Los 600 partidos de Wilfred, el portero a quien el Sevilla vigilaba el día que descubrió a Jesús Navas
El meta palaciego recuerda el inicio de la leyenda del equipo de Nervión y una trayectoria que los llevó por caminos distintos.
Este fin de semana no es uno más en el Sevilla. Jesús Navas vivirá un momento especial al poner punto y final a su extensa carrera como futbolista, que comenzó en los campos de albero de Los Palacios. Allí empezó a despegar la trayectoria de El Duende, cuando Pablo Blanco, entonces director de la cantera sevillista, acudió a vigilar a José Manuel Muñoz, Wilfred, un portero que destacaba en el equipo de la localidad y quedó prendado de las maniobras de un pequeñito que se desenvolvía como nadie en un terreno encharcado.
En la entidad de Nervión se manejaban informes de varios jóvenes de esa localidad cercana a Sevilla gracias a José Miguel Luque, un técnico que trabajó más de dos décadas en la cantera y que ejercía de profesor en el pueblo. Eso llevó a que Pablo Blanco presenciase en directo aquel partido junto a Antonio Romero, Manolete, amigo personal y sempiterno presidente del equipo palaciego. "Vino a verme a mí y a otros, pero le llamó la atención Jesús, que era el más chiquito y el que más destacaba en todos los campos. Era fácil verlo", señala Wilfred más de 24 años después, tras un recorrido como futbolista por multitud de equipos de Segunda B y Tercera hasta que una grave lesión de rodilla le obligó a retirarse del fútbol.
Del partido en el antiguo campo con pistas de atletismo de Los Palacios a la ciudad deportiva José Ramón Cisneros. "Cuando me dijeron que tenía que ir al Sevilla no dormí, estaba nervioso. Era la primera vez que salía de mi pueblo. Lo recuerdo como si fuera ayer. Primero entrené con Pepe Ortega, que era el preparador de los porteros. Tenía buena planta y me fue bien", rememora Wilfred, que pasaría la prueba junto a Jesús Navas para quedarse en los escalafones inferiores del Sevilla. El año de diferencia entre ambos provocó que pasaran a equipos distintos, quedando el portero con Ramón Tejada como entrenador del Cadete A y Jesús junto a Luque en el B.
Pero la relación entre ambos continuó tanto para los traslados desde Los Palacios -"algunas veces nos llevaba su padre o íbamos en autobús"- como luego en la residencia que el Sevilla le ponía a los jóvenes que venían de fuera. "Siempre ha sido tímido, pero con sus allegados no tenía problemas. El primer año fue más duro pero los recuerdos son bonitos", dice Wilfred, que vivió de cerca ese despegue de Jesús. "Al balón Mikasa le pegaba más fuerte que los grandes. No tenía cuerpo, pero sabía lo que tenía que hacer en el campo", señala el portero, que pasaría por el juvenil sevillista hasta llegar al filial. "Él jugaba siempre igual, no le importaba el sitio. Siempre destacó y lo ponían en categorías superiores que se le adaptaban mejor. Eso hizo que jugase muy poco en juveniles o en el filial. Tanto a él como Sergio Ramos por el potencial que tenían se veía que llegarían a la élite", dice Wilfred sobre ese ascenso meteórico de Jesús Navas, que lo llevó a debutar en el primer equipo un 23 de noviembre de 2003, con apenas 18 años recién cumplidos. "Es difícil llegar pero también mantenerse y los dos siguen ahí. Jesús era más calladito, pero dentro de un campo encara y te hace 10 jugadas. El físico lo ha tenido siempre, con nosotros ni sudaba. Lo ves ahora y dentro de 15 años estará igual, es su naturaleza. Sergio era un líder en la defensa, y mejoró con Javi (Navarro) y Pablo (Alfaro). Ha llegado por sus méritos, pero también ha sido inteligente y ha aprendido de los mejores para ser el mejor defensa del mundo", resalta sobre dos de sus excompañeros que sí alcanzaron la cima.
La vida futbolística de Wilfred empezó a tomar otro rumbo. Tras pasar por un Sevilla Atlético de gran nivel, el meta comenzó a buscarse la vida en esa otra realidad del fútbol de los equipos modestos. "Estuvimos a punto de subir. En ese filial coincidí con Marco Navas, Sergio Ramos, Dani Bautista, Bezares, José Serrano, Marañón, Óscar…", dice el meta, que pasó a foguearse en Tercera División hasta asentarse posteriormente en Segunda B. "He jugado seis liguillas, pero nunca ascendí", señala el portero, al que le faltó ese golpe de suerte para haber llegado al fútbol profesional. "Si Jesús tiene 900 partidos en Primera, yo siendo portero tengo 436 en Segunda B y otros 160 en Tercera. Desde 2004 me metí en la rueda. Me hubiera gustado acabar de otra manera, pero en el deporte algunos llegan a la élite y yo he aprendido mucho. Me he educado y soy mejor persona gracias al fútbol", comenta Wilfred.
El currículum del portero es todo un repaso al fútbol modesto español. De Cataluña a Castilla o Andalucía. Racing Portuense, Ejea, Guijuelo, Mirandés, Llagostera, Olot, Villanovense, Marbella, Nàstic o Poli Ejido han contado con Wilfred en su portería. "En cada club he mejorado como persona y futbolista. Todos me trataron bien, aunque me hubiera gustado acabar en Marbella, que fue donde mejor he estado y en un club que estaba haciendo las cosas bien. El deporte me ha compensado. Desde 2001 que me fui a Sevilla hasta 2021 con el accidente... Tengo que estar agradecido", comenta el portero, que aprendió a convivir con esas dificultades que aparecen en ese tipo de equipos: "En ese aspecto del dinero he tenido suerte, todos me pagaron antes o después. En esas categorías es complicado generar dinero si no eres un club potente. Cuando he cobrado tarde lo he entendido. Siempre he dicho que lo importante es que te ofrezcan lo que puedes ganar".
Una lesión para decir adiós al fútbol
Tras 15 temporadas como portero de Segunda B, Wilfred tuvo que decir adiós tras sufrir una grave lesión que incluso hoy lo obliga a una dura rehabilitación. "He sido mejor portero ya con 30 años, antes cometía errores tontos", dice el palaciego, que apenas quiere recordar lo que sucedió en aquel partido entre el Poli Ejido y el CD Marino. "Apenas habían pasado 15 segundos de partido, cuando un balón en largo hacia Rivas obligaba al cancerbero de Los Palacios a salir hasta la zona de tres cuartos del campo celeste para cortar la prometedora carrera del delantero rival. Wilfred lograba su cometido y despeja el balón, con la mala suerte que el intento de golpeo de Rivas acababa impactando en la pierna del portero. De inmediato se disparaban las alarmas con Wilfred tendido sobre el césped y mostrando gestos de mucho dolor", recuerda la crónica de marbella24horas sobre aquel percance que significaría el adiós al fútbol del portero.
"Había visto a muchos compañeros sufrir lesiones graves, pero hasta que uno no lo vive no te das cuenta de el terror que es eso. Esa operación, el dolor que da durante 15 días que no puedes dormir, no te puedes mover. No sabía que una lesión de rodilla dolía tanto, ahora muchas veces estoy viendo un partido y cuando veo un balón dividido ni miro, echo la cabeza hacia atrás", comenta el palaciego, a quien los médicos ya le advirtieron de la gravedad de la lesión. "Lo primero que pregunté era si podría volver a jugar, aunque fuera en Preferente. El doctor me dijo: 'Lo tienes muy difícil, pero no para volver, sino para correr'. No he vuelto a hacerlo. Cuando lo he intentado, me da un pinchazo", dice el portero, que poco a poco fue asumiendo su nueva realidad: "Lo llevé mal. Veía que no podía ni doblar la pierna y que me operaban otra vez. Otros jugadores en un año están corriendo y yo no podía ni andar".
La última lección de vida para Wilfred apareció en ese momento, con ese adiós forzado al fútbol. "Cuando me di cuenta estaba metido en una depresión. Mi vida había sido siempre correr y hacer deporte, y ahora no podía. Con la ayuda del psicólogo pude salir adelante, si no me hubiera vuelto loco", afirma el portero, que reivindica ese trabajo mental como fundamental para los deportistas: "Al futbolista, en el nivel que sea, le hace falta ayuda. Estamos acostumbrados a entrenarnos y cuidar tu cuerpo durante años. Cuando eso termina parece que la vida se acaba. En mi primer año soñaba que todavía jugaba y luego no ponía ni el fútbol en la televisión. La ayuda psicológica es importante, si no, estaríamos perdidos. Te ayudan y ves que hay más vida fuera. Estoy agradecido al deporte, pero ahora tengo que enfocar mi vida a otra cosa que no sea eso".