UNIÓN BERLÍN

Pedir por Navidad una parte de un estadio es posible en Alemania y sirve para salvar a tu equipo

El Unión Berlín ha vuelto a poner a la 'venta' su campo a sus socios para reformarlo sin perder su esencia.

El Unión Berlín y la reforma de su estadio./
El Unión Berlín y la reforma de su estadio.
Jonás Pérez

Jonás Pérez

En estos días navideños, el sentimiento de pertenencia reina entre la población. El reencuentro con la familia y la paz junto a los seres queridos ayuda a cada uno a valorar lo importante de la vida. El deporte para, pero también es en estas fechas cuando los más pequeños piden como regalo la camiseta de su equipo. Nada más ilusiona que poder vestir los colores que siempre has querido y creer por un momento que te vas a convertir en un deportista de élite. ¿Pedirías por Navidad, por ejemplo, ser dueño del propio estadio de tu club? Parece utópico y no lo es. Ocurre en Alemania, con el Unión Berlín, uno de los clubes que reserva el vínculo más fuerte entre aficionados y deportistas.

El club aprobó la ampliación de capital necesaria para la remodelación de An der Alten Forsterei, su estadio. El campo ya se ha quedado pequeño y necesita una reforma, como bien podría ocurrir por ejemplo en el Estadio de Vallecas. La propuesta del Unión Berlín parte de cambiar la capacidad de 22.000 a 40.000 plazas y aspirar a que el equipo pueda generar unos ingresos y un despliegue social a la altura de lo que reclamaban tanto sus 70.000 socios como sus resultados deportivos que incluso hace años le llevaron a jugar la Champions League y enfrentarse al Real Madrid.

La reforma, eso sí, respeta los principios básicos del club, con el máximo número de gradas de pie que se permiten en la competición alemana: cerca del 80%. Es decir, evolucionar, pero sin perder su esencia. Sin embargo, en esta misma afirmación se vive una gran contradicción: ¿cómo es posible realizar una ampliación de capital de esta magnitud sin perder un solo ápice de entereza, sin dar las llaves a alguien que pueda ir en contra de los valores de la gente, que no ame y respete el Unión Berlín por encima de todo?

Un aficionado del Unión Berlín.
Un aficionado del Unión Berlín.

Dirk Zingler, presidente, y el resto de directiva tuvieron que afrontar un duro debate interno de cómo salir indemnes de un proceso tan exigente. Para ellos también era primordial mantener la esencia y llegaron a la conclusión de vender el propio estadio a los seguidores. Un proceso que ya han vivido a lo largo de su historia, aunque eso llegará más adelante. La idea, en esta ocasión, es sacar 120.000 acciones a 500 euros cada una para que los aficionados sean dueños de An der Alten Forsterei. Para que sea su casa y no solo en sentido figurado.

El máximo mandatario lo expuso así: "Nuestro estadio debe pertenecer siempre a las personas que más se preocupan por él, los socios del Unión Berlín y sus familias, sus hijos, nietos y bisnietos". Pese a que el aumento de butacas es la novedad más característica, la reforma también lleva consigo la construcción de nuevas oficinas, campos de entrenamiento, un bar y una tienda. La modernización evidente de la instalación, clave en el desarrollo del barrio y en el ocio comunitario de sus habitantes y de los aficionados.

Un aficionado del Unión Berlín posa con su acción del estadio.
Un aficionado del Unión Berlín posa con su acción del estadio.

«Vendemos nuestro alma, pero no a cualquiera»

'La vieja casa del guarda forestal' necesitaba de forma urgente una reforma en el año 2008. En aquel entonces, el club no tenía dinero para acometerla ya que se encontraban en tercera categoría y en una mala situación económica. La muerte del estadio hubiera sido casi también la muerte de la entidad, pero eso la afición no lo iba a permitir. Se ofrecieron a hacer las obras con la participación de más de 2.300 voluntarios. Solo el club se hizo cargo de aquellas de mayor complejidad, más, claro, los materiales.

Para entonces, el Unión Berlín estimo que sus seguidores habían invertido miles de horas en salvar su hogar. El gasto total fue de 15 millones de euros, diez abonados por patrocinadores, dos por el club y los tres restantes por la afición. Un gasto que hubiera sido considerablemente superior si no hubiera contado con tal respaldo de la gente. Aun así, hubo mucho gasto que asumir...

Como no había dinero, el club no recurrió a inversores externos, sino decidió vender parte de su estadio a sus seguidores, a 500 euros la acción. ¿Os suena? Efectivamente, lo mismo que ha ocurrido en esta ocasión. Aquella propuesta fue un éxito y esta va por el mismo camino. El eslogan hablaba por sí mismo: "Vendemos nuestro alma, pero no a cualquiera". "Cualquiera" era Blatter, Berlusconi, Red Bull... Una seña de identidad de lo que es un Unión Berlín que volverá a ser salvado por su gente. Y ahora, ¿pedirías una parte del estadio de tu equipo por Navidad?