Las claves para que el "inconsciente" Villalibre olvidase sus miedos: entre un penalti en Elche y los trucos de Aduriz
El delantero del Alavés ha destacado siempre como un lanzador de penaltis certero, responsable en sus categorías, y habitual en todos los entrenamientos en Lezama.
El fin de semana pasado, Asier Villalibre tocó la gloria anotando el penalti decisivo que devolvía al Alavés a Primera División. No le tembló el pulso. Apenas 24 horas después, Unai Simón daba a España la Nations League parando dos penas máximas ante Croacia. ¿Casualidad? Los dos futbolistas han compartido cientos de entrenamientos y penaltis en Lezama, ensayando para sus grandes días. No solo en el primer equipo, sino durante todos sus años de formación en la estructura del Athletic Club, a la que ingresaron hace una década.
Unai y Asier nacieron el año 1997, ingresaron a Lezama en la temporada 2011-12 compartiendo equipo en el Cadete División de Honor y fueron quemando etapas, a ritmos diferentes, por las diferentes categorías rojiblancas. En todas ellas fueron destacados, sobre todo el Búfalo, elegido en muchos años para jugar con una edad superior. Aun así, coincidieron muchas veces en el césped de las instalaciones vizcaínas entrenando la 'suerte' de los penaltis. Allí, 'Bufa' es el mejor. Así lo piensan muchos de sus excompañeros.
Un vídeo que se ha hecho viral tras el ascenso demuestra que en Vitoria piensan igual. Jesús Owono, portero del Alavés, tuvo que ver el partido por televisión, ya que estaba concentrado con su selección, Guinea Ecuatorial. Él lo tenía todo muy claro. Cuando Luis Rioja tenía el balón en las manos le pidió que no lo tirase al medio, "por favor". Y cuando se percató de que el lanzador final sería Villalibre, su reacción fue de máxima confianza: "Asiertxu lo mete seguro". Y lo metió.
Como Owono lo pensaron muchos. Incluso el propio Búfalo, que con el ascenso bajo el brazo y con su habitual naturalidad al hablar dejó una frase para la historia alavesista: "Tenía claro que lo iba a meter". Los que le conocen bien, quienes han compartido con él cientos de entrenamientos, tuvieron la misma sensación. ¿Por qué? Porque siempre los tira igual y ha depurado su estrategia con miles de lanzamientos al acabar los entrenamientos. "Le encanta mirar al portero y esperar. Lo hace siempre y no le tiembla", cuentan.
Desde fuera sorprende. Sobre todo porque Villalibre ha necesitado durante su carrera de mucho apoyo emocional para sentir confianza en el campo. Incluso para creerse que merecía y podía jugar en Primera División. Sus miedos le han lastrado a la hora de consolidarse, pero sin embargo desde el punto de penalti para él no existen las dudas y sobra la personalidad.
La que demostró en Valencia, pero también en Tenerife hace tres años cuando fue el responsable de lanzar el cuarto penalti de una tanda de octavos de final de Copa del Rey con el Athletic. Entonces no tenía peso, apenas jugaba, pero sus compañeros no dudaron de que él era un elegido para esos retos. Hay jugadores que son "inconscientes" para ese tipo de momentos. Y él es así, según desvelan los que han coincidido con él en un vestuario.
Para ello fue clave una pena máxima lanzada hace algo más de tres años, en Elche, precisamente una semana antes del mencionado penalti de Tenerife. En el Martínez Valero estuvo cerca de errar y aquel día sí le jugaron una mala pasada los nervios. Era su primera pena máxima en la élite. A partir de ahí, algo cambió.
"El primer penalti fue el de Elche y la verdad es que estaba muy nervioso. Lo eché muy mal, pero tuve la suerte de que entrara. Necesité ese penalti para coger confianza. Después de ese penalti me tranquilicé y cogí mucha confianza. Contra el Tenerife fui muy tranquilo. Me sentía bien, no sentía nervios. Lo que necesitaba era echar el penalti de Elche y meterlo. Me quitó toda la presión de encima. Contra el Elche estaba muy nervioso y contra el Tenerife muy tranquilo", contó en su día sobre aquellos penaltis, que tres años después han servido para tener tablas para el gran día de su carrera deportiva.
Querido y cuidado como un hermano menor
En el vestuario del Athletic, Bufa es de los más queridos. En Vitoria también se ha ganado el cariño de todos muy rápido. Sin embargo, es muy difícil llegar a él, a conocerle bien y tener su confianza. En Bilbao, lo consiguió Raúl García como uno de sus mejores amigos, pero sobre todo sus compañeros en el grupo de música Orsai y un núcleo formado por los más jóvenes que disfrutaban su tiempo libre compartiendo escape rooms.
Aduriz fue uno de los que se centró en ayudar a Villalibre, también en el arte de los penaltis, ensayando en Lezama
Los más veteranos siempre han tenido claro que necesitaba mimo y detalle. Le ponían retos goleadores y le animaban en los entrenamientos para creer en él. Aduriz, incluso, pasaba tiempo con él para enseñarle algunos 'trucos', como el de mirar al portero hasta el último momento a la hora de tirar un penalti. El exdelantero rojiblanco le cedió su número, el icónico '20', aunque en el Alavés ha triunfado con el 12. El de la afición. Esa que vaya donde vaya siempre le quiere y le agradece su naturalidad. Villalibre es ídolo. Ya lo era en Bilbao y ahora lo es, para siempre, en Vitoria.