La filosofía de Bordalás sobrevive un año después del 'Esto es fútbol, papá': "Quiso darle 500 euros y la titularidad a quien llegase con el balón a la M-50"
El alicantino, metódico y peculiar, combina el "cachondeo" con una exigencia máxima. Este curso se enfrenta a su mayor reto.
Getafe celebra este sábado un día grande: se cumple un año del 'Esto es fútbol, papá', la frase que resuena ahora en bares y escuelas de una localidad que presume casi más de su equipo de fútbol que de ser la cuna de la aviación en España. El aterrizaje de Bordalás marcó un antes y un después para el club. Aunque su bagaje resulte conocido, nunca sobra recordar su legado en el Coliseum: cogió a los azulones en puestos de descenso a Segunda B, ascendió a Primera, acabó quinto, alcanzó los octavos de la Europa League, se marchó al Valencia, volvió con el club en caída libre (olía a Segunda en la jornada 32) y ya lleva dos permanencias. Esta temporada, con una plantilla hipermermada y un ex del Ceuta como nueva estrella, se enfrenta a su mayor reto.
En cualquier caso, la huella del alicantino en Getafe transciende más allá de lo deportivo. El Bordalismo es una manera de vivir, una forma de sentir: no renunciar jamás al objetivo, batallar hasta el último segundo y no arrugarse ante los gigantes. Sus ocho campañas en el sur de Madrid y 30 en los banquillos dan para un sinfín de anécdotas, como su obsesión con la báscula (algunos jugadores ni cenan) o su exigencia extrema ("no para de meterte el dedo en el culo"). Resulta curioso rescatar que entrenó a Pepe Mel, que sólo le lleva un año, y que en sus inicios en el Benidorm combinó su trabajo como técnico con su puesto de agente de seguros.
El 'Esto es fútbol, papá' supuso su particular respuesta a los que le critican por defensivo y le acusan de juego sucio. Surgió antes de un partido contra el Villarreal y con el arrastre de varias críticas furibundas: en el arranque de curso le atizaron Xavi ("normal que la gente no quiera ver fútbol"), De Jong ("es una vergüenza"), Arrasate ("no hay balones ni recogepelotas"), Iñaki Williams ("todos le tenemos calado") y Unai Simón ("me parece una vergüenza que un entrenador tenga que hacer esto"), los dos últimos después de una bronca en Bilbao por la que el míster terminó expulsado mientras denunciaba insultos graves del propio Williams ("que comente lo que me ha dicho"). En la previa de la siguiente jornada tiró de la oración que se ha convertido en su mantra.
Un entrenador «peculiar»
Sin consultarlo con el equipo de comunicación del Getafe ni con el suyo propio, Bordalás se arrancó con gracia y despertó las carcajadas de los presentes. A su gente más cercana no le sorprendió tanto. Lejos del aspecto que muestra ante las cámaras y de la seriedad que se le presupone, el preparador es "un cachondo" entre bastidores y con los suyos. La temporada pasada se viralizaron imágenes del equipo entrenándose con máscaras de cerdo y capotes y su plantilla suele repetir la misma advertencia: "No le conocéis". Los amigos del técnico le vacilan ahora con la frase. La coletilla del 'papá' la utiliza a menudo ("¿cómo estás, papá?") y le encanta poner acento argentino al hablar: "Cosas suyas".
Bordalás responde a la comparación con Simeone:
— Relevo (@relevo) December 18, 2023
💬 "Yo soy Bordalás, papá". pic.twitter.com/hi5jDyae4P
Miles de entrenamientos y 647 partidos como profesional darían, sólo a base de historietas de colegas, expupilos y miembros de su staff, para escribir un libro. Varios recuerdan cómo un día, tras dirigir una sesión en el Coliseum, retó a varios futbolistas (entre ellos el uruguayo Leandro Cabrera) a entregarles la titularidad el fin de semana en caso de pegarle al balón y llegar a la M-50, la carretera de circunvalación que rodea las instalaciones del club. Añadió otro premio: 500 euros. En su etapa en el Alcorcón (2012-15) desafió a sus jugadores a mandar la pelota con la cabeza fuera de los límites del estadio.
La dinámica se corresponde con uno de sus principios: "El balón, cuanto más lejos de la portería, mejor". Otro de ellos lo copió de un maestro: "O pasa el delantero o pasa la pelota, pero no los dos". En lo puramente futbolístico, y en contra de la manida teoría de que prima la solvencia y el pragmatismo, tiene claro lo que quiere de sus equipos: que presionen arriba, que asfixien la salida del rival y que pasen el máximo tiempo posible en campo contrario. Por eso los conjuntos a los que dirige siempre acaban arriba en la clasificación de equipos que más lejos defienden y que mayores esfuerzos a alta intensidad realizan: "No cree en el gilitoque".
Antes de cada curso, por ejemplo, le pregunta a sus futbolistas cuántos goles han metido la temporada anterior. Cuando la mayoría (sobre todo defensas y mediocentros) le responden que cero, su contestación es siempre la misma: "No puede ser". Quiere que todos sumen y que la responsabilidad del gol no recaiga sólo en los delanteros. Ahora, además de a Mayoral, se lo exige a Chrisantus, que centrales como Alderete aporten en las acciones de estrategia y que pivotes como Arambarri se atrevan a golpear. Sus zagueros valoran mucho que exija a los atacantes que sean ellos quienes empiecen las presiones y que no les libere de currar.
La importancia del estado físico
Este medio ya dio detalles sobre su rutina para llevar un control a rajatabla del peso de sus jugadores: cada mañana, cuando llegan a la Ciudad Deportiva, deben subirse a la báscula bajo la mirada del entrenador y de un miembro de su cuerpo técnico. Este último recoge los datos a manos e impide que "puedas engañar" a Bordalás, como reconoció entre risas Juan Iglesias, uno de sus soldados más fieles y al que subió del filial para convertirle en lateral de Primera. En caso de haber ingerido una cena copiosa el día anterior y rebasar el límite permitido, las consecuencias son varias. Una de las más curiosas la cuenta un futbolista que ya no está en el equipo y que revela una práctica habitual: el jugador que se ha pasado de peso tiene que entrenarse con un chaleco encima de la misma cantidad que le 'sobra'. Es decir, si llegas al entrenamiento después de un par de días libres con dos kilos de más, por ejemplo, tendrás que realizar la sesión de trabajo con una prenda de dos kilos.
"Querido, vete al 'gym' y toca hierro, que tienes brazo de cajero de Mercadona"
Es un castigo con sentido: además del toque de atención que supone, hace que el deportista sufra y corrija cuanto antes el déficit. Más allá de ese correctivo, el jugador puede llevarse una sanción deportiva (no participar el fin de semana) y económica, con multas estipuladas para quien no cumpla los estándares. La importancia del gimnasio (uno de los factores que han ayudado a estar cerca de la Selección a Borja Mayoral) es otro de sus pilares inquebrantables. Para la hemeroteca queda una frase que le espetó a un jugador poco fibrado: "Querido, vete al 'gym' y toca hierro, que tienes brazo de cajero de Mercadona".
"Para ganar hay que sufrir", repite. Luis Milla admitió que les "ahoga" en el día a día, en el buen sentido, y Juan Cala resumió como nadie su método: "Cuando coincidí con él era como: 'Joder, el hijo de puta este me tiene amargado como un padre, pero me está haciendo vivir una de las mejores épocas de mi vida deportiva'". A los árbitros tampoco les deja respirar: a veces cuelga fotos de los colegiados en el vestuario durante la semana y los tiene bien estudiados.
El cortoplacismo es otra base ("esto es muy breve y hay que disfrutarlo", suele decir en la caseta) y no escucha hablar de nada que no sea el siguiente rival. Su mente, ahora, está cien por cien en el Alavés de Carlos Vicente (se miden este sábado a las 14:00), al que quiso fichar el invierno pasado para reforzar la banda.
Capacidad de convicción
Su habilidad para atraer a los futbolistas a su terreno la emplea también en el mercado, con llamadas directas y sin intermediarios a los jugadores que le interesan (Ilaix Moriba) para convencerles de firmar por el Geta. El estilo tiene su factor positivo… y la parte negativa, como que directores deportivos que saben de su 'modus operandi', como Sergio Fernández, ahora en el Alavés y al que quiso Ángel Torres, prefieran trabajar bajo otro modelo. Dani Abalo (coincidió con Bordalás en Vitoria) pagó de primeras no haber llegado a Mendizorroza bajó petición del entrenador: "Un día, en el calentamiento, me llamó para hablar con él y me dijo que iba a tener difícil jugar porque no había sido un jugador que él hubiese pedido, que para él es muy importante firmar futbolistas que quiere, que tiene sus chicos en los que confía…".
En los últimos tiempos se ha esforzado por controlar su imagen y lo que le obsesiona siempre es conservar el buen ambiente. Que sus jugadores, más allá de sentirse apretados y obligados a dar el cien por cien, vislumbren con alegría cada entreno y que crean en lo que hacen. Esa será la única forma de salvar a este Geta y de seguir engordando su categoría de leyenda en una ciudad que le adora.