Los datos que muestran la verticalidad mal entendida del Real Madrid: una línea defensiva muy baja y pocos remates claros
El Real Madrid fue uno de los peores equipos presionando al rival en la primera jornada de Liga.
Hay frases que tienen un sentido lapidario. Que sientan las bases de lo que se quiere construir. "Nos ha costado recuperar el balón, hacer presión tras pérdida… Cuando se habla sobre el aspecto defensivo, se habla sobre todo de compromiso colectivo". Esto fue lo que dijo Carlo Ancelotti tras el empate entre el Mallorca y el Real Madrid (1-1) en el debut esperadísimo de los blancos, en un partido muy pobre que evidenció unas carencias lógicas, pero no por ello poco importantes. El Real Madrid todavía no es un equipo. Está en camino.
De lo que llevamos de jornada, sin contar los partidos de Espanyol, Valladolid, Atlético y Villarreal, el Real Madrid es el equipo que ha defendido más cerca de su portería: ha situado la línea a 39,82 metros en sus acciones defensivas. ¿No choca este dato en un equipo repleto de jugadores preparados para jugar en campo rival, sobre todo ante un equipo como el Mallorca del gran Jagoba Arrasate? La respuesta es sencilla. El Real Madrid no pudo, o no supo, presionar, lo que le partió en dos y le regaló a Arrasate un plan de partido idóneo para explotar el buen pie de Mascarell o Darder y el juego directo con Muriqui.
Incapacidad para robar alto
Mientras el Mallorca realizó el 93% de contrapresiones (esas que nacen en menos de cinco segundos de una pérdida) en el campo blanco, los de Ancelotti cayeron al 61%. Con jugadores del nivel físico de Bellingham, Valverde o Tchouaméni en la medular, se presupone un plan más activo, y de ser reactivo, con menos fisuras que el que mostró el equipo blanco en Mallorca. De hecho, los de Carlo generaron 0,52 goles esperados, una cifra pobrísima (solo superada por los 0,25 del Athletic Club) que evidenció la poca brillantez en el último tercio y, en consecuencia, el mal posicionamiento para defender la pérdida.
Ninguna de estas situaciones es extraña. Carlo Ancelotti nunca ha invertido mucho tiempo en la fase de presión, su equipo ha sido sólido porque ha controlado el ritmo y ha impuesto su calidad, haciendo valer su enorme superioridad física en las zonas clave, pero nunca ha gozado de una estructura sólida, lo que aumenta la sensación de caos en un equipo que tiene que integrar a Kylian Mbappé en su engranaje.
Los blancos han pasado de cuatro a tres centrocampistas, y Mbappé es uno de los delanteros que menos trabaja defensivamente. Los datos lo avalan: según StatsBomb, Mbappé es el único delantero en aparecer dos veces en el TOP 15 de delanteros que menos presiones realizan y menos presiones ganan desde la 22/23. A sus 25 años y con status de Dios, otorgado por el PSG y Catar, Mbappé no ha logrado añadir a su juego unas rutinas básicas sin balón. Ante el Mallorca se vieron gestos de Ancelotti reclamándole a él y a Vinícius unos descensos que solo se dieron de cara a la galería.
Se apreció a Bellingham decirle al tridente atacante en el descanso que finalizasen sus jugadas. "Volver hacia atrás es muy duro", les espetó. El inglés, en un rol muy libre, acompañando las jugadas como teórico interior zurdo pero finalizando y apareciendo por muchísimas zonas, es uno de los damnificados ante un mal repliegue. Se le exige porque se sabe de su recorrido, y terminó fatigado al tener que tapar espacios que se iban multiplicando.
No hay que sobrereaccionar nunca al primer partido de liga, el Real Madrid es un equipo que solo ha cambiado una pieza, pero una que afecta al resto de forma integral, sobre todo porque la que han perdido daba algo que no van a encontrar. Los de Ancelotti, en su afán de llegar rápido hacia sus jinetes, pecaron de una verticalidad mal entendida que terminó por dejarles sin red de seguridad, transformando el plan de Arrasate en su kryptonita. Solo así se entiende que con tal arsenal ofensivo, el Real Madrid apenas generase mientras no robaba arriba. El fútbol tiene sus tiempos.