Lo que se cuece en el Barça: el 'stand by' de Deco y el triplete como obsesión de Hansi Flick
Aunque las miradas vayan al Clásico, clave para el equipo de Flick con el calendario que le espera, todo pasa por este martes en Milán.

Son líneas escritas el domingo nada más terminar el Real Madrid-Celta (3-2) y, a estas horas, a cualquier seguidor blanco o blaugrana puede que se le haga difícil pensar en otra cosa que no sea el Clásico de la próxima semana. De su resultado dependerá en gran manera el desenlace de la Liga. El Barça, líder, llegará con cuatro puntos de ventaja y un 0-4 conseguido en el Bernabéu. Siendo razonables, a la gente de Flick le podrían valer dos resultados, victoria y empate. Al Madrid, siempre aplicando el sentido común, sólo le valdría ganar para acercarse a un sólo punto y convertir las últimas tres jornadas en un calvario para el Barcelona que tiene cuatro partidos, literalmente, de campeonato: Espanyol, fuera; Villarreal, en casa y cierre de temporada en San Mamés. Casi nadie al aparato. Al Madrid, sin dejar la línea del sentido común, le esperan tres citas aparentemente más sencillas: Mallorca, en el Bernabéu; Sevilla, fuera y Real Sociedad, en Chamartín. Fácil no es, por supuesto, pero se antoja más complicado lo del Barcelona.
Puestos en contexto, y perdiendo de vista todo lo razonable comentado en el primer párrafo, uno recuerda haber leído esta semana una estadística de Alexis Martín Trujillo, Mister Chip para entendernos, en la que explicaba con detalle como revisando sus datos descubrió, con la misma perplejidad que uno sintió al escucharlo, que el Barcelona había ganado 4-0 todos los partidos jugados coincidiendo con un cónclave, la vaticana reunión cardenalicia para la elección de un nuevo Papa que justamente, porque así de caprichoso es el azar, empezará el miércoles. Es decir, un día después del Inter-Barça de Champions, con la obligación de ganar en Italia, y tres días antes del Clásico.
Visto así, todos los fieles de la religión blaugrana estarán deseando que haya unas cuantas votaciones antes que la fumata bianca anuncie el nombre del sucesor de Francisco I para que esa prodigiosa estadística se convierta en profecía… aunque el victorioso marcador no fuese tan amplio. Y es que, habiendo sufrido mucho Barça y Madrid para sacar adelante los partidos contra Valladolid y Celta, su duelo del domingo 11, por enésima vez en la vida, volverá a ser el partido del siglo. Como siempre. Con unos creyendo en la historia de Alexis y otros rezando para que no sea verdad.
La realidad, sin embargo, nos devuelve al día a día y eso nos lleva camino de Milán. El Barça, que ya ha ganado la Youth League con su Juvenil A y tiene a su equipo femenino clasificado para al final de la Champions, se jugará la vida para monopolizar el blaugrana como color de todas las finales de máxima cotización. Una temporada, ya de por sí imponente, que puede resultar histórica si es capaz de volver a casa habiéndose metido en la finalísima del Allianz Arena que coronará en Munich al nuevo campeón de Europa. Lleva tanto tiempo el Barça sin optar a semejante honor, que da vértigo pensar en el 31 de mayo tal vez por eso, Flick tiene grabado a fuego en alma, corazón y mente de sus jugadores que ni su cabeza ni cuerpo pueden ir más allá del día a día. Es verdad, sin embargo, que esa posición de posible ganador de todas las competiciones obliga, por calendario, a jugar un partido pensando en el siguiente, cosa que podría explicar los ajustados resultados y las no menos sufridas últimas victorias porque, como dijo hace años Van Gaal, todos los partidos tienen influencia en el siguiente y, por tanto, lo que suceda ante el Inter, para bien o para mal, acabará influyendo en el Clásico.
Un Barça entre Milán y el Clásico con el objetivo del «temporadón»
A partir de aquí y hasta el día del juício final, podemos suponer todo lo que queramos e imaginar cualquier circunstancia pero, a fin de cuentas, lo que nadie puede saltarse es el tiempo y hay que seguir dando pasos uno después de otro. Ni se puede elegir cuando y contra quién se juega, ni se pueden prever todas las circunstancias previas o propias de cada partido. Por ejemplo, sería bueno para el Barça recuperar a su mejor goleador pero ¿dónde?. ¿En Milán justo de fuerzas? ¿En el Clásico con más gasolina? Y lo mismo podría decirse de Balde y hasta de todos los jugadores de Flick que puede que parezcan estar al cien por cien, pero que igual van con la reserva desde hace días. Algo que, por supuesto, puede aplicarse exactamente igual a un Madrid requetecastigado por las lesiones pero que, con unos o con otros, siempre es el Madrid. Y eso es lo que esperan sus creyentes, que su equipo le birle/complique la Liga al Barcelona en su propia casa y que lo del cónclave de Mr. Chip acabe siendo una casualidad que por la desmesura de su propio peso caduque el próximo domingo. Total, que estamos en lo de siempre. Un partido mil veces repetido y mil veces único.
Por cierto, por primera vez en casi un año, hoy no hablamos de altas ni de bajas. Ni de Ancelotti, que no quiere hablar de lo suyo hasta que se acabe la Liga. Y es que en Barcelona, por distintos motivos mil veces repetidos, Laporta y Deco no sabe si decir 'so' o 'arre'. Nombres hay muchos, para salir y para entrar, pero decidido no hay nada porque el club tiene urgencias mayores que una plantilla que, eso sí, se mire como se mire, necesitará mejorar tres o cuatro posiciones. Hay que cuadrar números, hay que terminar el estadio para vender los asientos, hay que conseguir el visto bueno de LaLiga para tener vía libre con el 'fair play' y hay que mantener la idea inicial: lo que genere en ventas el primer equipo, que vaya al primer equipo.
Dicho de otra manera, que no haya necesidad de utilizar el dinero de traspasos para tapar otros agujeros de los cimientos económicos de la entidad. Y eso no se sabrá, ni se hablará tampoco de ello, mientras el Barcelona esté en condiciones de ganar títulos. Y de momento, lo mismo contra el Inter que contra el Madrid, las mantiene todas con la idea innegociable de celebrarlos todos para completar un año descomunal. Hemos citado al Juvenil, ya campeón europeo, al Femenino, actual campeón y que jugará la otra final, y citamos ahora al equipo de balonmano, que también estará en la final four, e incluso al tortuoso equipo de basket que por extraño que parezca también está a un solo partido, el de Mónaco, de meterse entre los cuatro mejores de Europa. Globalmente, un temporadón.