SEVILLA FC

Yo jugué con Jesús Navas: "¿Ustedes no pueden entender que yo soy feliz en mi pueblo con mis amigos? ¿Podéis entender eso?"

El palaciego cierra definitivamente su historia como jugador de fútbol con su homenaje. Repasamos su carrera, sus miedos y sus éxitos con algunos de sus compañeros.

Jesús Navas abraza la última Europa League ganada por el Sevilla./ABC
Jesús Navas abraza la última Europa League ganada por el Sevilla. ABC
Alonso Rivero
Samuel Silva

Alonso Rivero y Samuel Silva

Jesús Navas cierra definitivamente su periplo como jugador profesional de fútbol. Primero se despidió en el Pizjuán ante su afición, contra el Celta. Después, una semana más tarde, en el Bernabéu, en su último partido oficial. Queda un último cartucho en forma de homenaje, otra vez en el Pizjuán, para el que no quedan entradas. El evento cierra más de dos décadas de una trayectoria tan impresionante como ese físico que invitaba a pensar, hace no mucho, que le quedan otros 20 más. Quién lo diría cuando uno lo ha visto este año por la banda del Ramón Sánchez-Pizjuán con la misma cara de niño que entonces. Aquel niño tímido, que se avergüenza todavía cuando sus compañeros de la Selección le aplauden por alcanzar los 50 partidos como internacional, de penetrantes ojos azules y bastante menudo, no sabía que iba a batir todos los registros habidos y por haber. Que su Sevilla le iba a poner su nombre al estadio principal de la Ciudad Deportiva, que levantaría hasta ocho títulos (de momento) con el Sevilla o que sería el único jugador nacional en sumar tres títulos distintos con la Selección.

Y como si no tuviese valor. Una forma de vivir y de entender el fútbol para quien ama este deporte y no se preocupa de lo que lo envuelve. Quien era más feliz con la caja que con el regalo, porque con la ilusión de un niño vive cada nueva oportunidad que le concede la vida de competir cada semana con los mejores. Todo tiene un inicio. Empezó en noviembre del 2003. El Sevilla se iba estabilizando con un proyecto austero que comenzó de la mano de Joaquín Caparrós y Monchi. Tras pasar por la cantera y tener una corta etapa juvenil, Caparrós le brindó la oportunidad de salir en el minuto 78 sustituyendo a Paco Gallardo en un Espanyol-Sevilla disputado en Montjuic. Comenzaba una historia de recorrido inimaginable. El niño que no abría la boca iba a derribar todas las barreras posibles.

"Para mí es un orgullo. Yo te diría que la clave de todo el éxito de Jesús fue Joaquín Caparrós. ¿Cuántos niños hay en la cantera del Sevilla que son buenos? Niños que van muy por encima del resto. Pero debe existir un entrenador en el primer equipo, o la situación propia de la élite, y al que le toca no se atreve a ponerlo. Una de las cosas que siempre tuvo Caparrós, incluso cuando estuvo conmigo en la dirección deportiva, es que él tiene casi la obligación de sacar canteranos. Lo hizo con Sergio Ramos y Jesús Navas, pero también con otros muchos, como con Muniain en el Athletic. Incluso hacía crecer a jugadores jóvenes como Dani Alves o Julio Baptista. Sólo un entrenador de este perfil podría sacar a este jugador con 18 años", cuenta a Relevo el propio Paco Gallardo, muy unido al reciente homenajeado por el Sevilla, Joaquín Caparrós. Sin saberlo y sin pretenderlo, el duende de Los Palacios empezó a escribir su historia en el Sevilla.

La ansiedad aparece en su vida

Tras cinco partidos con el primer equipo en el año de su debut en Primera, la temporada 2004/2005 debía suponer su confirmación. A pesar de su juventud y de alcanzar su sueño, no cambió su manera de ver el fútbol. Porque Jesús era un verso suelto. Un jugador que te evocaba al fútbol de barrio, de albero, de balones Mikasa y de domingos por la mañana de fútbol. Era difícil de entender cómo ya en el profesionalismo seguía viviendo este deporte intentando alejarse de las circunstancias que conllevaba la élite, como si no le importase la popularidad, el dinero o el reconocimiento. Simplemente, Jesús quería jugar. Ya está. "Cuando empieza a jugar al fútbol, a él le da igual todo. Él quería ser feliz. Eso de irse 15 días concentrado y estar sin ver a la familia no lo concebía. No era consciente de lo que suponía eso, pero no le importaba lo que iba a pasar en el futuro. Le costó unos años, hasta que se dio cuenta de la realidad. Él quizás ha vivido el fútbol desde una perspectiva diferente: hago lo que me gusta", comenta Javi Navarro, uno de esos veteranos que siempre trató de llevar a Jesús de la mano, aunque él no se dejase demasiado.

Ahí iba apareciendo el problema más importante de la carrera de Jesús. Tan inesperado, como difícil de tratar (por la época). Su sueño no era ser futbolista, sino jugar al fútbol. La situación era la siguiente: segundo año en el primer equipo. El hombre que le había dado la alternativa, Joaquín Caparros, abandona la entidad al no llegar a un acuerdo para su renovación. La llegada de Juande Ramos, procedente del eterno rival, trae lógicos recelos. Se inicia la pretemporada, una más para todos y la más difícil en la carrera del palaciego. Tras pocos días concentrado, sin apenas dormir y comer, Jesús empieza a sentir que algo no va bien nuevamente.

No era la primera vez que se sentía atrapado en las obligaciones del deportista profesional. Con Paco Gallardo como compañero de habitación, llega la noche en la que todo se derrumba y que desemboca en el abandono de la concentración sevillista, en presencia del que fuera su agente, Jaime Rodríguez de Moya, su padre Paco y su hermano Marcos. "Yo era su compañero de habitación. Tanto con Caparrós como con Juande, siempre que había alguien nuevo o joven, los ponían conmigo para que se integraran. En aquella situación de ansiedad que él tenía, Jesús no dormía. Recuerdo un día, a las 4 de la mañana. Llama a José María Del Nido y le dice que se va. Yo estaba con él sentado en la cama y escuchaba al presidente decirle: 'Jesús, tranquilo '. ¡Me puse a jugar a juegos de mesa con él a las 4 de la mañana!", rememora ahora con una sonrisa Paco Gallardo. El tiempo ha suavizado una situación que se había convertido en insostenible.

Juande Ramos hablando con Jesús Navas.
Juande Ramos hablando con Jesús Navas.

Éste fue también el motivo por el que Navas abandonó en su momento la concentración de la Selección Sub-21, lo que le impidió disputar el Mundial Sub-20. Tras estos acontecimientos, fue sometido a un tratamiento especial. "En las pretemporadas con Caparrós, había un día que hacíamos cosas para cohesionar el grupo. Nos vestíamos todos, cogíamos una planta entera y bailábamos. A él lo sacábamos, con lo cual, estaba integrado. Cuando a él se le agudizó más ese problema, recuerdo una conversación en el Vips que había enfrente del estadio. Estaban Martí, David Castedo, Javi Navarro, Pablo Alfaro y yo. Era cuando él decía que no volvía. Nosotros le expusimos nuestra opinión y le intentamos hacer ver que tenía que mirar por su futuro. De repente él nos dijo: '¿Ustedes no podéis entender que yo soy feliz jugando en mi pueblo con mis amigos? ¿Podéis entender eso?'. Yo ahí pensé: '¿Por qué no? ¿Por qué tiene que ser feliz con lo que piensa el resto?'", explica Gallardo, empatizando un poco con la situación de su amigo. Pero su carrera no podía quedarse en Los Palacios. Su magia, menos. "Después vino Saviola, se junta con él y sale adelante", recuerda, ahora sí, con una sonrisa de sincera amistad.

Una ayuda 'inesperada'

El Sevilla se vuelca buscando que Jesús se sienta arropado y en el tiempo más corto posible. Es un jugador que apuntaba a importante, un niño querido por el vestuario y, por último, un activo al que no se podía dejar escapar. Casi sin esperarlo, el fichaje de Javier Saviola se convierte en fundamental para el devenir de Navas en el transcurso de esa temporada. Y del resto de su carrera. "Me encontré con un chico muy parecido a mí. Los dos éramos muy introvertidos. Jesús era una persona sencilla, amable, con una humildad increíble. Enseguida hicimos una amistad muy grande. Conectamos muy bien. Era lo que necesitábamos, lo que buscábamos. Realmente hicimos una gran amistad. Comenzamos a hablar. Él venía a mi casa y yo iba a su casa, ahí, en Los Palacios. Me presentó a su familia, que siempre me ha tratado de maravilla y yo me iba muchas veces a comer allá. Mi madre también estaba en Sevilla. Teníamos una amistad tan grande que cada uno iba a casa del otro como si fuéramos familia de sangre. Mi mamá lo quería como un hijo. Recuerdo que cuando le decía algo siempre empezaba con la palabra hijo. A día de hoy es uno de los grandes amigos que tengo en mi vida", recuerda el argentino.

Para muchos de sus compañeros, sin la presencia del 'Conejo' hubiese sido imposible recuperar la mejor versión del extremo de manera tan acelerada. Era imposible ver a Jesús por la Ciudad Deportiva, en el vestuario o incluso por Sevilla sin la presencia del internacional argentino al lado. "Jesús buscaba alguien que lo guiara, que lo llevara, que lo aconsejara. Yo tenía algunos años más. Teníamos tanta química que nos escuchábamos mucho. Él también lo hacía conmigo, si bien él no era de escuchar a mucha gente… Yo tuve esa suerte de caerle bien desde el principio. Hablaba mucho con él e intenté aconsejarlo, decirle el camino por el que ir. Creo que eso es lo que más orgulloso me hace sentir de la amistad que tuvimos. De estar en esos momentos difíciles y poder ayudarlo", explica un Saviola al que también se le vino el mundo encima por su rápida explosión en River y ese salto al vacío hacia el Camp Nou. "Para eso están los amigos y las personas que uno elige. Yo y mi familia intentamos siempre cuidarlo mucho y estar lo más cerca posible. Él sentía a veces esa necesidad de venir a casa y casi sin palabras explicarnos qué es lo que le pasaba. Nosotros intentamos siempre darle seguridad y poder estar con él", confiesa el que fuera delantero sevillista.

Jesús Navas con Saviola.
Jesús Navas con Saviola.

Saviola tendrá marcada aquella aventura en la capital andaluza y nos cuenta lo que le aportó personalmente: "Yo viví con él muchas cosas. En lo profesional, haber ganado esa UEFA en Eindhoven y haber disfrutado como dos niños que éramos. Todos los que tuvimos el privilegio de haber estado en ese equipo sabemos que fue la más importante. El club comenzó a ganar y fue lo que desencadenó todo lo que vino después. Vivirla junto a él, competir juntos, estar concentrados… Son un montón de situaciones. Él me enseñó cómo sentía la gente el club. En lo personal me llevo el crear una amistad sincera. Lo que viví junto a él fue maravilloso. La última vez que nos vimos hablamos de organizar algo con nuestras familias y reencontrarnos todos".

Una salida impensable al Manchester City

El 4 de junio del 2013 se hacía oficial algo inimaginable unos años atrás. Después de diez temporadas en el primer equipo del Sevilla, con el que había ganado dos Copas del Rey, dos Copas de la UEFA, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España, Jesús Navas se marchaba al Manchester City. Aquel chico que no podía estar a unos pocos kilómetros de su pueblo, se embarcaba en una aventura profesional para la que muchos pensaban que no estaría preparado. Se equivocaron. Era en ese momento el sexto sevillista, con 393 comparecencias oficiales, que más partidos había disputado con la camiseta del club, tras Busto, Campanal, Jiménez, Juan Arza y Pablo Blanco. "Cuando vi que venía, me pasó como a todos. Habíamos oído aquellos pequeños problemas que había tenido en pretemporada y demás. Creo que todos pensamos en cómo acabaría adaptándose aquí. O disimuló muy bien, o desde el primer día estuvo muy adaptado. Si tomó la decisión de salir es porque, en cierto modo, había superado aquellos problemas que había tenido. Es cierto que tuvo el apoyo de Álvaro Negredo, estaba Silva, yo… Tenía un círculo con el que se podía sentir bien", nos relata Javi García, excentrocampista del Manchester City desde Lisboa.

Quizás por todo aquello, y con la mochila cargada de experiencias, el duende de los Palacios quería probarse a sí mismo y de paso ayudar al equipo de su alma a rearmarse tras una temporada en la que quedaron novenos en LaLiga. Con más de 25 millones encima de la mesa, Navas ponía rumbo a Mánchester, donde un mes después coincidiría con su compañero y amigo Álvaro Negredo. "Al principio fue un poco más difícil su llegada al Manchester City y eso que ya era un chico mucho más maduro. Con esos problemas superados ya, en cierto modo, y acudiendo a las convocatorias de la Selección española. Le vino muy bien a él y a su familia para crecer como personas. En fútbol ya había crecido muchísimo. Fue una época muy bonita para él. La gente pensaba que no iba a aguantar y al final le calló la boca a todo el mundo. Al principio puede que le resultara muy duro. Yo intenté estar muy pegado a él porque al final sabía lo que había. Pero él se acopló, se propuso llevarlo de la mejor manera posible y es un futbolista que hizo una carrera impresionante en Mánchester. Los títulos lo avalan", asegura Negredo, la persona que más tiempo pasó junto a uno de esos jugadores a los que nunca se cansó de poner centros para hacer gol.

"Jesús, no sólo para mí, para todo futbolista que quiera hacer las cosas bien, tiene que ser un ejemplo. De sacrificio, de constancia, de esfuerzo, de mentalidad… Es cierto que cuando era joven se habló mucho de todo eso, pero trabajó duro para superarlo y al final ahí se resumen su carrera. 20 años compitiendo, 20 años siendo titular en todos los equipos donde ha estado, siendo un ejemplo para el vestuario por su comportamiento y profesionalidad. Es algo muy difícil de rebatir" cierra Negredo, quien le tiene auténtica admiración a un compañero que se salía de toda regla. Al Jesús más auténtico. Al que no quería ser futbolista, sino jugar al fútbol. Todo eso a pesar de que en sus cuatro temporadas en tierras británicas le costó hacerse con el idioma. "El idioma no consiguió cogerlo. Él conseguía entender bastante de lo que se hablaba. No tenía esa presión de entender al 100% el idioma para poder rendir. Ya tenía al míster (Pellegrini) para darle todas las explicaciones que él necesitaba en castellano", remarca Javi García.

Un regreso soñado

Tras cuatro temporadas en el Manchester City, 183 partidos, 8 goles y 36 asistencias, Jesús Navas regresaba a su casa. En la maleta, tres nuevos títulos conquistados (una Premier League, una FA Cup y una Copa de la Liga). Su última temporada, a las órdenes de Pep Guardiola, seguramente cambió su carrera y le permitió soñar con prolongarla. El de Sampedor, en un fútbol que iba dejando de lado a esos extremos puros, como el propio Navas, ubicó al palaciego en el lateral derecho y ahí fue adquiriendo los conceptos defensivos que le han llevado hasta lo que es hoy en día. Un cambio que sus entrenadores veían como posible desde que era más pequeño, por sus condiciones atléticas innatas. Pero siempre se atreve un osado, como Pep.

En esta segunda etapa, heredó el dorsal 16 de su añorado Antonio Puerta y marcó en su mente un plan ambicioso: seguir ganando títulos para su gente y levantar alguno como capitán. Esto último, grabado a fuego en alguien acostumbrado a salirse con la suya. Como canterano que era, su regreso supuso un espejo donde mirarse para los que habitaban en aquella plantilla, como Alejandro Pozo: "Su regreso supuso para mí muchas cosas. Jesús era mi ídolo y lo sigue siendo. Poder compartir vestuario con él en nuestro Sevilla fue una experiencia preciosa. Me lo llevaré a la tumba. Tener una relación con Jesús es muy especial. Cuando jugábamos juntos, yo sentía que para mí era lo más grande. Me ayudaba mucho y yo creo que él se veía reflejado en sus inicios".

Como capitán, cumplió su promesa. Colonia y Budapest están tatuadas en la vida del palaciego. Ciudades en la que alzó el título más querido portando el brazalete. Y el título, el de Colonia, que le hizo mirar al cielo y volver a recordar momentos tremendamente dolorosos. Su gran amigo, José Antonio Reyes, falleció en un accidente de tráfico el verano anterior y le abrió la enorme herida que Antonio Puerta le había provocado años antes. Porque Jesús no es un capitán al uso. No hace grandes discursos ni constantes charlas con sus compañeros. Eso no significa que no lo sienta como el que más. Sus ojos vidriosos en cada éxito, mirando siempre a sus recuerdos, son la prueba. "Jesús es historia, no sólo del Sevilla, sino del fútbol español. Recuerdo a un jugador que era un ejemplo en todo: en el trabajo, en el comportamiento que hay que tener dentro de un vestuario, en calidad humana, en el campo…", nos cuenta el portero del Getafe, David Soria. "Es un capitán con hechos. Un referente. Todos los jugadores saben lo que es el sevillismo gracias a él. Vive su pasión con mucha intensidad", dice Sarabia.

Jesús Navas dice adiós tras 22 años como profesional. De un debut en una fría tarde en Barcelona a la retirada en el Santiago Bernabéu con una ovación masiva del público. Con esa cara de niño bueno que le dio la vida y que no se ha ido. Sigue ahí. En sus ojos y en su gesto cuando alguien le para por la calle, como si se sorprendiese de verse reconocido. Es una leyenda entre los suyos sin necesidad de estar retirado. Ahí está el campo de fútbol de la ciudad deportiva, la casa de todo canterano, que porta su nombre. Eso le hace ya inmortal mientras guarda el DNI en la parte más profunda de su cartera. Ahora que todo termina, regresará a lo que siempre quiso: jugar en su pueblo. Sin focos ni nadie que lleve la cuenta de los goles. Simplemente, jugar al fútbol. Así escriben la historia las verdaderas leyendas como Jesús Navas.

Este reportaje se publicó originalmente el día 23 de noviembre de 2023 y se recupera con motivo de su adiós definitivo al fútbol de élite.