La intrahistoria del penalti que cambió el destino del Alavés: "Villalibre vino al banquillo y me preguntó si confiaba en él"
Jon Guridi relata cómo se vivió desde el césped la pena máxima anotada por el delantero del Athletic que devolvió al Glorioso a Primera.
El 17 de junio de 2023 es una fecha que quedará para siempre en el imaginario colectivo de la afición del Deportivo Alavés. También en la del Levante, rival del equipo vitoriano que acarició el ascenso y vio cómo Villalibre transformó en los últimos segundos de la prórroga un penalti que dictó sentencia. Así es el fútbol. El delantero vasco, al que no le temblaron las piernas para superar a Joan Femenías, se reencuentra este martes con el equipo con el que tocó el cielo, aunque vistiendo la camiseta del Athletic. "Vino Villalibre al banquillo y me dijo a ver si confiaba en él. Le dije que por supuesto", recuerda Jon Guridi, centrocampista babazorro.
Mientras el Levante se conformaba con el 0-0 que llevó el partido a la prórroga, suficiente para ascender a Primera al haber concluido el curso en mejor posición que su rival, el Alavés buscaba la forma de asestar un golpe definitivo que espantase los fantasmas propios de 'repetir' otro año más en Segunda. La acción que precedió el penalti necesitó la ayuda del VAR, que decretó pena máxima por un contacto del balón en la mano derecha de Rober Pier cuando Javi López se preparaba para disparar a puerta. "Estábamos todos de pie, muy nerviosos...", añade Guridi, titular indiscutible en el Alavés y amigo de Villalibre.
De alguna forma, el penalti anotado por Villalibre supuso un premio al esfuerzo y trabajo. El canterano del Athletic se ha convertido en un especialista desde los once metros, entrenando horas y horas diferentes tipos de lanzamientos que terminasen de pulir su técnica: mirar a los ojos al portero y esperar a que se venza a un lado. Parece sencillo, pero no lo es.
"Cuando Villalibre me dijo a ver si confiaba en él, sabía que lo iba a meter. Estaba nervioso, pero bastante confiado"
Jugador del Deportivo AlavésEn las gradas del Ciutat de Valencia, a 566 kilómetros de Mendizorroza, los aficionados vitorianos se temían lo peor: "Estábamos cagados, acojonados. Segunda es un infierno al que es muy fácil caer y del que es complicado, muy complicado, salir". Pero ese penalti lo cambió todo, incluido el destino de un Alavés que volvió a la élite con la épica propia de las grandes noches europeas.
Asier Villalibre aterrizó en Vitoria-Gasteiz hace prácticamente un año, en el mercado invernal de la temporada 22-23. Relegado a un rol secundario en el Athletic, su cesión en el Alavés le permitió recuperar sensaciones y la sonrisa: sumó minutos importantes, protagonismo y, además, anotó el penalti que cerró una campaña de ensueño. "Cuando Villalibre vino al banquillo a preguntarme si confiaba en él, estaba nervioso, pero bastante confiado. Sabía que la iba a meter", insiste Guridi.
En verano, volvió a la disciplina del Athletic con una competencia feroz en ataque. El Alavés, eso sí, pretendía la contratación de un delantero y el Búfalo pronto emergió como uno de los primeros candidatos. Sin embargo, llegaron Kike García, Karrikaburu y Samu Omorodion. El club bilbaíno y Villalibre coincidieron en que permanecer en Bilbao era la mejor opción, aunque este curso su situación no ha cambiado en exceso (tan sólo 359 minutos disputados).
San Mamés acogerá este martes el encuentro entre el Athletic y el Deportivo Alavés, correspondiente a los octavos de final de la Copa del Rey, con Villalibre como uno de los grandes protagonistas. El ariete vasco se verá las caras con el equipo al que ascendió a Primera gracias a un penalti que paralizó el tiempo, además de los corazones de una parroquia alavesista que todavía se acuerda de él: "Fue clave para que subiésemos... Entendió a la perfección lo que es el Alavés y su afición".