"¡A Segunda, oé!": el cántico que indigna a todo el mundo más que cualquier insulto... o no: "A mí me molestaba que me escupieran, lo demás me motivaba"
Aunque en los campos de fútbol se oyen cosas más agresivas y denigrantes, este 'hit' clásico de las gradas suele provocar un rechazo generalizado. ¿Cómo se lo toman los futbolistas?

Cada tanto, en los campos de fútbol algún equipo en apuros escucha de la afición contraria una tonadilla clásica: "¡A segunda oé, a segunda oé!". En comparación con el amplio repertorio de bajezas que se oyen en las gradas, tiene incluso una falsa apariencia moderada: no hay insulto, delito de odio, ni grosería explícitos en el lenguaje. Desear un descenso resulta menos grave que anhelar la muerte de un futbolista, despreciarlo por su raza, insultar a toda una ciudad, pelearse por las calles o celebrar la posibilidad de que una bomba vuele tal o cual estadio.
Si nos pusiéramos rigoristas, igual es el canto de naturaleza más estrictamente deportiva. Y, sin embargo, lo de mandar al contrario a Segunda toca una fibra diferente. A todo el mundo acaba por parecerle más indigno, inadmisible e innecesario. Tal vez porque (casi) todos los equipos y aficiones se han visto alguna vez en el lado débil del estribillo. O porque refleja, por parte del emisor, una soberbia, altanería o desprecio más premeditados que viscerales. Quizás porque se ensaña con el condenado y eso, en el fondo, remueve algunos cimientos morales...
¿Afecta más a los futbolistas? Como con todo, depende de cada uno. Hay casos para todo y un inventario tan amplio de ejemplos que las respuestas y situaciones no ofrecen una línea única. Por empezar con un caso cualquiera: los jugadores del Espanyol escucharon el coro deseándoles el descenso en su última visita a Montjuïc, para enfrentarse con el Barcelona. El partido se jugó a principios de noviembre pasado, en los días posteriores al desastre provocado por la DANA, y lo rodeó un agitado debate sobre si la jornada debió suspenderse. Al Espanyol se le desautorizaron tres tantos y tras el último de ellos, de Jofre Carreras, la grada entonó lo de "¡a segunda oé!".
En ese momento, la 12ª jornada del campeonato, el Espanyol tenía 10 puntos y su posición en la tabla lindaba justo con la zona de descenso. Así que se reunían ingredientes habituales para este tipo de situaciones: rivalidad entre vecinos y uno de ellos en un trance deportivo apurado. Joan García, guardameta del Espanyol, expresó sus sentimientos al final del partido: "Mucha rabia. Sobre todo, para los que tenemos el sentimiento perico que nos canten eso no gusta. Pero cada uno celebra lo que quiere como quiere", fue su respuesta.
La frase del portero blanquiazul incluía cierta ironía hacia la afición del Barça. Pero sirve también para referirse a las muy diversas situaciones, algunas de difícil explicación, en las que se oyen este tipo de gritos. En diciembre pasado le ocurrió lo mismo al Leganés, también en campo del Barça. Y por las mismas fechas del año anterior al Almería, de nuevo en el mismo escenario. Esas escenas —la afición de un equipo poderoso mofándose de un rival bastante más modesto— provocaron una cierta ola de justificada indignación.
🤯 Tremendo enfado de Juanma Castaño por los gritos de “a segunda” de los aficionados del Barça al Almería
Posted by El Partidazo de COPE on Thursday, December 21, 2023
Lucía Taboada, periodista y escritora española, aficionada y socia del Celta desde niña, también se siente aludida de forma habitual cuando el grito rebrota en los estadios. En abril de 2023 publicó un artículo en As en el que deploraba de forma especial el cántico en cuestión: "En general, aprecio cualquier arenga futbolística, incluso las que contienen algún agravio —escribió Taboada en su columna—. Salvo una. Hay un cántico que prohibiría y penalizaría con sanción deportiva: el de "A Segunda oé, oé". (...) Lo aborrezco profundamente porque me parece que carece de ingenio y de buen gusto".
Su perspectiva resulta apetecible para analizar por qué este grito es, al mismo tiempo, tan popular y habitual como denostado. Como resulta lógico, Lucía Taboada mantiene la rotundidad de su postura: "Bueno, prohibirlos no sé... no digo que haya que prohibirlos o, si lo digo, lo digo de broma —matiza cuando le preguntamos—: pero sí que repudio personalmente a los aficionados que lo cantan". En su conversación con Relevo, Taboada hace referencia precisamente al caso de los gritos escuchados por el Leganés en diciembre pasado en Montjuïc: "No creo que la afición del Barça tenga una tirria o ningún conflicto especiales por el Leganés. ¿Con qué objetivo cantaron algo así? ¿Para mofarse? ¿Para ridiculizarles? Es como rematar a un muerto".
"No digo que haya que prohibir estos cánticos, pero sí repudio a los aficionados que lo cantan. ¿Por qué la afición del Barça se lo hizo al Leganés? ¿Para ridiculizarles? Es como rematar a un muerto"
Periodista y escritoraAlgo así sintió hace ya años Aritz Aduriz, delantero del Athletic, cuando en una visita del equipo rojiblanco al Camp Nou en enero de 2006 se escuchó la canción: "Sí duele, sí duele. No es agradable que en un campo en el que van líderes, con bastantes diferencias y después de ganar 16 partidos seguidos entren en esas cosas. Creo que tenían que saber ganar mejor. No nos sentó bien", reconoció el delantero. Aquel Athletic salió del estadio azulgrana derrotado (2-1), último en la tabla y figuradamente apaleado por la vejación coral del graderío. Triple escarnio.
Algo parecido vivió el Cádiz en 2022, pero con una diferencia relevante: el conjunto amarillo se dio el gusto de vencer por 0-1 al Barcelona ante su propia gente. De forma que el grito tenía ribetes evidentes de frustración: el equipo dirigido por Xavi sumaba dos derrotas consecutivas y quedaba a 15 puntos del Real Madrid, a falta de seis jornadas. Terminó subcampeón. Y tampoco su hinchada vio cumplido su deseo de que el Cádiz se marchara a Segunda: los andaluces esquivaron esa temporada el descenso con 39 puntos, sólo un punto y un lugar en la clasificación por delante de los puestos de condena.
"A Segunda, oe; a Segunda, oé", gritaron en las gradas de San Mamés. En el campo del Athletic no ha pasado desapercibido el 'Caso Negreira' y hasta los niños cargaron contra el Barcelona... pic.twitter.com/iJxvVm4nm9
— GOAL en español (@Goal_en_espanol) March 12, 2023
Son este tipo de casos, los que se dan entre conjuntos desiguales, los que más indignan al mundillo del fútbol, como corrobora Lucía Taboada, quien, para compensar el agravio, apela a una suerte de justicia poética: "Cantarle eso a un equipo que está luchando por la permanencia, cuando viene de equipos que están en media tabla o más arriba, me resulta altivo y prepotente. Y les deseo que alguna vez pasen por eso y se vean luchando por el descenso, para que sepan en sus propias carnes lo mal que se pasa y lo mucho que se sufre".
En realidad, la historia se repite con mucha frecuencia y funciona en múltiples direcciones y situaciones. A casi todo el mundo le toca alguna vez. Y esto es literal. Basta una búsqueda somera en los motores digitales para encontrar casos de lo más diversos. La Real Sociedad de principios de siglo lo escuchó en el viejo San Mamés en uno de aquellos derbis vascos, cuando el conjunto guipuzcoano se jugaba la permanencia en una mala temporada. Al Rayo le ocurrió en el Bernabéu. Los gritos casi siempre salen de las gargantas más radicales: luego depende de hasta qué punto se extienda por el estadio. Aquella vez, el Bernabéu afeó a los ultras sus gritos.
En otras ocasiones se hace más general. Suele pasar en otro patrón habitual, repetido cada tanto desde hace muchísimos años: cuando un equipo de abolengo en LaLiga pasa un año problemático. Entonces puede haber mayor saña. Un sentimiento como de revancha, celebración por aquello de que los ricos, aunque no lo sean tanto, también lloren. Lo supo el Valencia de la primera mitad de los ochenta, que acabaría bajando en 1986 con nombres clásicos como Quique Sánchez, Arias, Voro, Roberto Fernández, Sempere, Fernando y Subirats. O cuando en la temporada 1999-2000 los tres condenados a Segunda fueron tres clubes de carácter histórico: Betis, Atlético y Sevilla. En esos casos, la carga del menosprecio se invierte.
"No sé cuál es la respuesta mental de los jugadores ahora, pero en mis tiempos era lo más suave que te oías. A mí estas cosas me motivaban. Lo que me molestaba era que me escupiesen"
ExfutbolistaPorque, como cualquiera sabe, en el fútbol todo es posible y, por lo general, ocurre tarde o temprano que quien estuvo en lo alto de la noria se encuentra de pronto en el pozo. Ese axioma acaba por producir situaciones excepcionales, como las de carácter puramente deportivo, mencionadas arriba. Y otras nacidas de circunstancias menos convencionales. Por ejemplo, cuando la afición del Athletic le cantó "¡A Segunda, a Segunda!" al Barcelona de Xavi en San Mamés. Y no porque el equipo azulgrana fuera mal, ni mucho menos estuviera en trance de descenso, sino por una razón más lateral: el escándalo del club catalán con Enríquez Negreira.
Fue en la visita del Barça a La catedral en marzo de 2023. A raíz de las noticias sobre el caso Negreira, una campaña impulsada desde las redes sociales por un grupo de seguidores de la grada de animación del Athletic llevó a escenificar la protesta durante el partido: desde la grada norte lanzaron al campo octavillas que imitaban billetes, en una performance coronada con gritos de ¡"A Segunda, a Segunda!", en referencia a una posible sanción deportiva para el equipo azulgrana. "Me sorprende y me entristece el ambiente de hostilidad de San Mamés", dijo más tarde Xavi en su rueda de prensa, apelando a la presunción de inocencia.
Un equipo en descenso en 1RFEF cantándonos “a segunda”. Esto es surrealista.
— Sergiete (@AntiMeriton_) January 14, 2025
pic.twitter.com/rxs48s2Mia
Aunque quizá el momento más random, dentro del amplio catálogo de expresiones de un hit imperecedero como este, fue el vivido en la eliminatoria de Copa del Rey del pasado mes de enero entre el Ourense CF y el Valencia. El equipo che avanzó gracias a un gol en propia puerta del conjunto local y un segundo anotado por Sadiq. Desenlace al que parte de la grada de O Couto respondió con "el manido ¡a Segunda, oé!". El Valencia andaba, como le ha ocurrido en los últimos tiempos, viviendo días complejos. Pero también el propio conjunto gallego estaba en puestos de descenso en su grupo de Primera Federación... Digamos que alguna gente se dio el gusto. A veces se trata de eso.
La coraza de los profesionales
¿Y cómo han afrontado estas situaciones los futbolistas? Ya hemos visto las reacciones en casos más o menos recientes. Pero también merece la pena preguntarles a jugadores de otras épocas, cuando los códigos eran diferentes y las medidas anti violencia también. Si es que había alguna. Por ejemplo, Xavi Escaich jugó en Primera División entre 1987 y 1996 con el Espanyol, el Barcelona, el Sporting y el Albacete. En esos años vivió tres descensos a Segunda: con el conjunto perico en 1989 y 1993, además de con el Albacete en 1996. Situaciones desesperadas, repletas de momentos de fragilidad deportiva y anímica, proclives para la enemiga de las hinchadas rivales.
A Escaich, el tiempo le ha borrado un recuerdo concreto de dónde y cuándo escuchó lo de "¡A Segunda!". Pero lo oyó, eso sí que puede asegurarlo aunque la memoria no especifique el momento: "Alguna que otra vez lo escuché en esos años en que la cosa estaba mal y el equipo andaba pendiente de la salvación. Depende de a qué campos ibas, lo escuchabas".
Hoy día, el exdelantero ocupa el puesto de director general del CE L'Hospitalet, equipo en el que precisamente estuvo cedido un año tras bajar el Espanyol. Su percepción es que hoy día se persiguen más los insultos que incitan al odio y la violencia en los campos. Pero la emoción exacerbada sigue generando comportamientos indeseables en las gradas: "El público que grita este tipo de cosas, lo que quiere es hacer daño, fastidiar al jugador, que pierda los papeles. No mide sus palabras ni las consecuencias. Busca cómo hacer daño en ese momento: pasa con los insultos racistas o con este tipo de cánticos. Se busca afectar a un jugador concreto o hacer daño a un equipo mofándose de ellos".
"El público busca cómo hacer daño, fastidiar a un equipo o a un jugador y que pierda los papeles, pero no mide sus palabras ni las consecuencias. A mí no me afectaba. Decía: si bajamos, bajamos... pero esto no me afecta"
Ex futbolistaObviamente, a ningún profesional le gusta que nadie lo insulte. Pero el modo de procesar este tipo de situaciones puede variar bastante. Y abundan aquellos que saben crearse una coraza frente a las agresiones verbales de cualquier tipo: "A mí los insultos, lo que era palabrería y expresiones groseras no me afectaban —subraya Xavi Escaich—. Ni los del público ni los de muchos defensas, que también te atacaban de forma verbal, insultándote a ti o a tu familia, para intimidarte. ¿Lo de "¡a Segunda!" a mí no me afectaba. Me decía: si bajamos ya bajaremos, pero esto no me afecta", cuenta el exjugador.
A veces, la templanza se hace especialmente complicada: sobre todo, si el equipo zaherido acaba de caer de manera efectiva e irrevocable a Segunda División. Le ocurrió al Espanyol en la temporada 2022-23. Su descenso quedó certificado en la visita a Mestalla... y ese día los pericos escucharon de algún grupo de aficionados del Valencia el desagradable soniquete. Sus imágenes subiendo al autobús del equipo, soportando con estoicismo las invectivas de los hinchas más exacerbados, encarna ese obligado pero complejo equilibrio emocional del que echan mano los futbolistas.
@goltelevision 📢 Aficionados del #ValenciaCF despiden al #Espanyol con gritos de "¡A Segunda!" #DeportesEnTikTok #LaLiga ♬ sonido original - Gol Play
En casos así, el cántico no se comporta como deseo de mal fario, sino que se convierte en un modo deliberado de hacer aún más doloroso un momento siempre traumático para cualquier deportista: "A mí, como aficionada de un equipo que ha estado bordeando los puestos de descenso en las últimas temporadas, y que ha estado en Segunda y sabe lo que se sufre, como afición, me parece muy innecesario: en esas situaciones, espero que el karma se lo devuelva a quienes lo gritan", dice Lucía Taboada con afilada ironía.
Ese tipo de actitud vista en los jugadores del Espanyol y aludida por Escaich resulta común con otros exfutbolistas consultados. César Láinez, exguardameta del Real Zaragoza, vivió el descenso del equipo aragonés en 2002: el primero después de 25 años consecutivos en Primera División: "Recuerdo que nos lo cantaron en el campo del Alavés, al que ya llegamos bastante tocados". Fue en la 35ª jornada de aquel campeonato. El Zaragoza llevaba en descenso desde la jornada 31 y ya no saldría del agujero: acabó último tras ser incapaz de ganar uno solo de sus últimos siete encuentros, con Marcos Alonso como tercer entrenador del curso.
Láinez fue, como Escaich, otro de esos jugadores a los que la animadversión de la grada no les afectaba de manera especial: "A mí que me dijeran de todo me daba igual. Me gustaba ir a jugar al Sadar y esos campos en los que sabías que el ambiente iba a ser hostil: lo que sí me molestaba eran los escupitajos, lo demás me motivaba", contesta con tanto humor como sinceridad.
"Esto es cosa más de los periodistas y las aficiones, los jugadores no lo vemos tan fuerte. Lo que sí es distinto es si te lo dice otro jugador"
Ex futbolistaEl exportero del Zaragoza hace hincapié en cómo ha evolucionado el tratamiento general y la persecución de este tipo de comportamientos en los estadios: "No sé cuál es la respuesta mental de los jugadores ahora, cómo responden a este tipo de situaciones, porque ellos han conocido otros ambientes. En aquellos tiempos, estos cánticos eran lo más suave con lo que te enfrentabas".
Lucía Taboada también cree que, en general, el ambiente ha mejorado un tanto: "Esto no depende de la crispación actual en la sociedad: ha sonado en los estadios toda la vida, ha existido siempre. De hecho —razona la periodista gallega—, se ha ido aminorando con el paso de los años y se persiguen más determinadas cosas, lo cual me parece positivo. Yo en los años 90 escuchaba en los campos muchos más insultos que ahora, aunque siguen existiendo. Forman parte del fútbol por su naturaleza más visceral y gregaria".
Javier Paredes, exjugador de Oviedo, Getafe, Real Zaragoza y Albacete, vivió el descenso del Zaragoza en 2008 a Segunda División. Como en el caso de Escaich, no recuerda un partido o situación concreta: "Pero seguro que me lo cantarían... eso y cosas mucho peores". En su opinión, los futbolistas conviven con este cántico con la misma naturalidad que con todas las demás cosas que se oyen en los estadios: "Creo que reaccionáis más vosotros los periodistas y las aficiones que los propios jugadores", asegura Paredes. "Dentro del campo no lo vemos tan fuerte: lo que sí es distinto es si te lo dice otro jugador", apunta.
‼️ GESTO de 'A SEGUNDA' de VINICIUS en MESTALLA.
— El Chiringuito TV (@elchiringuitotv) January 3, 2025
🗣️ La grada le gritaba 'tonto, tonto'.pic.twitter.com/XaYMNjrxcS
En ese argumento coinciden también todos: si se traspasan los límites del respeto entre colegas, entonces la respuesta se torna muy distinta. Hemos visto casos recientes en que un jugador devuelve la moneda, como hizo Vinicius ante los insultos de la grada de Mestalla. Pero, en general, entre los propios futbolistas hay un principio de respeto que no se suele traspasar: "En mi época, en el campo los futbolistas éramos más agresivos entre nosotros... pero había mucho respeto".
Tampoco Paredes o Escaich recuerdan ningún caso de un jugador rival que alcanzase ese punto de provocación. "Entre compañeros, en situaciones así, por lo general, empatizas", dice el exdefensa asturiano. Y además, funciona un instinto de prevención básico, del que advierte Xavi Escaich: "Hoy le pasa al de enfrente, pero otro año te puede pasar a ti". El karma siempre acecha. Pero en las gradas, nadie le hace caso.