EL AFTERWORK DE LOS VIERNES

La experiencia de Jaume Creixell en Sevilla que marcó su carrera: "Pusieron a un guardia civil a seguirme y claro, me habían pillado"

El exportero repasa en Relevo toda su carrera deportiva.

Jaume Creixell, en el momento de hacer la entrevista, junto con una camiseta con la que le homenajeó el Sant Andreu. /RELEVO
Jaume Creixell, en el momento de hacer la entrevista, junto con una camiseta con la que le homenajeó el Sant Andreu. RELEVO
Lu Martin

Lu Martin

Hoy hablamos con Jaume Creixell (1942). Le llaman el Tigre. Es un mito del fútbol catalán y con razón y es imposible no quererle. Nacido en el Clot, un barrio de Barcelona, es hijo de futbolista, taxista, fue portero, ha sido entrenador de leyenda y ahora ejerce de opinador y maestro en Radio Barcelona. Su carrera es tan extensa como grande es su bondad y su corazón que, a decir verdad, funciona casi de milagro. Jugó en la Damm, Badalona, Betis, Tarrasa, Nastic, Elche, Sants, Jaen, Eldense, Calella, Gavá, Europa y Vic, antes de sentarse en un banquillo para entrenar durante 39 años (39 años, que se dice pronto) y dejar una huella imborrable: Badalona, Mataró, Santboiâ, Baronense, Iberià, Cerdanyola, Gramanet, Manlleu, Cristinenc, Sant Andreu, Palafrugell, Sitges, Hostpitalet. Moncada y Premia, y dejar huella a más de mil jugadores, que saben de su honradez y su talento. Puede que sólo los coches –ha tenido más de cincuenta- y las mujeres –solo amo a una- le gustaran más que el fútbol. Fue dueño de unas cavas, que llevan su nombre, y un portero valiente, porque asi dice que deben ser los cancerberos. Tuvo un perro llamado Trotski que cuando llegaba a casa después de un partido, ya sabía el equipo de su amo había perdido.

¿Por qué fue usted portero?

Porque un día, en el patio de la acción católica donde jugábamos a baloncesto, en un partidito de fútbol, faltaba un portero y a mí, que era gordo, alto y fuerte, me pusieron de portero. Y como paré bastante, ahí me quedé.

¿Qué es ser portero?

Algo distinto. Primero, debe gustarte. Es un puesto muy comprometido, eres un especialista, una posición que tiene mucho riesgo, es algo desagradecido. Es jodido ser portero.

¿Algo de locos?

No. Ser portero es ser valiente, estás muy solo. A mí me han hecho goles por debajo de las piernas, pero cuando haces una parada o cuando haces un buen partido, eres la persona más feliz del mundo y se te reconoce. Yo, el día antes, soñaba con la parada. Me chutaban a la derecha, me tiraba y la paraba, ¿cómo se dice?

¿Cómo se dice el qué?

Collons, que yo pensaba la noche antes: 'Me chutan por la derecha y la paraba', 'volaba y la paraba'... Jugaba dos veces el partido.

Ah, lo visualizaba

Si, lo jugaba la noche antes. Lo jugaba dos veces. Y el día antes, no me metían un gol. Era imbatible. Al día siguiente me metían cinco. Pero el día antes, nunca perdía, niño.

Dicen que era muy valiente, ¿es cierto?

El portero debe ser valiente. Yo dominaba el área por completo. Es un día. Ahora, los delanteros son padres de la caridad, antes te metían de un empujón dentro de la portería. Yo salía muy bien. Pesaba más de 100 kilos, pero volaba en el área, la dominaba muy bien. Pero entrenaba todos los días. Cuando acaba el entrenamiento, trabajaba media hora despejando balones. De un lado al otro, pim pam... Ahora no salen tanto. Juegan más con los pies, no sacan con las manos.

¿Cuál es el mejor portero que ha visto?

Sadurní me gustaba mucho, mucho, porque era un portero muy sobrio. Sadurní, Ramallets... Pero el mejor que he visto es Víctor Valdés. Bueno, igual estaba un poco 'pallí', pero era la de Dios. Tenía mucho carácter. Para ser portero hay que ser valiente y tener carácter, y él lo tenía... En el fútbol, como en todas las cosas de la vida, hay que tener carácter. Si no tienes carácter, dedícate a otra cosa. Igual se pasó un poco con el frenazo el dia que decidió largarse del Barça. Zubi era muy bueno. Y Casillas también. Pero el mejor era Valdés. Porque ser portero del Barça es muy difícil. Has de ser muy valiente y muy completo. Mira, en mi época hubo un guardameta que medía 1.30 en Las Palmas que mantuvo al equipo en Primera División él solo siete años. ¿Sabes quién era?

Pues no, yo solo conocía a Carnevali. Mi amada esposa flipó cuando le vio jugar con Argentina con esos pantalones en el Mundial del 74...

¡Que hostias Carnevalli!, ¡Pepín!. Pepín medía 1.30, pero volaba.

¿Un Esnaola de la vida? Usted jugo en el Betis, por cierto...

Hombre, jugar, jugué poco, pero Sevilla... fue una universidad de la vida para mí, una experiencia fabulosa, como si hubiera estudiado a 24 bachilleres. De hecho, yo tengo el bachiller de la calle. Yo hago una carta y no sé si volar se escribe con 'be' o con 'uve'. Porque yo a los 15 años le dije a mi padre: 'No pagues más dinero y no quieras matricularme en la escuela de mercantiles, que a ti te cuesta ganarlos y compras libros. Voy a jugar al fútbol. O sea, no gastes más dinero'.

¿Es verdad que su padre jugó muy bien al fútbol?

Sí, contra Zamora, Samitier... Fue a Berlín con el Europa. Era bueno. Me regaló por Reyes mi primera pelota. Me cargué una lámpara.

¿Usted hizo carrera?

Bueno, fui el primer jugador de la Damm en fichar por un equipo de Primera.

Eso dicen en el Betis, pero... ¿cómo fue la vaina?

Pues nada, resulta que no lo hacía mal en la Damm y el titular del Badalona se lesionó. Jugaban en lo que ahora sería la Segunda B. Paco Domenech, que era como un intermediario cuando empezaban a existir, me dijo que si quería ir a probar.

¿Cuántos años tenía?

Pues debía tener 17 o así.

Y se fue para Badalona

Claro, de la parada de Trafalgar en autobús a Badalona. Me dijo que tenía que estar a las tres y a las dos estaba en la puerta del campo. Un entreno y me ficharon. El primer partido que jugué con ellos fue en el campo de Moncada. Me metieron cinco. Y el 'Puñal', el Muñoz, un tío feo de la hostia, con una raja en la cara...

¿El 'Puñal'?

Sí, un lateral, le habían rajado de un navajazo la cara, un tío de ley, de los de antes, y me dijo: "Chaval, deja de llorar, que la semana que viene juegas otra vez, que no tenemos a otro. O sea que espabila, coño". ¡Eh! Me espabilé como la madre que me parió. Y jugué de la hostia todo el año, nano. Acabamos jugando la promoción.

¿Y lo de Sevilla?

Siete meses. Me firmaron tres años y a los siete meses me mandaron para casa. Me fui con Isi, uno de Europa, buenísimo. Fuimos los dos y mi padre me dijo: "Pórtate bien". Me fui con una maleta, dos camisas, un pantalón, tres calzoncillos el traje que llevaba puesto, de cinco botones, y al llegar hablamos con José María de la Concha.

¿Disculpe?

El secretario técnico del Betis, del Atlético de Madrid. Total, que me firma un contrato por tres años. Iba a cobrar 175.000 más 50.000 si llegase a internacional. Yo hubiera firmado la Constitución. Y nos dicen a Isi y a mí: "Si necesitáis algo de ropa, porque claro, jugáis en el Betis, así que tomar esta tarjeta, iros a la calle Sierpes y coger lo que necesitéis". ¡Nos llevamos hasta los maniquíes¡

¡Y la liaron parda!

No te puedes imaginar. Nos buscaron una casa enfrente de la Torre del Oro. Salía al balcón y veía Marguerite de Ebora, una bailarina que no te imaginas cómo estaba. Con nosotros vivía el Panocha Martínez, de San Fernando, En el equipo estaban Kuszmann, Senekowitsch, Lasa, Martínez Perón... éramos jóvenes. Aquello no te imaginas lo que era, todo el día por la tarde en la piscina de Sevilla... Un día con el Isi y el Panocha entramos a tomar café en un bar. Café no había, pero nos dijo el encargado: "Subid arriba y os tomáis una Coca Cola". Madre mía, descubrimos un mundo. La venta Vargas, la venta marina, la venta no sé qué.... Que si morenas por aquí, por allá... esta por aquí, la otra por allá..

No me quiero ni imaginar

Mira, un día iba en un taxi con una americana y en el coche de al lado en un semáforo se para un descapotable con un negro de dos metros, sargento del ejército americano, y me dice: "Ojo, mi marido". El marido era un bigardo de cojones, enorme, no cabía en el descapotable, nen. Y le dije al taxista: 'Pago lo que sea, pero escápese de ese coche'. ¡Si me pilla aquel tipo, de una hostia me devuelve a Barcelona! ¡Qué hombre!

¿En Sevilla duró un año?

¿Un año? A los siete meses me mandaron para Barcelona. Claro, mi padre, que era taxista, cogió el avión y se fue a Sevilla. "Oiga, mi hijo tiene contrato". Y le dijeron: "Sí, pero mire lo que hace". Me habían puesto un guardia civil jubilado a seguirme y claro, me habían pillado. Total, que me echaron. Eso me sirvió de experiencia.

¿Y a partir de ahí?

He sido el hombre más feliz del mundo, he hecho toda la puta vida lo que más me gustaba. Primero jugar y después entrenar.

¿Por qué no llegó a ser entrenador de Primera o Segunda División?

¿Por qué? Porque a mí me salió una vez una ocasión para poder ir a entrenar al Levante. Estaba en Segunda, sí. Pero pensé. Mi familia come cada semana ¿y si voy y a los seis meses me echan? Porque yo empecé a trabajar a los 31 años. Cuando tuve que dejar el fútbol el día que mi mujer me dijo que se me estaba saliendo un hueso, el presi del Europa me buscó faena como inspector de ventas de la SKOL, de la cerveza.

Fue cuando le robó el coche el Vaquilla.

Si, qué cabron. Yo llegaba al trabajo, en el barrio del Potosí, a las seis de la mañana, volvía a las cinco de la tarde y me iba a entrenar. Ya era entrenador. Mi hermano tenía un bar arrendado a Barrientos, el comisario, jefe de Sant Andreu. Le llamé y me preguntó cómo era el coche, le expliqué y al rato me llamó: "Ya lo hemos trincao". Total, que me fui para allí y me dijo que lo había robado El Vaquilla. Y le pedí conocerlo. Un metro cincuenta medía el cabrón. 14 años tenía. Llevaba tabaco, jamones...

Usted entrenó a Barnils, Santi Pou, Quique Cárcel, ...¿quién fue el mejor?

Da igual, para mí todos fueron iguales. Hombre, Solsona era Solsona, pero un día le cambié a los 20 minutos.

No me diga.

Sí, en el Mini Estadi contra el Barça. Aquellos chavales corrían como cabrones y Dani ni se movía Le dije al delegado, 'el 8 por el 16'. Y me dijo... que es Solsona. Ellos corrían que flipabas. "Eh que es el Dani", me dijo. 'Pues yo soy el Jaume y a la puta calle, a la ducha'. Nos queríamos mucho. Y salió refunfuñando. El martes en el entreno le dije: '¿Estás aquí por asilo social o cobrando? Si te cambio, te cambio y no te quejes. Y camino del entreno me dijo. 'Me lo podías decir a solas'. 'No, porque si te lo digo a solas los demás me dirán que te tengo miedo o te trato diferente y para mí todos en el vestuario sois iguales.

¿Lo entendió?

Claro, porque es futbolista.

El sábado estaba en su homenaje.

Calla, aún lloro.

¿Ha llorado mucho en el fútbol?

Mucho, y he reído, pero también he llorado. El fútbol es llorar y reír. El fútbol es la vida.

¿Usted preparaba los partidos?

¿Cómo? Compraba videos en Segunda B a un tipo de Alicante que no sé de dónde los sacaba. Iba a jugar contra el Benidorm y se lo compraba. Con el Sant Andreu, que no teníamos un duro, los pagaba de mi bolsillo. Mira, me llevaba una caja de cava y de vinos, en el autocar viajábamos con aficionados y las sorteábamos para poder cenar de vuelta o no cenábamos. 800 pesetas que valía la cena. En el área de la autopista: ensalada y macarrones.

Ha entrenado en muchos equipos y jugado incluso en el Jaén...

Joder en la Gramanet soy dios, en el Sant Andreu, en el Manlleu lo pasé de cojones, en el Mataró... es que no sé qué decirte...

En el Mataró, Guardiola iba mucho a verles jugar.

Venía los domingos a ver el Mataró, con el Dome, porque el equipo que dejaba el Mataró lo pillaba el Barça B. Humilde como nadie. Por Pep, mato.

Pero si mea colonia...

¡Me cago en todo! ¿Qué mea colonia? ¡Me cago en todo! Era uno más de la categoría. Por eso está dónde está, porque nunca se le cayeron los anillos.

¿Con quién se iría de viaje?

¿Con quién me iría de viaje mañana? Con Pep Guardiola. Y con mi esposa. La mejor.