Este es el Bryan que fichó el Bayern de Múnich

Si todavía se preguntan por qué el Bayern se fijó en Bryan Zaragoza, les toca seguir leyendo. Frótense los ojos. Hay poca explicación racional a una transformación de este calibre en la primera mitad. El penúltimo Granada dio un baño de realidad (y un baño también) a un Cádiz irreconocible. Los del 'Cacique' Medina les pasaron por encima, llegaron una y otra vez, tuvieron ocasiones para un marcador más holgado y recuperaron para la causa al mejor Bryan. Si hasta el técnico, que llegaba a la cita algo discutido, sale de ella reforzado, con la sensación de haber impregnado a los suyos del carácter competitivo que ya se le atribuía a su llegada y que hasta ahora tan solo se había visto a coletazos.

Lo de año nuevo, vida nueva, no obstante, no es del todo aplicable. Porque el Granada perdonó, perdonó y volvió a perdonar cuando mereció irse con mínimo dos goles de ventaja al descanso. Y porque los errores de los de Medina pudieron costarles muy caros. Ni siquiera con nuevo portero, Batalla, que cometió un fallo del que le salvó in extremis el VAR. Es otro equipo, sí, pero queda mucho trabajo. Como al Cádiz, que cuando podía castigar, se autocastigó con una roja directa y acabó cediendo cuando su rival pensaba en conservar.

Los Cármenes ya comenzó como una olla a presión. Se lo pusieron fácil sus jugadores, que en el minuto 2 ya dieron un golpe sobre la mesa. Bryan Zaragoza (acostúmbrense a leerlo, será nombre recurrente) condujo, tiró la diagonal y regaló medio gol a Uzuni, que perdonó. También deben habituarse al perdón, fiel compañero del Granada en su primer partido de 2024.

Un disparo mordido de Boyé solo un minuto después ya impregnó de miedo al Cádiz, cuya situación tampoco invita a la pirotecnia. La agresiva presión del Granada llevó a Fali a medirse de par en par con Bryan con éxito indiscutible del defensa. Sufriendo, pero ganando. Otro respiro profundo de los gaditanos llegó con el gol anulado a Boyé, que tiró de habilidad para convertir tras apoyarse de la mano en el control.

Demasiado había resistido ya el Cádiz. En el 24', Gonzalo Villar puso un centro ideal desde el costado, Lucas Boyé prolongó y Uzuni empujó a portería vacía. Pulido Santana cometió el primer error (que no el último) de la tarde. No sería el último, aunque ahora la tecnología es salvadora. El VAR corrigió el fuera de juego que había señalado el colegiado junto a su asistente.

El Cádiz estaba noqueado. Uzuni se encontró con Ledesma y Bryan siguió bailando a su antojo por el costado. Otra más protagonizó el delantero, que erró en un mano a mano. Repitió el extremo con otra jugada marca de la casa por encima del larguero. Un baile. Otro Granada.

45 minutos antes del arranque del partido, la web de LaLiga anunciaba oficialmente el fichaje de Augusto Batalla. Cuatro horas antes, el Granada era el que confirmaba que llegaba procedente de River Plate. Ahora, los fichajes son cosa de la organización. Y siempre, aunque no tenía tanto protagonismo.

Total que el club trabajó a contrarreloj, avisó al árbitro de un once sin Batalla y rápidamente corrigió para dar entrada a su nuevo portero tras las dudas ofrecidas por André Ferreira. ¿Y bien? Tras una primera mitad en la que mostró seguridad, cerca estuvo de estropearlo al filo del descanso. Darwin chutó y el bote traicionó al portero, que erró y no pudo atrapar el balón.

Sobrino aprovechó su fallo para anticipar y buscar el gol y el portero trató en enmendarlo. Ninguno de los dos estuvo acertado. Batalla se jugó el penalti tocando el pie y el delantero se lanzó descaradamente al suelo tras un mínimo contacto. Pulido Santana picó en la pillería del atacante y Prieto Iglesias le volvió a avisar de que se había equivocado. Cinco minutos de interrupción ayudaron a ambos: el Cádiz no podía seguir así y el Granada no debía confiarse pese a su arrolladora superioridad.

El sufrimiento del que avisó el Cádiz en los compases finales de la primera mitad se fue por tierra en el arranque de la segunda con una torpeza impropia de pelear en la parte baja de la clasificación. Sobrino lanzó un golpe con el puño a Gonzalo Villar y en otros tiempos se quedaba en rifirrafe de amarilla o que ni siquiera ve el árbitro. Ahora hay unas cámaras que lo observan todo en cámara lenta y un mal gesto resulta fatal.

Prieto Iglesias, pluriempleado, tuvo que avisarle de nuevo y Pulido Santana sancionó con roja el comportamiento del atacante del Cádiz. Mucho más difícil así. En inferioridad numérica, los de Sergio lo intentaron y el Granada aguantó, consciente de que su fútbol total de la primera parte conllevaba riesgos. Después ya se desató, con el '26' de claro protagonista, que cerca estuvo de marcar un gol maradoniano. A estas alturas, no hay mejor regalo de Reyes que tres puntos. Este Granada está muy vivo y con este Bryan, más.