Margarita Luengo, 'influencer' colchonera de 76 años: "Todo el mundo me pide una foto con el ramo"
Su liturgia nació el 28 de enero de 1996, se convirtió en la esencia del Doblete y hoy es la viva historia del equipo rojiblanco.
Margarita Luengo (Castilblanco, Badajoz; 18 de enero de 1947) tiene a su marido, Dionisio; a sus cuatro hijos, María del Mar, Cristina, Rubén y Daniel; y a sus cinco nietos Álvaro, Samuel, Hugo, Álex y Enzo, como su familia carnal, en Talavera de la Reina (Toledo), la villa toledana de la cerámica y la oveja autóctona. Pero, en realidad, Margarita cuenta con, al menos, más de 138.000 familiares, que son los socios que tiene el Atlético de Madrid. Es la matriarca de toda la estirpe colchonera e historia viviente del club por aquellos cuatro claveles que tiró en el córner del Fondo Sur, del Vicente Calderón, el 28 de enero de 1996. "No lo hice con ninguna intención de nada, pero mi promesa fue hacerlo hasta que me muera", recuerda Margarita, que lleva 27 años con la liturgia de dejar su ramo de flores en el, ya denominado, "córner de Pantic".
Su historia con el ídolo del Doblete guarda hasta un espacio en el Territorio Atleti (el museo del Metropolitano). "Milinko me regaló su última camiseta, ante la Real, pero se la doné al Museo cuando me la pidieron porque ahí va a estar para toda la vida. ¿Para qué la quiero yo en casa?". Por su espontaneidad y generosidad, entre otros motivos, se mueve casi como una influencer cada vez que acude al estadio del Atlético de Madrid. "No te lo puedes imaginar. Es muy bonito que me pidan fotos, pero me agobia algunas veces. Si me paro con uno, me tengo que parar con todos. Todo el mundo me pide fotos. Uy, uy, uy. Con el ramo, sin el ramo… Margarita por aquí, Margarita por allá", narra con su simpática y entrañable voz ronca. Todo el mundo la adora. No es para menos. Simboliza lo que, por ejemplo, ha conseguido la afición con el tema del escudo ("no entiendo por qué cambiaron el de toda la vida", subraya), es decir, que el sentimiento de pertenencia y valores de este equipo lo sustentan personas como ella.
"Antes no era como ahora, porque los chicos y las chicas andan todo el día juntos. Antes, teníamos los sábados o los domingos y nada más. Si el sábado o el domingo, Dioni se iba al fútbol. Me dijo: 'O te vienes al fútbol o no nos vemos'. Y empecé a ir a un inaugurado Vicente Calderón, con Ayala, Pereira y compañía, y me entró el gusanillo. Hoy no entiendo mi vida sin el fútbol ni sin Atleti. Me falta algo cuando no voy al campo", precisa un vivo ejemplo del "nunca dejes de creer", porque ni nueve operaciones de rodilla le han impedido, a sus 76 años, caminar con sus propios pies ("creía que iba a ir toda mi vida con muletas").
¿Por qué un ramo de flores?
La tradición nació aquel 28 de enero de 1996. Como tantos otros domingos, Margarita acudía al viejo Calderón junto a su marido ("Dioni se quedaba fuera del estadio, con nuestros amigos de la peña Tomahawk, porque no podía soportar los nervios de los partidos"). "No tiramos un córner tan bien desde que Pantic se fue. Fue buenísimo sacando las faltas. Ese día compré cuatro claveles porque sabía antes del partido que íbamos a marcar cuatro goles", rememora Margarita. Aquella temporada 1995-96, cada saque de esquina o falta se celebraba en el Calderón casi como un gol. "Miliiiiinko, Miliiiiinko, Miliiiiinko", clamaba el viejo Manzanares.
Minuto 16, gol de Kiko y clavel; minuto 43, gol de Pantic y clavel; minuto 67, gol de Penev y clavel; minuto 71, gol de Biagini y clavel. La premonición de Margarita se cumplió. Cuatro claveles y cuatro goles. Con marcado espíritu atlético ("yo voy al campo siempre pensando que vamos a ir ganar y golear, no como muchos cenizos que piensan que vamos a sufrir; eso sí, si luego ganamos 1-0, pues lo celebramos igual"), Margarita empezó a traer los ramos más grandes, 12 claveles rojos y 12 blancos. "Pantic se los echaba a la gente, pero un día le puse una notita: 'Milinko, no tires las flores al público porque son para ti", señala.
Pantic se convirtió en leyenda rojiblanca el 10 de abril de 1996, al marcar de cabeza el gol de la victoria ante el Barça, en la prórroga, en la final de Copa en La Romareda. Y el ramo de Margarita se instauró como un santuario, protegido y alabado por todos los aficionados colchoneros. "Me acuerdo del lío que se montó cuando Roberto Carlos le dio una patada al ramo. ¡Madre la que se montó! Luego, otros, como Nolito, cuando jugaba en el Celta, fueron todo lo contrario, al coger el ramo con sumo respeto y hasta darle un beso", explica.
En estos 27 años han sucedido muchos acontecimientos. "Ha habido muchos momentos felices, pero también de sufrimiento cuando bajamos a Segunda. Pero luego mira el gol de Godín en el Camp Nou o el partido ante Osasuna en LaLiga de 2021. Y las finales de Champions… ¿A qué viene que el árbitro, cinco años después, diga que Ramos estaba en fuera de juego? ¡Si eso lo vio España entera! Esa copa era nuestra. La de Milán sí la perdimos nosotros, porque no metimos los penaltis", analiza.
Durante la pandemia, Koke ("el que más me gusta después de Pantic, es un chaval de barrio muy majo y simpático") la videollamó para colocar su famoso ramo. En 27 años, sólo faltó una vez, contra el Sevilla en el Calderón, y todo el estadio se preocupó: "Preguntaron todos si me había pasado algo. No pude ir por un funeral". Sigue yendo todos los partidos al estadio con su amiga Juli y con la peña atlética de Talavera. Conecta con todas las generaciones, hasta con las más jóvenes, como ocurrió en su visita a Relevo con nuestra compañera Sofía de la Iglesia ("ay, lo mejor de Relevo es esta chica, qué bien me ha caído") o Pablo Corner (que hizo magia al sacar el 10 de corazones). Mantiene la ilusión como el primer día. Eso es amor, por el Atleti y por Pantic. "Milinko dice de nosotros que somos sus padres españoles", suspira Margarita, la abuela de todos los atléticos.