REAL MADRID 4 - SEVILLA 2

Kylian Mbappé ya es quien dice ser y demuestra que al Real Madrid le queda una marcha más

El delantero del Real Madrid tocó fondo en Bilbao, y desde entonces empieza a incorporar a su hoja de servicio un desempeño mejor de lo que se vio.

Kylian Mbappé, en el partido contra el Sevilla. /EP
Kylian Mbappé, en el partido contra el Sevilla. EP
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Kylian Mbappé abre fuego en el Bernabéu con un sensacional gol. Un latigazo desde fuera del área, uno de los múltiples recursos con los que cuenta para resolver una jugada. Es el décimo que consigue en el campeonato, una muy buena cifra para terminar el año. El caso es que la producción ha estado ahí, pero el jugador no tanto. En las conversaciones de madridistas, también en algunos medios, cundía cierto desánimo. No se veía de blanco ese jugador por el que pasaron tanto tiempo suspirando. Uno que, legítimamente, aspira a ser considerado el mejor de su tiempo.

Cuando un jugador, y más todavía una estrella, se viste de blanco, alguien tiene que contarle que no es todo tan fácil como parece. El nivel de exigencia es máximo y de nada te sirve el nombre, tienes que ganártelo. Más, probablemente, en el caso de un jugador que por sus idas y venidas había generado cierta desazón previa en su nueva afición. Algo así le sucedió a Zidane, que pareció un jugador del montón en su arranque de blanco para después, sin casi solución de continuidad, convertirse en uno de los grandes ídolos de los aficionados.

Mbappé se vio fallando dos penaltis seguidos, uno en Liga y otro en Champions, con el desespero que eso supone. No solo tiró fatal aquellos dos lanzamientos, sino que la secuencia de los mismos fue un espejo de lo que estaba siendo su año: flojos, sin confianza, irreconocibles para un futbolista así.

Tocó fondo, él mismo lo asume y lo dice. El ruido se acumulaba a su alrededor, pues añadía a su momento futbolístico todos los líos que tiene en Francia, como el cobro pendiente de parte de su ficha o su extraña situación con la Selección, a la que no acude desde hace meses. Todo eso estaba ahí opacando a la estrella, pero él mismo entendió que a peor no iba a ir.

Y ha empezado a resucitar. Su partido contra el Sevilla es quizá el mejor que ha jugado en España, del mismo modo que contra la Atalanta, en una noche clave para el Real Madrid, fue él quien abrió la lata. Tenía una marcha más y su historial lleva a pensar que es posible que todavía le quede margen de mejora.

No, no era un inútil, no era un jugador a medias, y aunque todavía no es la versión de Kylian Mbappé que se vio, por ejemplo, en la final del último Mundial, sí que es uno en el que el Madrid se puede fiar. Goles, asistencias, producción, una capacidad de sintonizar con su equipo si es que juega bien o de solucionar la papeleta si no lo hace.

Mbappé y su evolución es también uno de los motivos a los que el Madrid puede aferrarse para ser optimista en los próximos meses. El Barcelona ha demostrado ya su mejor versión en la liga, la que se vio en el fulgurante principio de temporada, y el Atlético es probable que ahora mismo esté en su punto más alto de forma.

¿Se puede decir lo mismo del Madrid? Probablemente no, Mbappé tenía una marcha más y se sospecha que puede mejorar todavía un poco, jugadores como Camavinga o Vinicius han estado a ratos en la enfermería, en la defensa se ha tenido que hacer encaje de bolillos hasta reorganizar la línea, porque las lesiones han ido descartando algunos efectivos. Incluso Courtois, estrella indiscutible en la portería, ha tenido que ver algunos partidos desde la grada por las lesiones.

El propio delantero francés es consciente de que, aunque va mejorando, se espera de él una versión superior: "Puedo dar mucho más, toqué fondo con el partido de Bilbao, supe que tenía que dar mi máximo con esta camiseta. Al 2025 le pido todo lo bueno para la familia madridista y disfrutar de jugar para el Real Madrid".

Ancelotti: «El periodo de adaptación de Mbappé ha terminado» (21 de diciembre).EFE

Por el camino, Ancelotti gana una pieza que no es un cualquiera, sino todo lo contrario. Tampoco hubiese sido verosímil que el técnico italiano no se plantease otra cosa que no fuese la recuperación de su delantero. Primero porque él, como todos los demás, incluso los que le han criticado estos meses, ha visto suficientes partidos de Mbappé para saber que es especial. Y, después, porque él mismo es un entrenador de jugadores, muy capaz de entender las necesidades de los futbolistas del Real Madrid, que son peculiares y un poco distintas a las que tienen el resto de seres humanos.

El Real Madrid, la plantilla más lujosa del campeonato, ha hecho algo más que sobrevivir a un inicio de temporada al ralentí. Por el camino se ha llevado una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental —ambas, de hecho, con gol de Mbappé—, la distancia en la liga es mínima y, aunque en la Champions no ha estado a la altura de lo que se espera de un club así, y está lejos de las ocho primeras posiciones, lo único cierto es que nada de lo ocurrido descarta al club en la competición.

Los resultados, tanto para el Madrid como para Mbappé, han estado por encima de las sensaciones. Pero si eso segundo cambia, si el potencial del equipo y el jugador se despliegan, tendría sentido que el club fuese optimista.