Luka Modric es titular para todos (Ancelotti, vestuario y él mismo) menos para Florentino Pérez
El presidente, que tiene a Luka en un pedestal, se inquieta cuando le ve de titular en noches 'grandes'. En cambio, Ancelotti ha tirado de él en todos los encuentros, ha asumido su rol y es un ejemplo en la caseta.
Si en la vida civil en un año pueden suceder muchas cosas, en la futbolística, donde los análisis cambian en función de un resultado y la estabilidad se altera casi cada jornada, esos 365 días son una noria girando a velocidad de vértigo. Lo que esta noche es titularidad indiscutible, mañana es jubilación. Y el consenso sobre un finiquito se corrige rápidamente para acordar una renovación. Luka Modric (39 años) conoce ambos caminos porque en la última temporada los ha recorrido.
En el pasado mes de enero, salvo él, muy pocos daban por segura su continuidad en el Real Madrid. Ni siquiera Ancelotti, que con un ojo miraba el futuro del croata y con el otro esperaba en vilo la resolución del futuro de Kroos. En junio, con Liga y Champions en el bolsillo, la noria se paró con el alemán retirado y el '10' en vigor. Hoy, el veterano es titular para todos (entrenador y vestuario) menos para Florentino Pérez.
Para comprender el giro de guion que ha llevado a Luka a vivir su nueva normalidad con entusiasmo, es preciso rebobinar a esos meses en los que su futuro se asumía ya como pasado. Ancelotti arrancó la 2023-24 con la digestión hecha de que tenía que reconstruir el centro del campo porque el club estaba decidido a cortar el vínculo con Kroos y Modric. Hacerlo con todos los honores, pero hacerlo. El argumento era que había que dar paso a la savia nueva. Una derrota en septiembre en el Metropolitano (3-1), con ambos veteranos en el once, enfadó al presidente, que comenzó a deslizar a su círculo más próximo que las dos leyendas que acababan contrato en verano no podían jugar juntas. El mensaje caló el tejido y se filtró hasta donde siempre quiere que desemboque. De ahí que el técnico diera constantemente carrete a Tchouameni, pese a las crecientes críticas, o se agarrara poco a poco a Camavinga.
Lo que pasó a continuación dio paso a un tobogán. Kroos se rebeló en el campo, sus datos físicos rozaban los de su mejor versión e incluso anunció su regreso a la selección. En alguna charla informal dejó caer que podría seguir un año. El otro lado de la moneda lo representaba Modric, con menos protagonismo del que esperaba en un rol que le costó metabolizar. Pero todo cambió en 2024. La llamada al alemán para renovar se fue demorando, él se fue convenciendo de que lo mejor era acabar la relación en lo más alto, como así fue, y el croata terminó por prolongar su contrato. En su caso fue él mismo quien más interés puso en alargar un año y el club aceptó porque, aunque no es ninguna ONG, sí tomó en consideración la opinión de un futbolista trascendental en la historia blanca, competitivo hasta la obsesión e infatigable (sigue sin renunciar a la selección).
Así pues, Modric aceptó revisar su contrato, cobrar menos e intentar acabar sus días como profesional en Madrid y no en Arabia, que le tentó con sus tentáculos. Su aportación al equipo en esta 2024-25 le da la razón. Si apartamos de la ecuación a Militao, lesionado de larga duración, aparece entre los once jugadores con más minutos acumulados, 1.110. Los datos confirman que lo de Carletto con él no fue un brindis. Cuenta con él, en las buenas y en las llamas. Ha participado en todos los 26 encuentros, acariciando el 40% de titularidades (10).
Un maratón que le dará papel protagonista
Su contribución no sólo alimenta al equipo sobre el verde, también en el vestuario. Tras aquellos síntomas iniciales de revolución al verse como suplente, Luka tomó responsabilidad, aceptó el nuevo escenario y su comportamiento está siendo ejemplar: acepta su papel, exprime los minutos porque él se ve en máximos, está encima de los jóvenes y es un ejemplo de profesionalidad en la caseta.
Todos le miran como un titular de facto... excepto el presidente, cuya opinión no ha cambiado con respecto a la temporada pasada. Florentino (y algún miembro de la dirección deportiva) tiene a Luka en un pedestal, por lo ofrecido con el balón y lo ejemplarizado con sus valores, pero tuerce el gesto cuando en un partido de los denominados grandes le anuncian que jugará de inicio. En esos corrillos donde se habla sin el filtro de lo políticamente correcto, se difunde la conveniencia de utilizar el centrocampista como una fantástica alternativa en los segundos tiempos y como ejemplo para marcar el paso en partidos donde hagan falta las rotaciones.
Ancelotti, permeable, es consciente de esos consejos y, después, actúa en consecuencia para controlar todas las aguas. Por ejemplo, si tomamos como referencia las noches más negras de este curso, que coinciden con esos días de enjundia, Luka fue titular en los naufragios contra Liverpool (2-0) y Milán (1-3) y el empate en el Metropolitano (1-1). En cambio, fue utilizado como opción para obrar la remontada, sin resultado, en los batacazos frente al Barcelona (entró con 0-2 en el 63'; el Clásico finalizó 0-4), en Lille (el entrenador tiró de él en el 57', con el 1-0 final) y ante el Athletic en San Mamés (ingresó en el 71' con 1-0 y el choque acabó en 2-1). Un escáner sin patrón que explica que, al final, el italiano acaba haciendo lo que le dicta su conciencia técnica y su mano izquierda.
Aunque haya quien piense que más le vale al técnico que Modric no aparezca en la foto antes del pitido inicial, lo cierto es que el croata será más importante de lo que el personal cree en este segundo tramo de temporada, cuando la carretera se empina y el calendario comienza a congestionarse. Enero es un puerto de primera categoría, con el desenlace de la fase liga de la Champions, la Supercopa en Arabia y la Copa. Y el ejercicio acabará en junio, con el Mundial de Clubes. Cinco títulos en juego y un desgaste terrorífico que le abrirán las puertas del protagonismo a un Modric que, con 39 años, empuña el mando sin nerviosismo porque él mejor que nadie sabe que lo que hoy parece negro, mañana será blanco.