Iñigo Pérez habla vallecano, no pierde tiempo y es el James que (no) necesita el Rayo

¿Reconocerías a Iñigo Pérez si te lo encontraras andando, vestido de paisano, por el centro de una ciudad? Los más cafeteros no dudan en decir que sí, pero el entrenador del Rayo Vallecano se ha ganado de forma merecida ser uno de los más desconocidos de toda LaLiga. En realidad es de forma inmerecida, porque también es necesario entregarle todo el reconocimiento del mundo y más. Utilizo la palabra merecida porque es él mismo el que se lo ha propuesto. Y pido perdón por una incoherencia: el Rayo no necesita ningún James porque el Rayo es el Rayo, la franja, el barrio, la gente, la sencillez. El Rayo es el Rayo por su esencia, que está lejos de las estrellas, que hace comulgar a los jugadores con sus calles. Pero si hubiera que nombrar a ese perfil al que rendir devoción ese, sin duda, sería su entrenador.
Pocos como él representan los valores y las reglas no escritas que rodean a este club tan peculiar. Desde su llegada la pasada temporada, ha trabajado en la sombra, se ha marchado corriendo tras el final de cada partido, ha hecho oídos sordos a las grandes alegrías de la afición. No porque no quisiera oírlas, sino porque ha considerado que eran los jugadores los responsables de tal júbilo. No lo ha tenido fácil. La llegada de James puso a Vallecas en el primer plano mediático de todo el planeta. En Colombia, los partidos del Rayo pasaron a ser un acontecimiento televisivo de largo alcance. Un evento nacional. Iñigo Pérez tuvo la valentía de no alinearlo porque así lo consideró en pos del bloque. Siempre el rendimiento del equipo está por encima del glamour, la fama, los focos, las cámaras o las expectativas de quien se ponga por delante.
Mientras, aguantaba una tormenta feroz bajo un pequeño paraguas que compró en uno de los pequeños comercios del barrio. Cada rueda de prensa era casi un monólogo. Nunca se salió de la línea. Equipo, equipo y equipo. Como el partido a partido de Simeone. Aun así, todavía tuvo el valor de hacer autocrítica por no haber sido capaz de sacar rendimiento de un jugador de talla mundial como James Rodríguez, pese a que toda su grada le había mostrado un apoyo incondicional. Le honra. Tras la salida del colombiano, Bukaneros, fondo de animación del club, le quiso homenajear: "Si algo hay por encima de todos en el Rayo Vallecano es el grupo, es la familia, no nos gusta destacar a nadie. Queremos acabar esto para sacar a la persona que se sienta en nuestro banquillo. Una vez más sabemos que no le gustan las fiestas".
Siguió el fondo: "Vallecas sigue siendo una familia por encima de todo, por encima de cualquier individualidad. Por eso queremos dedicar la 'Vida Pirata' a todas las personas que estáis ahí por dejaros la vida en el césped y defender nuestro escudo. También nos queremos acordar de todos los que se hacen llamar periodistas, para ellos también va la 'Vida Pirata'". Antes de todo, Iñigo Pérez se había metido en los vestuarios, como siempre, nada más acabar el partido. Óscar Valentín, el capitán, fue el que entró a por él para que disfrutara de otra gran noche en el barrio. Siempre en la sombra, pese a que los resultados del equipo son brillantes. El triunfo de la más absoluta normalidad.
@relevo_deportes 🗣️ Iñigo Pérez explica la razón por la cual se puso un peto en pleno partido. El técnico del Rayo Vallecano tuvo que ponerse esta prenda porque el árbitro se lo pidió. 💬 "Me dijo que podía haber confusión con mis jugadores". #rayovallecano #peto #iñigoperez #celta #laliga #deportesentiktok #tiktokfootballacademy #arbitro ♬ sonido original - Relevo
Iñigo Pérez lo ha entendido todo. Llega a sala de prensa con una sonrisa e incide en la importancia del equipo casi por encima del bien y del mal. Pocos han sabido interiorizar lo que es el Rayo y lo que es Vallecas tan rápido. Sí, por supuesto que Iñigo habla vallecano, como si hubiera nacido en mitad de la Albufera, como si fuera otro nieto de la María. Y tampoco pierde tiempo. Quizás en el campo sí porque es inevitable ir ganando y querer arrebatarle unos segundos al reloj. No sería humano quien no lo hiciera. Pero el debate le da completamente igual. No se siente cómodo si su equipo se excede, pero jamás levantará la voz para señalar a uno de los suyos. ¿Os suena? A Vallecas se va a animar al Rayo, no a ver ganar al Rayo. En Vallecas no se pita a un jugador, se defiende a los suyos hasta la muerte, el compromiso no es algo negociable.
La humildad y carácter de Iñigo invitan a sospechar: un rayo le ha atravesado sin que nos diéramos cuenta. Desde el banquillo dirige los partidos con su camiseta blanca de manga corta. Doy fe que desde las gradas de Vallecas se tirita con abrigo gordo, bufanda, guantes y tres capas. Y ahí está él, tan concentrado en su Rayo que no existe frío que valga. Así seguirá hasta que se hable del tema, algo que detesta. Tras hacerse viral por llevar un peto porque, si no, podía confundir a los jugadores, apareció el siguiente partido con sudadera. Por supuesto que no quería llevarla, no se debe a las bajas temperaturas. Se la puso por evitar que se viralizara el asunto y no tuvo reparo en confirmarlo.
@relevo_deportes 😌 La autocrítica de #IñigoPérez. El entrenador del #RayoVallecano ha hablado en rueda de prensa sobre el 'Caso #James'. 💬 "No he sido capaz de extraer su máximo potencial". ▪️ El futbolista colombiano solo jugo 203 minutos, repartidos en siete partidos, con el conjunto rayista. ▪️ Ahora, #JamesRodriguez ha sido traspasado al #ClubLeón de #México. #tiktokdeportes #deportesentiktok #footballtiktok #tiktokfootballacademy #rayo #colombia ♬ sonido original - Relevo
Ese es Iñigo Pérez, un entrenador como la copa de un pino. Tiene a su Rayo en la séptima posición, cuando todos le situaban como claro aspirante al descenso. Ha conseguido que su nombre quede al margen y solo hablen de él en Colombia porque, sin saberlo, en realidad es él el James de este equipo, la gran estrella. Pero el club no lo necesita por su idiosincrasia y él lo aborrece. Por eso, no pierde tiempo y en cuanto acaban los partidos corre al vestuario tras levantar el puño y sonreír por una nueva gesta lograda. Lo que no sabe es que en Vallecas se habla vallecano con tanto arte como sencillez. Él ya se ha convertido en portavoz de un idioma universal, que no tiene palabras y sí un espíritu, que trasciende de las paredes del barrio y que se basa en la gran ley de sus calles: no hay nadie por encima del resto.