El "milagro" con el que Carlo Ancelotti sucumbió ante Ernesto Valverde: "Hasta en el telediario creían que se habían equivocado"
El Txingurri, que hoy se verá las caras con el técnico italiano, hizo historia con el Espanyol en 1987 eliminando al Milan de Sacchi.
Ernesto Valverde volverá a verse las caras con Carlo Ancelotti en San Mamés. Será su undécimo enfrentamiento como entrenadores, el noveno defendiendo a Athletic Club y Real Madrid respectivamente, pero se conocieron mucho antes. Cuando ambos escuchaban los consejos de sus técnicos y disfrutaban en el césped. Solo coincidieron en dos ocasiones en el mismo terreno de juego y fue una eliminatoria histórica que se recuerda como una de las mayores gestas en la historia del Espanyol, en el que brillaba un joven Txingurri de solo 23 años. No todos los días un conjunto humilde es capaz de sorprender a un gigante de Europa. Y más si hablamos del Milan de Arrigo Sacchi, aquel equipo que cambió el fútbol y que enamoró al mundo a finales de los años 80 y comienzos de los 90.
Copa de la UEFA. Temporada 1987-88. El Espanyol de Javier Clemente había eliminado con holgura al Borussia Mönchengladbach con un 1-5 global en los treintaidosavos de final y el sorteo quiso que los catalanes se midieran al gran favorito de la competición, que venía de eliminar al Sporting de Gijón. Nadie confió en otro resultado que no fuese la eliminación perica. Salvo Clemente. "Javi nos motivó en la charla a su manera", recuerda en conversación con Relevo Pichi Alonso, autor de uno de los goles conseguidos en Italia y que a la postre fue decisivo. Después explicará esa inolvidable charla en el vestuario minutos antes de saltar al campo.
Sobre el campo estaban estrellas que en las siguientes temporadas levantarían dos veces consecutivas la Copa de Europa (88-89 y 89-90), además de la conseguida ante el Barça en 1994. Maldini, Tassotti, Donadoni, Gullit, Van Basten... y Ancelotti, que entonces tenía 28 años. "Solo con escucharlo era un equipo que impresionaba, como ahora el Madrid, que piensas en que no hay ninguno malo. A mí me tocó emparejarme con él (Ancelotti) todo el partido, aunque la camiseta al final me la cambió con Donadoni, que vino a decírmelo él", menciona Javier Zubillaga, el otro goleador del encuentro. Ernesto Valverde fue titular en aquella noche histórica en la que los pericos vencieron por 0-2 para después redondear la eliminatoria con un empate sin goles en Sarriá.
Pichi Alonso, que repasa sus recuerdos entre bromas constantes, menciona en primer lugar que venían de haber luchado por el título de LaLiga con el técnico de Barakaldo y, sobre todo, ejemplifica lo que sintieron al ver los sorteos. "Viajábamos con americana y corbata, pero cada uno se traía la suya de casa del color que quería. Cuando nos clasificamos para la UEFA el club pensó en que teníamos que dar buena imagen y en hacer un uniforme. Tocó el Mönchengladbach, que entonces era como un Bayer Leverkusen de hoy. Y dijeron: ¿Para qué vamos a hacer el uniforme para un solo viaje? Nos hicieron uno básico con americana azul y un pantalón gris de franela. Llegamos a la final en mayo y seguíamos viajando con el pantalón de franela que nos picaba a todos del calor que hacía".
"Un milagro. El milagro convertido en realidad. No hay duda de que como mucho teníamos un 2% de opciones de pasar"
Ex jugador del EspanyolMenos opciones veían cuando tras pasar por encima de los alemanes el sorteo les emparejó con el Milan. "Nadie lo preveía. Cuando vimos el sorteo, te quitabas presión porque era un equipo que se suponía que nos iba a eliminar. Lo que pasa es que nosotros teníamos de entrenador a Clemente. Y Clemente tenía una mentalidad ganadora que valía siempre", dice Zubillaga. "Un milagro. El milagro convertido en realidad", responde Pichi en cuanto escucha hablar del duelo ante los rossoneri.
Aquel primer encuentro de la eliminatoria se jugó el 21 de octubre de 1987 en Lecce, ya que sobre el Milan pesaba una sanción de UEFA que le impidió recibir al Espanyol en San Siro. "Decían que eligieron esta ciudad porque allí tenían la mayor agrupación de aficionados en el país. El campo estaba lleno, con un ambientazo", cuenta Zubillaga, que recuerda bien que viajaron en avión con un centenar de aficionados pericos. "Íbamos como víctimas propiciatorias. No hay duda de que como mucho teníamos un 2% de opciones de pasar", dice Pichi Alonso, que recuerda también que en la previa se quedó dormido en la habitación con Soler y casi se pierden la comida.
Pese a la dificultad, el técnico vasco, que venía de haber ganado dos ligas y una Copa con el Athletic y de haber salido de Bilbao tras el escándalo con Manu Sarabia, les cambió a todos la mentalidad con sus frases inolvidables. "Somos una banda, pero una banda organizada", les dijo internamente y también públicamente un año antes. Ya en el vestuario de Lecce tiró de estrategia. Clemente, en una época en la que los ordenadores portátiles y las tablets aún no estaban ni los planes de los informáticos, daba las charlas apoyándose en las típicas pizarras de papel. Allí escribía la alineación y cuando la destapó solo había diez nombres escritos.
Clemente puso solo diez jugadores en la alineación que mostró a sus jugadores, que le preguntaron por ello: "No está Gallart, que va a marcar al hombre a Gullit. Será diez contra diez"
Empezó con mensajes motivacionales, insistiendo que los milanistas eran superiores pero que debían demostrarlo en el campo. Pero cuando llevaba ya unos minutos, Golobart entró en acción "Javi, si jugamos con once igual tenemos más opciones, ¿no?" Y Clemente respondió: "No, porque Gallart, que no está aquí, va a marcar al hombre a Gullit y no jugará ni él, ni Gullit. Será un diez contra diez", como narra Pichi. "Tú con él todo el partido, si se va al váter, tú te vas con él'", apostilla Zubillaga. Y así fue. "Le arruinó la vida" y el mediocentro holandés "no la tocó". De hecho, después reconocería que ese había sido uno de los mejores marcajes que le habían hecho en su carrera y que el planteamiento de Clemente fue uno de los más complicados. "Podríamos seguir jugando días que no meteríamos gol", reconoció el jugador milanista.
Sobre el césped, Zubillaga y después Pichi Alonso fueron los goleadores y Tommy N'Kono uno de los protagonistas por sus paradas. Una victoria que nadie esperaba, ni siquiera después de conseguida. "La gente alucinó cuando se enteró. Antes no se podían ver todos los partidos y algunos familiares o amigos pensaban que me estaba equivocando al contárselo", bromea Zubillaga, aunque cuenta también una anécdota real. "Hubo choteo porque en el telediario italiano dijeron el resultado y de verdad pensaron que estaba equivocado. Tuvieron que insistir".
Aunque Pichi reconoce que aún no se podían imaginar en lo que se convertiría aquel Milan y que tenían poca idea de cómo jugaba el conjunto dirigido por Sacchi, de cara a la vuelta prepararon el choque con algunos detalles tácticos. Sólidos atrás y una estrategia que surtió efecto. "En la última sesión siempre nos decía qué había que hacer contra cada rival. Y aquel día repetimos los golpeos en largo para aprovechar esa línea defensiva tan adelantada que planteaba Sacchi", desvela Zubillaga, que no deja de repetir que Arrigo Sacchi cambió el fútbol con sus planteamientos en aquellos años.
Clemente tenía también otras armas para certificar la clasificación. "Se le ocurrió hacer el campo más estrecho. Un metro por banda. El problema es que se veía la línea antigua", dice riéndose Pichi. N'Kono volvió a ser decisivo con sus paradas y consiguieron un empate sin goles que valía el pase a cuartos de final. Toda España y también Barcelona alucinaba con este Espanyol. "La grandeza de ese equipo es el buenísimo rollo que había. Tengo muchos amigos en Barcelona y del Barça y me decían que iban a vernos a Sarriá porque veían mejor fútbol que en el Camp Nou", presume Pichi, que aterrizó en el conjunto perico tras cuatro años como culé.
Aquella victoria les dio alas para soñar. Después eliminarían al Inter de Milan en octavos, al Vitkovice en cuartos y al Brujas en semifinales tras remontar el 2-0 de la ida con un inolvidable 3-0 en Sarriá que se recuerda como uno de los partidos más emocionante de la historia del club. En la final, pese a haber ganado 3-0 en la ida, cayeron 3-0 en Leverkusen y se les escapó el sueño en los penaltis. "Ernesto (Valverde) y yo jugamos la final y al día siguiente nos estaban operando. Una artroscopia porque teníamos fastidiado el menisco. Ernesto jugó todo el partido y al día siguiente al quirófano", cuenta Zubillaga.
Un entrenador que sorprendió a todos
Así como Carlo Ancelotti era ya un entrenador en el terreno de juego, con ese liderazgo desde el centro del campo y ese sentido táctico en un equipo como aquel Milan, Ernesto Valverde era otro tipo de futbolista. "Jamás", responde rápido Zubillaga mientras se le pregunta si hubiera imaginado a un Txingurri entrenador. "Era jugador de fútbol pero tenía muchas otras cosas en la cabeza. Estaba todo el día haciendo fotos", continúa. Pichi tenía la misma sensación. "Es un crack. Majísimo. Eso sí, si me llegan a decir que va a ser entrenador digo que es imposible".
"Teníamos un rato libre y nos íbamos por la ciudad. Y él se iba a las iglesias, a las catedrales o a los puentes a hacer fotos... Y mira si ha sido entrenador: de los buenos", continúa Pichi, que compara lo sucedido con Valverde al caso de Marcos Alonso: "Yo me apuntaba todas las pretemporadas, los entrenamientos, en mi libreta. Marcos tenía unas condiciones brutales, pero no sabía si jugábamos 4-3-3, 4-4-2... Ni lo sabía ni le interesaba. Y luego entrenó a media España, como Ernesto".
Valverde y Ancelotti se han enfrentado en diez ocasiones como entrenadores, con solo una victoria del rojiblanco
Y tanto que se convirtió en entrenador. El técnico con más partidos en la historia del Athletic, el que volvió a levantar una Copa del Rey tras 40 años y el que tiene a Bilbao enloquecida con una temporada que va camino de ser inolvidable. Por eso, el reto de ganar al Real Madrid de Carlo Ancelotti en un San Mamés casi inexpugnable es más realista que nunca.
Si lo consigue será la segunda victoria en sus duelos directos desde el banquillo ante el entrenador italiano, tras el 1-0 logrado en 2015 gracias a un gol de Aritz Aduriz. En el histórico figuran seis derrotas, tres empates y una victoria como entrenadores, pero el Txingurri, Zubillaga y Pichi Alonso podrán presumir siempre de aquella eliminatoria ante el Milan en la que sorprendieron a toda Europa.