Los 18 minutos de ruleta rusa que explican el método Flick del Barça en Champions
Desde que Lewandowski recortó distancias con el 4-3, los catalanes se lanzaron al ataque y culminaron una remontada histórica.

En un fútbol que ahoga con el calendario cada vez es más complicado sorprenderse. El Barcelona evidenció en Lisboa que se está cultivando un equipo campeón. Fue la versión blaugrana menos dogmática. Con descontrol en muchas fases, sin el dominio defensivo que elevó al conjunto de Hansi Flick. Pero con un fuego interno que acabó llevándoles a la remontada cuando, durante varios tramos, se intuía una caída al infierno de Da Luz.
Este Barça ha vuelto a conectar con la Champions League. Parecía haberlo hecho en aquella victoria en París, todavía con Xavi. En la vuelta, en un partido que dejó cicatriz en Ronald Araujo, todo se desvaneció. El Barça de Flick firmó en el Clásico de la Supercopa de Europa su obra maestra. Y en Lisboa, una remontada que confirma que la Copa de Europa se mira con ilusión, con ganas, y no con miedo. Ya en octavos y todavía con una eternidad por delante, soñar en la sexta es una obligación moral para el barcelonismo.
Flick tumbó al Barça de Quique Setién en el mismo escenario donde unos días más tarde levantaría la Champions con el Bayern. Siempre con posado serio, es complicado que algo le haga sumar grados al termómetro que es. Celebró con las manos en la cabeza el 4-5 de Raphinha. "Creo que nunca he vivido una remontada así, ha sido increíble", reconoció nada más acabar. Este Barça conecta con la Champions, con su afición, y emociona a Flick. Bayern, Dortmund y ahora Benfica.
Ni el 3-1 ni después el 4-2 desconectaron emocionalmente a los catalanes del partido. El segundo gol de Raphinha nació de una falta lateral a favor del Benfica. Es tan inquebrantable la fe de este equipo que ni siquiera dio el 4-4 por bueno. Antes, Szczesny, sumido en el infierno por sus errores, le sacó una buena pierna a Di María. Ferran Torres mandó un balón al infinito al brasileño, ante el vértigo de Trubin de alejarse de la portería, y el delantero certificó la remontada.
Y SE DESATÓ LA LOCURA EN DA LUZ.
— Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) January 21, 2025
Raphinha marca el 4-5 para el Barça en el 96' tras una acción en la que el Benfica reclamó penalti. #UCL #LaCasaDelFútbol pic.twitter.com/0I5R50EGn0
El cambio de mentalidad del vestuario
En la mejora de Raphinha de este curso, en su cambio de mentalidad, se explica el cambio de relato del equipo. "Empezar el partido perdiendo siempre te destroza los plantes y te jode. Pero el equipo ha demostrado una mentalidad increíble", valoró Eric García. El Barça tiró de cabeza cuando el fútbol parecía quedarse corto. Una vez más, selló la remontada jugando con márgenes estrechísimos. Ante el Bayern, en Dortmund y Lisboa pudo salir cruz, pero los blaugrana se encuentran cómodos jugado a la ruleta rusa.
Ese punto de suerte tiene que buscarse y Flick se lanzó de cabeza. Primero, apostando por la defensa de tres. Después, cambiando nuevamente a la estructura tradicional con la entrada de Gerard Martín. El alemán insistió en la rueda de prensa de los errores -colectivos, nunca personalizando- de los primeros 45 minutos. El billete a los octavos sin pasar por el playoff le permitirá al Barcelona ahorrarse dos partidos. "Necesitamos entrenar. Para los jugadores es muy duro", subrayó Flick. Tendrá más horas de sesiones y tiempo para reflexionar.
Los dos debates que tiene Flick
Uno de los debates que tiene sobre la mesa es el de la portería. Raramente, equipo grande ha sido capaz de sostenerse en una figura no dominante en el área. Ni en la propia ni en la contraria. Los dos errores de Szczesny en Da Luz vuelven a poner a Iñaki Peña en primera línea, aunque el cuerpo técnico no decidirá hasta el sábado que viene quién será titular ante el Valencia. Otro debate es cómo ajustar una defensa que tan bien vivió sobre los hombros de Cubarsí e Iñigo Martínez. Ahora se le ha sumado Araujo, con menos kilometraje y una química que hacer florecer cerca de Pau.
Un punto positivo fue que el Barça no necesitó apoyarse en Lamine para sacar su versión más voraz. Álvaro Carreras lo anuló, aunque el catalán acabó rascando un penalti. El fútbol lo coloreó un Pedri, uno de los jugadores más en forma del planeta. Es la razón dentro de un Barça muchas veces irracional, impulsivo. El grueso de la moneda, entre la cara y la cruz, es estrechísimo. De momento, Europa le sonríe al Barça. La remontada en Lisboa hará ruido en el continente.