FC BARCELONA

Lo que hay detrás de los abrazos de Flick: "Es tribal, juvenil y te recuerda que juntos representáis una causa"

Varios 'coach' o psicólogos valoran la gestión del entrenador alemán, especialmente el cariño hacia sus futbolistas.

Hansi Flick abraza a Gavi después de un partido tras su regreso a los terrenos de juego. /GETTY
Hansi Flick abraza a Gavi después de un partido tras su regreso a los terrenos de juego. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Quizás por la realidad fabricada por Hollywood, con películas como La chaqueta metálica o El sargento de hierro, o por la comparación eterna entre el fútbol y la guerra ("vencer o morir", les dijo Mussolini a Italia en el Mundial de 1934), la relación entre el entrenador y el jugador ha sido en épocas pasadas fría y distante, jerárquica o militar, más aún de puertas para fuera. Los abrazos en el vestuario.

Las emociones eran una debilidad hasta que ahora se han convertido en una fortaleza y una cualidad buscada del líder, que lo aproxima a la empatía y a la confianza, como explica la psicóloga deportiva Ana Merayo, acostumbrada a tratar con jóvenes talentos y con deportistas de alto rendimiento. "Cuando hablamos de contacto físico, lo hacemos de un traspaso emocional. Te apoyo, estoy cerca, te siento, me sientes... Hay una atención. Es orgullo y confianza, es acogedor".

Y no hay nadie que abrace tanto ahora mismo en LaLiga como Hansi Flick. La imagen viral de su gesto con Héctor Fort cuando apenas se llevaban cuatro jornadas de Liga, y el canterano se quedaba sin jugar tras calentar casi toda la segunda parte, se ha convertido en una constante. Flick abrazó uno a uno a sus futbolistas después de ganar el Clásico y, claro, con el equipo líder, goleando a Real Madrid, Sevilla o Bayern, con el triunfo en el derbi, con un rendimiento tan apabullante comparado con el curso pasado con los mismos jugadores, y con un estilo de juego atrevido, propio y sin complejos, se analiza con lupa la dirección de equipos del técnico alemán, a quien todos ya en su país destacaban por su comunicación. Reparó un Bayern roto y lo llevó a un sextete. Y ahora apaga a un Barça en llamas y lo encamina a una temporada, cuanto menos, ilusionante en España y en Europa. Si Flick trae locos a los analistas por su manera de jugar, también agita las aulas con su gestión. Y con sus puyitas, que las hay: "Acepto la segunda parte, pero el miércoles pediré más".

Para Xesco Espar, exentrenador del Barça de balonmano y coach que maravilló en el pasado Reciclaje del Curso de Entrenador, los abrazos de Flick tienen un doble significado: "El primero es la confianza del entrenador, porque te lo demuestra, y es importante que haya ese contacto. La segunda es el sentido de pertenencia, típico en los entrenadores, con la frase de nosotros contra los otros. Representamos una causa. Es un comportamiento tribal, que da fuerza al grupo".

El abrazo del técnico alemán no es único, pues otros grandes entrenadores lo utilizan, es una manera de "ponerse a su altura". "Cada entrenador tiene su forma de cuidar o de llamar la atención. Guardiola lo hace, y les da un beso, les coge la cara... O Xavi también lo hacía. La jerarquía sigue, pero la cercanía del líder no se riñe con la autoridad, no rompe la separación de roles", añade Merayo.

"La de ahora es una generación de besarse, abrazarse, chocarse la mano..."

Xesco Espar Coach deportivo

De Flick se destacan muchas cosas, y una de ellas es la comunicación con los jugadores; sincera, honesta, lo que provoca que a todos les queden las cosas claras desde el comienzo y se genere ese sentido de pertenencia. También actúa otro factor en el comportamiento del entrenador, que lo visibiliza como un padre con sus hijos: la edad de los jugadores. Espar considera que hoy en día la juventud tiende al contacto como forma de relacionarse. "Es una generación de besarse, abrazarse, chocarse la mano. Hace 20 o 30 años todo eso tenía otros significados. Ya existían en los vestuarios, entre jugadores, era una manera de remarcar que somos una familia. Pero ahora esos terminos de 'bro', ese lenguaje muy de banda de calle, tribal... Es frecuente", añadió el coach que reside en Barcelona pero que viaja constantemente.

Un comportamiento en el banquillo que da «seguridad» al grupo

Precisamente, ese carácter cosmopolita de Espar le ayuda a profundizar en una paradoja ya venida a menos, que es la frialdad de los técnicos alemanes, rota años después con ejemplos pasionales, más que latinos, como Jürgen Klopp. Flick, siendo más calmado en el banquillo, lidera una generación de entrenadores en los que "por un lado mantienen el orden y la disciplina pero, por otro, le añaden el componente emocional. Antes eran fríos y profesionales, pero ahora han entendido que la emoción multiplica el rendimiento. Y así es el Barça, ordenado y matemático, pero también emocional".

Otro de los coach que está muy presente en el fútbol español pero que prefiere mantener el anonimato aporta un detalle nuevo, y es la "visibilidad" que le quiere dar Flick a los abrazos, que es un gesto más de "agradecimiento al trabajo en los entrenamientos, que todo el mundo pueda ver que hay esa comunión. Es importante para la cohesión del grupo".

"En el caso de Flick, cada abrazo comunica a sus jugadores que su valor va más allá del resultado en el campo. Este gesto se convierte en una señal de que, independientemente de los errores o de la presión, él está allí para respaldarlos, fortalecer su confianza y, sobre todo, humanizar el ambiente competitivo", explica la psicóloga deportiva Lorena Cos, que añade: "El contacto físico como el abrazo tiene efectos comprobados en el cerebro. Ayuda a liberar oxitocina, la "hormona del bienestar", lo cual reduce los niveles de estrés y refuerza los lazos entre las personas. En un equipo de alto rendimiento, estos momentos de cercanía ayudan a aliviar tensiones, a recordar que cada uno es parte de algo más grande y a impulsar la unidad", finaliza. En la misma línea de Merayo y Espar.

Y, de momento, y como decía el propio Espar, la mano del técnico se está demostrando en una amalgama de estrellas y de jugadores jóvenes formados en La Masia liderados por Flick, que es igual de coherente en el banquillo: "La calma que mantiene. Está de pie pero tranquilo, sin gritar. Y el equipo es el reflejo del entrenador. Si el técnico está calmado, demuestra seguridad. Es mejor gritar en los entrenamientos. Él tiene la confianza de que se ha trabajado bien". Precisamente, eso es lo que se destaca de Flick, las dobles sesiones, el ritmo de los entrenamientos y las sesiones no negociables. Una mano de hierro con guante de terciopelo.