FEDERACIÓN

El Gobierno culmina con la absolución de Louzán un año y medio de "ridículos" con la RFEF

Los presidentes del CSD Víctor Francos y Rodríguez Uribes y la ministra Pilar Alegría han quedado retratados con Luis Rubiales, Pedro Rocha y con el nuevo mandamás de la Federación.

Pilar Alegría y Rodríguez Uribes, en los pasados Juegos Olímpicos de París. /GETTY
Pilar Alegría y Rodríguez Uribes, en los pasados Juegos Olímpicos de París. GETTY
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Las casualidades no existen. Desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno (junio de 2018, un mes después de la llegada de Luis Rubiales a la Federación) han pasado por el Ministerio de Deportes hasta cinco ministros en estos siete años: Maxim Huerta, José Guirao, José Manuel Rodríguez Uribes, Miquel Iceta y Pilar Alegría se sucedieron en un departamento normalmente mezclado con otras carteras. A su vez, se han hecho cargo del Consejo Superior de Deportes cinco presidentes: María José Rienda, Irene Lozano, José Manuel Franco, Víctor Francos y José Manuel Rodríguez Uribes. Y, por si fuera poco, ese mismo CSD ha tenido cuatro directores generales: Mariano Soriano, Joaquín de Arístegui, Albert Soler y Fernando Molinero. Más allá de la capacidad de cada uno de ellos —habrá de todo— tanto movimiento es un claro síntoma de que algo está pasando. El 'Caso Louzán' no hace más que recordarlo.

Los tropiezos del Ejecutivo con la RFEF han sido continuos desde que Luis Rubiales desató la crisis con su peculiar comportamiento en la final del Mundial femenino que ganó España en Sídney el 20 de agosto de 2023. Primero, por no saber leer a tiempo la gravedad de unos hechos por los que el expresidente y cuatro de sus colaboradores más estrechos están acusados, con penas de cárcel incluidas, por los delitos de agresión sexual (él) y coacciones (todos). Más tarde, por empeorar la situación con cada uno de los parches que fueron improvisando sobre la marcha mientras amenazaban con una intervención de la institución que nunca se produjo y que mutó en permisividad. Y, sobre todo, por disparar declaraciones populistas ante la falta de actuaciones que después no ha podido ni ha sabido refrendar con hechos. Una cosa es el deseo y otra, bien distinta, es la ley.

Al fin y al cabo, por muchas explicaciones que se den y órganos de arbitraje que el Gobierno se haya sacado de la manga para reconducir la crisis en Las Rozas (¿qué fue de la Comisión de Supervisión, Normalización y Representación?), el resumen de estos 17 meses de crisis en la Ciudad del Fútbol se ha saldado con un resultado poco edificante: la FIFA, y no el CSD, fue quien inhabilitó a Luis Rubiales después de su huida hacia adelante a ojos de todo el mundo con aquella negativa a dimitir; Pedro Rocha está en su casa de Cáceres por cumplir precisamente lo que le ordenó que hiciera el CSD; y el Tribunal Supremo ha frenado el deseo del Gobierno de apartar a "un presidente condenado" que ya no lo es tras su absolución y el ansia de "celebrar unas nuevas elecciones" para las que, al menos, habrá que esperar otros cuatro años.

Ahora que el Caso Rubiales (que no el Caso Jenni Hermoso) está en boca de todos porque se está celebrando un juicio muy mediático, hay que recordar cómo, cuándo y con quién empezó la catarata de disparates. Víctor Francos, expresidente del CSD (de junio a diciembre de 2023), ha sido el dirigente peor parado del caos con permiso de Uribes. Estuvo en la cita de Australia y Nueva Zelanda codo con codo con Rubiales —del que se llegaron a guardar en el cajón denuncias por otros asuntos cuando Francos era segundo de José Manuel Franco— y no sólo no alzó la voz como otros políticos y alguna jugadora internacional ni denunció los hechos hasta que sus jefes lo hicieron, sino que además sus comentarios en los debates en los que participó en los corrillos de corbatas para buscar soluciones no fueron los más acertados. Así lo desveló Relevo atendiendo a la versión de varios testigos presenciales. La amistad con algunos directivos de la RFEF y la camaradería acentuada en algunos saraos celebrados en el Mundial le confundieron y jugaron una mala pasada. Una realidad que ni siquiera Rubiales pudo negar en una entrevista posterior con Alvise Pérez al ser preguntado sobre si el secretario de Estado había increpado a la mismísima Reina.

Desde que en el vuelo Sídney-Doha-Madrid fue tornando el gesto al mismo tiempo que visitaba algunas webs españolas gracias al wifi de la clase business, Víctor Francos comenzó a comparecer ante los medios de comunicación mañana, tarde y noche con un mensaje firme y totalmente opuesto al original. Como si hubiera cogido el testigo de Fernando Simón con sus didácticas explicaciones sobre el coronavirus. Lo hizo empujado por sus superiores y algo sobreactuado con el objetivo de compensar su tibieza inicial. Pedro Sánchez ya había sido tajante en el recibimiento en Moncloa a las campeonas ("el gesto fue inaceptable, las disculpas no son adecuadas y tiene que continuar dando pasos") guiado por las declaraciones previas de Miquel Iceta y Yolanda Díaz, beligerantes desde el pitido final de aquella final legendaria.

«Tenemos que aprender...»

Aun así, fue FIFA quien inhabilitó a Rubiales. El Gobierno, pese a dejar al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) en evidencia deslizando falta de independencia ya que fiaría en él sus indisimulables objetivos, no pudo hacer más. "Se ha hecho el ridículo como país", llegó a decir Francos un mes después. Durante ese intervalo de tiempo pasó de disculpar a Rubiales el 21-A con un "tenemos que aprender y que no vuelva a pasar..." al "no tenemos competencias para que haya elecciones" después de avanzar que sí con un tajante "hacen cambios ya o el CSD exigirá elecciones inmediatas". También pasó del "haremos cumplir la ley" al "o hay cambios o burofax" que contradecía el "no vamos a intervenir en la autonomía de la Federación". A esas alturas ya había roto en la nueva versión de Doctor Jekyll y Mr. Hyde.

Víctor Francos, a la izquierda, junto a Rubiales y Pedro Sánchez en Moncloa.  GETTY
Víctor Francos, a la izquierda, junto a Rubiales y Pedro Sánchez en Moncloa. GETTY

Víctor Francos mejoró su papel con su gestión a la hora de intentar pacificar la primera convocatoria de Montse Tomé de septiembre de 2023, aunque la tardanza de un mes en escuchar a las futbolistas en Oliva y algunas declaraciones también le dejaron en mal lugar por el camino: "Espero que la convocatoria haya sido pactada. Si no se presentan, tendremos que aplicar la ley". Una sentencia que tuvo que dulcificar a la carrera: "La que quiera, puede ser desconvocada sin sanción...". Aun así, pese a los brotes verdes, fue empujado a dimitir en diciembre de ese año pese a haber sido ratificado el 23 de noviembre y haber llegado al cargo sólo seis meses antes.

Le condenó haber contribuido a dilatar la interinidad de Pedro Rocha sin que se celebraran elecciones y ordenarle que siguiera una hoja de ruta que finalmente acabó condenando al dirigente por haber destituido al secretario general de la RFEF, Andreu Camps. Se excedió en sus funciones como líder de la Comisión Gestora. A Víctor Francos tampoco le ayudó que la Ley del Deporte aprobada distara bastante de la que él mismo propuso, así como un comportamiento en ciertos actos públicos nacionales e internacionales bastante alejados del decoro y que ya eran vox populi.

Otros nombres, mismos tropiezos

Con Rubiales y Víctor Francos ya apartados de la primera línea, llegó el turno de Pedro Rocha y José Manuel Rodríguez Uribes. Y los faroles y los choques entre RFEF y Gobierno fueron iguales o peores. El nuevo responsable del CSD siempre fue beligerante con el conchabeo de la Federación para poner a dedo a un delfín en el lugar de Rubiales. Así que en abril de 2024 explotó, a las puertas de unos Juegos y de una Eurocopa, aprovechando que Rocha había pasado en el Caso Brodie de testigo a investigado: "Es impensable que el representante del fútbol español para la Eurocopa o para los Juegos pudiera ser una persona investigada en una causa penal y bajo sospecha del TAD por presuntas infracciones disciplinarias calificadas como muy graves". Unas palabras apoyadas por la ministra Pilar Alegría después del expediente que señalaba al único candidato que se había presentado a esas elecciones de la RFEF: "Este Gobierno va a actuar con rigor y seriedad".

El CSD acompañó esta vez sus rotundas palabras con importantes pasos. "Convocamos a la Comisión Directiva para adoptar las decisiones necesarias que fueran en consonancia con la propia gravedad de los hechos". Sin embargo, al final de tanto ruido no hubo sanción, no suspendieron a Rocha pese a amenazar con todo lo contrario y se inventaron un órgano vigilante dirigido por Vicente del Bosque junto a "personas independientes de reconocido prestigio" de las que nunca se ha sabido nada. Rocha pactó el acuerdo con el Gobierno al mismo tiempo que pedía auxilio a FIFA y UEFA logrando además que, con la inestimable ayuda de Alejandro Blanco (COE), le dejaran presidir. Acudió a los palcos en Alemania y París hasta que dos días después de que la Selección ganara la Eurocopa el TAD le inhabilitó, tras una denuncia de Miguel Galán, dando paso a unas nuevas elecciones que ganaría Louzán.

Pero este ganador del 16 de diciembre de 2024 tampoco le valió al Gobierno. Y no por el hecho —alega off the record— de que hubiera sido un alto cargo del Partido Popular... Se aferró al hecho de que arrastraba una condena de siete años de inhabilitación para cargo público por un caso de prevaricación hace una década al frente de la Diputación de Pontevedra. Nada más ganar las elecciones, Pilar Alegría fue tajante pese a su contundente victoria. "Es muy difícil de explicar y de entender que una persona que está condenada por prevaricación asuma la presidencia de la RFEF en este país". Un mensaje que repitió en algunas apariciones públicas posteriores: "Si se ratifica la condena por prevaricación, habrá nuevas elecciones para presidir la RFEF", dijo pocos días antes de que el Tribunal Supremo se reuniera en Madrid para dictaminar una sentencia firme. Uribes, como complemento, argumentaba por todos los rincones que no quería a Louzán, por eso apoyó en su momento a su rival en las urnas Salvador Gomar. Y cuando le preguntaban por el futuro federativo, dejaba migas de pan: "La propia Federación dice que no puede presentarse nadie que esté inhabilitado judicialmente...". 

El problema para él es que ahora Louzán no lo está.

El Supremo ha absuelto al gallego y este asunto ya no se puede recurrir por mal que haya sentado a la clase política que dirige el país. Varios presidente territoriales y dirigentes de clubes, profesionales y no profesionales, coincidían ayer en sus encendidos análisis: "Esto es histórico", "otro ridículo más de los que mandan", "que dejen trabajar en la misma línea de estabilidad que se está viendo".... Por eso el Gobierno ha tenido que replegar velas una vez más y, ya sin salir a los medios, tirar del manido "tenemos máximo respeto a la decisiones judiciales" y "hemos sido prudentes". Que cada uno saque sus conclusiones. La realidad es que Louzán será presidente de la RFEF al menos hasta 2028 y habrá que ver dónde están entonces Pilar Alegría y Uribes. Los expertos aseguran que este nuevo esperpento pasará factura. Otra vez.