionados al deporte es el hotel de concentración de los equipos y todas las intrahistorias que no salen a la luz y que son fundamentales para comprender la afinidad (o no) en un grupo. Sólo el paso del tiempo ayuda a que se desvelen, amparados muchos en el retiro y en la libertad que da que una causa prescriba.
Treinta años son suficientes como para andarse con secretos.Sandro se abrió en canal en una entrevista con Relevo tres décadas después de debutar con el Real Madrid. Repasó su llegada a la capital, agradeció su ascenso de la mano de Valdano, reconoció a sus fantasmas y se emocionó al recordar cómo el Málaga apareció al rescate. También se rio, y mucho, cuando la memoria le devolvía 'secretos de alcoba' de las concentraciones del equipo blanco. Merecían tanto ser contadas y subrayadas, que las apartamos en este artículo.
En ese fútbol de los 90 que muchos idealizan (idealizamos), los jugadores solían compartir cuarto. El canterano sufría los ronquidos de algún veterano, el capitán contemplaba las manías del goleador o dos chavales se repartían los nervios antes del debut. Sandro vivió de todo y aún se desternilla. Las suyas sí que son historias para no dormir.
"En el Real Madrid aprendí que hay que correr las cortinas del todo a la hora de irse a la cama", inicia el relato, dejando una estela de misterio. Basta con picarle un poco para que baje la guardia y comparta nombre, apellidos y detalles. "Me lo enseñó Fernando Redondo", ríe. "Era mi ídolo. Imagínate yo ahí, durmiendo junto a él. La habitación tenía que estar completamente a oscuras. Cerraba todo. Y cuando digo todo, es todo. Tú sabes que, con el paso del tiempo, las persianas en las casas y en los hoteles acaban estando menos firmes, dejan los agujeros de encima sin cerrar. Por ahí pasa luz, y eso es lo que Fernando no soportaba. ¡Le he visto levantarse y poner esparadrapo para no entrara nada de luz!".
"Redondo no soportaba que entrara luz en la habitación mientras dormía. ¡Le he visto levantarse y poner esparadrapo en las ventanas!"
Esta obsesión de Redondo alimenta la leyenda, urbana y futbolística, que envolvía a la estrella argentina. Tote también expuso en Relevo cómo los veteranos amedrentaban a la chavalería que subía al primer equipo y dormía con el tótem: "La figura de Fernando impresiona porque tiene una personalidad muy marcada, un grande de verdad. Me fijaba en todo, yo no hacía ruido. Karanka, sobre todo, me quería acojonar: 'Vas a ver como te muevas'. Me la liaron". "Era mortal. Un fenómeno", elogia Sandro.
Si la sola presencia de Redondo imponía, el aura de Emilio Butragueño enternecía. Cuando el canario debutó con el Real Madrid, el 10 de septiembre de 1994, el vuelo del Buitre había perdido altura. Tanto que aquella iba a ser su última temporada en el club de su vida (en 1995 se marchó al Atlético Celaya mexicano). Sin embargo, su ascendencia permanecía inalterada. Con ese respeto se fue a la cama una noche Sandro. Cuando cerró los ojos, a su lado aún descansaba el '7'. A las pocas horas, la escena era otra distinta y explica el carácter apacible y espiritual de Butragueño: "¡Hacía yoga de madrugada! Yo una noche estaba durmiendo y, de repente, me desperté. Noté que alguien se estaba moviendo en nuestra habitación. ¡Era el Buitre haciendo yoga a la una de la madrugada! Aquí cada uno tenía sus manías y yo era un niño. Figúrate cómo estaba yo".
"Una noche noté que alguien se estaba moviendo en nuestra habitación. ¡Era Butragueño haciendo yoga a la una de la madrugada!"
No es el único recuerdo que guarda el canario de sus noches con el actual director de Relaciones Institucionales del Real Madrid. "Tengo otra con Butragueño que fue buenísima. Fue en Albacete, una de las primeras concentraciones. Él estaba estudiando no sé qué. Siempre estaba estudiando. Y me deja el mando de la televisión. Al rato ve que no paraba de hacer zapping. Antes había muchas menos cadenas que ahora. Y de repente se vuelve: 'Niño, mucho zapping te veo yo, ¿eh?'. 'Es que no hay nada en la tele', le dije. Su respuesta aún la tengo grabada como si fuera ayer: 'Pues si no hay nada en la tele, venga, a dormir'. Oye, y me fui a dormir. No dije ni mu". Esto sucedió la noche del 17 de septiembre de 1994, siete días después de debutar de blanco.
Sólo transcurrió un mes y medio y el de Las Galletas ya ejercía de hombre experimentado y veterano de habitación. La siguiente escena ocurrió en la mañana del 29 de octubre, antes incluso de salir el sol, en un hotel de Zaragoza. La fecha que pasó a la historia como la del advenimiento de Raúl González Blanco. Desde aquel partido en La Romareda, la historia fue otra.
Tú ibas en la convocatoria el día del debut de Raúl.
Sí. Valdano hacía una cosa que ya está en desuso. Él daba la convocatoria y el once antes del último entrenamiento. Los dos fuimos en la lista y ya sabíamos que él iba a jugar. Y en esa concentración compartí cuarto con él. Es posible que por primera vez con Valdano pusieran en la misma habitación a dos niños juntos. Normalmente, siempre te concentrabas con uno de los mayores.
Dices que Raúl ya sabía que iba a jugar. Tenía 17 años y pegaba un salto impresionante… Por mucho carácter que tuviera, se comería los nudillos de los nervios.
No sé si Raúl lo ha contado alguna vez. Estábamos durmiendo y, como a las siete de la mañana, noto algo. Claro, estás en la habitación, todo oscuro y sientes que alguien se está moviendo constantemente. Intenté seguir durmiendo. Y al rato, lo oigo otra vez. Era Raúl. El pobre no podía dormir.
¿Le tranquilizaste de algún modo?
Lo intenté. Encendí la luz: '¿Qué te pasa, Rulo?'. 'Estoy muy nervioso', me dice. Mi respuesta fue la que sentí: 'Es normal, cariño, no te preocupes, es lógico. Tú tranquilo, tranquilízate que todo va a salir bien'. Además, me acuerdo de que cuando tú antes ibas a la concentración con el Madrid, salir por la puerta principal de un hotel para dar un paseo era imposible. Creo que nadie lo hacía. Eso era habitual en las categorías inferiores, donde siempre tomabas el desayuno y salías por ahí a estirar las piernas. Eso con el primer equipo no lo podías hacer. Y nos fuimos por la puerta de atrás.
¿A las siete de la mañana? ¿Fue una 'escapada' secreta o alguien más lo sabía?
Pues se lo dijimos a alguien, no sé si a Zoco, que en aquel momento era el delegado. El caso es que salimos por la puerta de atrás del hotel. Yo ya estaba habituado a los nervios de antes de un partido con el primer equipo, pero Raúl, el pobre, quería dar un paseo y nos fuimos medio escondidos.
No le sentó nada mal aquella caminata a Raúl. Esa noche, debutó en La Romareda con el Real Madrid y nació para la historia. Nada más arrancar el partido (acabó 2-2), Laudrup sacó el pincel y le dibujó uno de esos pases que llevaban el símbolo de copyright. El niño encaró a Cedrún, lo dejó sentado… pero su disparo a puerta se fue alto. Remató con la pierna derecha. La mala. Aunque dio una asistencia a Zamorano y erró varias ocasiones, esa irrupción fue un relámpago que anticipó el trueno posterior. "Esa noche supe que Raúl sería el mejor", admite quien más le sufrió aquella noche, Cedrún. Sandro vio todo desde el banquillo y su testimonio destila admiración: "Rulo es Rulo. Se comió el mundo y todo fue a base de su calidad y trabajo diario. Un talento extraordinario".