Florentino afronta la Asamblea más dura para resolver las dudas que sobrevuelan al Real Madrid
El dirigente encara una de sus reuniones más importantes desde que está en el campo con cuestiones candentes sobre la economía, el estadio o las próximas elecciones.
Este domingo se celebra la Asamblea de socios compromisarios de un club deportivo que la pasada temporada fue campeón de Liga, de Champions y de Liga ACB, además de una buena nómina de otros títulos menores. Un excelente año en una institución estable y con una economía fuerte, como es el Real Madrid, parecería fórmula suficiente para pensar que la reunión no es más que un trámite, uno de esos formalismos que tienen los clubes deportivos.
Y, sin embargo, no es así. O por lo menos no del todo así. Al Real Madrid, y a su presidente Florentino Pérez, se le acumulan sobre la mesa cuestiones importantes que tienen que ser afrontadas. Algunas de ellas, de hecho, ya suponen una derrota, y el cálculo que hay que hacer tiene más que ver con la manera de solventar el drama que con una estrategia de ataque.
El ruido del Bernabéu es el más acuciante de los problemas que tiene el club. Las cuentas anuales señalan cosas buenas de la obra, que ha ayudado a disparar los ingresos por conceptos de marketing y palcos vip, pero ese empujón probablemente no compensa los muchos sinsabores con los que se enfrentan los gestores del club.
Porque el estadio no tiene un problema, sino unos cuantos problemas, empezando por el ruido. Los vecinos del Santiago Bernabéu se indignaron cuando descubrieron que los conciertos que se celebraban en el estadio se pasaban con mucho de las normativas municipales. Con los decibelios muy por encima del umbral permitido, tienen todas las de ganar y, de hecho, han ganado. Hay juicios abiertos por delitos medioambientales y una paralización de los conciertos, de momento hasta abril, pero probablemente más allá.
Es evidente que la obra, ya entregada, no tuvo en cuenta, o no lo suficiente, un tema que se ha convertido en un problema troncal para el club. Se desconoce, y quizá sea la Asamblea el foro en el que comentarlo, qué posibles alternativas tiene el club para solventar el entuerto. También el coste de las mismas, que siempre será importante, más todavía si se tiene en cuenta que la obra, como suele ocurrir siempre que alguien saca a pasear la hormigonera, se ha ido en precio muy por encima de lo presupuestado.
Desde el entorno del club se está deslizando que la ausencia de conciertos no es algo tan grave, que estos no eran más que la guinda en el pastel. De hecho, el Barcelona, en sus obras no ha realizado adecuaciones de su estadio con la idea de que se hagan más conciertos, ya que el césped no se puede quitar y eso impide que se hagan actos de este tipo durante el año.
Si es cierto, lo es solo en parte. El proyecto del Madrid era más ambicioso y es absurdo negar que se esperaba abrir una posible línea de negocio que ahora está enquistada. Además, Florentino cree, y así lo ha dicho, que la economía del fútbol se va a poner cada vez más difícil y por eso mismo se embarcó en un proyecto muy ambicioso que convirtiese el Bernabéu en un estadio multievento.
Se junta con todo esto un contrato de explotación en el que aparecen tanto Legends como Sixth Street, dos empresas enormes que pagaron por adelantado por quedarse con la gestión comercial del recinto. El contrato, lógicamente, se pone más difícil si una de las líneas de negocio que había no salen adelante.
Las otras obras
Los problemas del estadio no acaban ahí, aunque eso sea lo más llamativo. También están parados por la justicia los parkings que está construyendo el club. No son, en principio, una gran fuente de ingresos, pero sí tienen cierta importancia para el acceso a los constantes atractivos que el club busca que se desarrollen en el Bernabéu. Para conseguir que el estadio sea todo lo que quieren que sea es relevante que esta obra se termine.
Y, junto a todo esto, otro dolor de cabeza es la gestión del sky bar, uno de los puntos más atractivos y lucrativos del proyecto blanco que se ha visto puesto en solfa por una serie de incumplimientos de contrato y promesas que no llegan a satisfacerse. Una curiosa mala elección de socios para desarrollar el proyecto. Cada día que el local, que tendrá vistas al campo y se espera que sea de gran lujo, uno de los sitios escogidos de la capital, no funciona es facturación que se va perdiendo. Esto, obviamente, es más fácilmente solventable que otros puntos del orden del día, pero no deja de ser una manifestación más del descontrol que ha tenido el estadio, uno que Florentino, en contacto con sus socios, debería explicar.
Este último punto también ha terminado en los tribunales, algo que está lejos de ser excepcional en el Real Madrid de hoy en día. El club vive en estado de permanente litigio, muchas veces contra LaLiga, lo cual es en sí mismo un problema para la institución, pues cualquier paso por un juzgado no deja de ser una causa de incertidumbre.
Muchos de esos conflictos que han terminado en los tribunales son, sin embargo, uno de los puntos fuertes de Florentino Pérez en la Asamblea. Al dirigente madridista le gusta utilizar su discurso inicial para las múltiples guerras en las que tiene embarcado al club. Es probable que haya andanadas a Javier Tebas, a Aleksander Čeferin o a France Football por el Balón de Oro, cuestiones todas ellas que suelen ser muy vitoreadas por los compromisarios —un colectivo, por lo general, férreamente controlado desde el club— y que en este caso se esperan que lleguen con la virulencia de siempre.
Hay temas abiertos, como la Superliga o el Mundial de Clubes, en los que quizá Florentino puede marcar con rotundidad la posición del Real Madrid, un club de comunicación escasa en su día a día y al que con frecuencia hay más que interpretar —saber qué dice cada uno y por qué— que entender, ya que no suele dar explicaciones oficiales. La excepción, de hecho, es esta Asamblea, un momento en el que el presidente le pone voz a las opiniones que tiene la institución sobre cuestiones variadas.
Las cuentas y sus matices
En todo lo que tiene que ver con la actualidad, el acto fundamental por el que se celebra la Asamblea es la aprobación de cuentas. Saldrán adelante, sin duda, porque son generalmente buenas y también porque el público que acude al acto no suele ser muy pejiguero con los números. En los estados financieros del Real Madrid hay muchas cuestiones positivas, en la línea de los últimos años, pero también algún requiebro contable que hace arquear las cejas a los que saben de contabilidad.
A favor se puede decir que los ingresos son robustos y que la capacidad del club para afrontar las deudas y créditos contraídos en los últimos ejercicios —que son muchos, no en vano han tenido que financiar un estadio— sigue siendo sólida. Los ratios generales de solvencia son positivos y no hay grandes motivos para echar para atrás las cuentas. Y el hecho de haber logrado una cifra de negocio por encima de los 1.000 millones de euros, la primera vez que eso ocurre en el fútbol, es realmente notable.
Lo que no quiere decir, sin embargo, que las cuentas sean perfectas. Para cuadrar esta temporada se ha echado mano de un recurso atípico, una venta de derechos futuros sobre algunos palcos vip que han sido un gran maná para el club. Unos ingresos de casi 80 millones de euros que han hecho más sencilla la tarea de cuadrar unas cuentas que tenían esta temporada más estrecheces que los años anteriores. No, no son las mejores cuentas de la era Florentino, y hay algunas cuestiones que este año se han salvado y que habrá que mirar en el futuro, aunque tampoco esto quiere decir que los problemas de futuro ya estén aquí.
Todo lo hasta ahora contado tiene que ver con la relación del Real Madrid con el mundo, con las instituciones, con las finanzas, con sus proveedores, con otros clubes, hasta con sus vecinos, pero probablemente el asunto más importante no tiene que ver tanto con lo que va hacia fuera como con lo que se cuece dentro.
Pasar de club a...
En la Asamblea del pasado año, Florentino Pérez explicó que están sondeando un cambio del modelo societario del club. Era un trazo grueso, un anuncio somero que esta temporada, según dicen las diversas informaciones, terminará de concretarse. El Real Madrid es un club de fútbol desde 1902, sus dueños son socios del mismo e incluso sobrevivió a la Ley del Deporte que convirtió en Sociedad Anónima prácticamente todos los clubes deportivos del país. Es una constante en la historia del club que ahora puede desaparecer.
La magnitud de esto es difícil de valorar. Los rivales de Florentino en sus primeras elecciones, a finales de los 90 y en el 2000, señalaban al empresario como el enterrador del Madrid como un club social, entendían que su idea, desde el principio, era privatizar el club y darle forma de empresa. Durante 24 años no se ha materializado, pero quizá ahora sea el momento en el que todos esos miedos históricos se hacen realidad.
Es clave saber si habrá un movimiento pero, sobre todo, en qué línea se hará ese cambio y cuáles son los argumentos para explicarlo. Esa será la tarea de Florentino, dar motivos para cambiar una institución que en 122 años como club deportivo ha sido capaz de competir y mirar desde arriba a todos los demás equipos del mundo. También la forma que propone, dar a entender qué cambio quiere y, a partir de ahí, saber cuáles son las consecuencias de una decisión tan drástica.
Toda esta transformación, de proporciones históricas, lleva a pensar en el gran tema del Real Madrid, que no es otro que el propio Florentino Pérez. En la pasada Asamblea se votó que la ciudad deportiva de Valdebebas lleve su nombre y es sencillo entender los motivos. Su popularidad en el madridismo es elevadísima, tanto que nadie se plantea siquiera que alguien pueda desafiarle en unas elecciones, y haciendo balance de su presidencia es fácil llegar al a conclusión de que el club de hoy es más grande, exitoso y sólido que el que recogió.
Florentino cumplirá en marzo 78 años, y el paso del tiempo es inexorable. En el año 2025 tiene que haber elecciones en el Real Madrid, o por lo menos un proceso electoral, pues en las últimas ocasiones se convocó para quedar sin más candidatos que el presidente. Es posible que Pérez renueve una vez más su cargo pero, como ocurrió con Joe Biden en Estados Unidos, el tiempo es inexorable y no suele ser fácil, menos todavía en personas que han amasado ese tipo de poder, entender que quizá es el momento de dar el relevo.
Es poco probable que Florentino Pérez hable de su sucesión en la Asamblea, aunque técnicamente sea el foro adecuado para discutir este tipo de cosas. De hecho, si finalmente hay un cambio drástico en la situación societaria del club, habría que saber incluso cuál sería el proceso de elección de los nuevos mandatarios. Todo eso es incertidumbre, algo que las grandes empresas, y el Madrid es un ejemplo de ellas, buscan evitar a toda costa.
El drama de la Asamblea sería menor si el Madrid fuese un club algo más transparente, si Florentino hablase con más frecuencia de los conflictos a los que se enfrenta la institución que dirige. Como no lo hace, el 24 de noviembre no puede ser un día más, es el día en el que el presidente tiene que contar el estado de la cuestión.