EL AFTERWORK DE LOS VIERNES

Ignacio Martínez de Pisón y la pena que le persigue: "El único motivo de disgustos y depresiones que tengo en la vida son los resultados del Zaragoza"

El escritor, un férreo aficionado del equipo maño, recuerda los malos momentos del club: "Me ha hecho sufrir más el Zaragoza que la vida".

Ignacio Martínez de Pisón./INÉS BAUCELLS
Ignacio Martínez de Pisón. INÉS BAUCELLS
Lu Martin

Lu Martin

La biografía dice que Ignacio Martínezde Pisón nació en Zaragoza el 27 de diciembre de 1960, hijo de militar y descendiente de Francisco Cavero y Álvarez de Toledo, militar y aristócrata carlista que participó en la tercera guerra carlista. Dice también que pasó la infancia en Logroño, y que a los nueve años, cuando murió su padre, volvió a la capital maña, donde pasó la adolescencia y su juventud, estudiando Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza e italiana en la de Barcelona. En 1984 obtuvo el Premio Casino de Mieres por su primera novela 'La ternura del Dragón', el primero de sus innumerables reconocimientos, que incluyen el Torrente Ballester, el Dulce Chacón, el Ciutat de Barcelona o el Nacional de Literatura por "La buena reputación". Además, por sus guiones de cine ha sido nominado dos veces a los Goyas. Dicen sus amigos literatos que le van a dar el Nobel y Marta Pons, mi señora, que es el más guapo de cuantos escritores conoce. Pero le persigue una pena: es del Real Zaragoza.

¿Por qué se dedica usted a escribir?

Pues porque es lo único que sé hacer y lo que llevo haciendo toda la vida. Ahora mismo me costaría mucho hacer algo diferente a esto.

¿Usted es del Real Zaragoza?

Sí, qué le vamos a hacer.

¿El primer recuerdo de un partido de fútbol le remite a La Romareda?

No, mi primer recuerdo de un partido en un campo de fútbol es en Las Gaunas, de cuando vivía en Logroño, en los años 60. De niño, al campo al que me llevaban era al de Las Gaunas. Y cuando por fin nos fuimos a Zaragoza a vivir, entonces, claro, empecé a ir a La Romareda con mi hermano.

Entonces a Las Gaunas, ¿iba con su padre?

Sí, sí, claro. Logroño era una ciudad muy pequeña y Las Gaunas estaba en el centro de la ciudad, muy cerca de mi colegio. Me llevaron a ver varios partidos. Yo me hice del Zaragoza en Zaragoza, el día que fui por primera vez a La Romareda a ver un Zaragoza-Logroñés. Eso era finales del 70. O sea, nosotros llegamos en septiembre del 70 a Zaragoza. Mi padre acababa de morir y como era muy barato ir al fútbol, iba con mi hermano a la grada infantil. Creo recordar que esos dos primeros años en Zaragoza, serían el 70, el 71 y el 72, íbamos muchos domingos al fútbol.

Y se hizo del Zaragoza, claro...

Bueno cuando llegué de Logroño era un poco de los dos equipos. En el año 70, cuando el Zaragoza bajó a Segunda y el Logroñés había subido, tuve que decidir cuál era mi equipo, porque el Logroñés vino a jugar a La Romareda. Al final, como ganó el Zaragoza, por 2-0, pues ya me hice del Zaragoza para siempre.

¿Recuerda los goles?

Pues fíjate, no. Y por un motivo. Porque los metieron ya en el minuto 90 y 91. Y mi hermano y yo hicimos esta cosa tonta de irnos dos minutos antes de que acabara el partido. No vi ninguno.

¿Usted ha jugado a fútbol?

No, muy poco. El cura del colegio que se encargaba de los deportes era tío mío, y entonces el entrenador me colocaba de vez en cuando para que saliera, solo porque mi tío era el que se encargaba de la sección de deporte. Pero ya vio que no valía para eso y me quitó enseguida.

¿Quién era tu ídolo?

Mi ídolo era García Castany. Luego ya un poco más tarde, Diarte, el Lobo Diarte, que en paz descanse.

¿A usted te ha hecho sufrir más la vida o el Zaragoza?

No, no, el Zaragoza. O sea, el único motivo de disgustos y de depresiones que tengo en la vida son los resultados del Zaragoza, sobre todo en estos 12 años que llevamos en Segunda. Doce años se dice pronto, ¿eh? Doce años seguidos.

¿Tiene pinta de acabar esto?

Bueno, ahora se supone que el dueño del Zaragoza es el mismo que el dueño del Inter de Miami, y es un hombre con dinero. Es decir, que en algún momento este hombre pues meterá dinero suficiente, si no lo ha metido ya, para fichar a los jugadores que hay que fichar. Hasta ahora era un equipo que económicamente era muy débil y ahora parece que hay un apoyo financiero. Que ya sabes que en el neo fútbol lo importante es el dinero que hay detrás del equipo.

Está usted casado con la hija de un exfutbolista del Zaragoza, de Bello. ¿No es así?

Fue jugador, pero sobre todo es histórico, porque en realidad como futbolista no destacó mucho, pero como entrenador fue el primero que consiguió dos títulos para el Zaragoza, que fueron la Copa de Ferias y la Copa del Generalísimo.

¿Ese es su gran honor zaragocista?

Bueno, sí. Digamos que María José, mi esposa, es mi medalla zaragocista, lo que más me une al pasado glorioso del Zaragoza. Aunque también te diré que tuve un perro que se llamaba Mateo, que era hijo de Ranger, que era un perro que compró Marcelino, el de los cinco magníficos, en Escocia.

¿Mateo? ¿El hijo del perro de Marcelino? ¿Perdón?

Marcelino, el de los Magníficos, era el marido de la hermana de una tía mía, una especie de contratío dijéramos. Pues Marcelino, cuando fueron a jugar contra los Glasgow Rangers, se compró un perro, un Yorkshire Terrier. Este perro se juntó con una pequinesa y uno de sus cachorrillos fue mi Mateo, un milrazas, que era hijo por parte de padre del perro de Marcelino...

¿Y lo había comprado en Escocia cuando jugaron contra los Rangers...?

Eso es. Antes de conocer a mi mujer ya había en casa un símbolo del zaragocismo que era un perro muy feo, pero que descendía de un perro con historial glorioso.

¿Y por qué se llamaba Mateo?

Pues no lo sé, se lo puso mi madre. Mateo era el perro familiar, el perrillo de casa.

¿Es el perro que sale en su último y excelente libro 'Ropa de casa'?

Sí, hablo de él, de su linaje futbolero.

A María José Bello, la mujer con la que lleva compartiendo la vida desde hace cien años, para su suerte, la suya…

La mía, claro.

Eso mismo quería decir. ¿La conoció en un partido de fútbol?

No, a ella no le gusta el fútbol, la conocí en la facultad. Ella tuvo la típica vida de hija de entrenador que vivía en diferentes sitios porque mi suegro en realidad era el entrenador suplente de Ramallets. Cuando le cesaron se quedó mi suegro y fue cuando ganó los dos títulos. Pero al año siguiente ya tenían otro entrenador, con lo cual mi suegro siguió de entrenador en otros equipos: el Betis, el Pontevedra y tal. Y mi mujer tuvo esa típica vida de hija de entrenador que cada año está en un sitio diferente.

Alguna alegría le habrá dado el Zaragoza, ¿o no?

Las tuve de adolescente, ya de más mayor, con el gol de Nayim en París, la Copa contra el Barça, pero sobre todo, el triunfo que sentí más cercano, mi gran alegría, fue la Copa que ganamos en Montjuïc contra los Galácticos, porque estaba mi amigo Miguel Pardeza, y porque el entrenador era Víctor Muñoz. Y realmente era un muy buen equipo. Entonces los del Zaragoza éramos muy exigentes, acuérdate que le pedíamos a Chechu Rojo que se fuera: "¡Chechu vete ya!". Lo cantábamos cuando teníamos posibilidades hasta de ganar la Liga. Pero jugábamos mal, muy encerrados y atacábamos muy poco. Es la única temporada en que estuvimos hasta el final con alguna posibilidad matemática de acabar campeones, pero la gente en La Romareda cantaba lo de "¡Chechu vete ya!" porque no nos gustaba como jugábamos. Imagínate ahora, ya nadie pide que se vaya Chechu ni nadie aunque jueguen mal; lo importante es que ganemos y salgamos adelante. Ya no somos tan exigentes.

¿Dónde estaba el día del gol de Nayim contra el Arsenal el día de la final de la UEFA en 1995?

Estaba en Barcelona, en mi casa, viéndolo, solo. Me pongo muy nervioso. Ya vivía en la calle Urgell, tocando al Mercat de Sant Antoni. Donde vivo hoy. Viví en la calle Borrell hasta que explotó la casa, ¿te acuerdas?

¿Su casa? ¿No fue la de al lado?

Sí, explotó la finca de al lado. Y entonces nos fuimos a Urgell, porque nos obligaban a cambiarlo todo, y teníamos un niño pequeño recién nacido, y ya buscamos otro piso. Ahora he vuelto a vivir en Borrell, más arriba, con Aragón.

¿En qué nos han convertido el barrio? ¿En un pipi-can para perros de hipster peludos? ¿Dónde están los abuelos?

Cuando llegué a Sant Antoni, cuando yo empecé a vivir en el barrio, era baratísimo y había realmente una sensación de barrio. No tenía ninguna elegancia especial, no como ahora, que es como un barrio claro y de distinguidos vecinos.

¿Estuvo en Montjuïc el día de la Copa contra el Madrid en la final del 2004?

Yo es que hay partidos que no puedo ni ver, me pongo muy nervioso. Pero esa final era especial porque era en Barcelona, con Víctor Muñoz de entrenador y Miguel Pardeza de director deportivo. De repente era el Zaragoza y era el equipo de mis amigos. Y encima lo conseguimos por todo lo alto, porque fueron eliminando antes a varios equipos importantes, no fue jugar contra la Ponferradina y el Alcorcón. Habíamos eliminado al Athletic de Bilbao y no sé cuántos más. Realmente fue un título glorioso.

Aquella Copa la tiene por muy suya entonces.

Sí, porque los dos futbolistas con los que he tenido amistad han sido Miguel Paredes y Víctor Muñoz y justo coincidieron ahí. Luego duró muy poco porque realmente el Zaragoza era un equipo muy desequilibrado. Subías y bajabas, subías, lo hacías muy bien, y luego bajabas. Ahora ya es un equipo equilibrado, ya no sube. Está limitado, vamos. Ahora ya sabemos dónde estamos.

¿Cree que ya no suben?

En esos 12 años ya he dado por bueno seguir en Segunda, dado que varias temporadas hemos estado al final de la temporada incluso luchando por no bajar. Llega un momento en que tus expectativas se rebajan tanto que al final aplaudes como si fuera un triunfo el quedarte en el puesto 16. Es eso de que me quede como estoy, ¿no?

¿De dónde le viene la amistad con Pardeza y Víctor Muñoz?

Víctor me viene a través de Luis Alegre, que eran compañeros de carrera. Víctor se matriculó en Empresariales, en Zaragoza, se hizo muy amigo de Luis y ya empezamos a ser amigos cuando era futbolista. Le he visto aquí en Barcelona muchas veces, y la amistad se ha mantenido. Y con Miguel porque era un letraherido y cuando terminaba los partidos en La Romareda, si yo estaba en Zaragoza, se venía con nosotros, con los escritores, pero no para hablar del fútbol, que era de lo que queríamos hablar nosotros, sino para hablar de libros. Pardeza estaba preparando la tesis sobre González Ruano, y ya escribía artículos de crítica literaria en los periódicos de Zaragoza. A él lo que le gustaba de verdad eran los libros. De hecho, a Miguel desde la grada le gritaban "más goles y menos libros".

¿Eso también le pasó con Guardiola?

Sí, la vez que nos convocó Luis [Alegre] para cenar, con Marsé y Vázquez Montalbán, también estaba David Trueba, que nos juntaron ahí en un restaurante en la calle Enrique Granados que no me acuerdo cómo se llama, que estaba justo arriba la esquina con Travessera de Gracia y creo que David apareció con Pep. Resulta que todos queríamos que nos contara cosas de fútbol y él le preguntaba cosas a Marsé y a Vázquez Montalbán y Manolo le decía "no, cuéntanos cómo haces tú para las estrategias del partido y tal...". Pep todavía era jugador, estamos hablando de hace muchos años, finales de los 90... Imagínate, estaba Vázquez Montalbán vivo.

Por su labor como guionista ha sido nominado dos veces a los Goya, pero no ha ganado. ¿Qué pasa, no aceptan los cineastas el talento?

Hay muchas películas. Por ejemplo, este va a ser complicado porque hay películas buenas que se van a quedar sin premio.

Dijo una vez que un premio significa que te tomen en serio. ¿Esto lo podía haber firmado Vinicius?

Vinicius, ¡pero pobre Vinicius! A Vinicius unos se lo toman o muy en serio o nada en serio, otros se lo toman a cachondeo... Ha tenido muchos premios, aparte de que no le dieran uno, ¿no? Porque no le dieran uno... No ha parado de ser premiado. No creo que Vinicius tenga problemas de autoestima.

¿No?, ¿usted cree?

Hombre, no creo, yo en su lugar no los tendría, la verdad.

También dijo una vez que el Procés fue un delirio, pero en cambio vive en Barcelona tan tranquilo. ¿Cómo se come eso?

Pues porque el delirio acabó y ahora se vive muy bien en Barcelona. Está más tranquila ahora Cataluña que el resto de España. Además de verdad.

Barcelona está muy presente en su obra. ¿Qué significa Barcelona para usted?

Bueno, es que Barcelona es la ciudad en la que vivo, es mi ciudad desde el año 82. He vivido muchos más años en Barcelona que en las otras dos ciudades en las que he vivido. Es decir, soy ya un señor de Barcelona desde hace cuarenta y tantos años. Aquí está mi vida, aquí están mis recuerdos, aquí está mi familia… y es mi ciudad. Lo que pasa es que, como dijo Max Aub, cada uno es de donde hizo el bachillerato. Al final yo soy aragonés no por haber nacido en Zaragoza, sino por haber vivido mi adolescencia en Zaragoza.

Su último libro, 'Ropa de Casa' (Seix Barral, 2024) es una biografía no terminada. Acaba al poco de llegar a Barcelona. ¿Por qué?

No, acaba cuando llevo dos años en Barcelona, cuando ya ha nacido mi primer hijo, cuando ya me he convertido en propietario de una casa, ya soy mayor. Sí, pero cuento esos primeros años en Barcelona hasta principios de los 90, precisamente hasta la explosión de la calle Borrell, hasta que nos mudamos de casa, que es cuando ya me vuelvo propietario. Padre y propietario de un piso, la vida te cambia para siempre.

Ya digamos que... cuando se le jode a uno la vida.

Efectivamente.

El hecho de llevar tanto tiempo en Barcelona, ¿le convierte más cercano al Barça que del Madrid?

No, ya te he dicho antes, ni el Barça ni el Madrid me interesan nada. Una vez me preguntaron cuál era mi segundo equipo y no concibo un segundo equipo. Bueno, sí, el Zaragoza B. No puedo ser secundariamente de otro equipo.

¿Ya ha perdonado a Santi Giménez, el subdirector del As, aquella noche en su cumpleaños durante la cena en el restaurante Casa Emilio?

¿Por el canto de "el año que viene Zaragoza-Barça B"? ¡Cómo no! Si llevamos desde entonces jugando contra el Barça B. Solamente pensar la cantidad de años que han pasado y seguimos en Segunda... Después de 12 comprenderás que ahí estoy casi cómodo, consciente de que hubo momentos en que pudo ser peor. Pero vendrán tiempos mejores, espero.

¿Con quién se iría de viaje mañana?

Pues contigo y con David [Trueba], por ejemplo.