Una decisión de Mao y Garagarza que explica por qué el Espanyol se ha convertido en un club 'pequeño'
El conjunto blanquiazul jugará dos encuentros consecutivos en casa, claves para el futuro de su entrenador.
Manolo González y el Espanyol afrontan los dos próximos enfrentamientos, ambos en casa ante Osasuna y Valencia, con la imperiosa necesidad de ganar. De no hacerlo, correría serio peligro la cabeza de Manolo González, que tiene a los jugadores a su favor. "La directiva no sé qué piensa, pero los jugadores estamos a tope con él", dijo Joan García el pasado lunes en la zona mixta del Coliseum.
"Si tienes 200 ocasiones y no marcas, es imposible sumar en un campo así. No encontramos el olfato… y estamos en Primera", añadió Pol Lozano, dejando a las claras uno de los problemas de la plantilla actual del Espanyol: la falta de gol. En general, la falta de futbolistas diferenciales, que el club no puede pagar. Pero a pesar de todos estos condicionantes, y por mucho que Manolo González tenga al vestuario y a la afición de su lado, el preparador gallego se juega su cargo de aquí a final de año. Y ya explicamos en Relevo, que el club ya tenía preparado su recambio.
Tras la derrota en Getafe, se mantuvo la confianza en el actual técnico. Algo lógico teniendo en cuenta que el equipo se ha hecho fuerte en casa y que podría retomar en vuelo ante navarros y valencianos. Y que, además, el problema radica principalmente en los recursos que maneja el técnico, cada vez más escasos. En toda caso, la decisión de Mao y Garagarza ilustra que la autoexigencia del Espanyol ha bajado, pues desde que arrancó la era Chen se han cesado entrenadores en contextos mucho menos desfavorables.
A nadie se le escapa que el proyecto liderado por el empresario chino ha sufrido una progresiva desaceleración desde que alcanzó su cenit con la clasificación europea. Desde entonces, el Espanyol se ha empequeñecido; la inversión en fichajes ha ido decreciendo -hasta llegar al punto de que en invierno no puede incorporar a nadie-, el valor de la plantilla se ha reducido -en la 2018-19 era el doble del actual- y el rendimiento sobre el césped ha caído, acumulando dos descensos a Segunda División. Y la exigencia, claro, ha bajado año a año. También en el banquillo. Por no hablar de las consecuencias que ha tenido todo ello sobre la masa social, que pide un cambio de propiedad.
Nadie:
— RCD Espanyol de Barcelona (@RCDEspanyol) November 30, 2024
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El caso de Vicente Moreno y Diego Martínez
Por ejemplo, a Vicente Moreno, que logró el ascenso a Primera en 2021, se le cesó a falta de dos jornadas de LaLiga en 2022 tras haber logrado la salvación matemática. Aquel despido fue acompañado del de Rufete y de un cambio de proyecto. Y Diego Martínez, su sustituto, fue despedido al curso siguiente estando en descenso, pero con los mismos puntos que el primer equipo que salvaba la categoría. Ambos, por cierto, se enfrentarán a Manolo González en las tres jornadas de Liga que quedan antes del parón navideño y podrían sentenciarlo.
Tampoco se tuvo en el Espanyol demasiada paciencia con Luis García ni con Ramis. Cuando fue cesado este último, el Espanyol ocupaba la tercera posición en LaLiga Hypermotion, a un punto del segundo clasificado, el primero que ascendía de forma directa. Si bien cada uno de los casos tiene unas circunstancias concretas, es evidente que existe en patrón y que el club ha normalizado lo de vivir en el alambre.
No hay que olvidar, además, que un cambio de entrenador implicaría un derroche económico. Y no está el horno para bollos. Los próximos días serán claves para Manolo González y el futuro de la entidad, que como explicó Mao Ye en la junta de accionistas, no se plantea otro descenso de categoría.