Una anécdota de Claudia Pina con su madre revela lo que significa jugar contra el Madrid: "Vino a comer, la felicité y se puso hasta colorada"
La futbolista del Barça disfruta de su gran estado de forma a las puertas del partido ante el Real Madrid (16 de noviembre, 20:00h, DAZN)
Basta con haber seguido mínimamente la trayectoria de Claudia Pina (12 de agosto de 2001, Montcada i Rexac) para saber que a la futbolista del Barça le encantan estos días. El Real Madrid y el conjunto blaugrana se enfrentan en unas horas (mañana, 20:00h, DAZN) y a la del Barça ya le brillan los ojos.
"Yo creo que el antimadridismo que lleva dentro lo tiene desde antes de nacer", confiesa -medio en broma, medio en serio- Raquel Pinel, la que era una de sus confidentes en el Sevilla. "A ella le encanta ganar, pero siempre decía que al Real Madrid era diferente, que era un club, un equipo, que por la rivalidad que existe y por lo culé que es, que cuantos más goles le metiese al Real Madrid, más feliz", añade otra de las amigas que hizo en el conjunto sevillista, Virgy.
En el Clásico de noviembre de 2022 (0-4), las cámaras de DAZN pillaron a esa Claudia Pina. "Más, más, más. Hay más tiempo", le decía a sus compañeras en la celebración del cuarto gol blaugrana ante el Real Madrid. "Es culé, nació y ya se sabía que era culé. Se motiva muchísimo contra el Real Madrid, le tiene un odio tremendo, es así", revela Raquel Pinel. "Cuando había clásico de hombres, pues también quedábamos y lo veíamos juntas. Y yo le decía; 'Tía, es que no puede ser que le tengas tanto odio al Madrid, que seas tan culé'. Yo soy del Madrid y había momentos que le decía: 'Tía, no te soporto'", reconoce, entre risas, la exjugadora del Sevilla y futbolista del Alhama.
Claudia Pina no se conformaba con 4 goles en El Clásico y esto fue lo que dijo a sus compañeras🧐:
— DAZN España (@DAZN_ES) November 10, 2022
🗣"Más, más, más. Hay más tiempo"💪 pic.twitter.com/PPGIH6soVM
"El miércoles vino a comer a casa y le felicité por los dos goles que había marcado el martes en Champions y se me puso hasta colorada. Está muy feliz y eso le da más seguridad de cara a ser titular el sábado", cuenta Beatriz Medina, su madre.
El Audi y un “Madre mía, que me cargo a la estrella...”
Últimamente, a Claudia Pina el fútbol le sonríe. La atacante está brillando en el arranque del curso y afronta el encuentro ante el conjunto blanco desde una perspectiva privilegiada, la que le otorga su gran estado de forma, y después de haberse gustado en la Champions. La blaugrana marcó dos de los siete goles ante el St. Pölten y es la máxima goleadora del equipo en Europa (4). Y el nueve de Mariona -el curso pasado lucía el seis- no parece pesarle.
"Ella siempre que salta al campo lo hace con todas las ganas, pero siente que por fin ha conseguido que le den esta confianza", destaca Beatriz. Además, revela que la nueve del Barça -por el dorsal, no por el rol que desempeña en el campo- trabaja con un nutricionista desde el inicio del verano. "Yo siempre digo que vino de pie porque ya le estaba dando patadas a la pelota", recuerda, entre risas, su madre. "Desde los dos añitos ya jugaba al fútbol en la calle o en el pasillo de casa con su padre", añade.
Pero antes de hacerse un hueco en el Barça, se curtió en el Sevilla como cedida (2020/21). "Yo me acuerdo la primera vez que la vi en la ciudad deportiva, creo que tenía 18 años, venía con el carnet de coche recién sacado y me acuerdo verla aparcar con un Audi y quedarnos todo el mundo un poco como diciendo: 'Cuidado que la chica del Barça viene y viene pisando fuerte'", se ríe Virgy, su compañera en el Sevilla y ahora entrenadora del Villarreal. "La niña con 18 años y recién sacado el carnet y aparca el Audi y nosotras alucinamos", cuenta.
Raquel Pinel, con la que hizo muy buenas amigas en la capital andaluza, desempolva una de sus primeras anécdotas juntas, que pudo acabar en desgracia: la noche del reguetón. "Le encanta", cuenta la jugadora del Alhama. Ocurrió en verano. "Se empezó a animar la noche y se puso a bailar encima de tres o cuatro sillas que teníamos ahí en el porche. Se ponía sus gafas, que yo le decía que eran las de Anuel, y tuvo la brillante idea de subirse a la silla y empezar a pasar de una silla a otra. Se vino tan arriba que en una de esas pisó en falso, la silla voló, Pina voló, paramos la música de repente. Yo sólo pensaba: 'No puede ser, que la niña acaba de llegar y nos la vamos a cargar'," recuerda Raquel.
"Todo el mundo estaba parado, nos asomamos y yo decía, madre mía, que me cargo a la estrella, que me cargo al futuro de España, nos asomamos y la vemos que se está partiendo el culo y ya dijimos: 'Dios, menos mal, menos mal'", termina riéndose.
“Cuando llegó y la vimos entrenar nos quedamos todo el mundo un poco alucinadas”
Como sevillista, marcó nueve goles y lo jugó casi todo, siendo la tercera jugadora con más minutos en liga (2.573). Una cesión -brillante- que le sirvió para volver al Barça al curso siguiente. En Sevilla, fliparon.
"Cuando llegó y la vimos entrenar nos quedamos todo el mundo un poco alucinadas. Porque tiene una facilidad para salir de marca, para ver los espacios, para el tiro. Creo que cuando llegó tenía muchas condiciones a nivel técnico, a nivel táctico, a nivel, sobre todo, ofensivo, pero a nivel defensivo, como en el Barça estaban muy acostumbradas a siempre atacar y casi nunca defender... Ahí tuvimos que ayudarla todo el mundo para que también supiese lo que era trabajar sin balón, lo que era defender, ser intensa y bueno, su adaptación fue perfecta", cuenta Virgy, en la que ya asomaba la vena de entrenadora.
"Teníamos claro que iba a llegar a ser una jugadora importante, porque tenía una calidad y un talento desorbitado", detalla.
Raquel Pinel, que ya llevaba unas cuantas temporadas en el Sevilla, la acogió como a una hermana. "Prácticamente, todas las tardes quedábamos para tomar un café, se venía mucho a casa, a comer, a cenar, era joven, era la primera vez que salía de casa y yo, pues también, sentía la responsabilidad, la necesidad, de que se sintiera a gusto, de facilitarle la vida", cuenta. "El año que pasamos en Sevilla fue muy bonito, la tengo mucho cariño, la quiero mucho y nos hicimos un tatuaje que las dos llevamos en el hombro. Una P de Pina y de Pinel", descubre.
Respecto al fútbol, Raquel confiesa: "Nos sobraron entrenamientos para darnos cuenta de que era una jugadora con una proyección increíble y que iba a llegar lejos, y no sólo que iba a llegar lejos, si no que se iba a mantener. Yo recuerdo que le dije: 'Sigue, porque el futuro es tuyo. y a la vista está. Es un talento innato, es un don", concluye.