SEVILLA FC

La incapacidad del Sevilla para ganar dos partidos seguidos le catapulta a la comparación con el descenso: "Veía que se nos iba"

Tan sólo Valladolid y Leganés han igualado la marca nervionense: no han encadenado dos triunfos en liga. Los de Caparrós son el segundo peor equipo en las últimas diez jornadas.

Gudelj y Manu Bueno se lamentan al final del Sevilla-Real Madrid./EP
Gudelj y Manu Bueno se lamentan al final del Sevilla-Real Madrid. EP
José Manuel Rodríguez

José Manuel Rodríguez

No ha sido fácil. La temporada en Nervión ha sido muy dura. Derrotas complicadas, una crispación social constante que llegó a tocar fondo... y un proyecto acabado por completo. Es momento de reflexionar y de tomar decisiones. Su propio entrenador, Caparrós, lo repitió en varias ocasiones. Pero también de repasar unos números que muestran por qué el temor a un descenso ha sido más real que nunca.

El Sevilla del siglo XXI es un club imponente. De los que compiten en el viejo continente contra los gigantes y se revuelven ante la 'dictadura' tradicional de Barcelona y Madrid en España. Un equipo de carácter. De casta y de coraje. Y ganador. Pues todo eso se ha perdido en la 2024/25 -aunque esto viene de antes-. Primero, con García Pimienta. Después, con Joaquín Caparrós. Ni uno ni otro ha sido capaz de evitar el sufrimiento.

El técnico catalán, desde que consiguió su última victoria en San Sebastián -9 de marzo- comenzó una caída sin frenos. Cero victorias. Todo provocó -además de unas declaraciones que molestaron en una directiva poco autocrítica- su despido, tras una derrota en Valencia que hizo temblar los cimientos de una entidad que veía que podía haber susto. Y con Caparrós, poco se ha solucionado, aunque sí lo justo para quedarse otro año más en Primera: una victoria.

Aunque no se ha corregido un dato que muestra por qué el temor a un descenso era tan real. En la temporada 2024/25, tan sólo Valladolid -colista-, Leganés -antepenúltimo- y Sevilla no han sido capaces de encadenar dos triunfos consecutivos en LaLiga. Brutal. Así era imposible que la afición se ilusionase con el mínimo reto que no fuese la permanencia.

Es más, desde la jornada 28, una después de la victoria nervionense ante la Real Sociedad, únicamente el Valladolid empeora los números del Sevilla. Cinco puntos ha sumado desde entonces el conjunto hispalense. Una hilera de datos que justifican el sufrimiento de un Joaquín Caparrós que asumió el timón del barco cuando el agua ya estaba desbordando el suelo.

"Lo he pasado muy mal, fatal. Porque veía que el equipo se nos iba y que teníamos dos partidos finales con dos equipos con un estado de forma... Tenía que cambiar de impermeable e ir a entrenar con otra cara. Lo he pasado fatal porque veía que nos íbamos. El momento del Sevilla es reflexionar por el bien del Sevilla, los accionistas tienen que hacer un esfuerzo titánico porque si no es complicado", dijo anoche en sala de prensa tras una derrota anticompetitiva.

Y es que a Caparrós tan sólo le han quedado fuerzas para alzar la voz contra el VAR. Nada más. El técnico utrerano se ha dejado absolutamente todo en una tarea que, pese al colchón respecto al descenso, parecía casi imposible. Porque el sevillismo siempre recordará el gol cantado que falló Diomande en la última jugada del Sevilla-Leganés, o los balones que mandó a las nubes Sandro con Las Palmas. Un resultado distinto en uno des esos dos partidos y hoy los nervionenses estarían en Segunda División. Las cuentas no fallaban: el final de calendario era el peor de los de abajo. Ni le ha ganado al Madrid, ni parece probable que pueda conseguir lo más mínimo ante un Villarreal de Champions.

Borrón, pero no cuenta nueva. Se le abre un futuro incierto al sevillismo, porque aunque duela, el club está en manos de los accionistas y la voz de la afición tiene poca mano en las decisiones. Aunque la unión contra la directiva es total. Y hasta el propio Caparrós sigue recordando en todas sus intervenciones lo que debe ocurrir: "Es un momento para reflexionar y que los accionistas decidan lo mejor para el Sevilla. La situación es complicada. El año pasado el balón dio en el palo y se fue al córner, este año ha dado en el palo y ha recorrido la línea de gol. Quien juega con fuego, se quema".